20. Respira Hondo Y Sigue

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Según entró Kimi en aquella salita, salí yo desesperada, alegando que tenía que ir al baño un momento. Era como cuando entrabas por primera vez en una discoteca, que te sentías observado, y como no sabías qué hacer, huías al baño para trazar un plan.
Tal vez fuera cierto y Ryan llevara razón, tal vez estuviera huyendo del finlandés. Pero... ¿Acaso el mundo se había puesto en mi contra? Primero Ray y Seb, y ahora el jefe, ¿no entendía nadie que no me apetecía volver a ver aquellos ojos?
Entré en el baño y cerré la puerta con el pestillo, cerrando los ojos y apoyándome en la pared. Respiré hondo, tenía mucho calor, me estaba agobiando.
Comprobé que el baño estaba cerrado a cal y canto, y me saqué con velocidad el polo del equipo, que cayó al suelo sin que le diera mucha más importancia.
Me recogí el pelo en una coleta y dejando correr el agua del grifo me lavé la cara.
Del calor, pasé al frío en un instante.
Me miré por primera vez al espejo y ni siquiera me reconocí. Cerré los ojos con fuerza y los abrí de nuevo.
¿Acaso me estaba volviendo loca?
En mis ojos veía los suyos, diamantes sin pulir.
Riadas de recuerdos inundaban mi mente, solo podía verlo a él; tan cerca como había estado hacía tan poco.
Aquello no entraba en mis planes, y es que los últimos días habían sido un completo caos.
Él, él por encima de todo.
Bajé la vista a mi cintura, sin hacer ningún esfuerzo aún podía ver sus dedos posados en ella, sus brazos estrechándome mientras dormíamos.
Su imagen me acribillaba constantemente; como cientos de balas fusilarían a un prisionero de guerra.
Y es que en cierto modo, yo también era una prisionera; la de los sueños por cumplir y las lágrimas frustradas.
Diez lágrimas por cada sonrisa, había contado cada una de ellas, lo bueno se disfruta, y de lo malo se aprende.
Pero... ¿Qué se suponía que tenía que sacar yo de aquel marrón que me había tocado?
Siempre has sido una experta en problemas, Mai, tú solita te los has buscado...
Mi móvil sonó con un mensaje, y la verdad es, que si no hubiera sido de mi madre, ni lo hubiera mirado.
Era una de esas fotos con una frase motivadora; seguro que la había visto en Facebook y se había acordado de mí. Ella siempre sabía cuando me hacían falta aquellas cosas, incluso cuando estábamos a kilómetros de distancia, y aún siendo en España las tres de la mañana como eran. Teníamos una conexión especial, algo que no puedo explicar, magia, tal vez.
"Prohibido rendirse,
Respira hondo y sigue"
Como siempre mamá, tus palabras llegaban en el mejor momento.
Hice caso a mi madre, porque eso siempre era la mejor opción, y respiré hondo, intentando exhalar todos los problemas que me consumían por dentro.
No iba a dejar que un contratiempo sin importancia tirara por tierra todo mi trabajo, no iba a dejar que mi sueño terminara aquí.
Me puse el polo, y con fingida seguridad, salí del baño en dirección a la sala de ordenadores. Allí, Kimi daba vueltas en una de las sillas de ruedas de escritorio.
-¿Estás bien?
Desde luego, no esperaba aquella pregunta.
-Sí, sí, sin problema- sonreí nerviosa, sentándome frente al programa de telemetría.
El finlandés se impulsó sobre las ruedas de su silla y llegó a mi altura sin quitar la vista de la pantalla del ordenador.
-¿Qué tengo que hacer?- me preguntó.
-¿Qué?
-En la sesión de libres de esta mañana, ¿qué tengo que hacer?
Paré un momento, y caí en que efectivamente, era sábado, y antes de la qualy había una sesión de libres. Estaba tan centrada en la clasificación que ni siquiera había pensado en los entrenamientos.
-

Mierda...- suspiré, frotándome la cara con las manos -Se me había pasado...-
Bajé la vista al suelo y me sujeté la nuca con ambas manos, intentando tomar aire.
No tardé en volver al portátil; de carpeta en carpeta, entre los mails de la fábrica... el programa de telemetría echaba humo. Mis dedos se escurrían por entre las letras del teclado, escapándose de vez en cuando para controlar el ratón.
Mi voz sonaba nerviosa, rápida, saturada, probablemente algo agobiada -Hay que terminar de cuadrar el ajuste aerodinámico que pusieron ayer si queremos usarlo en la qualy- dije cerrando una de las pestañas de Word con velocidad -Comprobar que el gasto de combustible del mapa 3 no es demasiado para este circuito- añadí, anotándolo también en el bloc de notas del portátil -Tengo que hablar también con los chicos- dije refiriéndome a los mecánicos -Para que se aseguren de que todo en la unidad de potencia y los frenos está en su sitio, no quiero que haya ningún susto- suspiré, garabateándolo en un post-it y pegándolo sobre el taco de papeles que tenía que bajarme al garaje.
En ese momento, el ordenador dio un error inesperado y se apagó de pronto.
-¡JODER! ¿¡Es que no hay nada que me vaya a salir bien!?
Me había olvidado por completo de que Kimi seguía a mi lado, sentado en una banqueta y mirándome con los ojos entrecerrados, hasta que él se encargó de recordarme su presencia.
-Mai- dijo en un frío susurro, posando su mano en la mía -¿Va todo bien?-
Mi mano se tensó de golpe, como si el tacto helado de la mano del finlandés me hubiera dado un calambre. Pareció una eternidad, aunque solo fue un instante lo que tardé en retirar mi mano de debajo de la suya.
Él me miró suspirando -Será mejor que me vaya. Seb... Seb me estará buscando- dijo, y desviando la mirada, se fue.
Hubiera sido completa y absolutamente imposible que alguien consiguiera descifrar lo que expresaban mis ojos en aquel momento, y es que ni yo misma estaba segura de qué me pasaba, de qué era aquello que me estaba colapsando, de por qué me sentía rota, confusa, dolida...
Tal vez, hubiera tenido que plantearme en aquel momento, que el dolor, al fin y al cabo, es lo que nos hace darnos cuenta de que estamos vivos.

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