Uno

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

2009.

Aymeric Laporte a sus veinte tres años era uno de los futbolistas mejores pagados del Athletic de Bilbao, era un excelente jugador, pero su vida privada era otra cosa.

El joven era todo un mujeriego, nunca tenía a la misma chica dos días, era todo un caso, pero para él su vida era perfecta.

No tenía muchas responsabilidades, era un buen jugador y le gustaba su carrera por lo que no era una carga pesada, los entrenamientos eran divertidos para él ya que le gustaba estar en óptimas condiciones, no tenía una relación porque consideraba que atarse a alguien solo seria una perdida de tiempo.

Los únicos vínculos que tenía, eran con sus padres y su hermano mayor, de ahí en más, nada, siempre fue sincero con todas sus citas de una noche. El no quería tener que lidiar con esas responsabilidades, no era lo suyo.

Pero como al destino le encanta joder y dar bofetadas fuertes, la perfecta vida de Aymeric dio un giro drástico una tarde de invierno.

Estaba de vacaciones, así que aunque le gustaba mucho entrenar desde temprano, el clima hoy lo obligaba a quedarse en su cama.

Eran aproximadamente las nueve de mañana cuando su timbre fue tocado por primera vez, no le dio importancia, si eran sus padres o hermano, hubieran abierto la puerta con la llave que les había dado, entonces era una de sus citas de una noche, y realmente estaba haciendo mucho frío, no tenía ganas de salir.

El timbre volvió a ser tocado, y de nuevo no le dio importancia, en algún momento la persona al otro lado iba a cansarse y eventualmente se iría.

Pero el timbre volvió a sonar, el simplemente bufo hastiado, se dio la vuelta para tomar sus audífonos y taparse hasta la cabeza con las cobijas.

Pasaron aproximadamente cuarentena y cinco minutos desde que se había puesto a escuchar la música de sus audífonos, entonces se los quito, iba a volver a colocarselos para dormir un poco más, pero el timbre volvió a sonar.

—¿Qué demonios? Esto debe ser una broma, sea quién sea... Ahhh.—Dijo para ponerse de pie e ir a abrir la puerta.

Lo que encontró ahí lo dejo sorprendido, un pequeño niño de no más de seis años, con una pequeña chaqueta sin mangas, con los deditos y labios azules y una nariz roja lo observaba con los ojos cristalinos.

—¿Pero qué...? Demonios.—Tomo al niño rápidamente y lo metió a su casa, lo dejo en frente de la chimenea y fue por las cobijas que tenía.

—¿Quién en su sano juicio deja a su hijo con este clima por un estúpido autógrafo?—Se dijo así mismo molesto. Era algo común, muchos niños iban a su casa o sus padres los dejaban en al puerta para que les firmara una pelota o una camiseta, pero estaba en una puta helada

—¿Dónde están tus padres?—Preguntó una vez que había abrigado al niño, este solo temblaba sin responder.

Aymeric suspiró cansado.

—¿Te gustaría una taza de chocolate caliente? Tengo unos panes de maní recién hechos.—Dijo y el niño asintió despacio.

Después de alimentar al niño, que por lo visto estaba hambriento, y de no tener ninguna respuesta de este, Aymeric llamó a su agente, ¿A quién más podría llamar? A la policía no podía, sería perjudicial.

¿Qué qué?

—Lo que escuchas, el niño debió de estar ahí a fuera por lo menos una hora, y hasta ahora sus padres no han venido y él no ha dicho nada.

—Bien, dame quince minutos y estaré ahí, tú sigue intentando que te diga algo.

Colgó la llamada, sintió que algo jalaba de su pantalón y bajo la mirada, vio al niño, este le extendió un pedazo de papel.

Aymeric lo tomó y el niño volvió a su lugar, era extraño...

Hola Aymeric, tal vez, mejor dicho sé perfectamente que ni siquiera recuerdas mi rostro, Soy Anna, una de tus citas de una noche, iré al grano, el niño que tienes contigo se llama Pablo, es tu hijo, haz las pruebas que quieras, tiene cinco años, solo lo tuve porque cuando me enteré de su existencia ya era demasiado tarde para abortarlo, no quiero ni voy a ser su madre, tengo muchas cosas que vivir y él solo me lo impide, tú eres alguien con dinero.

Puedes hacer lo que quieras con él, quédatelo, o dalo en adopción no me importa, pero desde ahora es tu responsabilidad.

Aymeric estaba hirviendo en furia, ¿Cómo podía una persona ser tan cruel? Observó al niño una vez más, este estaba en frente de la chimenea, se había quitado uno de sus zapatos y estaba jugando con él.

Tomo de nuevo su teléfono y volvió a llamar a su agente.

—¿Sus padres ya se lo llevaron?

Compra juguetes, y ropa.

—¿Qué?

—Haz lo que te digo, compra juguetes, los más coloridos y divertidos que encuentres, y trae ropa abrigada y un par de pijamas.

Colgó y se fue a sentarse al lado del niño.

—Tu nombre es Pablo, ¿Verdad?—Preguntó y Pablo lo miró.

—Sí...—Dijo en un pequeño susurró.

—¿Sabes... Sabes quién soy yo?

—Ella dijo que eras mi papá... ¿Lo eres?

—Soy... Soy Aymeric, vamos amigo hay que darte un baño.—Su cabeza dolía, era mucho en poco tiempo.

Su vida perfecta, sin ataduras ni responsabilidades, ahora estaba en peligro. No podía simplemente aceptar a Pablo y cambiar todo lo que había construido, pero tampoco tenía el corazón para abandonarlo.

Después de bañar a Pablo y vestirlo con ropa limpia, Aymeric se sentó en el sofá, observando al niño que ahora dormía profundamente. Su agente llegó poco después, cargado con bolsas de juguetes y ropa, le había mostrado la carta.

—¿Qué vas a hacer, Aymeric? —Preguntó su Joshua, dejando las bolsas en el suelo.

Aymeric suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—No lo sé, no puedo simplemente aceptar esto, mi vida… Mi carrera… Todo cambiaría. Pero tampoco puedo dejarlo solo... Es solo un niño.

Joshua asintió, comprendiendo la difícil situación.

—Por el momento, podrías buscar una niñera o alguien que te ayude.

Aymeric asintió lentamente. La idea de tener a alguien que lo ayudara parecía una solución, pero aún así, la responsabilidad de ser padre era abrumadora.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro