xxv. Feelings

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TWENTY-FIVE FEELINGS

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EL AULA DE DEFENSA CONTRA las Artes Oscuras se ve muy diferente al año anterior, piensa Holly mientras entra después de una hora de perder el tiempo en la parte de atrás del aula de Adivinación con Pansy. Ella y Pansy se sientan en uno de los escritorios, Pansy sigue sonriéndole a Holly por la clase anterior en la que ella, tan aburrida de su mente, había recurrido a susurrar y reírse con Holly, comenzó a bromear con cariño hacia lo que Holly siente por Harry. Lo que estaba muy bien, hasta que Pansy dijo Potter demasiado fuerte y se dio la vuelta, y luego, Trelawney preguntó qué habían predicho y por pánico, Holly inventó algo sobre volcanes en erupción.

—¡Buenas tardes a todos! —saluda Umbridge, mientras los otros estudiantes se sientan. Holly mira hacia el otro lado del aula, donde la mayoría de los Gryffindors están sentados lejos de los Slytherins. Ella murmura buenas tardes y Umbridge hace ese horrible ruido, ese terrible, ay, ay—. ¿Así saludáis a vuestra profesora? Me gustaría oíros decir: «Buenas tardes, profesora Umbridge.» Volvamos a empezar, por favor. ¡Buenas tardes a todos!

—Buenas tardes, profesora Umbridge.

Holly siente un escalofrío deslizándose por su espina dorsal. No le gusta esto en lo más mínimo.

—Eso está mucho mejor —dice Umbridge. Holly y Pansy intercambian una mirada—. ¿A que no ha sido tan difícil? Guardad las varitas y sacad las plumas, por favor.

Holly hace todo lo posible por mantener sus emociones ocultas, mientras coloca su varita en su mochila y saca su pluma, tinta y pergamino como el resto de la clase. Mira hacia arriba, encontrando la pizarra escrita con una buena letra.

Defensa Contra las Artes Oscuras:

regreso a los principios básicos

Por un minuto, Holly espera lo peor, antes de que recuerde que sus principios básicos son muy diferentes a los que se enseñan aquí. La versión de Holly de los principios básicos incluye las maldiciones imperdonables, perfectamente legales en Durmstrang y, por lo tanto, perfectamente aceptables para practicar y perfeccionar.

—Muy bien, hasta ahora vuestro estudio de esta asignatura ha sido muy irregular y fragmentado, ¿verdad? —dice Umbridge—. Por desgracia, el constante cambio de profesores, muchos de los cuales no seguían, al parecer, ningún programa de estudio aprobado por el Ministerio, ha hecho que estéis muy por debajo del nivel que nos gustaría que alcanzarais en el año del TIMO —mira a Holly, quién se congela—. Señorita Lippincott, me han informado sobre su pasado educativo y, claro está, que puede pedir más apoyo.

Holly se fuerza a decir—Gracias, profesora Umbridge.

Umbridge se ve satisfecho con la respuesta de la clase. Holly y Pansy se miran—Sin embargo, os complacerá saber que ahora vamos a rectificar esos errores. Este año seguiremos un curso sobre magia defensiva cuidadosamente estructurado, basado en la teoría y aprobado por el Ministerio. Copiad esto, por favor.

          Objetivos del curso:

          1. Comprender los principios en que se basa la magia defensiva.

          2. Aprender a reconocer las situaciones en las que se puede emplear legalmente la magia defensiva.

          3. Analizar en qué contextos es oportuno el uso de la magia defensiva.

Holly mira hacia su pergamino, a "objetivos del curso" y se asegura mantener la cara seria, incluso si esto parece una chorrada. ¿Qué tan estúpida puede ser Umbridge, pensando que ahora es el momento perfecto para no practicar encantamientos?

—¿Tenéis todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard?

Hay un murmullo de "sí."

—Creo que tendremos que volver a intentarlo —dice Umbridge. Holly puede sentir su estómago torciéndose en nudos. A ella no le gusta el sonido de esto. Hay algo raro en ella—. Cuando os haga una pregunta, me gustaría que contestarais «Sí, profesora Umbridge», o «No, profesora Umbridge». Veamos: ¿tenéis todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard?

—Sí, profesora Umbridge.

Holly odia esto.

—Estupendo —dice Umbridge—. Quiero que abráis el libro por la página cinco y leáis el capítulo uno, que se titula «Conceptos elementales para principiantes». En silencio, por favor.

Holly abre su libro de texto. A mitad de la página seis, mira al otro lado del aula y se las arregla para atrapar la mirada de Harry, que ya parece igual de aburrido por el capítulo. Al menos no es solo ella.

Sigue leyendo y no puede evitar pensar lo ridículo que es esto. ¿Conceptos elementales para principiantes? Para Holly, no es esta estupidez, son las maldiciones imperdonables. Si el TIMO es como este libro de texto, entonces eso es genial para ella, podría aprobar sin asistir a alguna clase.

Su postura se encoge un poco cuanto más lee el capítulo. Mira hacia arriba, después de unos minutos, y ve a Hermione con la mano levantada y su libro de texto cerrado. Holly sonreiría, si no estuviera tratando de mantener seriedad, desconfiando de cómo es Umbridge.

—¿Quería hacer alguna pregunta sobre el capítulo, querida? —pregunta Umbridge.

Hermione niega. Tanto Holly como Pansy se incorporan de nuevo, ambas un poco intrigadas por esto—No, no sobre el capítulo —dice.

—Ahora estamos leyendo —dice Umbridge. Holly quiere poner los ojos en blanco. Ahora estamos leyendo. Esto no es una guardería donde todos se sientan en la alfombra y el adulto cuenta un cuento sobre Caperucita Roja—. Si tiene usted alguna duda podemos solucionarla al final de la clase.

—Tengo una duda sobre los objetivos del curso —aclara Hermione.

—¿Cómo se llama, por favor?

—Hermione Granger.

—Mire, señorita Granger, creo que los objetivos del curso están muy claros si los lee atentamente —dice Umbridge. Suena como si estuviera tratando de mantener su voz enfermiza. Holly deja de mirar a su alrededor, queriendo poner los ojos en blanco. Siente que la están transportando lentamente a Durmstrang, tal como la mira Umbridge.

—Pues yo creo que no —dice Hermione—. Ahí no dice nada sobre la práctica de los hechizos defensivos.

—¿La práctica de los hechizos defensivos? —dice Umbridge. Holly se siente enferma. Puede sentir su estómago torciéndose y anudándose—. Verá, señorita Granger, no me imagino que en mi aula pueda surgir ninguna situación que requiera la práctica de un hechizo defensivo por parte de los alumnos. Supongo que no espera usted ser atacada durante la clase, ¿verdad?

—¡¿Entonces no vamos a usar la magia?! —exclama Ron.

—Por favor, levante la mano si quiere hacer algún comentario durante mi clase, señor...

—Weasley —dice Ron.

Umbridge sigue sonriendo. Holly se ha quedado quieta, observando de cerca a la profesora. Ve su mirada descansando en Harry, mientras él levanta su mano, antes de que se vuelva hacia Hermione, cuya mano también está en el aire. Holly se siente enferma.

—¿Sí, señorita Granger? ¿Quiere preguntar algo más?

—Sí —contesta Hermione. Tiene un ceño fruncido en su cara mientras habla—. Es evidente que el único propósito de la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras es practicar los hechizos defensivos, ¿no es así?

Es un buen punto.

—¿Acaso es usted una experta docente preparada en el Ministerio, señorita Granger?

—No, pero...

—Pues entonces me temo que no está cualificada para decidir cuál es el «único propósito» de la asignatura que imparto —dice Umbridge. Por una vez, los Slytherin no hacen ningún ruido de diversión al ver a un Gryffindor ser regañado, especialmente su primo. Solo están mirando, frunciendo el ceño—. Magos mucho mayores y más inteligentes que usted han diseñado nuestro nuevo programa de estudio. Aprenderán los hechizos defensivos de forma segura y libre de riesgos...

—¿De qué va a servirnos eso? —dice Harry. Holly vigila a Umbridge, que parece menos dulce cuando Harry habla—. Si nos atacan, no va a ser de forma...

—¡La mano, señor Potter!

Harry levanta la mano.

La ida y vuelta continúa con los estudiantes de Gryffindor levantando sus manos y señalando algún error en el curso. El lado del aula de Holly no habla. La mayoría de los Slytherins son sus amigos, y en este punto, casi todos están de acuerdo en que para que puedan superar lo que va a pasar es a través del silencio. Puede fruncir el ceño en las caras de sus amigos, en desacuerdo con Umbridge, pero ¿qué más pueden hacer?

—Repito, si habéis estudiado bien la teoría...

—¿Y de qué nos va a servir la teoría en la vida real? —pregunta Harry, su mano aún levantada. Holly ve que Draco mira el escritorio. Escucha a Pansy inhalar. Parte de Holly quiere decirle que se calle, él no sabe qué tan mala podría ser Umbridge, no tiene sentido provocar a una profesora, nunca se sabe lo malvados que pueden ser. Otra parte de ella tiene un extraño sentido de orgullo. Al menos él está defendiendo algo. Ella no.

—Esto es el colegio, señor Potter —responde Umbridge—, no la vida real.

—¿Acaso no se supone que estamos preparándonos para lo que nos espera fuera del colegio?

Holly puede ver la mirada en la cara de Umbridge. No es tan buena como trata de representar. Holly puede verlo, en la forma en que mantiene la sonrisa. Ha conocido suficientes profesores malvados para reconocer a otro. Y ella quiere gritarle a Harry, decirle que se calle antes de que él se haga daño, pero no puede, no puede. Siente que ha perdido su voz.

—No hay nada esperando fuera del colegio, señor Potter.

—¿Ah, no? —dice Harry.

—¿Quién iba a querer atacar a unos niños como ustedes?

—Humm, a ver... —dice Harry. Si Holly no estuviera congelada, lo arrastraría fuera de esta clase y le diría que parara. Él no se está ayudando a sí mismo, ella puede verlo en la cara de Umbridge—. ¿Quizá... lord Voldemort?

Muchos de los estudiantes reaccionaron de una manera u otra. Holly no se mueve, pero puede ver a Draco todavía mirando el escritorio, Pansy jadeando en voz baja, Blaise frunciendo el ceño. Y luego observa a Umbridge, que no se mueve en lo más mínimo.

—Diez puntos menos para Gryffindor, señor Potter —dice ella. Holly siente que está de vuelta en Durmstrang. A ella no le gusta esto—. Y ahora, permítanme aclarar algunas cosas. Les han contado que cierto mago tenebroso ha resucitado...

—¡No estaba muerto —la corrige Harry—, pero sí, ha regresado!

—Señor-Potter-ya-ha-hecho-perder-diez-puntos-a-su-casa-no-lo-estropee-más —dice Umbridge rápidamente, su mirada se mueve a través del aula. El corazón de Holly late con fuerza—. Como iba diciendo, les han informado de que cierto mago tenebroso vuelve a estar suelto. Pues bien, eso es mentira.

—¡No es mentira! —contradice Harry—. ¡Yo lo vi con mis propios ojos! ¡Luché contra él! ¡Pregúntele a Holly, estaba allí!

El corazón de Holly se detiene.

La mirada de Umbridge cae sobre Holly, quien está congelada en su silla. No puede apartar los ojos de Umbridge. El corazón de Holly vuelve a latir con fuerza, su estómago se retuerce y se convierte en nudos. Todos la miran fijamente.

—¿Está de acuerdo?

—Yo...

Holly ya no está en Hogwarts. En su lugar, se encuentra en un castillo frío escondido en Escandinavia, donde las paredes son de un gris oscuro y las llamas de las velas nunca son lo suficientemente cálidas, nunca lo suficientemente agradables para hacer que el lugar parezca un colegio. En cambio está en un aula que aún gobierna sus sueños, y sus ojos se centran en un estudiante más pequeño que se olvidó de hacer la tarea y, sosteniendo su varita, usa toda su fuerza para decir la palabra "Crucio." Y está en su antigua aula de Artes Oscuras, observando a la persona retorcerse en el suelo, obligándose a romantizar la forma en que reacciona el estudiante. Es la única manera de hacerlo; tienes que encontrar alguna manera de disfrutar el dolor que causas, sentir una ira tan penetrante que puedas decir esa palabra, y Holly se obligó a disfrutar viendo cómo reaccionan las diferentes personas. La parte de la ira es fácil, pero es el deseo con lo que peleó.

Y ella observa al estudiante, sus ojos se cierran con fuerza, sus lágrimas se acumulan en el suelo. Siente una intensa alegría por esto, y luego se siente enferma, pero en el momento puede sentirlo. Miradla, mirad lo que puede hacer. Es fuerte, es poderosa.

—¿Señorita Lippincott? —llama Umbridge.

Holly ya no está en Hogwarts. En su lugar, todavía está en ese frío castillo escondido en Escandinavia. Su mirada está enfocada en la niña de pelo rojo, el tipo de rojo que se vuelve dorado a la luz del sol, de pie frente a ella. Mira sus brillantes ojos azules, los que vio el día anterior enrojecidos mientras lloraba en la túnica de una chica mayor, y no se atreve a sentir el deseo de lastimarla. Siente el deseo de protegerla, de evitar que esto suceda a los estudiantes más pequeños, pero no siente el deseo de hacer daño. Ya no.

Y Holly sacude la cabeza, negándose. Puede ver la mirada en el rostro de la niña, el tipo de alivio que produce lágrimas. Karkarov la agarra por el cuello y la empuja al despacho del profesor de Artes Oscuras, agitando su varita para producir un escritorio, una silla, una pluma y un poco de pergamino.

No hay tinta —dice Holly.

No la necesitas —dice Karkarov, con una sonrisa cruel en su rostro. Se sienta en el escritorio y observa a Holly escribir las palabras no debo oponerme, su mano comienza a arder. Holly la mira con pánico, y por un segundo se queda mirando a Karkarov, que se ve muy feliz con su miedo.

Holly no quiere meterse en problemas. Lo que Umbridge dijo anoche en el inicio de la cena de trimestre le recuerda a Karkarov. Holly no se quiere meter en problemas. No puede. No va a pasar por eso otra vez. Apenas piensa que sobrevivió al reinado de pesadilla de Karkarov. Y cuando mira a Umbridge, siente el mismo temor que sintió cuando vio a su antiguo director.

—No —dice Holly. Umbridge le ofrece una sonrisa terriblemente dulce, y Holly ve a Harry mirándola, en completo shock, y ella puede sentir su corazón latiendo con fuerza—. Pero... pero Potter se golpeó la cabeza en el laberinto, no es su culpa, no hay necesidad de...

Umbridge se da la vuelta, caminando hacia Harry, que todavía está mirando a Holly con esta expresión terriblemente herida. Las lágrimas se acumulan en los ojos de Holly, mientras ella dice lo siento.

—Mañana por la tarde. A las cinco. En mi despacho —le dice Umbridge a Harry. Se ve a la vez enfadado y herido. Holly se siente terrible. No quiere que él pase por algo por su cuenta, y sabe que los castigos en Hogwarts no son tan malos como en Durmstrang, pero no le gusta la apariencia de Umbridge. Hace que Holly se sienta incómoda y no sabe qué esperar, y si es siendo sincera, está asustada.

Holly hace todo lo posible para no llorar, pero no puede, no puede. ¿Cómo ha pasado de sentir alegría a expensas de los demás a esto? Solía ​​ser esta chica con el poder atado en la punta de los dedos, tan asustada de su colegio que pudo convertirse en su estudiante perfecta. Y ahora, miradla. Está asustada de un colegio al que ni siquiera asiste, de un director que presumiblemente está muerto, de no hacer lo correcto. La idea de conseguir un castigo hace que su interior se retuerza de miedo; la cruel sonrisa que Karkarov le dio cuando vio que las palabras aparecían en su mano la perseguía.

Y luego está esto. Cómo le importa tanto a este chico que se quiere echar a llorar. Odio esto. Sabe que debería haber dicho la verdad. Desearía poder retroceder en el tiempo y cambiar lo que dijo, pero se asustó, estaba realmente asustada. Por un segundo pensó que había regresado a Durmstrang y sabe que no tomó la decisión correcta, que fue la fácil, la terrible, la que causó que Harry se quedara solo.

Pansy se aferra a la mano de Holly debajo de la mesa, y Holly sujeta firmemente la mano. No va a llorar, no, no se lo permitirá. Cierra los ojos y parpadea para alejar las lágrimas, su mano aún apretando la de Pansy.

—Entonces, según usted —dice Harry, poniéndose de pie. Su voz está temblando. El agarre de Holly en la mano de Pansy se aprieta—, Cedric Diggory se cayó muerto porque sí, ¿verdad?

Holly ve el color esmeralda iluminando las lápidas. En frente de ella, ve a Draco mirar por encima de su hombro. Ella mira hacia otro lado, y recuerda la conversación del final del año pasado. "Si eso es lo que cree el Ministerio, es más seguro para nosotros estar de acuerdo." Esto es lo más seguro para ellos, para los hijos, sobrinas y sobrinos de mortífagos. Holly quiere desesperadamente defender a Harry, pero no puede, no es seguro para ella, la única razón por la que habría sobrevivido al cementerio fue por Margo y Atticus. No puede arriesgarse, no puede, no puede confiar en que la Orden la salvará. Necesita cuidarse a sí misma, tal como lo hizo en Durmstrang.

—La muerte de Cedric Diggory fue un trágico accidente.

—Fue un asesinato —dice Harry—. Lo mató Voldemort, y usted lo sabe.

Hay silencio. El agarre de Holly en la mano de Pansy se afloja, observando a Umbridge de cerca. Su expresión está en blanco, y el estómago de Holly se anuda.

—Venga aquí, señor Potter —ordena Umbridge. Por una fracción de segundo, Holly olvida que no está en Durmstrang y su reacción inmediata es que va a usar Crucio y casi se levanta, pero Pansy se aferra a Holly, manteniéndola en el asiento. Holly mira a Harry caminar hacia el frente del aula mientras Umbridge comienza a escribir una nota, entregándosela—. Lleve esto a la profesora McGonagall, haga el favor.

Harry sale del aula evitando las miradas de todos. La puerta se cierra detrás de él, y hay una breve pausa, donde todos miran a Umbridge, a la espera de ver si ella va a decir algo más, pero en cambio, les da toda esa sonrisa horrible—Volvamos al capítulo uno, ¿de acuerdo?

Las manos de Holly tiemblan cuando llega al final de la clase. Ron y Hermione salen apresuradamente del aula en busca de Harry. Rápidamente, los alumnos abandonan la sala, ansiosos por comenzar a hablar sobre lo que sucedió, y las únicas personas que quedan son Holly, Draco, Pansy, Blaise y Umbridge.

—Lo que hizo estuvo bien, señorita Lippincott —dice Umbridge desde el escritorio. Holly quiere llorar de nuevo. Intercambia una mirada con sus amigos, que desconfían de la profesora—. Se necesita mucho para decir la verdad, especialmente cuando hay personas como el señor Potter en el mundo diciendo lo contrario —se detiene por un minuto—. Estoy segura de que esta conversación sobre el torneo le está afectando, querida. Parecía estar molesta.

Las cejas de Pansy se fruncen y se gira hacia Umbridge—Verá, profesora, la madre de Holly, seguramente lo sepa, fue una mortífaga y Holly nunca pudo conocerla —dice Pansy. Draco y Blaise le dan a Pansy una mirada extraña, sin estar seguros de a dónde va con esto—. Toda esta charla sobre Quien-Tú-Sabes le recuerda a su madre, y estoy segura de que puede entender lo difícil que es para ella, como bien dijo, que alguien ande por ahí inventando mentiras.

—Ya veo —dice Umbridge—. Creo que tiene potencial, señorita Lippincott, con la forma en que se levantó y dijo la verdad.

Holly quiere grabar en vídeo esta conversación.

Que irónico.

—Crabbe y Goyle nos han guardado asientos —dice Draco, luego de un minuto de silencio. Los otros tres asienten, y abandonan el aula en silencio con expresiones confusas en todos sus rostros cuando la puerta del aula se cierra.

Pansy abraza a Holly—¿Estás bien?

—Me siento como una mierda —responde Holly.

—¡Pero hiciste lo correcto! Recuerda eso, Holly —dice Pansy, mientras comienzan a caminar por el pasillo vacío—. Tenemos que fingir, ¿no?

—Sí —dice Holly.

Blaise frunce el ceño—No me gusta ella —dice, y Holly asiente con la cabeza. Ya no puede soportar a la profesora Umbridge. No sabe si es porque se asusta ante la idea de ella, o la forma en la que Harry la enfadó, pero no le gusta en lo más mínimo. No le importa si simpatizaba con Holly después de clase. No le gusta ella.

—Está con el Ministerio, tenemos que estar de su lado —dice Draco. Holly entorna los ojos confundida y se vuelve a mirarlo. Él le da una mirada—. Al menos fingirlo.

Pansy asiente—Es lo seguro.

Holly asiente también. Es lo cobarde.

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LLEGA EL SÁBADO POR LA MAÑANA y Holly camina hacia el campo de quidditch con Draco, con los nervios en su estómago. La noche anterior Holly la pasó preocupada por si se incorporaría o no al equipo, y luego cada vez que dudaba, fruncía el ceño. ¿Cómo demonios puede estar nerviosa por entrar en el equipo de quidditch, cuando lo ha hecho antes y ha ganado el Torneo de los Tres Magos?

—Lo harás bien —asegura Draco.

—Eres mi primo —dice Holly gruñona—, tenías que decir eso.

Caminan hacia el campo de quidditch, donde ve a Montague y al resto del equipo de pie alrededor. Otra chica está de pie junto a Montague, con los brazos cruzados y una mirada molesta. Ella asiente con la cabeza a Holly mientras está de pie junto a Draco.

—Creo que ya hemos encontrado a nuestras dos cazadoras —dice Montague, al resto del equipo. Holly frunce el ceño. ¿No tiene la oportunidad de probar? ¿Qué?—. Porque ya estaba en contra de estas pruebas, ¿y queréis saber por qué? Porque nadie lo hace tan bien como pueden, porque están nerviosos y están siendo observados por los jugadores reales. Así que pensé, cierto. Hay dos Slytherins que necesitamos en nuestro equipo. Mi hermana, Florence... Flo, quiero decir... —él le da a su hermana una mirada, después de que tosa fuerte cuando dice Florence—. Es una de las mejores jugadoras de quidditch que he visto en mucho tiempo —le señala con un gesto—. Y luego tenemos a Holly Lippincott, a quien todos conocéis.

Le hace un gesto a Holly.

—Creo que tenemos a todos los jugadores, así que deberíamos aprovechar este tiempo para practicar como equipo —dice Montague. El corazón de Holly se hunde. No quiere que le den el papel. Quiere ganarlo.

Los otros jugadores de quidditch gruñen y asienten. Holly ve a Flo fruncir el ceño a Crabbe y Goyle, lo que tiene mucho sentido para Holly, si ella es honesta.

La práctica de quidditch demuestra ser agitada, por decir lo menos. En un momento dado, Crabbe y Goyle se golpean accidentalmente y caen al campo, y mientras Montague se ríe de lo gracioso que es, Holly está lo suficientemente cerca como para escuchar a Flo refunfuñar "este equipo da risa."

Y es verdad. Hay un punto en el que Holly mira a Crabbe y Goyle recibir un golpe en la cabeza por la misma bludger, y se da cuenta de que solo están en este equipo debido a su fuerza.

Al final de esta llamada práctica, Holly está molesta, cansada y helada. Deja a Draco hablando con Montague sobre lo que sea, y regresa al castillo por su cuenta. No sabe si quiere estar en un equipo tan terrible, pero luego, si no está en el equipo este año no puede ir el próximo año y convertirse en la capitana. Holly quiere hacer dos cosas mientras está en Hogwarts, y es ser convertida en la capitana del equipo de quidditch de Slytherin y en delegada. Pero no quería que le entregaran la posición. Quería ganársela, quería que le dijeran que está en el equipo y quería sentirse como si se lo mereciera.

Pero ella. La única razón por la que está en el equipo es por el Torneo. Y seguro, es consciente de que posiblemente fue la mejor campeona, pero aún así. Eso no significa que quiera que todo le sea dado en una bandeja de plata. Ella quería trabajar duro y formar parte del equipo. Siente que ha sido engañada.

Camina por los pasillos y en dirección a la biblioteca. No quiere ver a sus amigos en este momento. Quiere estar sola. Sabe que está de mal humor, y que no quiere estar agitada y accidentalmente entablar una discusión cuando no lo dice en serio. Entonces, piensa que leerá un libro... o se sentará en un pasillo de la biblioteca y mirará los libros hasta que se sienta mejor. Esta última idea parece más atractiva.

Todavía es temprano, y Holly frunce el ceño, decidiendo que también puede ir a la lechucería y enviar la carta a su padre. Quiere evitar a sus amigos por un tiempo, esta es otra cosa que hará.

Holly entra en la lechucería y ve a Harry, que se da vuelta tan pronto como él oye pasos. Él la mira. Ella va a buscar a Lechuza, eligiendo no reconocerla. Sabe que él está enfadado con ella; probablemente la odie, y sabe que se lo merece. Debería haberle defendido en Defensa Contra las Artes Oscuras, pero no lo hizo, y ahora él la odia. Ignorarlo hace que sea menos doloroso para ella. Sabe que es egoísta por su parte, pero sabe que no hay forma de que él quiera ser su amigo después de eso, puede que simplemente lo ignore y pretenda que nunca fueron realmente amigos, como creen sus amigos.

Ella no sabe si le gusta. No sabe si quería besarlo en Grimmauld Place. Pero lo que sí es que se preocupa por él y que estaba realmente herido cuando ella no lo defendió contra Umbridge. Sabe que él no la perdonará y, aunque le duele, tiene que aceptarlo, es culpa suya que esto haya sucedido. Así que mantiene la cabeza baja, colocando a Lechuza junto a la ventana, deseando que salga volando y le envíe la carta a su padre, evitando cualquier comunicación real con Harry.

Hasta que ella ve su mano, y las palabras escritas en su piel.

Holly le agarra la mano, mirando las palabras. No debo decir mentiras. Ella mira a Harry con el ceño fruncido y dice—¿Has usado una pluma de sangre en el castigo?

—Ya me hablas, ¿eh? —dice Harry, apartando su mano de ella. Holly espera esto, y sabe que él tiene todo el derecho de estar enojado—. ¿Somos amigos otra vez o algo así? Porque ya no lo parece. Cuando Umbridge te preguntó... —Holly abre la boca y él la mira—. No he terminado.

Holly lo mira con incredulidad. Puede ver la ira en su rostro, sus ojos mirando y sus cejas fruncidas.

—Sé que no quieres que tus amigos sepan que nosotros lo somos, ¡pero necesitaba que le dijeras algo a Umbridge! Todos piensan que me he vuelto loco y saben que estabas en el cementerio, ¡pero te quedaste callada! —grita él—. ¿Qué, estabas demasiado ocupada alabando a Umbridge, como Malfoy y los demás? ¿A quién le importa ayudar a un amigo cuando te beneficias al final?

—¿Has acabado? —pregunta Holly, levantándole una ceja. Harry asiente, apretando los dientes de tal manera que su línea de la mandíbula se vuelve más prominente. Ella se acerca a él—. Debí haberte defendido, lo sé, y lo siento —Harry se ve sorprendido, como si no creyera que ella lo aceptaría—. Tienes todo el derecho de odiarme. Debería haber estado de tu lado, pero no. Tenía miedo, todavía estoy acostumbrada a los profesores de Durmstrang, y Umbridge me los recordó. Pero eso no es todo. Debería haber estado allí para ti, así que si me odias, estaré bien.

—No te odio...

No he terminado —dice Holly, dándole una mirada oscura. Harry sigue mirándola—. ¿De verdad crees que estoy tratando de alabar a Umbridge? Y responde con sinceridad: ¿crees en serio que alguna vez haría algo con la intención de hacerte daño?

—No —responde Harry. Sus manos tiemblan, como lo hicieron en Defensa Contra las Artes Oscuras cuando se enfadó—. Odio esto, ¿lo sabes? Odio cómo tienes que fingir que me odias. Odio que no podamos estar cerca cuando tus amigos lo están...

Holly entorna los ojos—Me hubieran matado en ese cementerio si no fingiera odiarte —señala. Su voz está temblando. En los últimos dos minutos se han acercado. Holly ignora el recuerdo del último día de las vacaciones—. Viste la forma en que Quien-Tú-Sabes se rió cuando dijiste mi nombre. Me habría matado en el acto si hubiera sabido algo. La única razón por la que me salvé y Cedric no fue por mi madre... y sé que todo esto es terrible, y también lo odio, odio que tengamos que fingir que no somos amigos, porque no se trata simplemente de amigos de colegio, ¿verdad? Tú eres el niño maravilla y yo la hija de una mortífaga. Eso va mucho más allá de esta colegio... él me mataría si alguien se enterara.

Harry la está mirando extrañamente, escuchándolo con atención, frunciendo un poco el ceño. Holly se calma un poco, tomándose un minuto para recuperar el aliento de sus brazos.

—Ojalá no tuviéramos que mantener este secreto —dice ella—, porque realmente me preocupo por ti...

—Holly —llama Harry.

—¿Sí? —dice Holly, frunciendo el ceño.

—No te rías —él dice.

¿Qué? ¿Por qué me reiría...?

—Me gustas.

Holly mira a Harry. No sabe decir. Ella recuerda lo que le estaba diciendo a Pansy al comienzo de la semana. No lo sé, es realmente agradable. O cada vez que ha tenido una extraña sensación de aleteo en el estómago, ¿eran mariposas? ¿Estaba realmente tan enamorada de este chico que sentía mariposas revoloteando alrededor de su estómago? Porque tiene sentido, nunca ha querido a alguien antes (no cuenta ese chico en la escuela primaria, eso se debe a que su cabello era rizado, lo que ella pensaba que era genial), así que obviamente no sabrá qué se siente. Pero ahora sí. Ahora sí.

A Holly le gusta Harry.

¡Ja! —la puerta de la lechucería se abre revelando al conserje, el señor Filch. Holly hace una mueca, mientras Filch se acerca a Harry—. ¡Me han dado el soplo de que piensas hacer un pedido descomunal de bombas fétidas!

—¿Quién le ha dicho que iba a hacer ese pedido?

Holly ve a Hedwig sentada a un lado, y ella extiende su brazo con cuidado, obligando a Hedwig a pararse en su brazo. Camina hacia una de las ventanas y Hedwig salta, volando por la ventana.

—Tengo mis fuentes —dice Filch—. Dame ahora mismo eso que pensabas enviar.

Holly, que ahora está detrás de Filch, mira a Harry por un segundo, y señala a Hedwig volando sobre el bosque. Harry asiente una vez, tratando de ser astuto por una vez, y se vuelve hacia Filch—No puedo, ya no lo tengo.

—¿Cómo que ya no lo tienes? —se extraña Filch.

—Que ya no lo tengo —repite Harry.

—¿Cómo sé que no te lo has guardado en un bolsillo?

—Porque...

—He visto cómo enviaba la carta —dice Holly. Los ojos de Harry se iluminan mientras ella le devuelve la sonrisa, Filch se vuelve para mirarla. Sus mejillas son de un tono rojo oscuro, como si hubiera subido corriendo las escaleras para llegar hasta aquí—. Hace unos minutos, creo...

Filch la mira fijamente. Holly le devuelve la sonrisa.

Sabe que su pequeña sonrisa lo está haciendo enfadar más, pero realmente no le importa.

Él se vuelve hacia Harry—Como note el más leve tufillo a bomba fétida... —murmura, antes de marcharse, y su gata lo sigue. El viento frío atrapa la puerta y la cierra ligeramente, la figura descendente del conserje desaparece detrás de la puerta.

Holly mira a Harry—¿Estabas...?

Él niega—Sirius.

—Ah —dice Holly. Hay una pausa. Ella le sonríe, y él le devuelve la sonrisa, un poco nervioso por lo que había dicho antes de que Filch apareciera. Ella no sabe si el momento se ha ido o no, pero mira hacia abajo y ve su mano, y frunce el ceño—. ¿Te hiciste eso en el castigo?

—Sí —responde Harry, un poco confundido—, ¿por qué...?

—Las usaron en Durmstrang —dice Holly, y le enseña la mano izquierda, donde se encuentra la cicatriz. Harry le frunce el ceño, sosteniendo su mano—. No debo oponerme... lo entendí al final, cuando me negué a interpretar Crucio en una niña... —se detiene—. ¿Sabes que soy zurda? Ellos pensaron que era una señal de rebelión, por lo que me obligaron a escribir con mi derecha.

Ella se detiene de nuevo. Sabe que no era lo que debía decir. Estaba destinada a responder con un largo discurso sobre lo mucho que le gusta, cómo nunca se dio cuenta, pero ¿no ha desaparecido el momento? Ella nunca respondió cuando él lo dijo, y la expresión enamorada en su rostro hace que Holly piense que necesita responder, solo porque el momento se fue no significa que no se preocupe por esto, y ella sabe su respuesta, ya no hay un no lo sé.

—Intento decir que también me gustas —dice Holly.

—¿En serio? —dice Harry.

Holly asiente—En serio.

Y luego hay otra pausa, donde ella le sonríe suavemente y le dice que sus amigos se preguntarán cuándo se habrá ido, y deja en la lechucería con una pequeña sonrisa en su rostro. Holly se sienta con sus amigos en el desayuno, la pequeña sonrisa todavía en su cara.

A ella le gusta él. A él le gusta ella.

Holly no puede dejar de sonreír.

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