Página #22

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     El discurso de Megatron, resonando entre el humo y el caos de la guerra, hacía a los Decepticons enloquecer por agruparse a los Autobots. La batalla, que tan recientemente se había vuelto a favor de los Autobots, se volvió de nuevo parejo. Pequeños grupos de Autobots y Decepticons peleaban en puntos muertos alrededor de los bordes del cráter, mientras que Megatron no perdía el tiempo y fue directo hacia Omega Supreme.

     Optimus Prime se volvió a ver a Megatron justo al momento para presenciar que, cuando Megatron dijo que con cada muerte ellos tendrían más energon oscuro, lo decía en serio. Omega Supreme pisaba y aplastaba a todo gladiador que estuviera en su camino. Megatron escalaba por una pierna del gigante, y debajo de él un remolino de energon oscuro (que salió de los cuerpos que Omega Supreme aplastó) subía hasta donde se encontraba Megatron, que lo inhaló con un suspiro. —Ahh —dijo él hacia Omega Supreme—. Tú, guardián, nunca conocerás el placer.

     El gladiador siguió escalando hasta enterrar su espada en la espalda del gigante. Por reflejo, este golpeó a Megatron con un brazo mientras que abría la boca de dolor, sin emitir ningún sonido. Megatron cayó desde lo alto de su espalda hasta el profundo centro del cráter. Una gran neblina de polvo se alzó por el impacto, cegando a todos los que peleaban dentro de este.

     Megatron no fue el único que cayó. Después de él, Omega Supreme yacía boca abajo fuera del cráter, con un brazo colgando en el borde. Megatron usó eso como escalera y trepó, con intenciones de llegar a su cuello.

     Optimus Prime, que estaba ayudando a Ironhide a sacarlo del cráter, fue detenido por este mismo. —Vamos, ve por él —animó Ironhide—. Iría yo, pero no puedo ver.

     Bromeó con lo referente a que iría él, pues Megatron es de Optimus Prime, pero era cierto que no podía ver, no después de ser quemado directamente en los ópticos. Optimus Prime llamó a Bumblebee, al ser el bot más cercano, para que lo reemplazara en ayudar a Ironhide en lo que él se encargaría del tirano Decepticon. Pero cuando él dio un paso para escalar el cráter, Megatron ya había llegado al cuello del guardián con la hoja de su espada contra su cuello. —¿Debo matarlo? —retó hacia Optimus Prime—. Vine por otra cosa, pero si me presionas lo mataré y después tomaré lo que quiero.

     Optimus Prime y los demás Autobots solo miraban perplejos. No eran capaces de intervenir.

     —Espera hasta que veas lo que tengo planeado, hermano —continuó Megatron—. No necesito tomar a Iacon si puedo esperar que Iacon se tome a sí misma. Y no necesito matar a Omega Supreme porque una vez que tenga lo que he venido a buscar, la parte de matar en la guerra llegará pronto a su final.

     Megatron se introdujo en el cuerpo de Omega Supreme y tomó la Cámara de Energía Plasma. Omega Supreme sufrió un espasmo y trató de levantarse pero no pudo. Cayó de nuevo, de lado, y fluidos vitales salían de los agujeros de su dañada armadura.

     —Primero Sentinel Prime y ahora tú, guardián —dijo Megatron al salir del cuerpo—. Tu muerte fácil me dificulta el tomar algún orgullo por la matanza. —Hizo una pausa—. Optimus, tus Autobots deberían aprender que cuando ocultan cosas importantes dentro de sus cuerpos, cosas malas suceden.

     Desde lo alto de Omega Supreme, Megatron se hincó sobre una rodilla. Apoyó su codo sobre este para sostener su cabeza. —¿Qué es lo que tienes oculto dentro de ti? —dijo él virando un poco la cabeza, con la aparición de una sonrisa—. ¡Pronto tendré la oportunidad de descubrirlo, hermano!

     Pero Optimus Prime ignoró la burla. —¿Sentinel Prime? —preguntó.

     —Oh, sí —contestó Megatron—. Dejé su cuerpo en algún lado, por culpa de él Cleodata fue herida por tu querida Conjunx y perdí a unos cuantos finos gladiadores tras el colapso.

     Por un momento, Optimus Prime se quedó sin voz. ¿Conjunx? No comprendía, luego soltó su voz abriendo los ópticos hasta donde estos pudieron. —¡Ariel! —gritó dando un paso al frente—. ¡¿Dónde está?!

     —¿No te dijo? No me digas que no se hablan. —Megatron hizo una pausa—. A menos que . . . —Pequeñas carcajadas comenzaron a salir de él—. ¿Acaso terminaron su relación?

     El líder Autobot apretó los puños.

     —Deberías darte una vuelta por la zona del colapso. Me pareció haber visto una silueta rosada debajo de los escombros. —Megatron se levantó lentamente—. Y un consejo, mi hermano, rompe su cama, no su spark —terminó dando un brinco hacia atrás, tomando su forma alterna e impulsándose con sus propulsores hasta el cielo nocturno.

     Optimus Prime no pudo contener todo lo que sentía gracias a la guerra. La ira, dolor, remordimiento y tristeza lo soltó con un grito mientras golpeaba el suelo bajo él. Todo era culpa de Megatron. Tenía que ponerle fin a esto.

     Primero buscaría el cuerpo de Ariel y luego iría a hablar con Alpha Trion sobre un archivo que leyó cuando aún era Orion Pax: la Matrix del Liderazgo. Llamó a Bumblebee para que lo ayudara en la búsqueda, pero el pequeño no contestó. Ni siquiera estaba presente.

     Nadie lo había visto escabullirse para seguir a Megatron.

.   .   .

     Megatron regresó a Trypticon para descubrir que su amada yacía desmayada, con un tubo conectado a su cabeza, sobre la mesa del laboratorio de Shockwave.

     —¿Quién fue? —preguntó en voz baja el líder Decepticon al científico, tan bajo que apenas fue audible—. ¡¿Quién fue?! —volvió a preguntar haciendo que Shockwave soltara una soldadura del sobresalto y llamando la atención de Soundwave que estaba lejos.

     Shockwave observó a Soundwave para que contestara, que había presenciado la escena gracias a sus espías minicons.

     —Lady Cleodata se soltó de los gladiadores para ir a ayudarlo —dijo Soundwave acercándose—. Ya me encargué de ellos.

     Ya más tranquilo, Megatron bufó una sonrisa. —Lo que hace por amor esta reina.

     Megatron tomó la mano de Cleodata y lo llevó a sus labios, dejando un casto beso sin despegar la vista de ella.

.   .   .

     El ciclo lunar se hizo solar y finalmente Cleodata despertó, encontrando a Megatron a su lado.

     —Reina durmiente, al fin —llamó Megatron al verla levantarse—. Estuve esperando a que despertaras para que me acompañes y formes parte de la conquista de Cybertron.

     —Pudiste hacerlo sin mí —dijo ella cortante tocándose la cabeza, seguía con los ecos del dolor y en sus receptores de audio resonaba un pitido agudo. Se quejó del dolor y luego continuó—. Tal como lo hiciste con el cilindro.

     Megatron se estaba acercando para ayudarla a levantarse, pero se detuvo al escuchar esas palabras. —¿Te vas a poner así? —dijo Megatron mirándola desde arriba.

     —No lo sé, dime tú —contestó ella seriamente.

     —Te recuerdo que tú dejaste que Ariel escapara. ¿Crees que no lo vi?

     Un golpe bajo para Cleodata. Empezaba a enojarse, pero lo estaba disfrutando. Se acomodó sobre sus rodillas en la mesa del laboratorio, se inclinó hacia atrás apoyándose en sus manos y continuó.

     —¿Por qué te molestaría? Si lo aprendí del mejor. —Cleodata torció la cabeza a un lado, mientras que en la parte baja se formaba una amplia sonrisa—. Yo te recuerdo que hiciste lo mismo con Optimus. El día del Consejo, estaba a punto de dispararle y tú me lo impediste.

     Megatron comenzaba a enojarse también. Gruñó mostrando los dientes y frunciendo el ceño. Cleodata tenía razón, y eso le pegó en el orgullo.

     Si ninguno de los dos cedía, esto acabaría mal.

     —Si así es discutir contigo . . . —A medida que hablaba, se deslizaba subiendo por el cuerpo de Megatron hasta llegar a susurrarle a los labios. Se inclinó en él mientras que jugaba de arriba y abajo con los dedos sobre su gran pecho—. No puedo esperar por más.

     Con esa voz sensual de ella y la acción que hacía en su pecho, Megatron no pudo evitar excitarse. La ira empezaba a esfumarse por la aparición de la lujuria, pero no era el momento. Había una máquina que encender y luego vendría lo demás.

     Megatron sonrió de lado y la alzó con un brazo. —Pues tendrá que esperar —dijo Megatron elevándola hasta su hombro y ella se acomodó sentándose sobre este. Él le sujetaba de las piernas para que ella no se cayera hacia atrás mientras él caminaba—. Ahora iremos a conquistar Cybertron de una vez por todas.

     Cleodata no pudo evitar gritar y estremecerse de la emoción.

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Uy, este capítulo se me hizo más largo que los otros. Perdonen.

Iba a hacerle este dibujo a este capítulo pero justamente hoy mi Paint Tool Sai expiró 😐

En fin . . .

4 . . .

Las quiero un Cybertron por llegar hasta acá.

xoxo, NoMoreStress.

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