Capítulo 2

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La brisa nocturna despeinaba los cabellos de Jungkook, el olor a mar lo embriagaba en nostalgia y el sonido del oleaje romper contra la madera del barco, lo arrullaba. Estaba sentado en lo alto de popa, con una botella de vino a medio beber en sus manos. Todo era tranquilo esa noche, la luna llena iluminaba el barco, rodeado de un profundo y oscuro azul que parecía interminable. El resto de marineros se había ido a dormir, los preparativos largos y agotadores, y las maniobras de navegación que primaron durante casi todo el día, tratando de aprovechar al máximo los favorables vientos, habían drenado su energía. El azabache, después de haber compartido con sus camaradas por un rato, recordando los viejos tiempos y festejando oficialmente su reencuentro, había subido a cubierta para estar a solas con sus pensamientos por un rato. Su mente no se concentraba en nada, solo se perdía en la quietud que llamaba al sueño. En medio de su obnubilación, escuchó dos voces provenir de abajo, aparentemente desde la entrada al camarote del Capitán.

—Pensé que estarías durmiendo. —Seokjin se escuchaba acercándose—. ¿Todo bien? Te noto pensativo.

—Estoy bien, solo algo preocupado.

—¿Y qué preocupa al gran Kim Namjoon?

—No bromees, Jinnie, es en serio. —Suspiró y prosiguió luego de una pausa—. Esto... Este viaje... ¿Acaso fue correcto emprenderlo?

—Pero, ¡¿qué dices?! Joonie, es tu sueño. Es el sueño de esta tripulación loca y aventurera. ¿Qué te hace dudar ahora? Cuando estás rumbo a cumplir el anhelo de tu vida, ¿qué te frena?

—¿Es este también tu sueño?

—¿Qué? —Por lo incrédula que se escuchaba la voz de Seokjin, esa pregunta definitivamente lo había tomado por sorpresa—. ¡Claro que lo es! ¿Lo dudas? —Sonó ofendido.

—No, no lo dudo. Pero, ¿sabes qué? He estado pensando y... tal vez Gehena ya no sea mi sueño.

—¿Qué estás...?

Las palabras de Seokjin quedaron en el aire. Jungkook se puso de pie lo más sigilosamente posible y se acercó un poco a ver qué había sucedido. Ahí estaba Namjoon, con su cuerpo tenso y abrazando con fuerza a su Navegante. Jungkook lo sabía. Toda la tripulación lo hacía. La relación de esos dos había nacido hacía años y se había vuelto más fuerte con el paso del tiempo. Sin embargo, el Capitán era tan reservado y respetuoso que nunca daban demostraciones de cariño excesivas en público, pues no quería que nadie pensara que tenía favoritismos. Esa era una actitud típica en un hombre tan íntegro como él, pero que tratándose de la tripulación de El Destructor, no era realmente necesaria, sus marineros sabían a quién le habían jurado lealtad y esta no cambiaba porque su superior se enamorara.

—Qué pasa si... —La voz de Namjoon salió temblorosa—. Si mi sueño ya se ha cumplido, si lo que deseo está entre mis brazos ahora... ¿Qué pasa si al estar solo, recuerdo que temo más perderte que a la propia muerte? Este viaje es peligroso. Si tú...

Seokjin colocó su dedo índice en los labios de su pareja.

—No vinimos a morir. Vinimos a triunfar, ¿recuerdas? —Una sonrisa cargada de ternura y devoción fue ofrecida a Nam—. Eso es lo malo de dejarte solo, tus pensamientos te abruman y comienzas a preocuparte por cosas que ni siquiera deberían pasar por tu mente. ¿Qué crees que pensarían tus hombres si te escucharan hablar así?

»Has dado sentido a la vida de todos los que estamos en este barco. Nos has dado sueños, ilusiones, esperanza, alegría... Amor. —Se sonrojó—. Ni yo ni nadie piensa que vamos a perder la vida. ¡Vamos a volvernos leyenda!

—Tienes razón. —dijo Namjoon, acariciándole la mejilla—. En todo. Siempre la tienes. ¿Qué sería de mí sin ti?

—Eso no es algo que debas ni preocuparte por pensar. —Lo besó en los labios—. Juntos para siempre, ¿recuerdas?

—Para siempre —repitió. Tomó a Jin por la cintura y lo acercó a su cuerpo, devolviéndole el beso—. Sería incapaz de olvidarlo.

—Ven conmigo. —Entrelazó sus dedos y lo guió hacia el interior del camarote—. Por si acaso, me encargaré de mantener tu mente ocupada en otra cosa por un buen rato... Y también tu cuerpo. —Cerró la puerta tras ellos.

Jungkook sonrió, feliz por sus compañeros, pero su sonrisa era algo melancólica. Se recargó del barandal y su vista se perdió en el oscuro océano. Dio un par de tragos a su bebida y suspiró frustrado. Sintió... envidia. ¿Cómo se sentiría estar enamorado, compartir sueños, viajes y aventuras? ¿Qué se sentiría entregar su corazón y recibir el de alguien más? Era un hombre que había conocido toda clase de pasiones, en cada puerto y cada pueblo nunca le faltaron amantes; había compartido alcoba con donceles y doncellas de todas partes. Muchos lo llamaban rompecorazones. Pero él no tenía la culpa de no poder corresponder los sentimientos que a veces nacían tras noches de pasión y sin compromiso, su corazón no parecía encontrar dónde asentarse o por quién galopar desenfrenado. Anhelaba el amor, a veces se sentía solo; sin embargo, no quería apresurarse o tomar decisiones erróneas que lo limitaran o hicieran infeliz. En su momento, llegaría, y cuando llegara, lo sabría, tenía ese presentimiento.

Terminó su botella y se fue a dormir, había sido un día largo y debía descansar para estar en plenas condiciones cuando llegaran a su destino. A pesar de que cierta anticipación emocionada lo regocijaba, era mayor el cansancio que lo embargaba, así que no demoró en quedar rendido en su hamaca, arrullado por el lento vaivén de esta.

—¡Todos, a cubierta! —El llamado a todos los marineros lo sacó de su descanso.

Todo fue rápido. Se calzó las botas y se lanzó a correr escaleras arriba para saber de qué se trataba. A pesar de su agilidad, fue el último en subir, y eso que no fue para nada lento. Quizás Namjoon tenía algo de razón y sí se había convertido en un pez de agua dulce, no podía compararse con quienes pasaban cara a cara con el mar cada día de sus vidas, enfrentando un sinnúmero de circunstancias. Se sintió nostálgico y con la emoción albergando su pecho, una parte de él añoraba la vida en el mar, esas aventuras oceánicas que hacía ya años no disfrutaba.

Los sentimentalismos tuvieron que quedar para luego, lo que sus ojos vieron lo sacó totalmente del trance. Delante del barco, demasiado cerca como para no haberlo visto en condiciones normales, comenzaba a desplegarse impetuosamente un cúmulo enorme de nubes de tormenta, a una velocidad obviamente antinatural y con unas características que desafiaban las leyes del clima, si es que existían. A lo lejos, se distinguía un halo rojo que comenzaba a expandirse y las aguas carmesí se alzaban en olas sin rumbo fijado por el viento o las corrientes marinas. No había que ser un experto, indudablemente, Gehena estaba apareciendo ante ellos. Imponente. Amenazadora. Apabullante.

—¡Todos, a sus puestos! —La voz de Namjoon se escuchó por encima de cualquier otro sonido en el barco.

—¡Sí, Capitán! —respondieron.

—¡Carguen los cañones! ¡Aseguren las velas! —Cada palabra de Namjoon era seguida de acciones precisas y veloces. El Capitán desvió la vista a su Navegante—. ¿Seokjin...?

—¡Ya lo tengo! —Se acercó con mapa, brújula y catalejo en mano—. ¡Giren el timón a estribor, coordenas 40º 58' 30'' N, y fijen rumbo! En una hora entraremos al halo.

—¡Ya escucharon, señores! ¡Estamos a sesenta minutos de entrar al infierno! ¡Ajústense los pantalones! —exclamó Yoongi.

—¡Una hora para la fiesta, vamos a por todas! —Hoseok se unió a las voces eufóricas.

—¡Fiesta! —gritaron todos en respuesta al músico.

El pequeño desliz de diversión se transformó en disciplina y templanza en menos de un minuto, cada uno ocupaba su puesto y la tensión se percibía en el ambiente. Todos estaban listos para actuar en cuanto el agua bajo el barco se volviera del color de la sangre, confiando en que las inclemencias anormales del tiempo y el mar, así como las supuestas criaturas que aparecerían, no lo harían fuera de ahí. Jungkook se ubicó en popa, junto al timonel, Namjoon había previsto que con la anormalidad del clima, probablemente una sola persona no sería suficiente para mantener el rumbo, así Jin podría concentrarse en asegurar su paso triunfal a través de esas aguas traicioneras.

En cuanto la proa de la fragata se encontró en contacto con las rojas aguas, una advertencia resonó en los oídos de todos los tripulantes, escuchándose en todas partes, pero sin provenir de ninguna:

"Intrusos, ¡lárguense o sufrirán las consecuencias!". La voz era distorsionada y contundente. Provocó un escalofrío en todos.

Jungkook se puso en alerta. Era extraño. Las turbulencias que habían estado divisando durante la última hora no habían sido más que un espejismo. Las aguas carmesí en las que navegaban eran tan calmas y silenciosas que, en un modo distinto, también lograban ocasionar temor; parecían hasta más peligrosas.

"Fueron advertidos", volvió a decir la misma voz.

A partir de ahí, la tripulación de El Destructor fue testigo de un infierno en vida, tal y como las leyendas contaban... Incluso peor. Nada podía haberlos preparado para eso. Nada pudo evitar que dentro de la adrenalina y el optimismo, se alojaran el miedo y el desasosiego.

"Raevunud taeva kisa". ¹

Esas palabras retumbaron, dando paso a un inmediato embravecimiento del clima. Nubes de tormenta tan negras que parecían capaces de tragarse todo a su alrededor, colisionaron sobre el barco, produciendo rayos y relámpagos enormes, seguidos del rugido ensordecedor de un trueno que significó el inicio del inminente suplicio. La lluvia era un chaparrón descontrolado que parecía capaz de inundar el interior de la fragata, los fuertes vientos sin rumbo fijo hacían crujir la madera de los mástiles y parecían a punto de romper las velas.

Las voces de mando de Seokjin eran transmitidas voz a voz entre los marineros, incapaces de escuchar la del Navegante producto a todo el ajetreo y los embates de la colosal tormenta. Minutos que parecieron horas marcaron una lucha incansable y apenas fructífera para mantenerse a flote. Cambios de dirección, repliegue parcial de velas, aseguramiento de mercancías y municiones, así como de los cuerpos de los marineros; cada quien hacía lo que podía, depositando su confianza en quien sabían era el mejor del océano. Sin embargo, cuando creyeron que estaban a punto de obtener un nivel de control suficiente como para proseguir en su avance, un nuevo hechizo resonó:

"Merehiva". ²

Fue desalentador. Cualquier marinero experimentado sabía que los tsunamis no aparecían de la nada, que el oleaje y las mareas podían predecirse hasta cierto punto; pero no cualquier marinero había navegado en Gehena. Las leyendas y experiencias que pudieron haber sido transmitidas entre navegantes no podían compararse con experimentarlo en carne propia. ¿Cómo enfrentarse a una sensación de muerte inminente? ¿Cómo asimilar la formación de olas de más de veinte metros por estribor y babor, y dirigirse inevitablemente al barco? Se paralizaron por una fracción de segundo en la que, sin lugar a dudas, vieron su vida pasar por delante de sus ojos.

—¡Marineros, asegúrense! ¡Icen las velas! ¡La mayor al frente, las otras a estribor y babor! ¡Vamos a crear una ruta por la fuerza! —Namjoon se hizo escuchar tan fuerte que su garganta pudo haberse desgarrado, pero sus órdenes sacaron a todos del trance.

Las velas desplegadas y el timón fijo permitieron marcar un rumbo que les dejó alejarse, aunque lentamente. La colisión de ambas olas tras ellos provocó una gran sacudida de la superficie que hizo bambolearse a El Destructor, y no lo dejó exento de que una cantidad considerable de agua sacudiera a todos en cubierta; la soga con la que se aseguraron por orden de su Capitán fue lo que les impidió caer por la borda. Sin importar el miedo, la desesperanza y el enfrentamiento a una entidad verdaderamente poderosa que parecía imbatible, la fragata seguía avanzando incansablemente hacia el núcleo de Gehena. ¡¿Quién iba a rendirse o a huir después de haber llegado tan lejos?! ¡Se aferrarían a la supervivencia y la victoria con uñas y dientes!

"Mulle, sügavuse kaitsjatele". ³

Cual si la bruja supiera el momento preciso para pisotearles la autoestima, un nuevo hechizo se escuchó hacer eco en las turbulentas y tormentosas aguas. Un rugido que nadie pudo identificar como perteneciente a una especie conocida, precedió a la salida de numerosos tentáculos alrededor del barco, a la vez que tres serpientes marinas gigantescas dejaban ver sus prominentes cuerpos cilíndricos de manera intermitente en la superficie, acercándose a gran velocidad. La situación se volvía cada vez más desesperanzadora, ni siquiera habían visto un atisbo de tierra firme a lo lejos. Entre todos los esfuerzos para al menos mantenerlos a flote, ¿siquiera seguían alguna coordenada? ¿Y si su resistencia era solo una ilusión? ¿Y si estaban bailando en la palma de la mano de la bruja, haciendo lo que ella quería?

—¡Mierda! —exclamó Namjoon, abrumado por sus propios pensamientos.

—¡¿Tienen sus espadas afiladas, cierto?! —El grito de Jungkook resonó en todos los rincones de cubierta—. ¡Más les vale no acobardarse, o me llevaré toda la gloria! —Desenvainó su espada y, agarrándose de una cuerda, tomó impulso suficiente como para cortar uno de los tentáculos.

—¡En tus sueños, Kook! —replicó Yoongi—. ¡Artilleros, en posición! ¡Es hora de disparar esos cañones! ¡Hoy cenaremos pulpo!

Los ojos del Capitán vagaron por cubierta, cada uno de sus hombres estaba en posición. Habían sacado sus armas y se asían a cuerdas y a las redes del mástil, todos esperando la cercanía suficiente para cortar lo que volviera a invadir su territorio. Los tentáculos se habían replegado parcialmente gracias a los cañonazos certeros, su Jefe de Artilleros estaba haciendo un trabajo sensacional. El Destructor continuaba a flote gracias a la destreza de Jin, las habilidades cartográficas de su Navegante eran de primera clase. El conteo de heridos estaba claro y las atenciones a los más graves estaba siendo garantizada por Kim Taehyung, con él a bordo las bajas siempre eran mínimas. Hoseok peleaba en primera fila, demostrando que su talento no solo se limitaba a la música. Y Jungkook... El joven había resultado ser una de sus carta de triunfo, el primero en desamilanarse ante la presión ejercida por las amenazantes bestias, incentivando al combate a todos una vez más, cuando creyeron que todo estaba perdido.

«Será que... ¿podemos ganar?», pensó el Capitán. Su mente viajó a Seokjin, a su conversación de la noche anterior, a su promesa de estar siempre juntos y a la posibilidad de cumplir su sueño.

"Jumala karistus". ⁴

—¡No me jodas! —masculló Namjoon, ya demasiado enojado por tantas fatalidades.

En menos de un segundo, las nubes colisionaron más fuerte que nunca, provocando un destello que dio origen a un rayo con forma de dragón que impactó contra el mástil, incendiando la vela mayor con un fuego azul que no parecía que se pagaría ni con la torrencial lluvia. Cada vez que pensaban que la situación se estaba poniendo bajo control, un nuevo hechizo era lanzado y una nueva amenaza aparecía. ¿Cuántas veces más se repetiría este ciclo? El Capitán no sabía por cuánto tiempo más la moral de la tripulación se mantendría en alto, no sabía qué tanto tiempo podrían aguantar.

El fuego comenzaba a expandirse a popa. Namjoon estaba en el extremo contrario, en proa. La iluminación creada por las llamas le permitió ser testigo de una escena que para él era lo más terrorífico que había podido presenciar desde su entrada a ese infierno. Una serpiente marina enorme había alzado varios metros de su cuerpo y se dirigía con demasiada velocidad hacia Seokjin, con la boca abierta, lista y dispuesta para devorarlo.

—¡Jinnie! —gritó mientras corría desesperadamente a la parte trasera del barco, aun sabiendo que no llegaría a tiempo.

El Navegante, al voltearse y notar la inminente amenaza, ni siquiera pudo hacer reaccionar su cuerpo, su subconsciente parecía haber asumido que ese sería el sitio de su muerte. En un acto reflejo, cruzó los brazos delante de su cuerpo intentando crear una barrera, apretando sus puños preparado para el impacto. Pero dicho impacto jamás llegó. Jungkook, notando lo que evidentemente iba a suceder frente a sus ojos, se movió con velocidad gracias a sus instintos y clavó su espada en las cercanías de la cabeza del animal, desviando la trayectoria de su mandíbula. El curso de la serpiente cambió, pero con el propio impulso que llevaba pasó su largo cuerpo sobre la popa y volvió a sumergirse, con Jeon aún colgado a su cuello con la espada clavada.

—¡Jungkook! —exclamó Seokjin al verlo ser engullido por las turbulentas aguas carmesí.

El azabache solo podía aferrarse con una mano a la espada y con la otra a la aleta en la parte superior de la cabeza de la bestia. Si se soltaba, le esperaba una muerte segura en esas corrientes endemoniadas y repletas de monstruos. Ya pensaría en algo cuando la serpiente volviera a salir a la superficie; sin embargo, esta continuaba sumergida, nadando a una velocidad increíble hacia solo el Dios del Mar sabe dónde. Jungkook sentía sus extremidades entumecerse por la falta de oxígeno y la fuerza abandonar su agarre. Justo cuando las burbujas de aire escaparon de su boca, incapaz de retenerlas por más tiempo, y cuando pensó que comenzaría a perder sus sentidos, algo inexplicable sucedió.

"Ayúdame, por favor".

Esas palabras se introdujeron en su cabeza como previamente lo habían hecho los hechizos de la bruja, pero esta vez se trataba de la voz dulce y melodiosa de un joven.

«¿Qué significa esto?», pensó antes de que su consciencia se nublara y todo comenzara a oscurecerse a su alrededor.

No sé si todo se entendería, ni si la escena quedaría bien narrada, es que me estoy estrenando en esto bdndkdiid.

Aquí, les dejo el significado de los hechizos, que están en Estonio, por cierto (no me pregunten por qué, solo quise usar ese idioma 😅).

1) Llanto del cielo enfurecido.

2) Furia del mar.

3) A mí, guardianes de las profundidades.

4) Castigo divino.

Soy horrible para idear nombres, así que si esperaban un gran significado, pido perdón. 😬

El siguiente es el último. Nos leemos allá.

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