Capítulo 81

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-Suerte, mi vida, lo vas a hacer genial- le dije a Seb, dándole un montón de besitos en los labios -Ciérrale la bocaza al gafas de tu jefe, cariño, mucha fuerza- le susurré, levantando mi mano izquierda (la que no tenía llena de vendajes) y chocándola con la de mi chico, que sonriendo, se puso el balaclava y el casco con seguridad.
Al estar en el box de Ferrari, un par de decenas de fotógrafos capturaron aquel momento, que se convirtió en la imagen del fin de semana junto con otra foto de la que yo también formaba parte. La instantánea la habían tomado en el paddock, y en ella, aparecía yo caminando despreocupadamente con mi mano vendada en primer plano, y en el fondo, algo desenfocado, pero perfectamente visible, un Fernando Alonso con el ojo completamente morado, la foto hablaba por sí sola...
Vi el inicio de la carrera desde el box de Ferrari, pero después el dolor en mi mano se intensificó, y preferí ir a mi motorhome, desde donde podría seguir la carrera tirada en el sofá de mi cuarto, en la inmensa televisión que ocupaba gran parte de la pared.
Seb conservaba su posición contra viento y marea, estaba haciendo un carrerón.
Hamilton había empezado a ponerse a su altura cuando se abrió de golpe la puerta de mi cuarto.
-Tu ojo va a juego con esos pantalones- dije con tono sarcástico, mirando a Fernando.
Él cerró la puerta sin decir nada.
-¿Quién te ha dejado entrar?- le pregunté.
-No me han visto- dijo sentándose en MI sofá, y colocando mis piernas sobre su regazo.
-¿Qué haces?
-¿Yo? Nada- sonrió.
-Eres más pesado que una vaca en brazos, Nano.
Él rió -¿Desde cuando me llamas así?-
-Desde que oí la canción de Melendi.
-Así solo me llama la gente cercana.
-¿Ser tu enemiga cuenta como ser cercana?
-Tú no eres mi enemiga, es Vettel.
-Y Vettel es mi novio.
-No me lo recuerdes.
-¿Qué quieres, Nano?
-A ti.
No pude evitar resoplar, era la misma canción de todos los días.
El chico apagó la tele y se revolvió el pelo.
-Dame una oportunidad- dijo.
-¿Por qué?
-Porque me gustas.
-Tú a mí no.
-¿Y Vettel sí?
-Lo quiero con toda mi alma.
Alonso se levantó de golpe, y empezó a dar vueltas por la habitación.
-¿Por qué él sí y yo no?- preguntó, aunque no me dejó responder -¿Por qué él, si yo soy mejor?-
-¿Te estás oyendo Fernando?
-Fer- me corrigió.
-¿Te estás oyendo Fer?
-Yo soy mejor, Chloe, tienes que elegirme a mí.
-Vamos a ver, Fer, este es el problema, no puedes forzarme a elegirte a ti.
-Pero yo soy...
-Ya has dicho que tú eres mejor.
El chico permaneció en silencio volviendo a sentarse a mi lado.
-Ya vale de intentar ser el mejor en todo, Nano.
-Tengo que ser...
-No- lo interrumpí -No tienes que ser perfecto, es algo que te han metido en la cabeza desde niño, para hacerte más competitivo, pero hay cosas en esta vida, que no son competiciones-
Fernando me miraba con cara de no entender.
-No soy un trofeo de tu lucha con Vettel- dije tajante.
Se tapó la cara con las manos, dándose cuenta de todo de repente.
-Dios...- suspiró -La he cagado pero bien, ¿no?-
-Un poco- sonreí, poniéndole la mano en el hombro.
Él fue a hablar, pero el himno alemán entró por la ventana, la carrera había acabado.
-¡Seb!- dije ilusionada, refiriéndome al himno, y pensando en mi chico.
-Seguro que es por Mercedes- me cortó la pesadilla asturiana.
-Seguro que ha ganado Vettel- dije con firmeza.
-¿Apostamos?
-Claro.
-¿El qué?
-Lo que quieras.
Cuando vi su mirada me arrepentí de lo que acababa de decir.
-Si ha ganado Vettel te dejo en paz- dijo.
-¿Y si no?
-Me dejas que te invite a cenar.
Resoplé, pero como confiaba a ciegas en Seb, acepté.
Bajé corriendo a la zona del podio, dejando a Alonso atrás, y cuando llegué allí, un rubio alemán empapado en champán me besó por sorpresa, llevaba la gorra de Pirelli con el número 1.
¡Sí! ¡Había ganado!
Lo abracé con todas mis fuerzas, para justo después volver a besarlo con ganas.
-Te quiero, rubio.
-Y yo a ti, mi amor.
Mi Seb tuvo que irse a atender a todos los periodistas que lo esperaban, así que nos despedimos con un beso corto y el chico se fue corriendo; estaba totalmente recargado de energías.
-Ten cuidado con Alonso- la voz de Nico susurró detrás de mí.
Me giré, y tras perderme un momento en sus ojos, lo abracé con fuerza, sorprendiendo al chico.
-Gracias por preocuparte por mí, Nico.
Él sonrió, pero no pudo quedarse mucho más rato conmigo; su amargado jefe lo reclamaba, por lo que Hulk agachó la cabeza y se dirigió al box de Renault.
Todos mis amigos andaban por allí, unos más contentos que otros, como siempre, pero en general el ambiente era bueno.
En un pequeño hueco, entre entrevista y entrevista, Max me contó que había hablado con Nico, y que habían convencido a Dan para empezar un tratamiento de desintoxicación, aquello era maravilloso, parecía que todo empezaba a salir bien.
Y digo parecía, porque un carraspeo detrás de mí, tuvo la culpa de que se rompiera mi magia.
-He ganado- le dije a Fernando.
-No.
-Sí, ha ganado Vettel, y por lo tanto, yo también, tienes que dejarme en paz.
El chico me miró con el ceño fruncido.
-No.
-¿No sabes decir otra cosa?
-No voy a dejarte en paz, no quiero.
-Hicimos un trato.
-Eso no vale nada.
-Te estás comportando como un niño.
-¿Y qué? Ya sabes quién manda aquí.
-¿Qué mierda quieres decir?
-Vas a salir a cenar conmigo.
-Te he dicho que no.
Un brillo oscuro recorrió sus ojos, y no me dio ninguna buena sensación.
-Aquí mando yo, y vas a salir conmigo.
-Fernando, por favor, he dicho que no.
-Me importa un carajo lo que hayas dicho, cenarás conmigo ¿o acaso quieres que tu novio tenga problemas en Ferrari?
Permanecí en silencio, se me había caído el mundo a los pies.
-Parece que te vas dando cuenta de quién manda aquí.

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