𝘁𝗲𝗻. the blind, the rat and mr. chocolate

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━━ CAPÍTULO DIEZ
░ 彡⛓ EL MIOPE, LA RATA
Y EL SEÑOR CHOCOLATE ❜


ACTUALMENTE. 1993.
📍COLEGIO HOGWARTS
DE MAGIA Y HECHICERÍA.
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Sirius estaba más desperrado que antes. Peter había vuelto a fingir su muerte y ya no quedaban oportunidades para matarlo. El y Kaila había estado saliendo todos los días, en sus formas animagas, buscándolo por todos los terrenos del colegio.

La seguridad del colegio había aumentado mucho más. Hasta el agujero más pequeño, por el que ni una hormiga podría pasar, habían sido tapados y vigilados. Para Sirius y Kaila eso no era un problema, si Pettigrew fingió su muerte dudaban que estuviera oculto por el castillo.

Su olfato como animales era muy bueno, pero habían demasiados animales y otras ratas en el colegio como para poder encontrar a Peter.

—¿A donde vas? —preguntó Sirius, al ver a Kaila dirigirse a la puerta.

—A buscar a una rata —dijo Kaila con obviedad—. Te dije que nos íbamos a vengar, pues así lo haremos. Vamos levántate y acompáñame, te estás volviendo depresivo.

Arrastrando a Sirius por el brazo, salieron a de la habitación para comenzar a caminar por el pasadizo.

—¿Si lo encontramos que hacemos primero: algunos cortes, varios Crucios, patadas en sus pequeños huevos de rata, sacarle los ojos y dientes? —decía Kaila—. O mejor podríamos lanzarlo al sauce boxeador y si sigue vivo lo dejamos solito mientras sufre por el dolor de todos sus huesos rotos y pulmones aplastados. Aunque no se si eso es posible, ¿lo es?

—No creo que siga vivo después de todo eso —negó Sirius—. Pero podríamos hacer cada una de las cosas que nombraste.

Kaila chilló mientras aplaudía y saltaba en su lugar.

Al llegar al final del pasadizo, los dos se convirtieron en animagos y salieron por el sauce boxeador. Kaila comenzó a saltar y erizarse por diversión. Iba bastante distraída mientras masticaba una hoja y luego la escupía, que apenas se dio cuenta que Canuto había comenzado a correr.

Sirius corría tras un pequeño animal. Una rata. Sin dudarlo, Kaila comenzó a correr junto con Sirius. Iban en dirección al sauce boxeador. Ni siquiera se había dado cuenta de lo mucho que se habían alejado.

Kaila y Sirius siguieron corriendo aún después de haber perdido a Peter de vista. De repente, a unos metros de ellos, un niño pelirrojo se lanzó al suelo agarrando con fuerza a una rata gris que trataba de zafarse.

Sirius se lanzó hacia el niño y, con la boca, lo tomó de la pierna. Kaila miraba tomó asombrada, era divertido ver como Sirius arrastraba al pelirrojo. Pronto llegaron dos alumnos más; una chica castaña y un chico con anteojos.

¡El miope!

Kaila siguió a Sirius y se apresuro a entrar al sauce. Cuando estuvieron dentro del pasadizo, salió de su forma animaga al igual que Sirius, para poder ayudarlo a arrastrar al chico Weasley, quien se retorcía y gritaba.

Al llegar a la casa de los gritos, subieron hasta la habitación, donde Sirius soltó al pelirrojo y le quitó su varita. El niño se arrastró hasta una esquina, temblando de miedo, y Sirius se escondió tras la puerta.

—¿Qué haces? —preguntó Kaila—. Hay que matarlo.

—Ven —Sirius tomó a Kaila del brazo y la colocó junto a él al momento justo en el que la puerta se abrió y entraron los otros dos alumnos.

Los dos jóvenes se acercaron rápidamente a su amigo.

—¡Ron! ¿Te encuentras bien?

—¿Dónde está el perro?

—No hay perro —gimió Ron—. Harry, esto es una trampa...

—¿Que...?

—Él es el perro. Y ella igual. Son animagos...

Ron miraba por encima del hombro de Harry, directo a la puerta. Harry y Hermione se dieron la vuelta. Sirius cerró la puerta tras el.

—¡Expelliarmus! —exclamó, dirigiendo hacia ellos la varita.

Las varitas de Hermione y Harry saltaron de sus manos, y Sirius las recogió. Kaila dio un paso adelante y levantó los brazos.

—¡Hola, chicos! —saludó alegremente y luego miró a Harry—. Creo que te asuste cuando te fuimos a visitar, o tal vez ni siquiera me viste.

Kaila apuntó a los anteojos de Harry con diversión. El chico frunció el ceño pero no dijo nada.

—Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo —dijo Sirius, mirando a Harry—. Tu padre habría hecho lo mismo por mi. Han sido muy valientes al no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto hará todo mucho más fácil.

Harry quiso acercarse para atacar, pero sus amigos lo detuvieron.

—Si quieren matar a Harry, tendrán que matarnos también a nosotros —dijo con fiereza, aunque el esfuerzo que había hecho para levantarse lo había dejado aún más pálido, y se tambaleaba al hablar.

—Acuéstate —le dijo Sirius a Ron, en voz baja— o será peor para tu pierna.

—¿Me escucharon? —dijo Ron—. Tendrán que matarnos a los tres.

—¿Y porque querríamos matar al miope? —preguntó Kaila—. Creo que es lo suficiente ciego como para caerse de las escaleras y matarse solito. ¿Que? No me miren así, es la verdad.

De repente, las cosas se descontrolaron un poco (mucho).

Harry se liberó de Ron y se lanzó contra Sirius. La acción fue rápida, tomando por sorpresa a los dos crimínales, que no les dio tiempo de levantar las varitas para defenderse. Harry sujeto a Sirius por la muñeca, desviando la orientación de las varitas. Tras propinarle un puñetazo en el pómulo, los dos cayeron contra la pared.

Sirius se aferró con su mano libre al cuello de Harry.

—No —susurró con voz ronca—. Esperé demasiado tiempo. Sus ojos brillaban de desesperación.

Antes de que Kaila pudiera actuar, Ron se había lanzado hacia las varitas en la mano de Sirius. Cuando Harry quiso tirarse hacia su propia varita, el gato naranja saltó sobre él para impedírselo.

—¡NO! —exclamó Harry, y le propinó un puntapié que lo tiró a un lado bufando.

Kaila se apresuró a ir hacia Garfield y asegurarse de que estuviera bien, mientras susurraba «maltrato animal». Lo dejo en una esquina y se levantó, buscando algo para defenderse.

Harry recogió la varita y se dio vuelta para pedirle a sus amigos que se apartaran. Hermione tomó su varita y la de Ron y se fue a una esquina, el pelirrojo se derrumbó en la cama.

Harry se acercaba a Sirius, quien estaba despatarrado junto a la pared, apuntándole con la varita.

—¿Vas a matarme, Harry? —preguntó Sirius.

Kaila se sentía completamente inútil, no podía hacer mucho sin nada con que defenderse. Si bien, Harry era solo un niño, Kaila podía apostar que sería fácil perder en una pelea cuerpo a cuerpo por la deterioración de sus huesos y músculos.

—Usted mató a mis padres —dijo Harry, con voz algo temblorosa.

—No lo niego —dijo Sirius en voz baja—. Pero si supieras toda la historia...

—¿Toda la historia? —repitió Harry incrédulo—. Los entregó a Voldemort, eso es todo lo que necesito saber.

—Debes escucharme —dijo Sirius—. Lo lamentarás si no... si no comprendes...

—Comprendo más de lo que usted cree —replicó Harry—. Usted no la ha oído nunca, ¿verdad? A mi madre, impidiendo que Voldemort me matara... Y usted lo hizo. Lo hizo...

De repente, luego de que Garfield se acomodara en el pecho de Sirius, Kaila recordó algo. Ella también tenía una varita. Sin dudarlo, sacó su varita del bolsillo de su túnica y apuntó a Harry.

—Te estas equivocando de persona, miope, así que apártate —dijo apuntándole directo al corazón.

No tenía planeado lanzar ningún hechizo, solo le preocupa las ansias de Harry por vengar a sus padres. Pero él se estaba equivocando de persona.

Harry tornó la cabeza y la miró. Era el momento exacto para matar a Sirius y vengarse, sin pensarlo mucho ignoro a Kaila y se volvió hacia Sirius.

—Eres miope no sordo, muévete —tomó la camisa de Harry y la jalo, levantándolo del suelo y alejándolo de Sirius.

Se apresuró a ayudar a Sirius a levantarse y le pasó su varita. Él tenía mucha más experiencia con la magia que ella, a fin de cuentas él sí terminó el colegio.

Harry seguía apuntando a Sirius, pero mantenía la mirada entre los dos fugitivos, atento a cualquier movimiento. Pasaron unos segundos, en los que Harry seguía inmóvil con la varita en algo. Y entonces oyeron unos pasos amortiguados de alguien caminando por el piso inferior.

—¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! —gritó Hermione de pronto—. ¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! ¡SIRIUS BLACK Y KAILA ROBINN! ¡DENSE PRISA!

Los pasos que subían las escaleras se oían cada vez más fuertes y Harry seguía sin moverse. Sirius y Harry se apuntaban el uno al otro.

La puerta de la habitación se abrió de golpe entre una lluvia de chispas rojas. Un señor alto entró con la varita levantada y dispuesta. Vio a Ron encogido en la cama, a Hermione temblando en una esquina, a Harry apuntando a Sirius, a Sirius apuntando a Harry y a Kaila preparada para atacar.

—¡Expelliarmus! —gritó el señor.

Kaila lo miró de arriba y abajo tratando de reconocerlo. Cicatrices, castaño, aspecto cansado, rostro amable...

—¡Señor chocolate!

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