Capítulo 6.

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Dormir como un bebé en brazos de la persona que amas, es algo simplemente maravilloso y deseas que ese momento sea eterno. Jimin había despertado primero y Jungkook estaba detrás de él en la posición de "cucharita" mientras lo tenía rodeado con sus fuertes brazos.

Jimin se removió lentamente para poder girarse, una vez que lo hizo, pudo ver con detalles el rostro dormido de Jungkook y tocó con uno de sus pequeños dedos una de las mejillas para luego tocar sus delgados labios, Jungkook había cambiado y su cuerpo lucía más maduro en todos los aspectos pero se veía increíblemente hermoso.

Definitivamente la edad le sentaba de maravillas.

—Buenos días... —susurró Jungkook sacando de sus pensamientos a Jimin, quien inmediatamente se sonrojó y ocultó su cara en el pecho del castaño— ¿Te sientes mejor?

—Sí... ya no me duele el cuerpo.

—Me alegro —soltó la cintura de Jimin para girarse y tomar su teléfono— Mierda, debo irme —se volvió a girar para abrazar a Jimin.

—¿Volverás después? - aún estaba acurrucado en su firme pecho.

—Sí, primero tengo que ir y revisar unas cosas en el trabajo, no sé si me desocupe pronto pero lo más seguro es que esté libre después del mediodía.

—Entonces a medio día —sacó su cara del escondite y lo miró un momento, Jungkook hizo lo mismo y le sonrió.

—Vendré y comeremos algo, necesitas subir de peso —habló con preocupación y tocó una de las delgadas mejillas de Jimin, se acercó hasta que sus narices se tocaron— Toma la medicina a la hora que corresponde, ¿bueno?

—Sí... —Jungkook corto la pequeña distancia juntando sus labios, besando delicadamente los labios del rubio. Jimin había entrelazado sus piernas con las de él y este había sujetado firmemente su cintura pegándola aún más a su cuerpo, el beso estaba dejando de ser uno delicado para volverse más caliente. Jimin soltó un pequeño gemido cuando Jungkook movió su pierna y rozó el miembro de este, esto lo hizo reaccionar y cortar el beso.

—Se me hace tarde —sonrió y dio otro beso, pero fue corto. Se levantó y Jimin se quedó en la cama. Jungkook fue por sus cosas y volvió a la habitación para despedirse— Te llamaré para que tomes la medicina y debes comer algo —le recordó. Jimin lo miraba sin poder creer que él realmente estuviera ahí y todo fuera real.

Muy real.

—Vale...

—Nos vemos más tarde —besó sus labios una vez más— Cualquier cosa me llamas.

—Está bien —se volvió a acurrucar en su cama y Jungkook se fue.

Jimin decidió dormir un poco más, realmente desde hace mucho que no dormía tan bien y por eso, quiso seguir disfrutando de aquello.

Por otro lado, Jungkook fue hasta su casa para poder darse una ducha y cambiar su ropa, lavó sus dientes y tomó lo necesario para ir al trabajo.

Una vez en la empresa, Jungkook pudo verificar que estaba repleto de trabajo inesperado y trató de hacer todo lo más rápido que pudo, para poder desocupar a mediodía. Habló con sus compañeros mientras tomaban un delicioso chocolate caliente en un pequeño receso y quedaron de salir a beber un día por la noche, como ya era costumbre para ellos.

Jimin no salió de la cama hasta que sonó el timbre y a regañadientes se levantó a ver quién carajos era.

Grande fue su sorpresa al ver a una mujer de edad avanzada y cara de pocos amigos, totalmente idéntica a él.

Era su madre.

—¿Qué haces aquí, mamá? —preguntó mientras bostezaba. Avanzó hasta la sala dejando que su madre pasara.

—Te ves terrible. ¿Qué te pasó? —cerró la puerta y dejó su bolso en el sofá para luego tomar asiento a un lado de Jimin.

—Estoy resfriado.

—Ve al doctor si te sientes mal.

—Ya estoy mejor. ¿A qué has venido, mamá? —preguntó de malas ganas.

—No respondes mis llamadas ni las de tu padre, estaba preocupado y pase a ver si estás vivo.

—Estoy super vivo y en perfectas condiciones, ya puedes irte que yo me ire a dormir.

—Supe lo de tu tratamiento... —Jimin se congeló al escucharla decir aquello— Pero veo que claramente no resultó.

—Mamá, no quiero ser grosero, no contigo. Pero lo que yo haga con mi vida y cuerpo, a estas alturas ya no es de tu incumbencia, desde hace mucho que no dependo de ti y estoy agradecido de eso, por lo que no estoy obligado a darte explicaciones de mis decisiones - se puso de pie al sentirse incómodo y fue a preparase un café, lo necesitaba - Creo que desde ahora, todo lo que quiera hacerme lo tendré que hacer fuera del país para que no andes de chismosa sobornando a mis médicos y te enteres de todo lo que hago —dijo finalmente molesto.

—No soborne a nadie —aclaró ofendida.

—Si, como no.

La señora Park observó a su hijo y si bien, no lo veía desde que volvió de Rusia, hace más de seis meses, no lo había visto en tan mal estado como ahora, su cuerpo asustaba de lo frágil y delgado que se veía. Quiso preguntar sobre su estado de salud, realmente a veces se preocupaba, Jimin era su único hijo después de todo, pero simplemente no se atrevió y solo espero que estuviera llevando bien las riendas de su vida.

Esperaba no equivocarse y luego lamentarse por no haber interferido.

—¿Qué? —preguntó Jimin al sentir los ojos clavados en él— ¿Tienes más palabras de amor para mí?

—Solo... llama a tu padre, realmente se preocupa por ti.

—Claro... —sonrió ante el comentario— Tan preocupado que todos los días viene a ver si estoy bien.

—Jimin...

—Al final, ustedes realmente están cortados por la misma tijera, con razón son tal para cual.

Su madre no dijo nada ante el comentario, realmente no eran los mejores padres, no ahora. Pero en la adolescencia de Jimin fueron mejor o lo intentaron, eran lo suficientemente estrictos como para guiarlo por el buen camino, enseñarle sobre las responsabilidades y sobre la importancia de conseguir ser alguien en la vida, alcanzar sus sueños y no dejar todo de lado por un mísero romance.

Enamorarse solo trae sufrimiento y deja heridas que jamás sanarán. Al menos eso es lo que la señora Park le enseñó a Jimin.

Pero aun así, al ser su unigénito, lo consentían en todo lo que él les pedía, sin importar que tan costoso o extravagante fuera. El señor Park era quien más lo mimaba, era y es su mayor orgullo pero quizás ahora la edad le estaba afectando. Sabía que su hijo se casó solo para darle en el gusto a su madre y supo todo lo que pasó con Jeon y el bebé que perdió. No tenía cara de verlo, se sentía completamente culpable por no haber sido un buen apoyo y haberlo aconsejado como era debido. Haberle enseñado sobre la importancia de ser sincero con los sentimientos propios y sobre otros, la importancia de valorar a las personas no solo por su estatus social, la importancia de ser humilde aun cuando lo tenía todo, la importancia de valorar aquellas muestras de afecto aun cuando no es correspondido, uno debía ser agradecido, sincero por sobre todo, pero agradecido.

La señora Park era diferente y no se torturaba como lo hacía su esposo, a ella la criaron de la misma forma en la que intentó criar a su hijo, en su infancia y a lo largo de su vida fue carente de amor fraternal. Pero cuando se enamoró de un obrero de la construcción y quiso huir con él para vivir una vida juntos, ambos con tan solo diesiocho años, fue su madre quien se encargó de lavar su cerebro y enseñarle que jamás sería alguien con aquel joven, que solo serviría para tener bebés no deseados y una simple ama de casa, que jamás saldría de la miseria. Porque el amor no te alimenta, no te viste, no te hace viajar por el mundo.

Entonces ella lo entendió.

Dejó aquel romance sin importar el daño que le causó a su enamorado y aceptó el compromiso con quien ahora es su esposo, decidió ser alguien y tener una familia de renombre.

Pero, ¿a qué costo?

¿Realmente su familia era feliz? Su hijo no los quería ver y tampoco le interesaba saber de ellos.

Pero en el fondo de su duro corazón, aun estaba ese Jimin de mejillas rosadas y gorditas que jugaba en el jardín de su mansión, feliz e inocente, lleno de amor y dulzura.

Uno que le decía incontables veces "Te amo mamá", los cuales nunca respondió y que con el paso de los años dejó de escucharlo.

—Jimin... —habló con un tono triste, recordarlo de esa forma le hacía cuestionar sus decisiones, quizás en el fondo siempre supo que estaba mal en como lo crió.

—Mamá, ya vete. Quiero dormir —hizo un pequeño puchero de forma inconsciente. Su madre sonrió, esos pucheros eran tan de él cuando quería algo.

—Ven a casa, tu padre se pondrá feliz de verte —pidió en un tono suave y Jimin se espantó.

—No tengo tiempo, quizás el otro mes, no sé —dijo rápidamente.

Iba a decir algo más pero su celular sonó y al ver quien era, sonrió.

—Hola —respondió con una sonrisa.

Tu medicina, tómala ahora —fue lo primero que dijo.

—Bien —caminó hasta donde estaba la bandeja con remedios y sacó el que le correspondía para luego coger un vaso con agua y tomar todo— Listo, ya me la tomé.

Bien. ¿Comiste algo?

—Aún no, luego.

—Come y descansa.

—Uhum. ¿Ya te vienes?

No. Estoy lleno de trabajo, más de lo que me imaginaba —suspiró— No sé si logre salir antes de las tres de la tarde.

—No importa la hora, sólo ven...

Iré, ahora debo colgar que tengo que seguir en esto.

—Bien, nos vemos.

Cuidate y come.

—-Sí,sí, comer —finalizó la llamada y pudo ver a su madre como lo observaba.

—¿Estás saliendo con alguien? —preguntó algo aliviada, era necesario que su hijo ya tuviera a alguien a su lado.

—No te importa, además tu eres la que todo lo sabe, ¿no? —iba a seguir desparramando veneno contra su madre pero la puerta fue abierta, dejando ver a un bonito castaño con una hermosa sonrisa cuadrada.

—Oh —dijo al verlos a ambos en la sala - Lo siento, pensé que Mimi dormía. Buenos días señora Park —saludó con una reverencia.

—¿Mimi? —preguntó ella. No tenía ni la menor idea de como le llamaban sus amigos por cariño.

Jimin rodó los ojos ante el comentario y luego le explicó.

—¿Cómo estás Taehyung? —sonó extrañamente amable y Jimin la miró entrecerrando los ojos.

—Muy bien, gracias.

—¿Y tu hijo? He visto que está inmenso y hermoso.

—Gracias —sonrió— Está con mis padres ahora, creo que se extrañaban.

—Ya veo.

—Tengo hambre —les interrumpió Jimin.

—A eso vine, prepararé de comer. ¿Se quedará a comer? —le preguntó a ella, pero Jimin intervino.

—No. Ya se iba, ¿cierto mamá? —su madre soltó un suspiro y fue por su bolso.

—Nos vemos, Taehyung, saludos para tu familia —miró a su hijo— Por favor, aunque sea responde sus llamadas. Es lo único que pido.

—Bien —respondió de malas ganas.

—Nos vemos.

Cuando la señora Park salió, Jimin se pudo relajar y dejó escapar un suspiro de alivio.

Ya no importaba lo mucho que ella lo intentara, el daño estaba hecho y Jimin ya había pagado el precio. No quería que sus padres volvieran a interferir, al menos no su madre, no otra vez.

Él sería feliz y haría las cosas bien.

Tenía que hacerlo.

Junto a Jungkook.

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