Capitulo V: Invitación.

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(Leila)

Siento dolor en la nuca y quiero tocar la parte afectada, pero el tacto de alguien me hace abrir los ojos.

—Amor, no hagas esfuerzo —aconseja un Dorian aterrado.

—Hola. —es lo único que atino a decir.

—Hola, amor.

—¿Qué paso?, —examino el lugar —¿qué hago en este lugar feo?.

Si, un cuarto blanco con pinta de hospital es feo, al menos para mí. Después de separar a Katia, de la loca, solo recuerdo el grito desesperado de mi novio y después nada...

—Mi vida, juro que me asusté mucho al verte tendida en el suelo con toda esa sangre brotando de tu cabecita —toca mi mejilla con delicadeza y amor —Solo de volver a recordar, se me parte el corazón. —termina de contar con dolor.

—Cariño, ya no te angusties. Mejor dime, ¿cómo está tu amiga?. —minimizo el asunto de estar postrada en la cama más fría del mundo.

—Ella está afuera esperando que despiertes.

—¿Fue grave?. Lo pregunto porque neta, casi la dejan sin extensiones —rio por lo bajo.

—Ya se encargaron de curar sus heridas. —por la forma que lo dice suena triste —¿Quieres que entre? —suspira con voz apenas audible, de lejos se ve que le agrada la rubia aunque diga que no.

—Claro.

Me sonríe con los labios cerrados, y se dirige a la puerta. En mi mente se forma una sola pregunta “¿Por qué golpearon de esa forma a la chica?", en la puerta aparece la linda joven, lo primero que me llama la atención es su ojo morado y las suturas de la ceja, labio y pómulo...

—¡¿Pero qué chingados?! —seguro mi cara mostró lo sorprendida que me encuentro.

—Si, ya sé. Me veo horrible —menciona cabizbaja.

—Eey, no… No...

—No sigas, todos sabemos lo mal que me veo —interrumpe —Solo... Solo quería darte las gracias

—¿Querías o quieres?

—Bueno quiero darte las gracias por ayudarme, sé que nuestro primer encuentro no fue nada alentador. Bien podrías haber pasado de largo o solamente observar, pero no lo hiciste y estoy en deuda contigo. —termina de expresar en ese punto su mirada está en el piso aun así sé que su agradecimiento fue sincero.

—¿Y qué pasará ahora? —levanta el rostro y sus hermosos ojos azules se aguada. —Esto tendrá consecuencias, ¿cierto?

—Ella estará suspendida por lo menos seis meses o hasta que la agencia lo vea conveniente —contesta Dorian con cierta pena.

—Dime que intercediste por ella, no fue su culpa —tan solamente imaginar que una chica inocente (o eso creo) pague por algo así, me da un no sé qué.

—Lo hice, aun así no la dejarán regresar este tipo de rencillas sería un festín para la prensa. Si en esta agencia tuvieran en las manos de mis padres, seguro ellos entenderían —menciona con impotencia, no sé de qué se queja si él mismo firmó por cinco años en otro lugar.

—Lo sé. Hermosa, ¿qué piensas hacer en ese tiempo? —la examino.

—No tengo idea, mis ahorros no me alcanzarán para más de tres meses, casi todo mi salario me lo gaste en tonterías. Y mis padres no quieren saber nada de mí, estoy varada en ningún sitio... —confiesa al borde de las lágrimas.

—¿Qué piensas de ir a México?, en la agencia de mis suegros podrán darte un lugar y si no, pues a mí me hace falta una asistente mejor aún, una amiga —propongo animada y ya imaginando como sería.

—Oh... Eso suena...

—¡Coffi! Es una idea estupenda. —confirma impresionado mi amor y me besa la frente a modo de recompensa.

—Está bien. ¡Vamos a México! —dice con júbilo la rubia.

—¿Amor?, a qué hora nos vamos de este sitio espantoso.

Los dos se ríen y terminan contagiando me de su alegría.

______________________

Al salir del hospital mi novio nos invitó a comer a un establecimiento de comida rápida platicamos del porqué pasaron los hechos y resulta que Katia si era inocente, la otra mujer la golpeó solo por qué el novio le dedicó un beso a mi nueva amiga... así que el culpable de todo fue el nalgasmiadas.

En estos momentos estamos en la habitación del hotel charlando, en lo que llega el momento para que Dorian se vaya al evento.

—Amor, ¿cuántas fechas te faltan? —confieso sin ganas.

—Nada más es esta noche y la clausura de mañana. Amor, promete que no harás nada que te ponga en peligro de nuevo, aún están fresca las suturas. —implora.

—¿Ves ese sillón? —señalo el lugar cercas de la pantalla —Ahí me encontraras cuando regreses —sonrió burlona.

Él sabe que estos golpes no son nada para mí, sin embargo, un cálido sentimiento inunda mi pecho al saber cuánto le importo.

—Cualquier cosa que necesites, únicamente llama y mandaré a Steven, para que venga.

¡NOOO!

Todos menos él...

Es un ser irritante y de seguro todo el tiempo me estará mirando de pies a cabeza dándome consejos de como vestir, no lo quiero ver que se vaya alv...

—Leila, deja de hacer caras —salto por el repentino regaño —Mandaré a Katia.

Eso sí me agrada.

—¿Tienes un sitio específico? —decido cambiar de tema.

—Tú escoge el siguiente rumbo —me acercó a él y le ayudo hacerse el nudo de la corbata

—Mmmm... Difícil.

Donde sería el sitio perfecto si estamos de este lado del charco las posibilidades son bastantes y tentadoras.

—Piénsalo Coffi. Nos vemos más tarde —se despide con un beso de pico, camina hacia la puerta la abre y cierra dejándome sola.

Llevo más de dos horas con la mirada clavada al maldito teléfono y no encuentro nada o más bien el paraje especial. Me relajo un rato y trato de buscar la mejor posición para no lastimarme mi cabeza.

—¡¡LEYAP!!, ¡ABRE LA PUERTA! —escucho vociferar detrás de la puerta. Me incorporo de un solo salto y voy corriendo a atender.

—¡¿Mujer que te pasa, estás bien?! —es lo primero que expreso con miedo.

—Estoy bien, ¿por qué no estarlo? —cuestiona.

—Si todo está bien, porque bramas así, haces que mis sentidos se alboroten —protesto indignada.

—Vamos a comer algo rico —propone con alegría genuina.

La hice pasar y le conté el porqué no podía salir, ella únicamente negó y se burló de mí con desdén, así que pedimos cómoda en el local coreano la cual llegó en menos de 20 minutos, jamás me había puesto a pensar si era buena idea probar la comida que no me da buena espina...

—Esto, se ve un tanto peculiar. —comenta Katia.

—Eeeehm, ¿qué cosa dijiste que es? —en este momento se supone que ya teníamos que haber terminado de comer...

—Tteokbokki.

—¿Y este de acá?

—Eso es kimchi, esto es sushi. —con su índice todo perfecto señala los platillos.

—Rubia, el towoki tiene que lucir así —ella arruga la cara.

—Tteokbokki -corrige. —Y no, pero vamos a que probar -alienta tomando los palillos.

En menos de un rato la comida desapareció, ¡¡JAMÁS!! Juzguen un libro por su portada.... Aun así siento que algo le faltó...

—¡AH! Ya lo tengo —me pongo de pie y corro a buscar el teléfono, y reserve los vuelos, hago de una vez la reservación del hotel.

Mientras la rubia me dedica una mirada risueña. El resto de la noche vimos videos de gatos hasta que llegó Dorian y ella se marchó.

Al día siguiente todo paso rápido, Dorian estaba muy nervioso, ya que la pasarela tenía que cerrar con honores y él era uno de los más aclamados. Cuando llegó a mi lado con ese gesto de satisfacción en el rostro supe que todo salio de maravilla, en la habitación entre besos húmedos y sexo apasionado llegó la mañana, nos bañamos juntos, desayunamos en la cama y salimos rumbo al aeropuerto junto a la rubia, ya que ella viajaría a Alemania a visitar a su prima.

—Hermosa rubia, nos vemos un México en diez días para empezar tu nueva vida, —la abrazo.

—Estoy segura que está será el mejor viaje de tu vida, disfruta. —apunta sus ojos en Dorian y sonríe malévola.

—No me veas así, me pones los pelos de punta —este se ve atemorizado.

Katia solo se carcajea y él se pone nervioso y que no crea que no lo noté, algo oculta y le sacaré las palabras a punta de madrazos.

Abordamos el avión, con liberada felicidad porque ahora sí estaríamos juntos.

Gangnam, Corea del Sur allá te voy...

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