Capítulo 32: El trabajo

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Giro mi cuerpo varias veces en un intento fallido de encontrarle. Pienso todos los posibles motivos de su ausencia, todas sin coherencia alguna. Mi pelo se mece debido al gélido aire que impregna el lugar, del mismo modo que mece los cabellos rebeldes que escapan de mi perfecta cola de caballo. La luna ilumina el camino de piedras en el que mis pies han comenzado a moverse.

Me encuentro en un estado de confusión en el que múltiples preguntas inundan mi mente e intento darlas respuestas, algo llama mi atención a mi izquierda, giro todo mi cuerpo hacia el sonido y un precioso lobo se me acerca cuidadosamente.

Debería sentir miedo pero no es así. El precioso animal se acerca a mi altura, sus penetrantes ojos avellana no paran de observarme y su pelaje brilla en la penumbra de la noche.

Alzo la mano, me agacho y acaricio su suave pelaje sin dejar de mirar aquellos ojos.

El animal acurruca su cabeza contra mi mano y yo me río. Aparto la mano al darme cuenta de lo que estoy haciendo pero el animal se acerca y da con su ocico en mi mano la cual alzo y vuelvo a acariciar su oscuro pelaje, es agradable y suave al tacto. De repente se separa bruscamente y sale corriendo dejándome sola y confusa.

Decido seguirle y comienzo a  correr siguiendo el camino que a tomado, mi pelo se mueve quitándome campo de visión y mis pies chocan con las rocas lo que hace que en varias ocasiones me resulte difícil mantener el equilibrio.

Veo al lobo al final del camino, me paro para coger  aire, mi respiración es agitada, alzo la vista al cielo y me percato de que hoy hay luna llena. Trago saliva al darme cuenta de lo que eso significa y me recompongo, o eso intento creerme.

- Todo va a ir bien - me repito mientras sigo al oscuro lobo, casi oculto entre la oscuridad de la noche adentro de la casa  que se presenta ante mis ojos.

Subo los escalones del porche del precioso chalet. Estos son de madera y fijo mucha atención en cada detalle de cada uno de ellos. Al llegar, contemplo que el porche se encuentra vacío, en perfectas condiciones pero en él no hay nada, solo la débil brisa que azota aquella noche es el  único sonido que se puede apreciar.

Continúo mi visita cuando entro a la vivienda. Una lámpara no demasiado grande, decora el techo de madera. Un sofá y dos sillones a sus lados se presentan ante mis ojos, al igual que una televisión, grande pero no muy moderna. Una chimenea lo decora aunque la misma se encuentra apagada y sin rastro de leña. Sigo adentrándome en la vivienda y visualizo una cocina grande y acogedora la cual conecta con el salón. Unas escaleras se alzan al final del mismo.

Me doy cuenta que todo está en perfectas condiciones, aunque deduzco que no pasan muchas personas por allí ya que el frío se aprecia en el ambiente.

Me dirijo hacia la escalera la cual es grande y sencilla. Mis pies, acostumbrados al crujido de la casa que compartimos mi madre y yo, se extrañan debido a que en esta no ocurre, mis pasos son sielenciosos, tanto como el ambiente del lugar.

Cuando visualizo el final de la escalera, mi espedición se ve interrumpida cuando una mano envuelve mi brazo, haciendo que instintivamente gire mi cuerpo para visualizar al propietario de la misma.

- Perdona por fisgonear, es que yo, eh...- Tartamudeo mientras visualizo los ojos avellana de Mike que me hipnotizan, mi pulso se dispara y me obligo a mirar hacia otro lado.

-No importa- comenta y de reojo visualizo que no aparta la mirada de mí, cosa que hace que mi piel se ponga de gallina al instante y mi pulso se dispare.

-¿Vamos a hacer el trabajo?- Le digo después de recomponerme, aunque todavía no mantengo contacto visual con él.

-Claro- dice y en ese instante, nuestras miradas se cruzan produciendo que una oleada de sentimientos impregnen mi cuerpo.

Aparto la mirada y escucho la manera en la que baja por las escaleras, acto que hace que visualice con total atención como su cuerpo se pierde escaleras abajo. Le sigo y le veo enseguida, sentado en uno de los sillones, llego a su altura y dejo caer mi cuerpo en el de enfrente suya. Este es de color rojo, al igual que el otro y el sofá. Está frío al tacto, aunque es blando y me siento cómoda en él.

-¿De qué te gustaría hacer el trabajo?- Empieza. -Digo, ¿de qué ciudad?- aclara.

-Eh, Madrid estaría bien-

Observo como coge el portátil y vuelve a sentarse. El ambiente es muy tenso y mi respiración es agitada.
Lo único que observo son sus dedos tecleando y su mirada perdida en la pantalla.

- Yo ehm... Esto... Yo puedo...- Tartamudeo

- Puedes ir poniendo el título en el trabajo-

Alcanzo mi mochila de la cual extraigo una cartulina, aunque esta se resbala de mis manos produciendo que acabe en el suelo. Me agacho lo más deprisa que me permite mi espalda y giro mi cuerpo para comenzar a trabajar aunque tengo el presentimiento que mi mente me jugará una mala pasada y no podré prestar atención a las palabras que mis manos instalen en la cartulina.

Trabajamos en un incómodo silencio y nuestras miradas se cruzan un par de veces.

- Toma incluye esto. - Me dice acercándome el portátil , lo alcanzo, acto que hace que nuestros dedos se rocen y una oleada de emociones recorra todo mi cuerpo.

Siento como me pongo nerviosa y no puedo evitar sentir, que ese estado no disminuye lo más mínimo, sino todo lo contrario, cada vez aumenta más en intensidad produciendo que mis manos tiemblen ligeramente y mi pulso se vea afectado.

- Ya está-. Digo recogiendo todas mis cosas e introduciéndolas en la mochila, mientras agradezco la velocidad a la que hemos terminado.

- Quédate- Me dice cuando me estoy levantando del sillón, mi corazón da una punzada y me dice que acepte, pero mi cerebro ordena lo contrario.

- Tengo que irme.- Le contesto sin tan siquiera mantener contacto visual con él y aunque mis palabras ni son convincentes ni muestran seguridad al significado de las mismas, solo deseo que se lo haya creído.

Me apresuro a dirigirme a la puerta y cuando me dispongo a girar el frío pomo, noto como Mike enrolla su mano en la mía y me da la vuelta.

- Perdóname. - Me susurra, tengo la vista fija en sus ojos y él mantiene mi mano enrollada en la suya. La aparto rápidamente y vuelvo a la realidad, esa que había olvidado esta tarde.

- Tengo que irme.- Le repito, ni siquiera medito previamente esas palabras ya que fluyen solas por mi boca. El lugar se queda tranquilo, en un insoportable silencio mientras nuestras miradas están fijas una en la otra.

Aparto la mirada de la suya, y casi maldigo la aceleración del palpitar de mi corazón, me siento incómoda, con el único deseo de salir de allí en cuanto antes.

- ¿Has leído la carta?- Pregunta tragando saliva.

- No sé de que me hablas.- Respondo mientras una cálida lágrima desciende por mi mejilla, Mike la hace desaparecer, acariciando mi mejilla, yo cierro los ojos e intento regular mi respiración.

Noto como sus labios se rozan con los míos y en ese instante salgo de mi ensemismamiento. Me despego y abro la puerta apartando cualquier rastro de ensoñación.

La luna alumbra la templada noche, una brisa me acoge y mis pasos se pierden en aquella espeluznante oscuridad dejando al lobo aullando a mis espaldas.

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