39. Campeón

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-No puedes irte- mis lágrimas me empapaban toda la cara.
-Mai, te he llamado porque necesito hablar con alguien, no llorar- medio rió Seb sin poder contener un par de lágrimas que resbalaron por su rostro.
-No puedes Seb, tú me enganchaste a esto, ¿lo sabías? Fuiste tú.
Él me sonrió.
-Que no soy nadie, para pedirte nada, Vettel, solo te hablo como Tifosi, como fan- se me entrecortó la voz -Ferrari todavía te debe demasiado-.
-Ferrari no me va a dar más, Mai, no pretendo que lo entiendas.
-¿Por qué me cuentas esto a mí?
-Bueno... No me apetecía hablar con Kimi.
-Seb, mereces más- me temblaba la voz.
Él me miró sonriendo de lado, con sus preciosos ojos azules aguados por las lágrimas.
-Mi camino con Ferrari acaba aquí, cuando acabe la temporada, me bajaré del tren.
-¿Y dónde vas a ir?
-Donde me lleve la vida, aún no lo tengo claro. Donde me quieran, tal vez, donde vea que hago falta.
-¿Cómo se les ocurre ofrecerte solo un año?
Se encogió de hombros.
-Cuatro Seb, cuatro campeonatos del mundo.
-Ellos ya han decidido quién será su campeón, y ese no voy a ser yo.
-No es justo.
-La vida no es justa.
Nunca lo había visto hablar con tal crudeza. El alemán estaba dolido, me atrevería a decir que se había roto por completo. Estaba viendo su sueño desmoronarse, y no podía hacer nada para frenar la catástrofe.
-No olvides que siempre serás el héroe de muchos, Seb, el mío.
-¿Por qué Mai? ¿Por qué no Hamilton o Alonso? ¿Schumacher o Kimi? ¡Por Dios! ¡Senna, Prost!
-Porque nadie lo ha sentido como lo sientes tú. Nadie se ha volcado como lo has hecho tú. Nadie tiene cuatro campeonatos a sus espaldas, y sigue pisando el asfalto con la humildad y el respeto del que lo pisa por primera vez, pero tú sí.
-¿Y de qué me sirve?- esta vez dejó que las lágrimas fluyeran -¿De qué me sirve la humildad si me pisan? ¡Se me comen Mai!-.
-El Circo no te merece.
-No digas eso.
-Es la verdad, Sebastian, este mundo no es para gente como tú, ¿no lo ves? Todo lo que has sufrido, lo mal que lo has pasado, y cómo va a terminar todo. El problema no eres tú. El problema es un deporte que se comporta como un agujero negro.
-¿Y tú? ¿Es la fórmula 1 para ti?
-Yo tengo algo que tú no tienes.
-¿El qué?
-Rabia, egoísmo, hipocresía, una fachada que me hace de salvavidas en muchas ocasiones.
-Al final eres igual que Kimi- medio rio.
-Seb, tú eres lo que se ve; la sencillez y la humildad hechas persona.
-Y eso me perjudica.
-Esto es un asco.
-Lo es.
Me acerqué a él para abrazarlo, intentando demostrar una fortaleza que en realidad se me caía a trozos.
Espero que no tengáis que pasar nunca por la amarguísima sensación de ver llorar a alguien tan puro. De tener que recoger sus lágrimas en vuestro hombro, y hacer como si todo fuera bien.
Joder, allí no había nada que fuera bien.
-Mai.
-¿Sí?
-Vaya donde vaya. Puedes contar conmigo, siempre.
Se me clavó como una daga, que se me hundía en el pecho atravesándome el corazón.
Mis propios latidos me resonaban en la cabeza, se me había secado la boca. Las lágrimas no me dejaban ver y me sorbía la nariz con fuerza por el sofocón.
El chico no estaba mejor que yo.
¿Cómo estarlo?
-¿Wolff sigue insistiéndote?- preguntó de pronto.
-Si ganan este fin de semana iré a ver su fábrica, es el trato.
-Deberías ir, aunque pierdan.
-¿Cómo? ¿Por qué?
-Quiero que conozcas todas las opciones antes de que tomes una decisión.
Me miraba, casi como si me estuviera dando el consejo de mi vida, casi como si pretendiera que no cometiera los mismos errores que él había cometido.
-Todo va a salir bien- nos dijimos a la vez, el uno al otro.
-Si es tu decisión no seguir en Ferrari Seb, estoy segura de que es la correcta.
Él sonrió de lado, aún con la cara roja y algo hinchada de llorar.
-Confío mucho en ti, eres inteligente, sabes qué es lo mejor- le dije, apretando su hombro con cuidado -Ellos se lo pierden, Seb, porque tenlo claro; no saben la joya que estan dejando escapar-.
-¿Crees que en otro equipo podría funcionar?- me preguntó.
-¿Tienes ofertas?
-De McLaren y Renault, si salen Carlos o Daniel para cubrir mi hueco en Ferrari.
-Quién sabe...- suspiré -¿Tienes ganas de meterte en un proyecto así?-.
Se encogió de hombros -No lo sé-.
-Has estado cinco años ayudando a Ferrari, levantando el equipo, tienes que pensar bien si todavía tienes fuerzas para seguir haciendo eso, aunque no sea con la camiseta roja.
-Serás la primera en enterarte, lo prometo.
Sonreí, pensando en la situación que estaba viviendo, en lo diferente que hubiera sido vivirlo desde casa, sin estar dentro. Y en lo afortunada que era de haber encontrado alguien como Seb. ¿Y qué si no había sido el más rapido muchas veces? ¿Y qué si se le habían escapado victorias? No es eso lo que forma a un campeón, y quien lo piense, debería revisar sus principios.
Un campeón lo es por su forma de entender la vida, porque son luchadores natos. Porque siguen poniéndose en pie aunque el dolor les esté arrancando poco a poco la vida. Un campeón lleva el respeto por bandera, y siembra humildad allá por donde pasa. Sonríe con el viento de cara, y tiende la mano a todo el que lo necesita.
Un campeón es el que ha pasado noches enteras llorando, porque no creía merecer lo que se había ganado con su sangre, sudor y lágrimas, y el que años después seguirá agradeciendo sus logros.
Un campeón entiende que no está solo; que para escribir la historia, además de la mano, hacen falta la pluma, el papel y el tintero.
Hay campeones sin trofeo, y otros que tienen salas llenas.
¿Y qué mas da?
Todos deberíamos haberlo entendido ya.
El campeón no se hace en el podio, con un oro entre manos y por arte de magia.
El campeón se forja a fuego a lo largo de los años, con todo el esfuerzo del mundo.
Y por eso, es imposible que desaparezca; quien ha sido campeón, lo será siempre.

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