CAPÍTULO 16

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LEAH.

Finalmente nos detuvimos apenas la unidad de apoyo (o lo que quedaba de ella) consiguió encargarse de los demás anormales, llegando al punto en el que ya estábamos casi cerca de las murallas. Nadie gesticulaba palabra alguna, sus expresiones lo decían todo, siendo algo desgarrador.

Me encontraba sentada en la carreta junto con Eren, abrazando mis rodillas con la vista perdida hacia delante, de vez en cuando lo escuchaba balbucear cosas sin sentido, de cierta forma eso me tranquilizaba, ya que aún estaba aquí. Vi a lo lejos al capitán bajar de su caballo, situándose al lado de un chico, el que Mikasa había rescatado anteriormente para entregarle algo, pero sólo pude ver cómo este se soltaba a llorar, Levi conversaba con él para después retirarse, dejándolo solo, a lo que fruncí mi entrecejo. Luego de eso continuamos nuestro camino a paso rápido y en silencio, estando a pocos metros de llegar a la muralla.

Hasta que salté de mi lugar en cuanto oí a Eren despertar abruptamente, dando bocanadas de aire con los ojos desorbitados, tratando de mirar un punto fijo, viéndose notoriamente desorientado y asustado.

-¿Eren? Tranquilo -. Dije enseguida, obligándolo a que me mirara, poniendo mi mano en su rostro - Todo está bien... Estás bien -. Ante mi tacto se iba calmando de poco en poco, estabilizando su respiración, y finalmente sus orbes esmeralda se fijaron en mí.

-¿Leah? ¿Qué...? – Murmuró en un hilo - ¿Qué sucedió? ¿Estás bien? -. Trató de enderezarse, pero estaba demasiado débil como para hacerlo, así que lo tomé de los hombros regresándolo a su lugar, siendo lo más cuidadosa posible.

Ante sus preguntas desvíe la mirada, alejándome un poco.

-Estoy bien y sobre lo que ocurrió... La Titán Hembra se quedó atrás y no pudimos hacer nada -. Sus ojos se iban abriendo de más en más, reflejando un sentimiento de incredulidad – Lo siento.

-¿Y el resto de la misión? -. Sentía su mirada en mí, pero no podía verlo más, obligándome a ver el piso.

-Ya no hay misión, Eren -. Murmuré.

-Maldición -. Soltó, volviéndose a recostar - ¿Y los demás? ¿Armin? ¿Mikasa?

-Están bien, lograron mantenerse con vida... Sin embargo, otros no lo hicieron.

-¿Qué? -. Susurró, pero era mejor decírselo ahora.

-Solo quedamos tú y yo, Eren -. Noté que su respiración se entrecortó, e inmediatamente sujeté su mano, a lo que me senté junto a él recargando mi espalda en la madera, aún en movimiento, no obstante, sentía que no lo correspondía.

-N-no no pude Leah... – Balbuceaba, sabiendo que se aguantaba las ganas de llorar - Todo esto y ellos y-ya no... Maldición.

Decidí no responder, tomando simplemente su mano, acariciándola en un intento poco útil para tranquilizarlo. Una silueta pasó con rapidez cerca de nosotros, a lo que deduje que era el capitán yendo con el comandante Erwin, debido a que ya habíamos llegado finalmente a la muralla.

Y sin éxito de traer algo bueno a cambio.

Disminuyeron su paso empezando a adentrarse a las calles del distrito, sólo se escuchaba el andar de los caballos y murmullos pertenecientes a los habitantes del lugar. Eran despectivos y con poco tacto, causando que los demás cadetes se sintieran inútiles e impotentes, incluyéndome.

-Son menos que en la mañana...

-¿Para eso le pagamos al gobierno?

-Es un desperdicio todo esto... - Decían una y otra vez, sintiendo las miradas despectivas de los habitantes en mí, incluso empezaron a abuchear al mismo Erwin - ¡Sólo van a hacer el ridículo!

-¡No sirven para nada! -. Con eso último sentí que Eren se soltaba de mi agarre, intentando levantarse torpemente para encarar a ese sujeto.

-Eren, no, por favor -. Dije agarrando su hombro en un intento de acostarlo, pero este se detuvo estando casi sentado, con los ojos puestos hacia delante.

Los dirigí al mismo lugar que miraba fijamente, topándome con dos niños, sólo que estos miraban a la Legión con esperanza y asombro, siendo los únicos en hacer halagos y poner fe en cada cosa que hicimos. Lo que las demás personas perdieron en nosotros con el pasar del tiempo. Desvíe la mirada, agachando levemente la cabeza, mientras que Eren continuaba viéndolos, estupefacto, para luego volver a recostarse completamente sin gesticular algo, su vista se hallaba perdida en el cielo por varios minutos.

-¡Capitán Levi! -. Escuché una voz masculina en mis espaldas - He venido a comentarle algo, verá... - Volteé hacia esa dirección, encontrándome con este mismo caminando aún sujetando los rieles de su caballo y junto a él se hallaba un señor regordete y ansioso, pero al parecer no tenía intenciones de reclamarle algo, era... Diferente - Mi hija está en su escuadrón, soy el padre de Petra.

Tan pronto dijo eso, mi cara empezaba a descomponerse más, la garganta se me cerró y mis manos temblaban, siendo acompañado por un escalofrío, que recorrió todo mi cuerpo al escuchar eso.

Es demasiado.

-Quise hablar con usted antes de verla -. Continuó - Me había enviado esta carta diciendo que la aceptó gracias a sus habilidades para permanecer en su escuadrón y que será devota a usted -. Rio un poco - Bueno como su padre pienso de manera diferente, es decir, aún es muy joven como para que se case. Todavía le queda tiempo y le falta experimentar varias cosas... - Me obligué el voltear en dirección contraria, dejando de escuchar su conversación.

¿Acaso ella...?

Maldición.

-¡Comandante Erwin! -. Gritaban - ¡¿No se arrepiente de las bajas que hubo en vano?!

-¡Comandante!

-¡Responda!

Comenzaron a abuchear y reclamar hacia los demás miembros de la Legión, sintiéndose más humillados. Miré fugazmente cada uno de sus rostros, comprendiendo en que todo esto era una pesadilla de la cual aún estaba empezando. Oí sollozos junto a mí, a lo que miré a Eren, este se cubría con el antebrazo la boca intentando ahogarlos y detener el llanto que tan pronto salió ya no paraba. Las lágrimas recorrían su rostro hasta perderse en los costados de la cara, siendo una imagen difícil de ver en lo personal.

-Eren -. Murmuré tomando su mano y, en consecuencia, este la apretó aumentando aún más su llanto lleno de humillación e impotencia.

Miré de reojo la dirección de Levi, aún sin animarse en hablar hacia el padre de Petra y comunicarle lo que realmente sucedió, así mismo, vi los rostros inexpresivos de algunos compañeros, otros eran de tristeza y el resto continuaba en trance por lo que vieron, reconociendo inmediatamente el de Armin, Jean y Mikasa, sabiendo que esta situación fue más complicada de lo que alguna vez imaginamos.

Regresé a mi posición, cerré los ojos unos momentos al sentir que mi corazón iba rápido, trataba de respirar despacio con tal de tranquilizarme, pero sólo conseguí un leve dolor en el pecho, pero al final, me dio igual.

Sabía que ante nuestro fracaso de retomar la Muralla María junto con el distrito de Shinganshina, Eren sería enviado al palacio con las autoridades para saber su paradero y, así mismo, si continuará vivo o no.

De sólo pensarlo sentía que mi mundo acababa.

▪︎▪︎▪︎

DÍAS DESPUÉS.

Al menos tuvimos la oportunidad de volver a reunirnos en el cuartel de exploradores, fuera de las murallas. Después de nuestro regreso, hubo una revuelta en cada distrito y habitante sobre lo que le sucederá a Eren, sin embargo, el comandante Erwin solicitó tenerlo unos días más, pero aún desconocemos la razón, teniendo como única opción: confiar ciegamente en él.

El capitán Levi estuvo al tanto de la situación, supervisándonos a ambos como únicos miembros oficiales de su escuadrón, para así, salir por unos asuntos que por desgracia desconocemos, pero a la vez agradezco de no tenerlo cerca después del roce que tuve con él desde aquella vez, (siendo la distancia lo único mutuo de su parte), dejándonos completamente solos. Aun así e independientemente de todo eso, tenía presente la ausencia de los demás cadetes caídos que pertenecían al escuadrón, convirtiéndose en algo tan vacío.

Y me guste o no, obedecí las palabras de Levi, intentaba no castigarme con eso, pero me era difícil.

Tenía la vista puesta en mis pies, pensando en todo lo que ha sucedido, aún más con el problema de Eren.

No quiero perderlo también.

Y si deciden matarlo, ¿qué haré?

¿Escapar con él?

La puerta se abrió de forma repentina, a lo que levanté la cabeza enseguida, encontrándome con este.

-¿Te sientes bien? ¿Cómo sigues? -. A pesar de la situación, me preocupaba demasiado por cómo se puso, era algo de esperarse su reacción, pero sé que lo sintió más pesado al ser el único portador de un titán y fracasar en la misión, hasta oí a varios idiotas echarle completamente la culpa y eso lo puso peor.

Debo de protegerlo más.

-Tomó tiempo que se curaran mis heridas -. Hizo una mueca de dolor, causando que sonriera un poco, alejando cualquier pensamiento malo que saboteara esto - Pero al menos ya no tengo que usar esa venda en la cabeza.

Iba a hablar, pero las palabras no salían en absoluto formándose un nudo en mi garganta, costándome respirar con normalidad, pero tengo que hacerlo, ya pasaron días, debo de ayudarlo.

-L-lamento lo que está pasando, Eren -. Conseguí formular - Si hubiera podido estar contigo, al menos habría dado mi vida para que no te atrapara esa titán y p-pude haber hecho algo, incluso salvar o ayudar a los demás, salvar a P-Petra... - Mi voz falló, haciendo que dejara de hablar.

Eren me miró incrédulo y preocupado para acercarse y, así mismo, sentarse junto a mí.

-Esto no tiene que ver contigo Leah y entiendo lo que dices -. Suspiró - Me refiero a que tuviste suerte de no estar en ese momento junto a mí, porque sé que no soy capaz de poder protegerte como debería, incluso al escuadrón.

-No digas eso -. Lo corté, logrando tranquilizarme un poco - En verdad no es así, me has protegido varias veces, al igual que los demás.

-Es que no lo comprendes-. Fruncí mi entrecejo - Tú no eres los demás, ¿entiendes?

-¿Qué? ¿Qué tratas de decir? -. Acercó su mano a la mía, sujetándola.

-En todo este tiempo, desde que nos conocimos, vi algo en ti. Sentí algo extraño -. Sonrió solo observando nuestro agarre, desconcertándome más - Y cuando ocurrió lo de mi madre en aquel día, creí que estaba solo, aunque estuviera Armin y Mikasa junto a mí, sin embargo, contigo no.

-Eren...

-Te puedo asegurar que estoy completamente enamorado de ti y no me arrepiento de eso -. Soltó.

A decir verdad también sentía lo mismo, pero el único problema que veía era que esto podría resultar fatal con todo lo que estaba sucediendo, y aún más si no sé su destino ante el tribunal o si seguirá con vida al cabo de unos días, no podría ser capaz de ver algo así.

Volteó a verme clavando sus ojos en mí, esperando una respuesta.

-Tengo miedo -. Susurré, tomándolo desprevenido, incluso siendo extraño para mí sincerarme de esta manera con él - ¿Y si mañana no estamos? -. Hablé por fin, quitándome el nudo de la garganta.

-Entonces estemos hoy más que nunca -. Dijo decidido e inconscientemente sonreí, sintiéndome más segura.

Me animé a mirarlo a los ojos y sin importar nada lo acerqué a mí, besándolo. Sólo que esta vez era diferente, como si fuera un intento desesperado de que se quedara a mi lado para siempre, aunque sé que eso será imposible, pero no echaré a perder este momento con pensamientos negativos, así que disfruté cada segundo, dejándome llevar. Llevó una mano a mi mentón, acercándome más a él, por lo que levanté ambos brazos rodeando su cuello, pegándolo más a mí.

Nos separamos debido a la falta de aire, siendo lo único que se escuchaba en aquella habitación, algo demasiado tranquilo y que tanto necesitábamos. Pegó su frente a la mía aún con los ojos cerrados; mi respiración era agitada pero sonreí en consecuencia.

-En cualquier momento puede llegar el capitán -. Susurré – Además, te hace falta un baño -. Me separé de él agitando un poco su cabello, despeinándolo, a lo que este agachó su cabeza, demasiado apenado.

-Ni cómo negártelo -. Reí levemente.

-Ve y toma un baño. Te espero abajo -. Este asintió sonriendo de lado e hice lo mismo, me dirigí a la puerta saliendo de la habitación, permitiendo que pasara un rato solo con tal de que se tranquilizara.

Solté un suspiro cansado, comenzando a recorrer el pasillo que ya se hallaba levemente oscuro, perdiendo la noción del tiempo y en mi propia cabeza, para terminar en llegar a las escaleras, bajándolas. Las velas iluminaban tenuemente el primer piso, aunque fueran pocas a decir verdad, siendo una sensación extraña ya no oír voces o pasos cruzar las habitaciones. Ante eso, nuevamente volví a sentir una molestia en mi pecho, a lo que llevé una mano a este haciendo presión, intentando ignorarlo y seguir.

Abrí la puerta que daba al comedor principal, me desconcerté de ver que estaba completamente oscuro, pero eso no me detuvo, me adentré a este cerrando la puerta detrás mío. Cruzándome de brazos, caminé hacia una de las ventanas hasta detenerme, quedando perdida en el panorama, miraba el cielo ya nocturno con asombro, transmitiéndome una tranquilidad absoluta, con tal de no pensar en nada empecé a contar las estrellas que conseguía ver desde aquí.

-Aunque haya pasado el tiempo, no has cambiado en muchos aspectos -. Salté de mi lugar en cuanto vi cómo prendía una vela, iluminando su rostro y su voz era profunda, pero tranquila. Demasiado inusual.

Levi se hallaba sentado en una de las sillas cerca de mí, y ante esa repentina tranquilidad ni siquiera me di cuenta en qué momento entró, o si ya estaba aquí y no me percaté de eso. Dio un sorbo a su taza y el olor automáticamente vino a mí, reconociendo el aroma fuerte de la menta, su semblante reflejaba cansancio pero a la vez se le notaba tranquilo, no tan tenso a como me acostumbré, y no portaba el uniforme de la Legión, siendo ahora dos cosas inusuales.

-Capitán -. Solté, intentando disimular mi sorpresa de que me hablara con amabilidad y no con asco - No sabía que estaba aquí.

-De hecho llegué hace cinco minutos, no suelo prender todo ya que con la luz del día me es suficiente, pero te vi aquí a oscuras y decidí solo entrar y sentarme, en verdad necesitaba ese maldito té -. Dejó la taza en la mesa, levantándose con dificultad - Pero veo que estabas muy ocupada como para darte cuenta.

No dije nada, mientras que Levi se situaba a un lado mío, observando lo mismo que yo, pero de reojo notaba que su vista iba y venía, como si buscara algo en especial.

-¿A qué se refiere con que no he cambiado? -. Me animé a preguntar, regresando a ese panorama.

-Cuando no podía conseguir lo necesario para que comieras, comenzabas a llorar de hambre -. Dijo - Y nada podía tranquilizarte aunque tratara de hacer lo imposible por hacerlo. Hasta que en uno de esos días decidí mostrarte un lugar secreto -. Apenas lo mencionó, lo recordé fugazmente - Sólo era una pequeña abertura en la ciudad subterránea, pero te permitía ver el cielo... Y en ese momento dejaste de llorar. Desde ese entonces me pedías verlo y cada vez que podía te llevaba. Siempre mencionabas ver muchas estrellas, pero yo no veía ninguna, así lloviera o estuviera soleado, solo querías verlo.

De sólo recordarlo todo vino nuevamente de golpe, lo que pasó años atrás al igual que hace unos días en la misión fallida, así mismo, esos sentimientos y pensamientos de volverlo a ver después de tanto tiempo estando lejos de él. En verdad quiero estar con él, dejaría el mal inicio que tuvimos sólo si también pone de su parte.

Al final, solo quedamos nosotros.

-Lo lamento Levi -. Hablé decidida, e inmediatamente sentí su mirada en mí, sabiendo que se había cruzado de brazos - Lamento haberte dicho esa clase de cosas en un momento así, cuando sólo querías abrirme los ojos.

Este no respondió, pero se quedó en su lugar, esperando a que continuara.

-Y lamento lo que le pasó a tu escuadrón... A Petra -. Murmuré eso último, jugueteando con mis dedos de forma nerviosa.

Suspiró pesadamente.

-No tienes que disculparte. Yo lo tengo que hacer -. Volteé en su dirección, anonadada, observando su perfil serio - Debí habértelo dicho lo antes posible, en lugar de suponer cosas y guiarme por mis decisiones y sentimientos precipitados -. Nunca creí llegar a este momento, mucho menos ante su personalidad seca y fría, algo difícil de sobrellevar - También sobre mentir acerca de tu posición en mi escuadrón, lo hice porque no confiaba en el idiota de Jeager y no me podía arriesgar a que te hiciera daño -. Dejó una pausa, ahora mirándome directamente a los ojos – Y sobre lo del escuadrón, solo no lo menciones, por favor -. Inmediatamente asentí.

Supongo que ya está acostumbrado a vivir cosas así, por desgracia. Tendré que ser cautelosa con ello. Sin embargo y retomando a lo anterior, esta oportunidad que me está dando, que nos está dando, ha sido lo que más he estado esperando en toda mi vida.

No debo dejarlo solo.

¿Acaso esto es real?

-¿Qué haces? -. Cuestionó, frunciendo su ceño.

De manera inconsciente había llevado una mano a mi brazo, pellizcándome.

Esto no es un maldito sueño y ahora pensará que soy más idiota de lo normal.

-No n-nada... – Balbuce, agaché la cabeza sintiendo mi cara arder.

-Sin duda alguna sigues siendo una mocosa, al igual que Eren -. Murmuró, volviendo su atención a la ventana - Al menos sigues siendo tú -. Habló más para sí mismo que para mí.

¿A qué se referirá con eso?

-Y también lamento haberte dado un golpe en la cara -. Formulé, luego de unos momentos en silencio, mientras los dos veíamos la ventana.

-Lo mismo digo -. Respondió sin verme - Sabes provocar a las personas hasta sacarlas de sus casillas -. Inconscientemente sonreí – Eres un dolor de cabeza.

Quedamos así por varios minutos, pero estos eran diferentes a comparación de otras situaciones, se sentía demasiado tranquilo todo, sin tensión, sin hostilidad o frialdad, sólo éramos los dos conviviendo por primera vez.

-¿Están juntos? -. Salí de mis pensamientos ante su pregunta, desvié mi atención hacia su perfil aún serio.

-¿Qué?

-Tú y el mocoso titán, ¿están juntos? -. Cuestionó sin despegar la vista de la ventana.

-¿Por qué la pregunta? -. Comencé a sentir nerviosismo por todo mi cuerpo, y de forma inútil intenté hacerme más idiota de lo normal.

¿Acaso se puede más?

-No me creas idiota, Leah -. Soltó malhumorado – No sabes disimular cuando está frente a ti.

Sí, sí puedo serlo más.

-Y-yo no...

-Por la forma en cómo se miran es más que obvio para mí, sobre todo cuando ese mocoso no está contigo solo espera el momento de terminar para ir corriendo detrás de ti. Además, ese niño no sabe controlar sus emociones y mucho menos cuando se pone celoso. Es un fastidio.

-¿Qué? ¿Celoso? -. Pregunté extrañada – Eren no es celoso.

-No importa... Aún no respondes mi pregunta -. Apreté los labios, pensando en si hacerlo o no.

Ya es obvio Leah, negarlo solo lo pondrá más enojado y el enano enojado se convierte en un infierno.

-Lo estamos -. Dije, finalmente, sintiendo que mi cara ardía más de la cuenta, agradeciendo la oscuridad del comedor, exceptuando por la tenue luz de la Luna.

-Ya lo imaginaba, de todos los idiotas que existen te tuvo que gustar el que es capaz de transformarse en un titán... Estupendo -. Terminó de decir sonando demasiado sarcástico.

La tercera cosa inusual de esta noche.

-Eso no lo sabía hasta que tomaron la muralla -. Respondí en un intento de defensa ante lo indefendible - De hecho nadie -. Susurré eso último.

-¿Por cuánto tiempo más se tardará Erwin? Maldición, hasta parece que se está arreglando más que una mujer -. Soltó cambiando rotundamente de tema y, así mismo, dando media vuelta bajando ambos brazos.

Pero no le permití dar un paso más apenas y sujeté la manga de su playera, a lo que se quedó quieto.

-¿Qué? -. Se giró hacia mí, sin entender mi acción inusual.

¿En verdad haré esto?

Por supuesto.

Sin decirle nada y con los nervios de punta, me acerqué más a él, hasta abrazarlo completamente. Y de manera inconsciente sentí mis ojos cristalizarse por el llanto que quería salir, pero no me importó en absoluto, sólo quería disfrutar aquel momento de por fin haber encontrado a mi familia después de años, quitándome un peso de encima. Levi se quedó estático en su lugar sin saber qué hacer, y lo supe al sentirlo demasiado rígido. Pero a los segundos suspiró, se relajó y me rodeó torpemente, correspondiéndolo.

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