Epílogo

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     Después del discurso, la nave partió del planeta. Cleodata personalmente se encargó de recompensar a aquellos jóvenes de spark rota con fuertes abrazos y suaves palabras de consuelo, con la autorización de Megatron por supuesto. Con leales como ellos, más un gesto cariñoso por parte de la líder, transformarían la lealtad en amor y ese amor en sacrificio. Una excelente estrategia por parte de la femme que Megatron aceptó a regañadientes, ya que él necesitaría esos sacrificios en un futuro.

     Los líderes Decepticons le encargaron el cuidado del planeta a su científico Shockwave, quien no ha perdido el tiempo en crear nuevos experimentos ahora que no tiene que trabajar para alguien más. Entre ellos se encuentra su nuevo proyecto: Crystal.

     Después del funeral de Sentinel Prime, donde nombré oficialmente a Optimus Prime un Prime, él recurrió a mí de regreso junto con todos los Autobots con un pensamiento que le inquietaba. Yo seguía en el Salón de Registros, encargándome de cuidar hasta donde la guerra me lo permitía los tesoros que yacen aquí escondidos.

     Optimus Prime escuchó mi consejo. Le dije que, si tanto le inquietaba los planes futuros de Megatron, que iniciara la búsqueda de la Matrix del Liderazgo que yace en el centro mismo de Cybertron. Él se fue, llevándose consigo a Bumblebee y el volador Jetfire. Y antes de irse, dejó a cargo de la superficie a Cliffjumper con Ultra Magnus y su escuadrón de Wreckers.

     Empiezo a leer la siguiente página. Dice que Megatron no podía estar más contento ahora que, pese a eones de guerra, finalmente consiguió lo que se propuso. Y la situación mejoraría ahora que Cleodata le tenía una maravillosa noticia.

     Iba a seguir leyendo lo que dice el Pacto de Primus hasta que la pequeña Cleodata se asoma por la puerta mientras se restregaba un ojo, demostrando su sueño.

     —¿Me cuentas una historia? —me preguntó con un bostezo.

     Pero por supuesto, ya era hora de su cuento nocturno. Cerré el libro sin ver en qué página quedé y me levanté para ir con ella. Lo habitual es que le cuento una historia sobre mis hermanos para acompañarla hasta que se duerma, puesto a que ella no le gusta dormir sola.

     La acuesto en la litera y se acomoda en lo que yo busco con los brazos hacia atrás mi asiento a lado de su litera.

     —¿Qué historia te gustaría escuchar esta vez? —le pregunto sentándome.

     —No me has contado la historia sobre Solus Prime.

      —Solus Prime . . . Buena elección —dije acomodando mi cuerpo hacia atrás.

     Miro hacia arriba buscando entre mis recuerdos, y cuando los encuentro, comenzó con su historia.


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El comienzo de la guerra que se avecinaba.

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