CAPÍTULO 28

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

SIETE AÑOS ATRÁS, SHINGANSHINA.

Con duda se acercó al estante, tomando la ropa limpia que yacía desde que llegó. No llevaba más de una hora encerrada en el baño, procesando lo que había sucedido. Se obligaba a recordar cómo consiguió estar hasta ese punto, pero eso se alejó en cuanto sentía dolor en todo su pequeño cuerpo, regresándola a la realidad.

Colocó con sumo cuidado el pantalón y la playera, siendo una talla más grande que ella, para luego dejar su cabello húmedo entre sus hombros, lista para salir.

Soltó un suspiro dirigiéndose a la puerta, tomó el picaporte para abrirla de par en par y frente a ella se topó con su mirada llena de asombro, causando que se incomodara inmediatamente. Armin al percatarse de eso, dejó de hacerlo, acercándose a ella.

-No te ves mal -. Se apresuró a decir - Es lo más pequeño que tengo. Mi abuelo saldrá en estos días para conseguirte ropa adecuada -. Leah levantó un poco la mirada chocando con la del rubio, relajándose levemente - Me pidió que saliera para comprar alimentos, ¿quieres venir conmigo? Bueno... En parte no puedo dejarte sola aquí -. Rascó su nuca con nerviosismo.

Leah asintió no muy convencida, a lo que Armin sonrió de par en par y ambos emprendieron hacia afuera.

Caminaba detrás de él con ojos desorbitados observando todo, asombrada, creyendo que se tratase de un sueño hecho realidad para ella. Se perdía al levantar la vista mirando el cielo como si fuera la primera vez y, así mismo, las grandes infraestructuras que rodeaban todo su entorno. Armin se detuvo en uno de los puestos comenzando a pedir lo necesario, a lo que Leah seguía sumergida en su alrededor, varias personas pasaron a su lado, mirándola con extrañeza.

¿Por qué lo hacen? Pensó.

Pero algo más llamó su atención, lejos de donde se hallaba visualizó un puesto con colores llamativos, e inmediatamente sus pies fueron hacia ese lugar, llena de curiosidad. Sin embargo, Armin no se percató de ello. Leah se detuvo boquiabierta al mirar una pulsera con colores brillantes y piedras relucientes, perdiéndose en estas, logrando obtener un recuerdo vago, no obstante, dejó eso de lado acercándose más, sintiendo la necesidad de tocarla con sus propias manos con tal de comprobar que era real y no estaba soñando.

-Mira qué tenemos aquí -. Sintió que la tomaban de la muñeca con brusquedad, e inmediatamente la molestia hizo presencia, quejándose.

Volteó enseguida topándose con tres chicos algo mayores que ella rodearla, dejándola sin escapatoria. Por sus aspectos deducía que no tenían nada de educación y mucho menos buenas intenciones, algo que inmediatamente la hizo temblar de miedo.

-¿Es una niña? -. Preguntó uno de ellos, mientras que Leah intentaba zafarse, sin tener éxito alguno.

-Claro que no, si lo fuera, no estaría usando esa ropa tan horrible o siquiera tener ese aspecto desagradable -. Ambos soltaron una risotada llena de burla, mientras que el tercero la acercó más a él al alzar su brazo, mirándola de pies a cabeza.

-¿Qué es lo que pretendes hacer? ¿Acaso ibas a robar eso? -. Leah negó rápidamente, tragando en seco sabiendo que su voz se quedó trabada en su garganta - ¡No mientas! -. Elevó la voz, causando que cerrara los ojos.

-N-no... – Consiguió decir, casi inaudible.

-Ya veo... - Continuó - Es probable que hayas robado todo eso que traes puesto, para ser una niña eres bastante idiota o peor -. Aumentó su agarre en ella, provocando que sus ojos se cristalizaran y le ardiera la piel - Eres una maldita rata.

-S-suéltame -. Susurró, intentando zafarse, incluso poniendo una mano en el pecho del chico en un intento de empujarlo.

-¿Acaso vas a llorar? -. Habló burlón - ¿Tú mami no vendrá a defenderte? ¿O ni siquiera tienes eso? -. Un sollozo escapó de su boca de sólo escuchar lo último - ¡Llora lo que quieras! ¡Estás sola después de todo! -. Sin su consentimiento, las lágrimas no tardaron en recorrer su rostro.

-¡Mira, ya está llorando! -. Señaló otro de ellos e inmediatamente agachó la cabeza, tratando de no ser vista.

-¡Déjame ver! -. Con su mano libre, la sujetó con fuerza de la quijada, obligándola a levantar el rostro, siendo más lágrimas las que caían.

-D-déjame...

-¿Qué dijiste? No te escucho, maldita rata -. La había acercado a su oído, solo pudiendo sollozar y no defenderse como habría querido, pero causó que los tres volvieran a reír con más ganas.

-¡Oye, déjala en paz! -. Pasos rápidos se aproximaron a ellos y vio cómo otra silueta soltó un puñetazo directo en el rostro del chico, provocando que la soltara.

Quedó estupefacta, casi cayéndose hacia atrás pero logró mantenerse equilibrada, observaba cómo este lo golpeaba varias veces frente a ella y así mismo, recibía los golpes del otro. A pesar de recibirlos, el chico no se daba por vencido y golpeaba con más fuerza que antes, aturdiendo a su agresor.

-¡Mikasa viene con él! -. Dijo el otro con miedo - ¡Es inútil, vámonos! -. Los otros dos salieron corriendo, mientras que el tercero miró por detrás de los hombros de Leah y terminó por empujar al chico eufórico que se hallaba encima de él, tomándolo como ventaja que se haya aturdido para empezar a correr, despavorido.

-¡Son unos cobardes! -. Gritó el chico con cólera y respiración agitada, logrando recuperarse, a regañadientes se acomodaba y sacudía su propia ropa, ocultando los pequeños golpes que se iban formando en sus brazos, aunque no le tomó importancia.

-¡Eren! -. Oyó otra voz, llegando al lado de él - ¿Por qué hiciste eso? -. Reclamó, tomándose el tiempo de echarle un vistazo a su aspecto, pero era la primera vez en que no terminaba completamente golpeado a como ya se había acostumbrado.

Eren no respondió, en cambio giró sobre su eje para posar sus ojos sobre los de Leah, quedando varios segundos en silencio, a lo que se limpió el llanto con la manga de la playera y así mismo ocultó las marcas rojizas que le dejó el chico en su muñeca, siendo también vistas por el mismo Eren, quien inmediatamente se preocupó. Con duda dio dos pasos hacia ella.

-¿Te hicieron daño? -. Sollozó un poco, intentaba controlar las ganas de llorar peor que antes, sobre todo por los comentarios despectivos de los tres chicos.

E inconscientemente, en su interior sabía que algo le faltaba en ese momento, por lo que su mirada borrosa buscaba en todas direcciones su silueta, sin embargo, solo buscaba un fantasma que tanto necesitaba en su vida. Alguien quien para ella nunca existió. Pero prácticamente se encontraba en una ciudad lejos de ella, tratando de olvidar su existencia.

Alguien quien no permitía que le hicieran tales cosas.

Pero ¿quién?

Mikasa vio lo mismo que él, llegando al lado de Leah, a pesar de no conocerla, ambos se preocuparon por su reacción y su estado, incluso considerando pedir ayuda.

-¿Es la ropa de Armin? -. Echó un vistazo rápido hablando en un murmullo hacia Eren, que desgraciadamente fue escuchado por Leah, causando que se sintiera más intimidada.

¿Lo conocen? Pensó.

-Tal vez -. Dijo Eren - ¿Estás con él? ¿Cuál es tu nombre? -. Pero antes de siquiera realizar otra pregunta, Leah se fue corriendo en dirección contraria a la de ellos, temiendo en que la acusaran nuevamente.

O que le hicieran daño.

-¡O-oye...! – No continuó en cuanto se alejó más rápido de ellos - ¡¿A dónde vas?!

-Eren, espera -. Sujetó el brazo del chico apenas vio que tenía intenciones de ir tras ella - No sabemos con exactitud si es la ropa de Armin o no.

-Aun así -. Se soltó de su agarre, mirándola - Está lastimada, pudimos haberla ayudado... - Fue interrumpido al ver la silueta de Armin llegar a ellos, con respiración agitada.

Colocó ambas manos sobre sus rodillas, daba bocanadas de aire y el sudor ya adornaba su rostro pálido por la preocupación, para mirar a ambos.

-¿Armin?

-U-ustedes... - Se reincorporó sin poder hablar bien, sintiendo el pánico invadirlo - ¡¿Ustedes han visto a una niña pasar por aquí?! -. Soltó finalmente, eufórico - ¡Trae puesta mi ropa!

-Entonces sí es tuya -. Confirmó Eren, sorprendido, provocando que el rubio lo mirara inmediatamente, esperanzado.

-¡¿La vieron?!

-Sí, se fue por esa dirección -. Mikasa señaló - Los tres de siempre la molestaron y Eren tuvo que intervenir -. El rubio se preocupó cada vez más, y eso porque, para su desgracia, ya sabía cómo eran aquellos chicos, y si es lo que piensa, deberá encontrarla lo más pronto posible - ¿Te acompañamos?

-¡No, así está bien! -. La cortó comenzando a correr - ¡Gracias! -. Sin esperar su respuesta se alejó, perdiéndose de su vista.

Sin embargo, Eren tenía la necesidad de ir tras él para ayudar a buscarla, pero no pudo hacerlo debido a que Mikasa lo agarró del brazo, jalándolo, ya que su madre les había encargado algo para ese día y si tardaban, recibiría otro sermón. Y sin más, desvió la mirada, continuando con su aburrido día.

Por otro lado, el tiempo transcurría cada vez más lento, siendo algo eterno para el rubio de no encontrar indicios de Leah en alguna parte. Su garganta se secaba y el cansancio predominaba en él, debido a que no disminuyó en algún momento su andar, hasta toparse con el canal de agua perteneciente al distrito. Ya había ido de puesto en puesto preguntando, de calle en calle y en ningún lado la veía, siendo el canal de agua la última opción de su búsqueda.

Finalmente se detuvo, respiraba con irregularidad, sintiendo que sus manos sudaban en consecuencia y la saliva no pasaba por su garganta, siendo doloroso hablar.

-¿Dónde estás? -. Susurró para sí mismo.

Un pequeño sollozo hizo que volteara enseguida hacia la parte baja de las escaleras, topándose con su silueta hecha un ovillo, temblaba un poco y sus manos estaban blancas debido al esfuerzo que hacía por abrazarse a sí misma. Armin comenzó a acercarse a ella, sin que aún se percatara de su presencia.

-¿Leah? -. Su voz sonó dudosa, finalmente dejando la sequía que tenía su garganta, armándose de valor dio dos pasos más.

Esta levantó la cabeza con rapidez, notó sus ojos cristalinos e hinchados causados por el llanto, sabiendo que esos chicos eran capaces de hacer eso y más, y por desgracia no pudo evitarlo. Armin se puso de cuclillas frente a ella, a lo que limpió torpemente las lágrimas, seguido de sorber su nariz.

-¿Qué ocurrió? -. Como era de esperarse, no respondió continuando su llanto en silencio, obligando al rubio a que se sentara a un lado, dejando un poco de distancia entre ambos - Bueno... Lo que sea que hayan dicho, no es verdad -. Miraba sus propias manos, pensando qué otra cosa decir, hasta que alguien llegó a su cabeza - Supe que Eren y Mikasa intervinieron y créeme que eso me alegra, ya que ellos son valientes como para enfrentarlos... ¿Quieres conocerlos? -. Leah volteó, mirándolo unos segundos, seguido de asentir - Bien... De todos modos lo ibas a hacer el día de mañana cuando vayamos a la casa del doctor Jeager, Eren es su hijo. Se llevarán bien.

Ambos quedaron en silencio por un largo rato, sin agregar algo más. Mientras que en la cabeza de Leah sólo se repetía las palabras de aquel chico, sintiendo algo desgarrador en su interior.

¿Acaso su madre la abandonó?

¿O siquiera tiene una?

¿En verdad tiene familia?

-Tenemos que irnos -. Se levantó de su lugar - Mi abuelo no tardará en regresar y se preocupará demasiado si no nos encuentra -. Extendió su mano hacia ella - Vamos a casa, Leah. Todo está bien.

Dejó esos pensamientos de lado al oírlo, quedando impactada por las palabras de Armin e inconscientemente sintió esperanza de aquello, y aún más de poder conocer a personas que fueron capaces de defenderla sin siquiera conocerla. Finalmente sintiendo la cercanía que tanto necesitaba y añoraba. Tomó su mano levantándose, a lo que Armin sonrió de lado. Leah sin dudarlo se acercó más a él, abrazándolo, causó que se quedara rígido debido a la sorpresa, de forma inevitable sintió su cara arder, ya que era la primera vez que alguien lo abrazaba de esa manera, aun así lo correspondió, regresando en sí.

-Ya no estás sola.

▪︎▪︎▪︎

ACTUALMENTE.

LEAH.

Abrí levemente los ojos, regresando en sí, para ver el cielo tornándose anaranjado y un poco cegador, indicándome que estaba pronto a anochecer. Comencé a mover mis dedos sintiendo hormiguear estos, recobraba cada cosa que pudiera sentir, y por desgracia, ninguna sensación fue agradable, fue todo lo contrario, mi boca estaba seca al igual que mi garganta, me dolía la cabeza y para acabarla solo percibía el ardor en toda mi espalda, y mi pecho era cubierto por la tela de una capa, causando que todo viniera de golpe. Recordaba cada cosa que sucedió hasta llegar a este punto, en este estado tan...

Inservible.

Llevé rápidamente una mano al suelo, empezando a enderezarme con dificultad yendo de poco en poco, causó que un quejido de dolor se escapara de mi boca.

-No puede ser, Leah -. Escuché pasos acercarse a mí, tomaron mis brazos con cuidado ayudándome, hasta lograr sentarme, siendo una tarea tan simple pero demasiado difícil en estos momentos - Espera.

Levanté la mirada hacia él, tenía los ojos fijos de Armin en mí, en cambio yo me percaté de que tenía varios raspones en su rostro, se le veía cansado y uno que otro rasguño acompañado con tierra yacía en su frente y pómulo. Siendo también su uniforme cubierto por lo mismo, preguntándome:

¿Qué había sucedido?

-¿Armin? -. Mi voz sonó ronca, e inmediatamente carraspeé, aunque de solo hacerlo me dolió la maldita cabeza.

-No hables -. Pidió en tono sereno - Estás bien, no tienes que preocuparte -. Desvió sus ojos hacia abajo, y a los segundos noté que se sonrojaba notoriamente, giró su cabeza hacia otro lado viéndose nervioso – B-bueno... Primero... E-eh... - Fruncí el entrecejo sin entender, a lo que este hizo una seña.

Bajé la cabeza dándome cuenta de que la capa de la Legión se había caído, dejando al descubierto mi torso, que era solamente tapado por una venda, e inmediatamente la tomé, colocándomela en el mismo lugar, también sintiendo vergüenza de no haberme dado cuenta antes. Debo de poner más atención, sin embargo, más preguntas vinieron a mí.

¿Qué había pasado?

¿Por qué llegué a este estado?

-¿Armin? -. Logré decir, dejando atrás ese percance - ¿Qué sucedió? ¿Dónde está Levi? ¿O Eren? -. Dejó de mirarme, mientras que su semblante cambió drásticamente, siendo ahora uno demasiado triste y serio, algo demasiado inusual en él.

-Bertholdt... – Se calló enseguida, como si se reprochara a sí mismo de haber pronunciado eso - Bueno, el Titán Colosal le cayó encima a Eren y ambos lograron capturarlo, llevándose también a Ymir. El vapor del impacto dejó a la mayoría con graves heridas... Al igual que el capitán.

-¿Q-qué?

-No se apartó en ningún momento de ti, y cuando sucedió eso, su cuerpo evitó que te hicieran daño. Milagrosamente no pasó a mayores y sólo fue una molestia, hasta que lo llamaron para continuar su trabajo, se fue desde hace una hora.

Algo en mi interior habría sentido emoción de oír aquello, más al saber que sí le importaba a Levi como para ser capaz de protegerme, sin embargo, no me sentía así. Todo fue tan contrario, simplemente era percibir tanta culpabilidad, el hecho de que se haya arriesgado de esa manera a pesar de su condición, que haya considerado dar su vida por mí y yo no pude darle lo mismo, incluso más, me hacía sentir más idiota e inútil. Como si eso le diera más poder a las palabras que dijo Eren.

¿Por qué no puedo olvidarlo?

Tal vez porque sea cierto.

-¿Estás bien? -. Sentí que Armin ponía una mano sobre la mía, regresándome a la realidad.

-Estoy bien, no es nada, solo trato de procesar todo lo que ha ocurrido -. Asintió no muy convencido, alejando su agarre de mí - ¿Cuánto tiempo pasó?

-Cinco horas, desgraciadamente. Y aun estamos esperando órdenes para ver su rescate lo antes posible, pero ya llegaron varias unidades a ayudar a los heridos y a traer abastecimientos -. Me abracé con cuidado, ignorando un poco el dolor de las heridas, agachando la cabeza, sin ver nada en específico.

Pero mi cabeza hacía cada vez más ruido de lo que me gustaría, llegando a una triste y decepcionante conclusión:

Eren y Levi pagaron por mi estupidez.

Por no ser suficiente.

-¡Leah! -. Oí la voz de Mikasa, quien ya venía hacia mí, se puso de cuclillas frente a mí hallándose junto a Armin, su mirada preocupada iba y venía, comprobando que todo en mí estuviera en orden - ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo?

-Estoy bien, muchas gracias -. Murmuré en tono bajo, estando ya más desanimada que antes, causé que Mikasa soltara un suspiro cansado, sabiendo cómo luego me ponía aún cuando compartíamos dormitorios juntas, entendió que solo podía acompañarme y que nada de lo que pudieran decir me podría ayudar como quisieran. A lo que volteó a un lado para mirar a Armin.

-La mayoría del equipamiento está abajo, sólo falta que bajen algunos subordinados para irnos -. Este asintió, y ante esa información la miré enseguida, pero sus ojos solo me transmitieron tristeza, ya que siempre nos acompañábamos en momentos bajos o difíciles, no obstante, esta vez supongo que no será así.

-¿Se irán? -. Mi voz sonó temerosa, algo que no esperaba, incluso los tomé desprevenidos. Ambos me miraron sin gesticular palabra alguna, dudando en si decirme o no.

-Sí. El resto de la Legión, al igual que una parte de las Tropas de Guarnición vendrán con nosotros para rescatar a Eren -. Contestó alguien más a mis espaldas, a lo que volteé encontrándome con Hannes - Vaya, me alegro de que sigas en una pieza Leah -. Me sonrió de lado, demostrando preocupación y alivio, se agachó un poco despeinando mi cabello unos segundos, hasta que regresó a su anterior posición y miró a Armin y a Mikasa - Apresúrense, no tenemos mucho tiempo.

Mikasa me miró unos momentos, transmitiendo lo apenada y triste que está, por lo que solo asentí entendiendo y se levantó, alejándose de nosotros, al igual que Hannes, mientras que Armin seguía en su lugar.

-Iré con ustedes -. Hablé decidida, empezando a levantarme con más voluntad que antes aunque mi cuerpo no cooperara.

-No -. Me cortó abruptamente, tomándome desprevenida, más ante la seriedad que me transmitía su mirada, siendo de las pocas veces en las que me miraba así - Estás herida y no puedes moverte mucho. Sólo irías a que te maten y no puedo permitir eso.

Cerré los ojos unos momentos, guardando silencio desde mi lugar.

Supongo que tiene razón.

-Está bien -. Susurré rendida - ¿Tienes agua? Siento que mi garganta está quemando -. Asintió reincorporándose, para ir del lado contrario a donde me encontraba.

Pero no es momento para obedecerlo.

Vi que desaparecía de mi vista, mientras que los demás cadetes iban y venían preparándose. En uno de los estantes listos para bajar, noté que había equipos de maniobras, a lo que di un último vistazo por donde se había ido Armin y decidida me levanté lo más rápido que pude, soltando maldiciones de paso, yendo hacia allí. Procuraba no levantar la cabeza, estando más atenta por donde pisaba con tal de no caerme y no perder el equilibrio, hasta finalmente llegar.

Tomé el primer equipo que estuvo frente a mí, colocándomelo en la cintura para abrochar lo restante, ajustándolo. Pero no fue hasta que sentí una mano posarse en mi hombro izquierdo, causó que saltara de mi lugar, volteando inmediatamente, no tardando en encontrarme con ese par de ojos intimidantes que fueron capaces de hacerme flaquear.

Maldición, de todos, ¿por qué él?

-Comandante Erwin -. Mis ojos se abrieron notoriamente, debido a la sorpresa y a la nula posibilidad de encontrarme con todos menos con él.

Su mirada azulada y seria provocó que mis piernas temblaran gracias al nerviosismo, me tensé enseguida y tragué en seco.

-¿Qué es lo que pretende hacer, cadete Grant? -. Cuestionó dando un vistazo al equipo y mi aspecto en general, pero solo hizo que me avergonzara más - Ese equipo será utilizado para los demás subordinados, y usted no está en condiciones para ir -. Recalcó eso último.

-Lo sé, comandante -. Me apresuré a decir, para ver unos segundos sobre su hombro cómo Armin regresaba con el agua, buscándome con la mirada, hasta toparse con la mía, e inmediatamente se alarmó de ver a Erwin - Pero puedo ser de gran ayuda, más después de los sucedido -. Agregué, mirándolo – Ahora entiendo a lo que se refería ese día antes de ir con la tropa ciento cuatro, pasaron cosas que no puedo explicar y necesito preguntarle a Ymir, probablemente ella sepa qué sea. Sé quién es el verdadero enem-...

-Al igual que todos -. Me cortó - Agradezco su voluntad, pero la respuesta es no. Iremos por Eren, ese es un hecho, así que no dudo que tengamos posibilidades de traer a la cadete Ymir con nosotros, y cuando sea así, le otorgaré el permiso para hablar con ella -. Quedé desconcertada, mientras que Erwin quitó su mano de mí, con intención de irse, dando por finalizada la conversación.

Sin embargo, puedo dar más, sé que puedo dar más.

-Pero, comandante Erwin... – De forma inconsciente y sin controlar, me sentía desesperada, sé que aún puedo dar lo mejor de mí - Puedo ir a rescatar a Eren, al igual que los demás y... - Comencé a decir.

-No.

-P-pero...

-¡Es una orden! -. Elevó la voz, llamando la atención de algunos cadetes que iban pasando - Te quedarás aquí al igual que todos los demás cadetes heridos. Y lo repetiré, no tienes la condición de venir. Tuviste la oportunidad de ser precavida con los enemigos, sin embargo, no fue lo suficiente como para evitarlo, dudaste, pero sé que no lo harás después, sin embargo, será en otra ocasión. Ayudarás más quedándote aquí -. Terminó de decir, dando media vuelta, yéndose.

Quedé pasmada en mi lugar procesando lo que dijo, pero solo veía cómo su silueta se iba alejando cada vez más de mí, provocando que me sintiera patética y más inútil. Pero después de lo que dijo era un hecho.

No hice lo suficiente.

-Leah... – Escuché la voz dudosa y cercana de Armin, mientras que Mikasa llegaba a mi lado, ambos teniendo el mismo semblante hacia mí - Nosotros iremos por Eren. Tienes que quedarte aquí, no podemos arriesgarnos a perderte.

Sé que lo decía porque tiene miedo de que ocurriera tal cosa, pero no me sentía de esa manera, y lo entendí cuando ambos solo me miraban con lástima, como si no fuera capaz de sobrevivir a lo siguiente, o si simplemente no fuera lo suficiente para estar en este lugar y portar este uniforme.

Al final de cuentas, no era nada ni nadie.

Y esas simples palabras consiguieron derrumbarme por completo.

-Haremos lo imposible por traerlo de vuelta, te lo puedo asegurar -. Dijo Mikasa dándome un pequeño apretón en el hombro, no obstante, no pude ni verla, solo teniendo la cabeza gacha, a lo que sentí que se acercaba y me abrazaba con cuidado de no lastimarme, traté de corresponderlo, durando así unos segundos, y solo se fue utilizando su equipo tridimensional, desapareciendo de mi vista.

Y quedamos él y yo, frente a frente, no obstante, tampoco podía verlo, me sentía tan...

Tan...

N-no lo sé.

No logro entender qué es lo que siento.

-Odio decirte esto -. Armin dirigió una de sus manos a la mía, sujetándola delicadamente - Pero no hay garantía de que volvamos... Tanto Mikasa o yo, e incluso Eren -. Mordí mi labio inferior, sintiendo que las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos - Haremos lo necesario para volver... Pero si no lo hacemos, sólo recuerda que no estás sola... Y no eres lo que piensan.

Clavé mis ojos en los suyos, sin entender con claridad a qué vino eso.

-Al final, lo que importa es tu opinión y no la de los demás, y si crees que haces lo correcto sin lastimar a otros, estás en todo tu derecho de sentirte suficiente con tus propios actos. Todo depende de lo que creas y piensas.

-A-Armin... - Balbuce al tener un nudo en mi garganta, intentando captar bien lo que me acababa de mencionar – Y-yo...

-Tranquila -. Se apresuró a decir, levantando levemente la comisura de su boca, sonriendo con tal de tranquilizarme - Sé que encontraste a tu familia y me habría encantado escuchar tu historia y en serio espero poder hacerlo, pero ahora no es el momento -. Soltó mi mano para limpiar una lágrima silenciosa que recorría mi pómulo – Adiós, Leah.

Y sin más preámbulos tanto él, la Legión de Exploración y las Tropas de Guarnición comenzaron a moverse a paso veloz, alejándose cada vez más de mí. Perdí la noción del tiempo viendo cómo sus siluetas apenas eran visibles y las señales de humo se dispersaban, distorsionándose en un cielo que pronto estaba en oscurecer.

Y sólo miré.

Simplemente me permitieron hacer eso, y vaya que lo odiaba.

Llevé una mano al cinturón apretando el pequeño botón, causé que el equipamiento cayera al suelo en un golpe seco, dejando de sentir el peso de este en mi cuerpo. Di varios pasos llegando al final de la muralla, para sentarme en esta, dejando mis pies al aire.

La brisa fría me golpeó por completo haciéndome temblar, comencé a toser levemente sintiendo una opresión en el pecho, dirigí mi mano a este presionando con tal de calmarme un poco, estando así por varios minutos que fueron una eternidad, hasta finalmente tranquilizarme. Y en el transcurso de esos momentos no pude, sin más dejé que las lágrimas salieran en grandes cantidades, mojando en consecuencia la capa que traía puesta. La miré con atención, dándome cuenta de que le pertenecía a Levi.

Hasta eso me dio, maldición.

Ni siquiera pude agradecerle, mucho menos mantenerla limpia.

Carajo.

-Lo siento -. Dije casi inaudible, prácticamente a la nada.

O eso creía.

-Oye, no te disculpes -. Se sentó junto a mí, tomándome desprevenida, a lo que traté de limpiar mi cara en un intento de aparentar no haber estado llorando, aunque ya me sentía hinchada por hacerlo - No hiciste nada malo -. Me extendió algo frente a mí - Vi que Armin pidió esto con urgencia y te oí toser, me imaginé que era para ti. Lo necesitas -. Lo tomé para dar un sorbo - ¿Mejor?

Asentí levemente, suspirando.

-Gracias, sargento.

-Oh vamos, dime Hange en estas circunstancias -. Habló con cierta diversión en su voz - ¿Se puede saber por qué estás llorando? -. Agaché la cabeza, teniendo toda mi atención a lo que tenía enfrente, siendo kilómetros y kilómetros de pasto y árboles, algo que siempre me tranquilizaba mirar, pero en este momento no lo conseguía del todo.

-Fue mi culpa -. Me animé en decir, ya que, hasta donde sé, ella no es capaz de convertirse en titán y mucho menos traicionarnos, en parte, lo necesitaba - Creí que si tomaba una decisión por mi cuenta, podría no causarle problemas a las personas que me importan y fue todo lo contrario -. Junté ambas manos, mirándolas - Bertholdt me ofreció ser feliz sin importar lo que pase y sólo provoqué que capturaran a Eren, que el capitán Levi estuviera involucrado y es probable que no vuelva a ver a mis amigos. Y con lo que dijo el comandante Erwin tal vez tenga razón, al igual que las demás personas que me lo han dicho, no soy suficiente en lo que hago... Tampoco soy feliz.

Dejé de hablar, tratando de recobrar la respiración, pudiendo decirlo en voz alta y aceptándolo, mientras que escuché a Hange suspirar con pesadez.

-¿Por qué creíste no ser feliz o no ser suficiente? -. Fruncí el entrecejo, sin animarme a verla - Es decir, no todos los días te enteras de que tienes una familia o amigos que están dispuestos a morir por ti... E incluso ser correspondida por alguien que amas -. Volteé hacia ella prestando atención - Mira, sé que probablemente esto sea nuevo para ti, pero también tarde o temprano tienes que ser orillada a tomar una decisión importante por tu cuenta, si lo que tomaste causó problemas, simplemente aprendes de ello para mejorar y poder tomar la siguiente decisión sin dudarlo, o sólo vas a fracasar en las otras decisiones a futuro -. Habló fluidamente - Eso lo aprendí con sólo mirar a tu hermano -. Dejó una pausa, ahora también mirando hacia enfrente – Y con lo de sentirte insuficiente es parte de la vida, pero lo es todo el tiempo si solo te dejas influir por lo que dicen los demás y no por lo que tú piensas. Al final, tienes que confiar en tus capacidades y lo que te motiva en hacerlas.

-¿Y cómo sé si es suficiente? -. Sonrió de lado.

-No lo sabes, sólo lo sientes -. Volvió a mirarme, siendo algo demasiado diferente a lo que ya estaba acostumbrada, consiguió transmitirme seguridad y aprecio - Pero lo importante es... ¿Qué decisión tomarás ahora?

Dirigí mi mirada hacia enfrente, aún sin responder. Solo pensaba en sus palabras, al igual que las de Armin, entendiendo su punto y a la vez considerándolo, siendo el mismo sentimiento que con todo lo demás.

-Siempre creí que estaba sola en este lugar, pero nunca me di cuenta de que tenía a personas preocupándose por mi bienestar, sin compartir la misma sangre, hasta volver a toparme con Levi -. Dije - Tanto Armin como Eren y Mikasa... Ellos estuvieron ahí cuando los necesitaba, ellos son mi familia -. Noté cómo sonreía de lado - Y sé que Levi le cuesta un poco acostumbrarse a tener una familia de nuevo, pero eso no importa. Me encargaré de serlo para ellos y para mí. Y sé que en algún momento volveré a sentirme suficiente, porque sé que si hago cosas por ellos, es más que suficiente para mí, supongo que es mi propósito aquí.

Un glorioso propósito.

-De eso estoy hablando -. Tomó unos momentos mi mano, dándome un apretón - Sin duda alguna, tanto él como tú son polos opuestos. Tu hermano es demasiado frío y tosco, pero tú eres cálida y amable. También tu propósito es no cambiar eso, ¿entiendes? -. Asentí – Bien, ahora toma una decisión, si quedarte aquí o ir a ayudarlos, al final depende de ti, como siempre ha sido.

Justo ahora lo que necesitaba era recalcarme el hecho de que sí puedo hacer cosas para bien, y una de esas es ayudarlos.

Se soltó de mi agarre, me levanté con dificultad, observando esos cientos de kilómetros frente a mí.

Que no dudaré en recorrer.

-Iré a ayudarlos -. Hablé decidida, yendo por el equipo de maniobras, me lo coloqué nuevamente, seguido de acercarme a Hange – Gracias, sargento.

-En estos casos dime Hange -. Recalcó – Y no hay de qué -. Contestó - Moblit saldrá en unos minutos a la aldea donde vieron al titán anormal, sus caballos están bajo nosotros, así que apresúrate antes de que se vayan. La Legión fue al bosque de árboles gigantes, tienes tiempo suficiente -. Asentí realizando un nudo a la capa, de forma en que me cubría la mayoría del torso y no se moviera de su lugar - Y es probable que el comandante Erwin y el capitán Levi me odien por alentarte a desobedecer órdenes, incluso Eren, es demasiado protector tratándose de ti -. Hizo una mueca.

-No lo harán.

-¿Por qué?

-Porque es mi decisión -. Dije finalmente para utilizar el equipo tridimensional, bajé a cierta velocidad de la muralla, consiguiendo subir ese humor que me había colapsado.

Divisé a lo lejos los caballos que había mencionado Hange, a lo que aterricé torpemente en el asfalto, llegando junto a ellos. Puse un pie en el soporte subiendo la silla, causando que soltara un quejido de dolor por la herida predominante en mi espalda, pero eso ni siquiera me detuvo.

Tengo que hacerlo, por ellos.

Por mí.

-¡Oye! -. Sin más preámbulos tomé los rieles, comenzando a avanzar a gran velocidad - ¡Regresa aquí! -. Escuchaba sus gritos a lo lejos.

Pero sólo tenía enmente las palabras de Hange.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro