xlvi. What She's Done

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FORTY-SIX WHAT SHE'S DONE

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NADIE VIO EL CUERPO hasta que fue demasiado tarde; Dumbledore había sido asesinado, su cuerpo cayó desde la la Torre de Astronomía. Margo Valen fue encontrada por McGonagall, quien ordenó a los estudiantes que retrocedieran mientras revisaba el cuerpo en busca de pulso. No había ninguno. Hermione le había susurrado a Ron: "creo que iba a matar a Holly..." cuando McGonagall anunció el hecho de que Valen estaba muerta. Ginny les dijo que vio a Holly irse con su padrastro, y la realización cayó sobre sus hombros, tal como sucedió cuando sus amigos en las mazmorras se enteraron de lo que pasó. Cómo Dumbledore fue asesinado a sangre fría por Snape, no por Draco, y ahora, habían perdido la única protección que tenían contra Voldemort... y no pueden encontrar a su amigo en ninguna parte.

Pero eso es otro cuento. El misterio de a dónde se fue Holly se desintegra en un par de días, con la llegada de una carta dirigida a Pansy, que dice:

          Estoy a salvo, estoy bien, espero que puedas decir lo mismo.

          Enseña esto a nuestros amigos y a los míos. Sé que odias a los Gryffindors pero se preocupan tanto como tú, merecen leer esto.

         H xxx

Nuestra historia no es el encuentro incómodo entre Pansy y Potter, Weasley y Granger, mientras caminaba hacia la mesa de Gryffindor al siguiente desayuno, con el ceño fruncido. "No estoy aquí para burlarme... Desafortunadamente. Estoy aquí para enseñaros esto." Nuestra historia no es la extraña manera en que Pansy se sintió cuando vio que el alivio se apoderaba de los tres, y Weasley los dejó para transmitirle las noticias a su hermana, ni es la historia de cómo Pansy los dejó en silencio, cuando Potter comenzó a especular sobre se encuentra Holly. Tampoco es la historia de cómo Pansy salió del pasillo, su mano ligeramente entrelazada con la de Flo, sabiendo muy bien que ya no tiene dos de sus amigos más cercanos. Holly no regresará, tampoco Draco. Pansy tiene a los otros, pero aún así. Nunca será lo mismo.

En cambio, nuestra historia es otro tipo de miseria, una noche fría en una casa señorial. Los dementores escapados todavía no dejan que el sol brille a través de las nubes, por lo que los manzanos verdes en el jardín se ven tan trágicos como el mundo que los rodea, y las rosas parecen de color rojo sangre.

Nuestra historia es esta:

Atticus lleva a Holly de regreso a la mansión, la va a esconder en una de las habitaciones, asegurándose de que la puerta solo sea visible para aquellos en quienes se confía para entrar. Ella entra mientras él termina el encantamiento, mirando alrededor. Hay un baño, y la ventana de la habitación da al jardín, y la fuente exterior brilla a la luz de la luna. Holly mantiene los brazos cruzados, sin saber qué hacer consigo misma. Todo es raro... No sabe qué es peor: darse cuenta de que mató a su propia madre, o el temor a que Bellatrix podría intentar hacer lo mismo con ella.

—Listo —dice Atticus suavemente, cerrando la puerta del dormitorio detrás de él. Sonríe débilmente a Holly, que está de pie junto a la ventana, mirando hacia afuera—. Conseguiremos el baúl mañana, pero ahora, creo que sería prudente descansar.

—No quiero —dice Holly. Se apoya contra la pared, sintiéndose un poco enferma—. No puedo sacar la imagen de mi cabeza... No quise matarla, me asusté y esperaba poder hacerle daño para distraerla y poder escapar. No era mi intención... Debería haber escuchado cuando la gente dijo que el hechizo puede matar accidentalmente, mierda, debería haberlo hecho...

—Ven aquí —Atticus abraza a Holly con fuerza, antes de alejarse, moviéndola para que se siente a los pies de la cama. Se agacha, por lo que está a su nivel, y frunce el ceño—. Mira, Holly, tienes que escuchar lo que voy a decir, ¿de acuerdo? —Holly asiente—. Esa mujer no era tu madre, y no creas ni por un segundo que estabas equivocada. Tu madre murió hace años, no en Hogwarts, sino que su mente y espíritu cambiaron cuando fue a Azkaban. Ella te quería cuando estaba embarazada. Pero había perdido a Regulus, y era solo un año mayor que tú ahora, no sabía qué hacer. Mató a sus padres, sí, pero por pánico... No estoy excusando lo que hizo, y nunca piensas que tu hiciste lo mismo...

»Un par de meses después se dio cuenta de que no debería haberlos matado, pero luego, creo que lo que le pasó en Azkaban la hizo cambiar sus pensamientos sobre sus muertes. Porque, Hol, Azkaban no solo te excluye desde el mundo exterior: te atrapa durante años. El Ministerio nunca aprendió el verdadero significado de la prisión, en mi opinión... Nunca vieron Azkaban como una forma de reformar a los criminales, sino más bien, como una forma de destruirlos completamente, pero eso empeoran.

»La única razón por la que sobreviví allí fue porque sé que no hice nada malo. Lo mismo ocurre con Sirius Black, supongo... Pero solo estaba allí porque me uní a los mortífagos, y aquí estoy de acuerdo con Margo, para protegerte. Odiaba estar allí, pero podía manejarlo. No como tu madre.

»Azkaban destruyó a Margo, una y otra vez. La obligó a no escuchar más que sus propios pensamientos durante dieciséis años seguidos, y por lo que los dos vismo de ella el año pasado, esos dieciséis años la cambiaron. La corrompieron. Dejó de resentirse con Voldemort, comenzó a admirarlo de nuevo, y ella puso todo su odio en el Ministerio. Su única forma de lidiar con Azkaban era pensar en ti, y eso no es culpa tuya. Fue para mantenerte a salvo, y en algún punto del camino, comenzó a pensar en ti para calmarse, pero por eso empezó fantasear sobre cómo pensabas que eras. Nunca, en este último año, pensó que serías diferente a lo que esperaba, porque en su cabeza, ella te conocía, no necesitaba cambiar sus pensamientos.

»Pero debería haberlo hecho. Me di cuenta del monstruo en el que se convirtió... Lo siento tanto, Hol, no la habría dejado entrar en tu vida si huera sabido lo terrible que era —dice Atticus, sacudiendo la cabeza—. Conocí a alguien una vez cuyos padres eran horribles para él, y sé lo mucho que le afectó. Lamento que te haya pasado, Holly, pero debes recordar que no fue culpa tuya.

Holly no responde. No sabe qué decir, porque no va a funcionar. No se dará cuenta completamente de la verdad de la situación por un tiempo, tal vez meses, quizás años, no lo sabe. Porque, aunque sabe que no quiso matarla, que no fue culpa suya, hay una parte de ella con la que discute, pero lo hiciste, ¿verdad?

—Debo contarte algo más —continúa Atticus, y Holly asiente. Todo esto se siente distante. Parte de ella quiere irse a dormir, con la esperanza de poder pasar más tiempo entre ella y lo que ha hecho—. Margo me dijo, antes de ir a Azkaban, que le había dicho a Buttercup que hiciera dos cosas por ella si la mataban alguna vez. Lo primero era enviarte la carta.

—¿Qué fue lo segundo? —quiere saber Holly.

—No me lo quiso decir —dice Atticus—. Pero eso no es lo importante. Solo quería advertirte, antes de que encuentres la carta y te sientas peor. Ábrela si quieres, nadie te culpará si prefieres destruirla.

Holly asiente con la cabeza y, sintiéndose como una niña de seis años que tiene una relación sincera con su padre sobre algo minúsculo como romper accidentalmente la muñeca de alguien, ella le dice:

—Quiero irme a la cama.

—Está bien —Atticus se levanta—. La puerta sólo aparecerá para la gente que quieras que entre. Hay una mirilla, puedes mirar al pasillo y asegurarte de que no haya nadie que no quieras que esté, pero una vez hayas cumplido los diecisiete, podrás Aparecerte desde aquí. Buenas noches, Hol.

—Buenas noches —devuelve ella, pero sabe que no lo son.

Esta noche no es una buena. Es la noche en que mató a su propia madre, la vio caer sin vida. Es la noche en la que Dumbledore murió... No lo puede creer. No cree que quiera. Todo el mundo sabe que Voldemort tenía miedo de algo, y ese era Dumbledore. Pero con él muerto, ¿qué evitará que vaya directamente al Ministerio y se declare a sí mismo el gobernante definitivo?

Holly se acuesta, con la almohada hundiéndose mientras su cabeza descansa en la parte superior. Cierra los ojos, con la esperanza de poder dormirse. Pero sabe que ha dormido la mayor parte del día, duda de que ahora pueda hacerlo. Aunque no pueda, al menos puede tener algo de tiempo para sí misma por un tiempo. Quiere estar sola un rato.

Esta es nuestra historia. Ya no se trata de una historia sobre una chica metamórfica decidida a ganar el Torneo de los tres magos, o tratar de superar el antiguo dilema de lo que está bien o lo que es cómodo. Ahora, es esta: Holly Lippincott está atrapada en una guerra, y las consecuencias son extremas. Si hace un movimiento equivocado, no solo será castigada. Morirá.

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EL VERANO PASA y Holly agradece que llegue septiembre. No tendrá que pasar otro día acurrucada en la escalera fuera del comedor, tratando de escuchar el encuentro entre los mortífagos; está agradecida de no tener que pasar otro minuto corriendo hacia su dormitorio antes de que alguien la vea al marcharse, todos discutiendo alegremente el hecho de que hayan matado a Ojoloco Moody, que hayan provocado que Harry, Ron, y Hermione deban huir. Agradecida de no tener que pasar un día más preocupada por lo que sucede si sale de su habitación a la hora equivocada, porque esa mirilla en la puerta no muestra todo...

Se mira en el espejo y espera poder llevar bien este nuevo tipo de miedo. Es el mismo que sentía en Durmstrang. Lleva su miedo detrás de una expresión indiferente, guardándose todo para ella misma. Es lo que aprendes cuando vives en la misma casa que Voldemort, y nunca te atreves a abandonar tu habitación si no sabes dónde podría estar... Ella no lo ha visto todavía. No cree que quiera.

Draco entra en su habitación, con la misma expresión en su rostro. Lleva un traje negro, como lo ha estado llevando desde el año pasado. Holly no sonríe. Ya no sabe si puede.

—¿Recibiste la carta? —él pregunta.

Holly asiente.

—Soy la delegada.

—Tuve que explicar que no lo quería —dice Draco. Sus cejas se fruncen—. Harán una expresión con esta nueva regla. Todos los niños tienen que estar en el colegio... ni siquiera es sutil, lo mal que quieren atraparlo.

'Atraparlo' significa Harry. De vez en cuando mencionarán lo que aparentemente le está sucediendo: cómo escapó de la boda de Bill y Fleur, a la que Holly no se presentó, y cómo ha estado huyendo desde entonces junto con Ron y Hermione. Está preocupada y asustada por él. Vio las cosas horribles que han estado escribiendo sobre él en el Profeta y le toma mucha fuerza no decir nada al respecto. Sabe qué ocurrirá en esta casa si lo hace.

—Hm —dice Holly.

—Voy a echarte de menos —dice Draco, de repente—. Va a ser terrible no tenerte cerca.

Holly conoce el sentimiento. Su conexión terminó en el instante en que Dumbledore murió, y ahora es extraño. Se ha acostumbrado tanto que ahora no pueden hablar en tranquilidad. Es como si hubiera un silencio constante en su mente, porque ya no puede hablar con su primo. No echa de menos sentir dolor, pero sí leer mentes.

—También te echaré de menos —dice ella.

—¿Has desayunado? —pregunta, pero antes de que ella pueda responder, Buttercup aparece en la habitación, haciendo que Vivien la Dragona salte de la cama, silbando molesta. Buttercup sostiene un sobre y frunce el ceño a Draco.

—¡Señorita Holly, esta carta es super importante! —exclama Buttercup, asintiendo con miedo—. ¡Pero no la abras con alguien delante!

Holly mira a Draco.

—Te veré abajo.

Draco parece estar un poco enfadado, está siendo espantado por un sobre. Pero se marcha de todas formas.

Holly rasga el sobre y saca la carta.

          Holliday, querida.

          Si estás leyendo esto, es que he muerto. Podría pasarme todo este párrafo diciéndote cuánto te quiero, cuánto te extrañaré, pero necesito que hagas algo increíblemente importante para mí. Pronto sabrás lo que hizo Regulus para intentar destruir un horrocrux, y debes ayudar a destruir a otro: Buttercup lo habrá escondido en algún lugar bajo mis órdenes. Ya no está en mi habitación, porque los mortífagos lo buscarán después de mi muerte... Ha estado escondido en otra parte.

          He ocultado el mapa en tu mente, y sé que puedes descubrir el hechizo para desbloquearlo. Holliday, querida, debes destruir la diadema de Ravenclaw.

—¿La diadema de Ravenclaw? —repite Holly, frunciendo el ceño. Mira a Buttercup, quien asiente con temor—. Buttercup, ¿sabes dónde está?

—¡No! —Buttercup niega con la cabeza—. Me ordenaron que me quitara el recuerdo nada más esconderla. La señorita Margo no quería que lo recordara, escondió el mapa en vuestra mente, incluso se quitó el recuerdo una vez lo hizo. No sé nada, señorita Holly. Lo siento mucho.

Holly mira la carta.

—No puedo irme ahora, será demasiado sospechoso... Estaré corriendo al segundo, ni siquiera tendré ventaja si me voy ahora —murmuró en voz alta, agradeciendo que nadie pudiera escuchar fuera de la habitación—. Buttercup, no puedes decirle esto a nadie.

—No lo haré —asegura Buttercup.

Luego la mirada de Holly se mueve hacia su baúl. No puede marcharse aún, ¿para qué huir si ni siquiera sabe dónde empezar a buscar? Tal vez debería esperar hasta que sepa dónde, y luego se escabullirá del colegio. Es la opción más segura. Si se va ahora, sin ningún plan, la atraparán antes de que pueda averiguar cómo destruir la diadema.

—Se estarán preguntando dónde estoy —dice Holly, frunciendo el ceño. Lleva jeans negros y una camiseta oscura, y planea usar la chaqueta de cuero blanca que Atticus consiguió para su cumpleaños hace tres días. Pero la mansión es lo suficientemente cálida como para que pueda prescindir de ella por ahora, así que sale de su habitación y baja las escaleras, directamente hacia el comedor.

Entra e inmediatamente ve a Bellatrix sentada a la mesa, viéndose complacida consigo misma. El estómago de Holly cae.

—¡Buenos días, querida Holly! —saluda Bellatrix, con una sonrisa maliciosa en la cara. Holly no se mueve desde el umbral del comedor, dándose cuenta de que estúpidamente dejó su varita arriba—. ¡Ven, siéntate, siéntate! Se me ocurrió que podíamos hablar antes de que volvieras al colegio —sigue sonriendo. Holly está congelada—. Se te enfriará el desayuno... prometo que no muerdo...

Holly no confía en ella, pero puede ver la varita de Bellatrix sobre la mesa, y piensa, la opción más segura es aceptar. Tomaré cinco minutos para desayunar, y luego subiré hasta que tenga que ir a Kings Cross. Cinco minutos... puedo con esto. Así que ella camina hasta el fondo de la mesa, donde otro elfo doméstico le presenta a Holly un desayuno inglés completo, con huevos y patatas fritas incluidas.

—Anoche llegó un visitante —dice Bellatrix, con los ojos llenos de emoción. Sostiene su varita y dos cosas flotan sobre la mesa, una snitch dorada y un pequeño espejo. Las cejas de Holly se fruncen—. Dumbledore te dejó este espejo, jamás pensé que fuérais cercanos... El ministro dijo que la nota adjunta era esta, ejem —se aclara la garganta y pone una voz terrible para decir la siguiente parte, tratando de burlarse de Dumbledore—. Para guiarte hacia lo que necesitas.

Holly contiene su emoción. ¿Podría este espejo mostrarle el camino a la diadema?

—Y luego esto —dice Bellatrix, levantando la snitch después de deslizar el espejo desde la mesa hasta Holly, sin importarle nada—. Esta Snitch es la de Potter... Al parecer, la encontraron cuando desapareció, así que debes cuidarla.

—Oh —dice Holly, y Bellatrix le entrega la snitch dorada. Holly la mira, frunciendo el ceño. No parece especial, no entiende por qué Dumbledore le dejaría eso a Harry, especialmente considerando que era el más cercano a Dumbledore.

Tal vez tenga un mensaje secreto, y solo se revelará a Harry. Eso tiene sentido... ¡Y el espejo! Holly se siente conmovida de que su director realmente le deje algo, especialmente porque esto podría ayudarla a encontrar la diadema. Lo mira mientras desliza la snitch dorada en su bolsillo, sin atreverse a mirar el cristal mientras Bellatrix está ahí, por si acaso.

Y luego, siente que una mano se agarra de su brazo y se da cuenta de que se había distraído. Mientras miraba los dos artículos, mientras la emoción aumentaba, Bellatrix se había levantado y dio la vuelta a la mesa, con una mano agarrando el brazo de Holly y la otra apretando la varita en su mejilla.

—Necesito preguntarte algo —dice Bellatrix. Pone a Holly en pie, y ella se queda petrificada. Sucedió tan rápido que no puede comprenderlo. El miedo se ha apoderado por completo y se siente débil, ni siquiera intenta defenderse cuando Bellatrix la empuja hacia el suelo del salón—. ¿Dónde está Potter?

—No lo sé —responde Holly al instante—, no me lo ha dicho.

—¿Y cuál fue la razón para pretender amarlo durante estos últimos dos años? —pregunta Bellatrix, su varita apunta a Holly—. No eres inteligente, querida Holly. Lo he notado desde el principio... ¡CRUCIO!

Holly siente que el dolor se apodera de todo su cuerpo. Los cuchillos candentes se sienten como si los estuvieran introduciendo en su piel, cortando músculos y huesos. Sus gritos se amplifican por el ruido blanco, y no puede evitar gritar aún más. Su espalda se arquea cuando se retuerce de dolor, y muy débilmente, escucha la risa de Bellatrix.

—Eres una traidora de sangre —dice Bellatrix, y patea el torso de Holly, empeorando el dolor. Holly grita, cerrando los ojos con fuerza, deseando desesperadamente que el dolor desaparezca. Siempre desaparece, siempre desaparece, siempre termina, nunca continúa para siempre. ¿Por qué no se detiene? Por favor, por favor, ¡qué pare! Por favor, por favor, POR FAVOR—. Engañaste a los otros, pero no a mí. Estás mejor muerta.

Por favor, no —murmura Holly en pánico, sacudiendo la cabeza con desesperación—. Por favor, por favor, por favor, por favor...

¡Avada Kedavra!

El dolor se detiene. Holly deja de retorcerse y gritar. El sonido de sus gritos ya no rebota en las paredes de la sala de estar, pero en cambio, hay un resoplido de satisfacción en los labios de Bellatrix, quien patea el cuerpo por última vez, por si acaso, en el torso. Bellatrix se va, complacida consigo misma.

La luz verde de la maldición asesina se había reflejado en todas partes, brillando intensamente, declarando lo que acaba de ocurrir. Todas las superficies metálicas se habían vuelto verdes durante ese segundo, todas excepto una.

Hay algo en el bolsillo de Holly que la luz verde no pudo alcanzar. La snitch dorada, sin nada importante. Sin inscripción, sin contenidos... Nada. No tiene sentido tenerlo.

O puede que sí.

Porque actúa de una forma diferente a como lo haría una snitch normal. La parte interna de la misma comienza a temblar en su bolsillo, como un reloj que se ve obligado a funcionar otra vez. Algo dentro de la snitch cobra vida de una manera discordante... Y el dedo de Holly se mueve.

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End of Part III

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ya solo nos queda la parte de las reliquias de la muerte :-)

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