Capítulo 1

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Desbloqueo la pantalla de mi teléfono para cambiar de canción, cuando mis ojos se posan sobre la hora.
Me siento en la cama sin poder creerlo, maldiciendome internamente.

- Rayos, ya es tarde.

Me levanto de un salto y arrojo mi teléfono sobre la almohada. Enciendo la luz del baño y mi rostro adormilado es lo primero que veo reflejado en el espejo. Cualquier otro día me hubiera reído de mi apariencia, pero con los minutos jugandome en contra es imposible hacerlo ahora.

Hago un escaneo rápido de mi misma: cabello castaño alborotado, ojeras bajo mis ojos, mis párpados luchan por quedarse abiertos y, porque no, un gran aspecto fatal.
Suspiro ante esa imagen e intento alisar mi cabello con mis manos en un intento desesperado de hacerlo lucir bien.

Ingreso a mi cuarto y busco mi bolso, depositando dentro los libros que usaría hoy, junto con mi cuaderno y mi teléfono con auriculares conectados. Voy a mi mesa de noche para tomar mi objeto mas preciado, pero me llevo la sorpresa de no encontrarlo ahí.

- Dónde esta...

Reviso mi armario, cajones, debajo de mi cama. Me volteo para volver a revisar mi mesa de noche hasta que observo el espejo de cuerpo entero tras de mi, y aquel aparato que fue mi locura desde los ocho años está colgado sobre una de sus esquinas.

Sonriendo me acerco a él, tomando mi cámara fotográfica.

- ¡Kimberly!

- ¡Ya voy!- grito, pasando la correa de la cámara por mi cuello.

Bajo las escaleras y salto los últimos tres escalones como si aquello fuera el gran salto del siglo. Recibo el ceño fruncido de mi padre, que al verme sonreír es reemplazado por un giro de ojos y una leve sonrisa.
Ambos nos fundimos en un gran abrazo en la entrada, y al despedirnos corro hacia la casa de mi mejor amiga.

El frio del ambiente me toma por sorpresa, haciendo castañear mis dientes y que mis manos busquen refugio dentro de mis bolsillos.

Cinco minutos pasan y mi celular suena.

- Kimberly Anderson, se puede saber dónde estás- por el tono que utilizó Grace se nota que esta enojada.

- ¡Lo siento!- me disculpo apenas tengo oportunidad- se me hizo tarde, es que...

- Estabas escuchando música ¿verdad?- juraría que vi rodar sus ojos en este momento.

- Ya me conoces- rio levemente- estoy a dos calles, esperame fuera.

- Apresúrate, le dije a Noah que nos recoga y sabes que él odia esperar.

- Me importa un comino lo que él odie- la escucho reír- estoy por cruzar, nos vemos- aviso antes de colgar.

Logro distinguir su melena rubia y sin dudarlo me acerco a ella. Noto como tiembla, y la abrazo para darle calor.

- Estás tan calentita- afirma acurrucándose en mí.

- Tú casa está allá atrás ¿y no te atreviste a ir por un abrigo?

- Ya conoces a Noah, podría llegar en cualquier momento y dejarme si no me viera.

- Tranquila ve, le diré que espere.

Al terminar de decir esas palabras ella corre hacia su casa perdiéndose dentro. Luego de un rato vuelve a aparecer con un suéter abrigando su cuerpo.

- ¿Mejor?

- Si, mucho mejor- sonríe.

Al ver ese sweater tan lindo, lleno de colores pasteles tan característicos de mi amiga, extiendo la cámara y la rubia posa para ella.

Desde pequeña tengo la costumbre de tomar fotos a todo lo que llamara mi atención. Atardeceres, flores, casas realmente hermosas. A personas como mi padre y mis amigos.

La fotografía es el medio de arte y expresión mas hermoso que conozco, y poder desempeñarlo día a día me provoca sensaciones difíciles de explicar.

- Creo que empezare a cobrarte por las fotos, ganaría mucho dinero- confiesa Gracie, y al instante reímos.

En la esquina vemos a un auto aparecer.
El castaño estaciona frente a nosotras y me apresuro a ocupar el asiento delantero antes que Grace lo ocupe como todas las mañanas.

- Como están mis dos chicas favoritas- saluda alegremente el recién llegado.

Mi amiga y yo compartimos miradas.

- Muy bien, hermoso y sensual Noah- añade Grace siguiendo su juego, consiguiendo un giño del castaño.
Por el espejo retrovisor veo su rostro transformarse mueca de asco, lo que provocó que riera.

- Hazle eso a una de tus cuantas zorras.

- Lo dice la rubia teñida.

Grace da un chillido de indignación y comienza a golpearlo desde el asiento trasero.

- ¡Grace estoy conduciendo, para!

Al propinarle un gran golpe en la cabeza vuelve a sentarde, satisfecha por el quejido de dolor que el muchacho dio.

- Hey, ojos verdes- llamo su atención, logrando tomarle una fotografía.

- Se que amas mis ojos, pero no necesitas tomarme fotos Anderson.

Observo la linda imagen de su perfil en la pantalla de mi cámara. Siempre envidie lo fotogenico que es.

- Ja, ja- río falsamente.

En cuestión de minutos llegamos al instituto.

Una vez que Noah encontrara un lugar donde estacionar, nos bajamos y caminamos hacia el edificio. Fui la ultima en bajar y aproveche esa situación para sacarles una foto a mis amigos de espaldas, definitivamente iria al mural.

Guarde la cámara, ya que el establecimiento las prohíbe en hora de clase, e ingrese por las puertas del instituto Roosevelt.

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