*CSA* Claveles manchados en sangre

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

 La ciudad daba una falsa impresión de seguridad y paz durante la noche. Mientras la mayoría de gente descansaba, otros sufrían. Mientras el letargo a unos les provocaba paz, otros se mantenían despiertos, atormentados por las cosas que tenían que pasar constantemente. Unos tenían descansos de este, otros solo podían aguantarlo hasta quebrarse. 

 21:37 PM, Saihara entró a su hogar, una agradable casa, mediana, de seis habitaciones. Colgó su bolso en una silla, y volteó al oír a su pareja entrar a la habitación. Sonrió, esperando esta vez tener una noche agradable con él.

 -¡Shuichi!- Ouma abrazó al alfa, sonriéndole. Agarró su muñeca entre medio.- Te extrañé, tardaste mucho.

 -Lo siento, estaban arreglando una calle en el camino.- Se puso la mano sobre la boca, con vergüenza.

 -Tranquilo, no arruinaste nada esta vez.- Lo llevó hasta el sillón, de la mano. Lo dejó sentarse y se acurrucó con él.

 Correspondió el gesto, un poco nervioso. No sabía exactamente como reaccionar, qué le pediría hacer después. Ya le comunicaría sus intenciones al hablar de la cena.

 -Dejé algo en el horno, vamos a comer.- Al detective le sorprendió su petición, pero supuso que eso quedaría para después.

 Mientras comía, notó como Kokichi tocaba su pierna con su pie. Se quedó quieto, dejando que lo hiciera. Podría no significar nada. 

 Una vez terminaron de cenar, se fueron a lavar los platos, el detective aún atento por si le pedía algo. Pero no sucedió en ese momento. Fue cuando se fueron a la cama que sus intenciones fueron claras. Saihara revisó un momento su teléfono, notando un mensaje de su compañera de trabajo.

                                                     Hoy, 20:30 PM

 Hola Shuichi! Como estas??? Estabamos pensando y queriamos saber si querias salir con nosotros mañana para comer, quieres?

 No pudo responder por un manotazo, lo que lo llevo a entrar en pánico. 

 -Pareces estar muy interesado en otra omega.- Kokichi había visto la pantalla, y decidió que era el mejor momento para expresar su descontento. 

 -Ouma, Akamatsu me escribió para juntarnos como amigos, no tiene nada que ver con— 

 -Sí, sí. No actúes como si no me diera cuenta de como la ves.- Enseñó su agresividad de forma más directa.- Ya sé, seguramente ya te has revolcado con ella.

 -Ouma, yo no—

 -¡No me sorprendería! ¡¿Con quién más me has estado engañando?!- Su olor empezó a volverse más intenso.

 -Y—yo no te estoy—

 -¡Respóndeme!- Le dio una cachetada, y luego agarró el cuello de su camisa.- ¡¿Con quién más te acostaste?!

 -¡Con nadie! ¡Te juro que no te estoy engañando!- Se cubrió la cara, sabiendo que podía volver a golpearlo.

 -¡¿Cómo puedo estar seguro de qué no te vas a buscar a alguien mejor?!- Fingió unas lágrimas, con una expresión dolida. Sabía que le creería.

 -Ouma, yo no te a—abandonaré.- En el fondo, deseaba ser capaz de hacerlo.- Te amo... 

 -Deja de fingir que lo haces.- El aroma bajó su intensidad, mientras lo soltaba.- Ya sé que en la primera oportunidad que tengas me dejarás. 

 -No me iré, te lo prometo...- Quería hacerlo.- Jamás te abandonaré...

 -¿Seguro?- Se acercó, tomando su rostro.

 -Sí, e—estoy seguro.

 -¿Qué te parece si me lo demuestras entonces? Bloquéala.

 -E—ella es mi amiga...- Su voz sonaba débil por el miedo.

 -Ella solo quiere separarnos.- Su voz se volvió más calmada otra vez. Necesitaba conseguir que le hiciera caso.

 -No, ella nunca lo haría...- La conocía perfectamente, ella lo sacaría de ahí si se enterara de las cosas que Kokichi le había hecho.

 -Sabes que es cierto. No quiero que te lastime. Bloquéala.- Insistió de nuevo, agarrando su muñeca de nuevo. Llevó su otra mano a su mejilla, acariciándola con poco cuidado, tentado a clavarle las uñas.- Hazlo ahora.

 -E—está bien.- No paraba de temblar, y unas lágrimas se aparecieron en sus ojos.- Solo suéltame...

 La bloqueó, esperando al día siguiente poder revertir lo que hizo sin que nadie se percate. ¿Pero qué pasaría si se daba cuenta? ¿Si trataba de rescatarlo? ¿Y si Ouma la veía? ¿Qué le iba a hacer?

 Pero sabes que nadie jamás te va a rescatar, ¿porqué dejaste qué te hiciera esto? Deberías de poder defenderte, eres un alfa. Es tu culpa, tu causaste esto. Todos tendrían vergüenza de ti. 

 Mientras sus pensamientos se quedaban en desastre, tal y como su agresor quería, este se recostó, durmiendo con la calma de saber que lo tendría controlado más tiempo. Ambos cayeron dormidos, con pensamientos completamente opuestos respecto a su situación. Uno culpándose y temiendo, el otro usando esas emociones para mantenerlo consigo. No era el único con esas ideas en mente.  

 22:25 PM, tres personas sentadas en la barra de un bar. Un alfa, el único de la relación, el único de los tres sin una bebida alcoholica. Sostenía la mano de otro hombre, un albino, no notarías que es un omega si no te lo dijera. La menor de los tres, una joven de pelo rosa, era la única con un vaso servido. Los tres estaban distraídos en su conversación como para notar a otra chica, parada, acercándose sutilmente.

 -¿Piensan qué sea una buena idea mudarnos todos juntos?- El heterocromático tenía la idea desde hace un tiempo. Llevaban al menos una década de amistad, y venían saliendo desde hacía más de un año, y quería ver si su idea les parecería buena. Después de todo, tenía un departamento lo bastante espacioso para los tres, una cama donde entraban todos...

 -Honestamente sí. No estoy muy corto de dinero, pero no estoy en las mejores condiciones.- Mientras hablaba, jugaba con el cierre de su abrigo. Nadie notó nada extraño sucediendo a pocos metros.

 -A mí me sirve, la verdad me cae mal mi arrendador. Se queja como si yo fuera responsable de que haya un loco jugando con la basura. Es bastante molesto.

 -No quiero ni imaginarlo.- Suspiró Komaeda.- ¿No tiene cámaras de seguridad? 

 -Sí, pero aparentemente no pudo verle jamás la cara a ese loco. Seguramente es solo un adolescente estúpido que se cree gracioso por esto.- Agarró su vaso para tomar un trago. No notó el polvo que había sido colocado en el borde. La responsable se alejó, yéndose a la salida, esperando.

 Habían llegado a la conclusión de mudarse en unos cinco meses. Ese tema derivó rápidamente en otras cuestiones. Algunas cosas que habían pasado en sus trabajos, planes para el futuro...

 -Escuché que van a hacer una reforma respecto a las adopciones.- Nagito comentó, poniendo su mano sobre su vientre.- Facilitaran ciertos requisitos para adoptar... Yo podría llegar a tener un pequeño sin necesitar que me case.- Sonreía de forma calmada, pero ambos ya sabían como se sentía al respecto.- No será lo mismo que tenerlo yo, pero me alivia de todos modos...  

 -Esas son excelentes noticias.- A pesar de que la infertilidad del mayor era un conocimiento que poseía desde que ambos tenían diecisiete, era algo que no sabía manejar de forma emocional. Ya sabía que por ahora no podrían estar los tres casados. Además, ya de por si lo miraban como un alfa infiel por como era su relación con ambos...- Aunque aún tendriamos el problema de la custodia.

 -Es cierto. Habría que ver si no se podría hacer algo más.- Volteó a ver a Nanami, viendo si tenía alguna idea, algo para decir. Alzó una ceja al notar que había algo fuera de lugar con ella.- ¿Estás bien?

 -Ugh, si. Solo creo que bebí demasiado.- Trataba de mantenerse firme, cosa que se le complicaba cada vez más.

 -Solo tomaste un vaso, ¿estás segura de qué no pasa nada? 

 Antes de que pudiera responder, cayó al suelo. Ambos se alarmaron, y la levantaron con cuidado. El bartender agarró su teléfono, marcando una ambulancia urgentemente, sospechando de la mujer que estaba al lado de ellos. Se aseguró de recordar preguntarles sobre ella.  

                                                      Hoy, 23:03

 Hey, como has estado? 

 Shirogane llevó su mirada a su telefono, notando el mensaje. Pensó unos momentos su respuesta, hasta que decidió ir por la pena.

                                                       Mal, nu pude descansar en todo el día

                                                                                                                              *No

                                                                                         Y me lastimé la pierna

 Oh, lo lamento :(                    

 Estas mejor ahora?                 

                                                                                                                       No creo

                                                      Todavía me quedan bastantes cosas por hacer

Hay algo que pueda hacer para ayudar?

 No pudo evitar sonreir ante su oferta. Aunque no iba aceptar aún, le encantaba saber que podría recibir cualquier cosa que le pidiera. Recordó su primera interacción con ese chico, cómo solo quería hablar con alguien, cómo se sentía tan abandonado, cómo lo hacía sentir honrado que alguien tan influyente e importante hable con él, cómo se arrastró a sus brazos para tener a alguien que lo aprecie. Lo único que la detenía de obtener lo que estaba buscando era el hecho de que aún necesitaba un poco más de tiempo para condicionarlo con la idea de que su relación estaba bien, solo para asegurarse de que nunca se le ocurriría hablar al respecto. 

 Ella ya sabía que eso era posible, pero confiaba en que toda esa gente que alguna vez hirió se escondería en un rincón, con el miedo a sufrir lo que les podría hacer si trataban de hacer algo contra ella. Creía que sería así de fácil. 

 Byakuya Togami, uno de los dos residentes de ese hogar, se despertó de golpe, siendo lo primero que vio su despertador, marcando que eran las 03:37 AM. Su cabeza lo estaba matando, y no recordaba nada de lo que hizo antes. Encendió su lampara, arrepintiendose de hacerlo al ver las manchas rojas y blancas en sus sábanas.

 "Makoto... No..."

 Un sentimiento de suciedad lo inundó, mientras memorias vagas de lo que hizo lo invadían. Recordó empujarlo al suelo, con deseos de un animal. Lo odió, odió haber sido incapaz de detenerse. Odiaba siempre terminar así, exponer al cuerpo de ambos a esto. Pero el problema se resolvería solo, ¿no?

 La primera vez que eso había pasado, ambos se alejaron lo más posible del otro. Días les tomó volver a hablarse luego de eso. Actuaron como si nada hubiera pasado, como si uno de ellos no se sintiera traicionado y herido, como si otro no se sintiera culpable y asqueado. Y cuando volvieron a cruzar palabras, actuaron como si no hubiese sido nada grave, solo un pequeño incidente tonto, lo llamaron, se arreglaría solo.

 Escuchó el agua de la ducha parar, y con un nudo en la garganta se levantó. Tomó las sabánas y las dejó en un costado, una parte de él deseando que su novio las tome y use como evidencia de lo que sucedió. Sabía que no lo haría. No lo hizo las otras veces que esto había pasado.

 Un rato después, Naegi salió de la ducha, con otro pijama puesto. Al pensar en los daños que sus prendas habían sufrido antes le pareció comprensible, además, si fuera él, también se cambiaría su ropa luego de algo así. Si fuera él, hubiera huido después del primer incidente.    

 Cuando lo vio, el castaño empezó a temblar, y trató de abrir la boca en un intento de decir algo. Cada detalle que podía distinguir de su expresión hacía que algo en su corazón se retorciera. Como parecía que iba a llorar, como su respiración se notaba tensa, como tenía varios arañazos que él mismo colocó en su piel, como trataba de lucir como si no tuviera miedo. Miedo que fue provocado por él, por lo que le hizo. 

 Antes de que hablara, agarró una almohada, una manta y se acercó a la puerta.

 -Iré al sillón a dormir, creo que te hará mejor...- Trató de mantener una expresión calmada, segura. No estaba funcionando y lo sabía.- ...Hasta mañana.

 Luego de que se fuera, Makoto se sentó en la cama, finalmente permitiéndose llorar. Se culpaba por el evento, creyendo que era se lo merecía. Sabía que Byakuya jamás habría hecho eso en un estado normal. Si él lo hubiera hecho a propósito, no estaría aislándose y evitandolo lo máximo posible. 

 Se levantó para conseguir una manta y recostó, tapándose. Abrazó sus rodillas, haciéndose una bolita. Había pensado en formas de resolver esto, pero nunca lo hacían. 

 Quiso gritar, quebrarse en llanto y golpearse. Estaba en conflicto respecto a qué hacer. Podría buscarlo y tratar de hablar, pero sabía que aún estaba alterado por el evento, no quería acercarse luego de ver la manera en la que temblaba, solo pudiendo imaginarse que cosas recordaba al verlo. Se dispuso, con cada parte de su cuerpo, a tratar de negar como se sentía. 

 Una posibilidad llegó a su mente, la cual de inmediato le heló la sangre. Llevó una de sus manos a su hombro, donde la marca había sido colocada, en un acto no muy diferente del de hace unos momentos. La otra la dejó sobre su estomago, pensando en que hacer si eso pasaba.

 Era un escenario que ambos sabían que podía pasar. Sin embargo, creían siempre en que era más fácil esconderse. Hacer de cuenta que solo el otro era afectado, que el problema era culpa de si mismos, que el otro estaba en una peor situación, y que debían de cerrar la boca y no hacer nada respecto a sus propios sentimientos, que por el contrario terminarían enteramente solos. 

 ¿Porqué perderlo todo, si el problema se solucionaría por si mismo? 

 Extendió su brazo, agarró su teléfono, y revisó la hora. 07:43 AM. Se limpió el sudor de la cara, y vio a su pareja, con su cabeza escondida contra su cuello. Acarició un poco su pelo, disfrutando su expresión dormida. Su frente estaba ardiendo, esperable, considerando su condición. 

 Le dio un pequeño beso en la frente, y suavemente la separó de su cuerpo. Normalmente, en los domingos, se quedaría abrazada a ella, descansando un poco hasta que despierte. No mientras ella estuviera en celo. El olor empezaba a resultarle agobiante, y de verdad estaba haciendo calor. Necesitaba algo de agua.

 Se fue a la cocina, agarrando un vaso y una botella. Tomó un poco, aliviada. Al servirse otro vaso, empezó ya a hacerse una vaga idea de como iría su día. Revisar si Shuichi tenia novedades, asegurarse de hablar con el manager de Maizono, llamar a su psicólogo, pedir algo para comer... Cuando terminó, escuchó pasos. Salió un minuto, viendo a su pareja en el pasillo. 

 -¡Amor!- La idol sonrió al verla, tambaleándose un poco para llegar a donde estaba.- Buen día.

 Se aferró rapidamente a sus hombros, casi cayéndose. Kyoko tuvo que sostenerla, con la preocupación de que golpeara el piso siempre presente. 

 -Te amo...- Acarició su mejilla, manteniendo un tono alegre, tal vez un poco ebrio. Uno que siempre tenía en ese estado.- T—tanto, ¡demasiado!

 -Yo también te amo, yo también.- Trató de responder a sus declaraciones de afecto al mismo tiempo que la dejaba en el sillón. Lo que sería más sencillo si Sayaka no estuviera diciendo esas cosas tan rápido y regalandole la mirada más dulce que podía, una que recibía incluso en un estado más consiente, y que nunca fallaba en hacer que una sensación cálida la invadiera.- ¿Cómo te sientes? ¿Quieres algo?

 -A ti.- La omega tomó su mano, y le dejó el espacio suficiente para que se acueste a su lado, cosa que hizo de inmediato. Sabía que Maizono era así de afectiva, independientemente de si estaba o no en celo. Era algo que jamás podría dejar de apreciar. 

 Acarició sus manos, notando la ausencia del anillo negro que siempre llevaba en su dedo del medio. A pesar de que no lo había llevado durante ninguno de esos días, se sentía raro que no estuviera ahí. 

 Pasaron un rato juntas, tratando de mantener cierta distancia para que el calor no fuera demasiado agobiante. Fue bueno por un rato, pero no podía durar por siempre.

 -A—alfa...- Esa sola palabra fue suficiente para que la detective quedará en cierto estado de pánico, el cual trató de contener.- T—te necesito.

 -Sayaka, no. Estás en celo.- No pudo evitar sentir pena al ver que sufría tanto por su condición, pero lo único que podía hacer... No podía hacerle eso.

 -Por favor, t—te necesito.- Era muy poco común llegar a esa situación, pero ya había pasado un par de veces.- P—por favor...

 -No, no quiero hacer algo contigo así...

 -Por f—favor.- Acarició su cuello, tratando de acercarse más. Algo que no haría en una situación normal, una donde su cuerpo no le exigiera esas necesidades. 

 -No.- Mientras suplicaba internamente porque esto se detuviera, forzaba su voz a mantenerse firme. Incluso si por dentro solo quería sacarsela de encima a cualquier precio y evitar el encuentro. Era algo que ninguna de las dos deseaba hacer realmente.

 -Alfa...- Su mano había bajado demasiado, provocando que la mayor se echará hacía atrás y se alejara, dejando de escuchar las incoherencias que la vaga imitación su pareja murmuraba. Antes de darse cuenta, se había encerrado en su dormitorio, y antes de darse cuenta de eso, había vuelto unos años atrás.

 Un recuerdo. Sus manos aún sostenían el cuello de su anterior pareja. Las sirenas se oían a lo lejos. Podía aún sentir los liquidos derramados por el acto, aun con la temperatura disminuyendo.  

 Otro recuerdo. Un piso de cemento. Sangre corriendo por su boca y pierna. Varios moretones en su cuerpo. Todo lo que había pasado dando vueltas por su cabeza. 

 El último de todos. El asiento de un auto. El manejo apresurado de un conductor cuya identidad desconocía y quién actualmente era su pareja al lado suyo, llevándola al hospital.  

 Tratando de revivir memorias más reconfortantes, fue más atrás. Cómo conoció a Sayaka.

 Un imbécil insistiendo a la omega que podía cambiarla, ignorando sus explicaciones. Ya lo conocía, a él y la clase de idioteces que podía llegar a decir (¿Cómo no puede interesarte? ¿No tienes sentimientos?), y sabía que le ahorraría un dolor de cabeza al alejarla de donde él estaba. Hablando un poco, se dieron cuenta de que entendían perfectamente sus problemas. De ahí fue cuando empezó su amistad...

 Contra su voluntad, avanzó más. Cuando se declaró, en ese hospital. Varios años después de aquel incidente donde su primer amor desapareció de su vida. Con una marca roja en el cuello, la que la llevó ahí, le admitió sus culpas, sus remordimientos, y lo que había empezado a sentir por ella en ese tiempo. No hubo acusaciones, no hubo rechazos, ni siquiera hubo el menor signo de disgusto de su parte. Solo la dulce aceptación de sus sentimientos, y las promesas de apoyarla siempre, de que lo tomaría al ritmo que lo necesite, de que sin importar que, ella no se iría. 

 Con todo esto, se levantó, y optó por volver a donde dejó a su amada. Ella había hecho tanto para ayudarla, y la culpa de abandonarla así no la dejaría en paz. Incluso si el peligro no estaba aún presente.

 Incluso durante el día, la fachada de paz era capaz de permanecer, incluso si las fracturas eran más visibles. Incluso si ellos no eran tan felices como decían.



Muchas gracias por leer, espero que hayan disfrutado de este capítulo. Llegó más tarde de lo esperado, pero trataré de tardar lo menos posible para actualizar. Los espero pronto y espero disfruten. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro