𝒕𝒘𝒐

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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑇𝑊𝑂 )
𝚊𝚍𝚒𝚘́𝚜 𝚊 𝚕𝚊𝚜 𝚖𝚊𝚕𝚊𝚜 𝚟𝚒𝚋𝚛𝚊𝚜.

Los días siguientes Tim mantuvo una distancia entre él y Alaska, y la razón principal era que no se sentía cómodo al dejar a su gato por su cuenta en el orfanato, tenía miedo de volver a perderlo y desde que lo recuperó no le quitaba la mirada de encima, lo llevaba a todas partes consigo, incluso en la hora de comida. La rubia, sin embargo, se habia mantenido cerca del muchacho, aunque siempre manteniendo su distancia. Lo había estado vigilando el ultimo par de días y para su suerte ninguna otra situación extraña había ocurrido a su alrededor, nada de cambios de colores ni magia, eso era bueno.

Esa tarde Alaska había llegado unos minutos al almuerzo, y al entrar al comedor Tim la saludo desde una mesa lejana, con una sonrisa la cual se vio reemplazada por una expresión de sorpresa cuando Apolo intentó escapar de sus brazos. La chica le mostró una leve sonrisa antes de ir a la mesa donde Kathrin y Emmie le habían estado haciendo señas para que las acompañará, sus compañeras habían sido bastantes obvias por lo que no tuvo oportunidad para actuar como si no las hubiera visto.

Se acercó y sentó junto a ellas, luego de dirigirles un vago saludo comenzó a servirse algo de comida, ignorando por completo cada una de las palabras que salían de sus bocas, era como una habilidad nueva que había adquirido durante el verano. Bloquear su mente y no escuchar nada que no fuera de su interés. Todos los temas de conversación de sus acompañantes entraban en aquella zona gris que no le interesaba.

—¡Alaska! —Dijo Kathrin con un alto tono de voz, llamando la atención de la rubia—. ¿Nos estás escuchando?

—Por supuesto. —Mintió con descaro, disfrutando del sabor de la lasaña.

—¿Entonces? —Preguntó Emmie, alentando a la chica para darles una respuesta.

—¿Entonces qué? —Repitió con una ceja enarcada, sin comprender que era lo que querían de ella.

¿Tan difícil era reconocer que en realidad no estaba interesada en socializar con ellas? No es como si se estuviera esforzando para que no lo notaran.

—Estábamos hablando de la escuela y porque nunca te hemos visto en ella —Le explicó Emmie nuevamente—. Todos aquí asistimos a la publica que esta a unas cuadras, es raro que nunca te hayamos visto pasar.

—Es porque no asisto a esa escuela desde hace dos años. —Les aclaró.

—Bastante lógico, ¿por qué no lo pensamos antes? —Le dijo la castaña a Kathrin.

—Porque es imposible que alguien no este en esa escuela —Le respondió la aludida—. ¿Cómo lo lograste? —Quiso saber.

—Gracias a mis buenas calificaciones y los premios que he recibido en ciencias. —Dijo Alaska encogiéndose de hombros, como si eso no fuera lo suficientemente admirable.

Pero Kathrin y Emmie se veían impresionadas.

—¿Buenas calificaciones? Emmie tiene buenas calificaciones, pero sigue en nuestra escuela, ¿acaso tenías un promedio de 100? —Siguió interrogando la pelinegra.

—De noventa y siete. —Le corrigió Alaska.

—¿Y en qué escuela estudias? Estoy segura de que cualquier otra es mejor que la pública. —Se lamentaba Emmie.

—Una privada lejos de Londres, es bastante prestigiosa —Comentó Alaska con un deje de gusto, se sentía bien alardear—. Gané una beca completa. —Agregó.

—¿Y dónde queda con exactitud? —Le cuestionó Kathrin con las cejas levantadas.

—No estoy segura.

—Supongo que no eres tan buena en geografía, ¿no es así? —Soltó entonces con una sonrisa altanera, reprimiendo de manera fallida una carcajada.

—Creo que soy lo suficientemente perfecta para provocar envidia en ti sobre mi persona y mi vida —Sostuvo la rubia, sin romper el contacto visual—. Y también para crear inseguridades sobre tus "buenas cualidades".

Luego de hablar se levantó de la mesa y sin perder la compostura salió del comedor, ya estaba cansada. Ya le resultaba agotador tener que convivir siempre con personas venenosas, que harían lo imposible para hacerte sentir menos de lo que uno realmente vale, desde dirigirte miradas de menosprecio hasta crear y esparcir rumores.

Alaska ya se había decidido a no aguantar más ese tipo de actitudes, habia pasado por mucho en los últimos dos años y la aceptación del mundo mágico y muggle, personas que eran por completas desconocidas, era algo que ya no le interesaba obtener. Ella sabía quién era, al igual que sus cercanos, y tal como un amigo le dijo alguna vez, eso debería ser suficiente para estar satisfecha consigo misma. No había sido fácil integrar ese pensamiento, pero desde ese momento lo llevaría a cabo.

Alaska Ryddle es una chica que aún está en camino de descubrirse a sí misma, y ya no dejará que la opinión de las demás personas interfieran en ese proceso.

Había dejado el comedor atrás y en su camino hacia su habitación pasó por el pequeño cuarto de correo, que generalmente estaba vacio, y encontró dos nuevas cartas allí, una de Blaise y otra de Hogwarts. Le pareció algo raro ver la carta de Blaise pero a la ves se sintió aliviada, hace semanas que no recibía noticias del chico.

Se apresuró en llegar a la habitación y cerrar la puerta con seguro, para poder tener algo más de privacidad. Observó ambos sobres y abrió primero la que estaba sucia e incluso algo dañada, como si el viaje hubiera sido peligroso.

¡Feliz cumpleaños Lasky!

Antes de que pienses mal de tu gran amigo, debes saber que me encuentro de vacaciones en algún lugar cerca del Camino del zombi, y pocas lechuzas salen vivas de este lugar, por lo tendrás mucha suerte de que esta carta llegue a tus manos.

Estoy seguro de que tu cumpleaños será mucho mejor cuando recibas esta carta, puedo imaginar lo mucho que extrañas a tu mejor amigo, lamento decirte que no he tenido la oportunidad de comprarte un presente, pero te lo quedaré debiendo.

Ten unas buenas vacaciones y espero hablar pronto para vernos en el Callejón Diagon junto a Theo y Ann.

Con buenos deseos,
Blaise.

Alaska no pudo evitar sentir preocupación. El chico les había comentando en su viaje de vuelta a King Cross que su madre estaba saliendo con un hombre dueño de una agencia de viajes turísticos llamada TerrorTours y los había invitado a un viaje, también les comentó que la empresa había renunciado a la responsabilidad por cualquier lesión o muerte, indicando lo peligroso que podría ser el viaje.

Y tal como el chico le había mencionado, estaba segura que había sido un suerte que la carta hubiera llegado, supuso que no fue fácil para la lechuza salir de aquel lugar. Alaska se acercó a uno de los muebles y guardo la carta junto con el resto de presentes que había recibido semanas atrás por su cumpleaños.

Theo le había enviado una hermosa tarjeta hecha a mano junto a un paquete que contenía un par de guantes de Quidditch de excelente calidad. Por parte de Ann había recibido un collar con un dije de piedra azul, en una nota anexa su amiga le había explicado que se trataba de aguamarina, una piedra que ayudaba a tranquilizar, calmar y relajar a la gente, así como proteger contra las desgracias y la mala suerte. Había estado utilizando el dije desde que llegó pero no parecía estar funcionando, no lo creía al menos.

Por otra parte estaba Draco, él rubio platinado no le había enviado nada por su cumpleaños y tampoco había recibido cartas en todo el verano, aunque era algo de esperar. Luego de su pelea a fines de curso ninguno se había dirigido la palabra, ni siquiera el último dia de clases, ambos eran demasiados orgullosos para ser el primero en intentar algo.

Pero Alaska ya había tenido suficiente, quería acabar con aquella pelea hace semanas, extrañaba a su amigo y ya no podía negarlo. La única razón por la cual no le había hablado era la falta de una vía de comunicación, no podía enviarle una carta pues no tenía una lechuza y dudaba que aceptarán el correo muggle.

La rubia soltó un leve bufido, no le gustaba sentir aquella sensación cuando no había nada en sus manos que pudiera hacer. Volvió y se sentó a los pies de su cama, aún le quedaba la carta de Hogwarts.

Percatándose de que era más gruesa de lo normal, Alaska rasgó el sobre, extrajo la primera página de pergamino y leyó:

Estimada señorita Ryddle:

Le rogamos que no olvide que el próximo curso dará comienzo el 1 de septiembre. El expreso de Hogwarts partirá a las once en punto de la mañana de la estación de King’s Cross, anden nueve y tres cuartos.

A los alumnos de tercer curso se les permite visitar determinados fines de semana el pueblo de Hogsmeade. Le rogamos que entregue a sus padres o tutores el documento de autorización adjunto para que lo firmen. También se adjunta la lista de libros del próximo curso.

Atentamente,
Profesora M. McGonagall
Subdirectora

La chica extrajo la autorización para visitar el pueblo de Hogsmeade, y la examinó, le sorprendió ver que esta ya estaba firmada por el profesor Snape. Una sonrisa apareció en su rostro, sería estupendo visitar Hogsmeade los fines de semana; sabía que era un pueblo enteramente dedicado a la magia y nunca había puesto en él los pies.

Ahora sus ansias por volver a Hogwarts eran mucho más fuertes.

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