Capítulo 5: La fiesta

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Ese día no puedo parar de pensar algún argumento para convencer a mi madre sobre la fiesta de esta noche.

Cuando llega la hora de la comida decido sentarme en la mesa de Dakota y sus amigos.

- Hola, ¿Me puedo sentar? - pregunto amablemente.

-¡Claro! - Me dice Meghan.

Al sentarme comienzo a revolver con mi tenedor el plato de espinacas mientras oigo como cada uno habla de un tema totalmente diferente y tras debatirme durante un momento decido invitarles a la fiesta de Regan.

-Chicos, ¿os gustaría venir al cumpleaños de Regan ? Se celebra esta noche.- Les miro uno a uno mientras las palabras fluyen por mi boca.

-Va estaría guay- George es el primero en contestar.

- Yo no puedo, lo siento chicos- afirma Marie.

A excepción de Marie, el resto estarían en la fiesta de Regan. En ese momento noto como una delicada mano roza suavemente mi hombro , me giro para encontrarme con Regan.

-Hola Ada, no tengo sitio para comer.-

- Siéntete con nosotros- Se adelanta ha responder Elisabeth antes de que yo si quiera pudiera haber reaccionado.

Tras ese tranquilo día decido ir a comprarme un vestido para la fiesta, aunque pienso terminar rápido ya que ir de compras no es lo que más me apasione en el mundo. Entro en una pequeña pero acogedora tienda , mis pies se mueven hacia lo que deduje que sería la recepción . Una señora que rondaría los sesenta años está sentada en una silla tras una pequeña y alborotada mesa. En esta están desperdigadas sin ningún orden lógico montañas de folios y libros.

-¿Puedo ayudarte en algo?- Me pregunta la señora tras unas enormes y circulares gafas, y apoya el libro que está leyendo en la alborotada mesa.

-Sí, me gustaría comprarme un vestido para esta noche- le comento, pero enseguida me doy cuenta de que le he dado poca información y la completo.

-Es un cumpleaños que se va a celebrar en una casa, donde no va a ir demasiada gente, así que deduzco que será tranquila.-

La señora de pelo canoso me muestra múltiples vestidos y uno llama mi atención así que es el que decido comprar e irme a casa, no sin antes pararme en una biblioteca. No conzco especialmente bien a Regan así que decido no aventurarme y compararle un libro de misterio, aunque no me paro a ver siquiera el título del mismo. Decido comparle este regalo para su cumpleaños debido a que su mochila es una mini biblioteca de libros de misterio, lo único que deseo es que no tuviera ya aquel libro.

Cuando entro en casa, mi madre se encuentra en el salón planchando la ropa

- Hola - digo depositando la bolsa y mi mochila en el sillón

- ¿ Qué te traes entre manos? - Responde la mujer en frente de mí.

Enseguida los nervios invaden todo mi cuerpo y empiezo a sudar ligeramente.

- ¿Por qué? - Digo, pero se me quiebra la voz debido a los nervios.

- Porque hace una hora que deberías haber llegado , te estás empezando a poner nerviosa y porque traes algo que espero que no me enfade en esa bolsa- Dice mientras dobla la camiseta que acaba de planchar.

- Solo quería pedirte que me dejaras ir al cumpleaños de una amiga, por favor- Digo rezando para que acepte mi propuesta.

-Ni hablar y lo sabes, anda ve a tu cuarto, ponte a estudiar y deja esas tonterías de niños pequeños-

- No es de niños pequeños todos los adolescentes de mi edad salen de fiesta, con sus amigos así que por favor haré lo que quieras -

- He dicho que no y es que no, preocúpate de tus estudios - Dice pasando delante de mi con la ropa perfectamente planchada. Y lo último que veo antes de irme enfadada es el pelo rubio teñido de esta arpía y escucho el insoportable ruido de unos tacones alejarse.

Esa noche me pongo el vestido que compré, voy a ir a esa fiesta, si tuviera que elegir un adjetivo para definirme no dudaría en utilizar el de cabezota.

El vestido es sencillo, negro y de escote recto, la tela me llega hasta la mitad del muslo y lo que odio es unos pequeños volantes que lleva en el hombro derecho. Me maquillo ligeramente, solo me echo rimel, sombra de ojos y brillo de labios. Abro un cajón y me pongo mis pendientes favoritos junto a una pulsera que es un charmis. Me miro en el pequeño espejo del baño y deseo que mi conjunto se adecúe a la fiesta.

Abro la ventana y veo que no tengo mucha altura si me caigo, me apresuro a cerrar la puerta con pestillo miestras mi corazón late desbocado en mi pecho. Me siento en el borde de la ventana y rezo por no caerme. Desde allí siento como un ligero pero fresco aire solpa en aquella despejada noche y mueve suavemente mi trenza .Tiro la bolsa con el regalo , doy un salto y caigo aumentando el dolor de espalda que tengo de deporte. Me apresuro a salir por la puerta de atrás mirando múltiples veces a mi espalda para asegurarme que mi madre no estuviera allí. El coche de George el cual ya tiene edad para conducir me espera aparcado en la acera de enfrente de casa. Me subo en el único asiento libre que hay atrás del coche y veo que las demás se están maquillando.

- Guau que guapa estás - Me dice Dakota, ella lleva una mini falda roja con un top blanco y se encuentra a mi izquierda repasandose las uñas. Vamos un poco aplastados pero por lo menos cabemos todos . En el asiento del conductor se encuentra George y en el del pasajero Meghan y atrás vamos Elisabeth , en el medio Dakota y yo. No tardamos mucho en llegar a una enorme casa de la cual sale una estruendosa música que daña mis tímpanos. La casa es un precioso chalet de unas tres plantas y de color blanco. Al entrar la fiesta está a tope . Muchas personas se encuentran bailando medio borrachas, múltiples manchas de alcohol decoran el suelo y hay vasos que se encuentran tirados en él. - Menos mal que venía poca gente- Pienso. Toda la casa se encuentra bañada en una tenúe luz . Me empiezo ha agobiar por todo el mundo que hay y un dolor de cabeza lucha por quedarse. Entre todo el burullo de gente intento hacerme un hueco e ir a buscar a Regan . Hasta que no empiezo a buscar no me doy cuenta de la inmensidad de la casa en la que me hallo . Entro en la habitación contínua de la que me encuentro, y deduzco que es el salón. Aquí la música se empieza a hacer más insoportable y me resulta mucho más difícil moverme por aquel lugar , donde decenas de cuerpos se mueven al compás de la música. Por fin encuentro a la cumpleañera bailando con un grupo de chicas, todas aparentemente de mayor edad que yo.

-Hola Regan feliz cumpleaños.- Intento hablar con el tono más elevado posible que me permiten las cuerdas vocales para que esta se pueda apreciar encima de la escandalosa música.

-Te he traído este regalo- y se lo ofrezco.

-Gracias- me responde con una amplia sonrisa que cubre su pecoso rostro.

-Ven a beber con nosotras- me invita una de las chicas que le acompañan.

-No gracias yo no bebo- pero el resto se unen y no paran de insistirme.

"Pero sin tan siquiera tengo edad para beber" no puedo evitar pensar. Nunca había bebido, no sabía como se sentía cando lo hacías y no era algo que me preocupase en absoluto además si ya de por si me iba a caer en el infierno cuando volviera a casa desprendiedo olor a alcohol ya ni hablamos.

- Gracias pero tengo que ir a buscar a Dakota- Respondo.

- Venga por favor, por favor ,por favor - Insiste Regan.

-Todas están bebiendo y tampoco se les nota mucho así que que más da, soy joven tengo que vivir la vida-Me traiciona mi mente cuando este pensamiento cruza en ella. Una chica con el pelo teñido de un azul celeste me acerca un vaso de plástico que al cogerlo con mis manos está helado , me lo llevo a la comisura de los labios y tengo que coger aire para poder verterlo en mi boca, está malísimo y el líquido quema mi boca me obligo a tragármelo y es como si me hubiera tragado una daga que apestaba. Me doy la vuelta y comienzo a caminar. Deposito el vaso en una mesa y allí lo dejo, en ese momento veo el pelo rubio de Dakota la que se encuentra con los demás, decido acercarme y me percato de que están borrachos me doy la vuelta para buscar algo que hacer pero entonces alguien roza mi suave mano y me doy la vuelta , los ojos verdes de George se encuentran en frente de mi pero están inyectados en un color rojo como la sangre.

- Ven a jugar con nosotros- Me dice con una voz de borracho y su aliento huele a alcohol.

-Vale- Digo y pienso que tampoco tengo otro sitio a donde ir y tampoco quiero volver ya a casa.

Cuando nos acercamos me percato de que de que las chicas no están solas sino que las acompañan un grupo de chicos que creo no haber visto en toda mi existencia. George me rodea el cuello con su musculoso brazo y tambaleándose ligeramente.

-Esta esss mi noviaaaa- Dice alargando las palabras.

-¡Qué ! No soy tu novia- Digo con los mofletes ligeramente colorados por la vergüenza.

- Es guapa - Asiente un chico rapado que se encuentra con su brazo alrededor de Elisabeth.

-Va a venir a jugar a ver quien bebe más- Informa George.

¡Qué! pienso que en menudo lio me he metido

- ¿Cómo se llama?- Pregunta un chico pelirrojo con el pelo alborotado y unos siniestros ojos azules.

- Ada- Dice George sentándose en un sillón e invitándome a sentarme a su lado y obedezco aunque mi cerebro me dice que vuelva a casa y la culpa me invade por haber bebido antes.

- ¿Dónde está tu duende?- Dice el mismo chico. Decido no responder porque no voy a comenzar una discusión.

- Además no creo que se atreva,¿ Pero tú le has visto ? - dice un chico que se encuentra sobando a Dakota lo cual me repugna bastante , todos se ríen.

- Voy a jugar- Digo antes incluso de que mi cerebro pude pensar con claridad , claramente no quiero hacerlo.

El chico pelirrojo coloca unos vasos delante de cada miembro del grupo y a medida que pasa el tiempo detesto más y más la idea.

- ¡Ya! - Dice Elisabeth.

Todos cogen simultáneamente un vaso de los muchos que hay decorando de forma perfecta la mesa de cristal. Los miro incrédula y entonces vuelvo a al realidad cuando todos se llevan sus vasos a los labios, y yo les imito lo más rápido que puedo aunque el líquido ahora más soportable quema y desciende por mi garganta. Para mi gran decepción todos seguían tomando vasos a una velocidad impresionante, así que yo les imité y cogí mi segundo vaso.

Al principio una leve sensación de alegría inunda todo mi cuerpo, pero cuando bebo mi quinto vaso la estancia se mueve ligeramente a mi alrededor. Aparece un insoportable y agudo dolor de cabeza, aunque mi estado de alegría aumenta considerablemente. Y después de ese momento en mi mente se instala una especie de nube y no me permite recordar lo que sucedió el resto de la noche.

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