Prólogo.

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Seokjin

Es curioso como tu mente te ayuda en ocasiones en bloquear eventos desagradables…

Por ejemplo, la mía era muy amable, mi realidad era cubierta por un engaño, una alucinación que siempre tenia algo creado para olvidarme de todo lo que ocurría en mi entorno, cuando pasaba algo malo me imaginaba tocando en un gran auditorio, las luces del reflector solo iluminando el centro del escenario. Siempre tocaba la misma canción, Concerto for 4 Violins in B minor, podía sentir la madera del violín en mi barbilla y el vibrar de las cuerdas, pero siempre al terminar de tocar regresaba a la realidad.

Siempre con mi cuerpo adolorido, mi cara inflamada y el ardor interminable entre mis piernas, solo podía hacerme un ovillo en mi cama y dormir.

Aunque podría decirse que siempre era cruel y estaba acostumbrado a tal punto de verlo normal. Esta vez no lo fue. Un halago a mi cabello fue lo que lo detono en esta ocasión, llegando a la casa, tomo un par de tijeras y corto mi cabello sin medirse, sin un orden, yo solo veía como caían lo mechones al suelo, sintiendo los jalones, “es tu culpa, lo hiciste apropósito”, era lo que decía mientras seguía cortando mi cabello, tomo mi rostro aun con las tijeras en la mano, mire el filo sintiendo que este era el fin.

 Me matara, ahora si me matara.

 Mi mente esta vez no me llevo a ningún lado me dejo ahí en la realidad, me dejo sintiendo cada golpe, escuchando como se rompía un hueso, como el aire se me escapaba, como mis oídos chillaban por lo fuerte de las bofetadas, era mi fin, yo lo permití, permita esto y ahora moriría sin siquiera disculparme con mi madre…

…..

Intente abrir un poco mis ojos, lo hinchado no me lo permitió demasiado, estaba vivo aun, y el no estaba en casa, ni siquiera sé cómo salí a la calle, como mi cuerpo se movió. El aire era frio, pero no podía sentir demasiado, no mas allá de todo el dolor que recorría cada nervio, ya no podía llorar, ya no podía si quiera quejarme, solo pensé en huir, en irme. Camine por mas de una hora entre las luces de la ciudad que tenia un silencio sepulcral como si supiera el universo lo que estaba pasándome, llegue a una enorme casa en los suburbios, toque un par de veces el timbre, tras de esta una mujer abrió la puerta, unos ojos que me vieron con horror.

–Perdón.

Fue lo ultimo que pude decir antes de hincarme a llorar abrazándome de las piernas de mi madre….

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