02. Metidos en un Kdrama

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Una semana había pasado desde que Cristian Romero apareció en su trabajo para buscar su reloj. El futbolista del Tottenham había tratado de pasar desapercibido, salvo que no había persona en la cadena de televisión deportiva que no supiera quién era. Su aparición había sido peculiar y todos le habían pedido una fotografía, excepto ella, quién se había quedado en un costado, esperando que todos terminaran de revolotear a su lado. Cuando Martina se acercó disimuladamente para darle su pertenencia, recibió muchas miradas por parte de sus compañeros de trabajo, principalmente porque creían que algo estaba ocurriendo entre ellos. Con los tweets de los fanáticos de Cristian y del Tottenham, donde habían dicho que Cuti tenía química con la periodista, los rumores habían empezado a circular en su trabajo.

Cristian había tenido un montón que ver con la creciente lluvia de preguntas y rumores. Sus compañeros de trabajo se dieron cuenta que el jugador también la había empezado a seguir en Instagram y con el asunto del reloj, muchos creían que habían tenido una aventura. Martina sólo les había explicado a los más cercanos (y a los únicos a los que quería darle explicaciones) que se llevaba bien con Son Heung-Min y que como consecuente, también compartía tiempo con Cristian y así era como había acabado con su reloj. No había nada entre ellos y esos rumores eran tan tontos como los que decían que Son y Cuti estaban enamorados. Bueno, había visto más química en ellos dos que en la supuesta entrevista suya hablando con Cristian.

De alguna forma, hasta las redes habían hablado de Cristian Romero apareciendo en el lugar donde trabajaba. Había todo un hilo sobre su supuesta relación con el cordobés, donde mencionaban cada interacción que habían tenido desde el día en que se conocieron. Era escalofriante, porque habían mencionado cada vez que estuvieron en el mismo lugar, o cosas que tenían en común. Martina una vez había subido una historia con una camiseta unos talles más grandes de color blanca, y al parecer, según el hilo, Cristian había usado la misma un mes después. Eran cosas que no tenían sentido, todos tenían una camiseta blanca.

Martina observó la gran pantalla de televisión, Son Heung-Min y ella estaban viendo un kdrama romántico. Lo habían comenzado la semana pasada y ahora se habían reunido para verlo en la casa del coreano. Los dos estaban muy enganchados, esperando que por fin los protagonistas dejaran su orgullo atrás y decidieran confesarse lo que sentían.

—Vi las fotos que les sacaron, también vi el hilo de Twitter. Su ship se llama Marcuti.— confesó Sonny y ella sacó la mirada de la televisión, para ponerla en él. Había estado tan concentrada en su serie coreana, que tardó en darse cuenta que hablaba de Cuti y ella.

Cristian apareció en mi trabajo porque se olvidó el reloj en mi auto y se lo devolví.— Martina le explicó y regresó la vista a la televisión, desde que su amigo le había contado sobre la novela de enemies to lovers que había leído, estaba obsesionado con que eso se repitiera con sus amigos.

Cuti me contó la historia.

¿Qué te dijo?— Martina se interesó en escucharlo, no porque le importara lo que el cordobés tenía para decir de ella y de la situación, sino que le importaba por su propia reputación. Lo único que le faltaba era que Cuti Romero esparciera rumores falsos en su contra; hasta tuvo que stalkear bien la cuenta de Twitter que había hecho el hilo entre ellos dos, porque se preguntaba si Cristian estaba detrás de eso.

Me dijo que estaba medio borracho y justo te vio en el boliche. Te pidió ayuda y vos lo ayudaste. Parecía complacido.

Me miró las tetas, Sonny, creo que estaba demasiado borracho. Cuando está en un estado normal apenas me mira a los ojos.— Martina le reconoció, explicándole aquello. Sonny abrió bien sus ojos asiáticos, al parecer su amigo no le había contado esa parte.

Capaz le da miedo mirarte a los ojos, vos sos media...— ella alzó una ceja, esperando que el futbolista continuara.— Sos una mujer brava.

¿Decís que a Cuti le doy miedo? ¿Al mismo que rompe piernas en la cancha?

Eso sí que no tenía sentido. Si Cuti tenía miedo de ella, era capaz de reírse hasta que sus pulmones dejaran de funcionar. Recordó cuando lo había conocido, fue exactamente después de que tuviera una discusión con otro periodista masculino, que se había creído con el derecho de empujarla mientras intentaba de llamar a alguno de los jugadores. No había tenido ningún pelo en la lengua para hacerle entender que todos tenían el mismo derecho de hacer esa entrevista y que no se iba a tolerar que la tratara de pisotear como un insecto. Cristian había aceptado ser entrevistado por ella y cuando le empezó a hacer preguntas, el jugador había estado disperso, mirando sus manos, mirando a su alrededor, hasta mirando el techo. Recordó que no la había visto a los ojos y que en ese momento pensó que Cuti Romero se creía superior a los demás. Después de varias semanas, Cristian pasaba de largo y evitaba sus entrevistas.

Los hombres somos raros, Martu. Cuti en la cancha es un tigre, pero en persona es una masita.

Martina hizo una mueca, Cristian no era una masita cuando a toda costa quería pelear con ella. La periodista volvió a ver la televisión, porque Sonny no había detenido la serie y se perdió algunas escenas. Pasaron unos minutos, hasta que escucharon que sonaba el timbre de la casa de Son Heung-Min. Ninguno de los dos se quiso levantar para abrir, porque estaban muy enganchados con lo que estaba ocurriendo en pantalla. Ella le dijo a su amigo que esa era su casa, así que pusieron stop y esperó hasta que el coreano volviera a su lado para continuar viendo juntos el programa. Escuchó dos pares de voces, una que le pertenecían al dueño de la residencia y otra que era la de Cristian Romero. Martina soltó un suspiro, no le parecía atípico que el futbolista argentino estuviera ahí, porque era amigo de Sonny y esta era su casa. Sólo que el coreano no le había dicho que Cuti iba a aparecer.

La castaña se giró para ver al recién llegado, Cristian frunció su ceño y tuvo la sensación de que él tampoco sabía que ella estaba ahí. Mordió sus labios y pasó su mirada por su amigo, estaba segura que Son había hecho eso a propósito, para juntarlos en el mismo lugar. Ahora puso en duda si Sonny no era el que había hecho ese hilo en Twitter.

—Hola...— cuando Cuti quiso saludar, ella lo calló y le hizo señas al coreano.

Sh, silencio. Hay tensión y los protagonistas se van a besar.— presionó el botón para seguir reproduciendo el kdrama. Sonny se sentó en el sillón a su lado y los dos miraron la tele, en completo silencio. Vieron a los dos protagonistas acercarse el uno al otro, todo era en cámara lenta y se podía notar cómo los dos querían ese beso, hasta que la mamá de la protagonista apareció y arruinó el momento.

Me hago viejo esperando a que se besen.— se quejó Sonny y ella cerró sus ojos, cuando los abrió, miró al techo, totalmente indignada. Tenía veinticuatro años y sufría por una relación ficticia de una serie ficticia, era un poco gracioso.

Hay mucha tensión, no sé por qué no se dejan de joder y se besan de una vez.— Martina también se sumó a las quejas de Son y el chico se giró para verla, pudo notar su mirada perversa y él le guiñó un ojo.

Las personas son cobardes, pero siempre necesitan un buen amigo para hacerles las cosas más fáciles para ellos.— Sonny no era para nada discreto con lo que decía y Martina soltó un resoplido, volviendo a ver la pantalla. Prefería ignorar al muchacho, antes que decirle que estaba viendo cosas donde no las había.

¿Me invitaste a jugar a la play o a ver un programa de asiáticos vírgenes?

Martina se giró al escuchar el comentario del recién llegado.— Cállate vos, no entendés nada de la serie.

—¿Y vos sí? No sabía que hablabas coreano.

—Tiene subtítulos. ¿Acaso no sabes leer o tenés problemas de la vista?— ella contraatacó, olvidándose que Sonny apenas sabía algunas palabras en español y no entendía nada del intercambio de palabras entre ellos. Cuti se quedó callado al escuchar su respuesta y miró a Sonny. Martina sonrió victoriosa y se acomodó en el sillón aún más.

El coreano los miró a los dos, confundido.— ¿Se quieren quedar a cenar hoy?

Martina miró a Cristian y él la miró a ella. ¿Eran capaces de aceptar un acuerdo de paz y no pelearse hasta que cada uno volviera a su casa? Lo veía complicado, pero asintió con su cabeza. Los dos querían pasar tiempo con su amigo y tenían que tolerarse por el resto de la velada.

Yo no cocino.— dijo ella, al instante en inglés. No era mala cocinera, salvo que nunca se le ocurrían muchas cosas. Son era el que cocinaba rico, porque siempre le estaba presentando platos coreanos que antes no había comido.

—Mejor, no tengo ganas de comer comida quemada.— respondió Cuti en español, dándole la razón por primera vez, sólo para criticarla. Era un forro, siempre hablaba en su idioma natal para que Sonny no escuchara lo que decía y después se hiciera el inocente.

—No hago comida quemada, igual con las cosas que comes vos, seguro que ya hasta no tenes paladar.

¿Pueden dejar de hablar en español? No entiendo nada.— Sonny interrumpió su intercambio poco amistoso y los dos lo miraron.— Paz, acuerdo de paz. Yo cocino. ¿Me acompañan a comprar al mercado?

Martina agarró su celular, los dos argentinos siguieron a Son Heung-Min hasta su auto. La chica corrió antes que Cristian llegara el asiento de acompañante, se instaló ahí y escuchó el resoplido del futbolista. Sonny se encargó de manejar hasta el supermercado, haciéndoles acordar de toda la lista de ingredientes que tenía que comprar para hacer un Bibimbap coreano. Una vez que llegaron al destino, su amigo agarró un gran carro para hacer las compras y los dos argentinos caminaron al lado de él, evitando hablar y mirarse entre sí. La periodista deportiva se distrajo en un pasillo, agarrando unas papas fritas. Sonny continúo caminando, al igual que lo hizo Cuti y ella se desvío, para agarrar helado y gaseosa. Intentó caminar con todo en manos, apenas pudiendo ver el camino frente a sus ojos. Cristián apareció y sin pedirle permiso o decirle una palabra, agarró el helado y la gaseosa, dejándola a ella solo con el paquete de papas fritas. Fue una gran ayuda para sus brazos escuálidos, porque había estado sosteniendo varios kilos.

—Gracias.— emitió, mordiéndose la lengua y mirando a Cristian a los ojos. Recordó las palabras de Sonny; el futbolista sostuvo su mirada y no la separó de sus ojos.

—¿Querés una foto? Dura más.— le dijo Cuti Romero, guiñándole un ojo y empezó a caminar por uno de los pasillos de las carnes. Martina sintió que su cara se ponía roja de la vergüenza y del enojo.

—Si quisiera una foto se la pediría a Griezzman o a Leandro Paredes, no a vos. Sin ofender.— Martina pasó adelante de él, apurando su paso para poder superarlo. Cuti tenía piernas largas, así que no tardó en chocar su hombro con el suyo. Los dos llegaron casi corriendo hasta Sonny, como si necesitaran su ayuda para no pelearse.

¿Les gusta la salsa de soja?

El coreano les preguntó, mostrándole el producto en sus manos. Martina no era muy asquerosa con la comida, casi todo le gustaba. Además, la comida coreana que Son hacía era riquísima. Le había dicho varias veces que si en algún momento se retiraba del fútbol, tenía que hacer una carrera culinaria y poner un restaurante a su nombre. Los dos le dijeron que sí y Sonny metió todo en su canasta. Fueron detrás de su amigo, caminando por los pasillos del supermercado, por suerte era un poco tarde y no había muchas personas con las que podían cruzarse. Un señor se acercó a los tres, acompañado de su hija adolescente. Ella pudo notar al instante en que los dos estaban mirando a los jugadores y sostenían sus celulares con timidez.

—¿Podemos pedirles una foto?

Los futbolistas empezaron a sacarse foto con los fans y Martina se quedó a un costado, tratando de no entorpecer el intercambio entre ellos. Mientras Cuti se sacaba una foto con la adolescente, que lo miraba babeando, el señor se giró para ella.

¿Vos sos la novia de Romero?

Sonny soltó una carcajada y ella negó, como si la hubieran acusado de profanar una tumba.

No, soy amiga de Son.— ella lo señaló y en el mismo momento, Sonny también decidió abrir su bocota para responderle.

Pronto van a estar juntos.

El señor le sonrió a los dos y llegó su turno para sacarse una foto con Cuti Romero. Ella aprovechó el momento para cagar a pedos a su amigo, le dió unos golpes en su espalda y el coreano lo único que hizo fue reírse de la situación, porque los golpes que le daba apenas los sentía con esa campera acolchonada. Era un malo amigo, alguien que creaba rumores falsos y se creía todo lo que leía en libros y veía en Twitter. Sonny continúo riéndose, llenando los pasillos del supermercado de su risa.

—¿Se pueden comportar como personas normales? Principalmente vos, Martina, la gente piensa que les pasa algo.— como siempre, Cuti ponía su mirada en ella y decía algo en su contra. Ella lo miró, Cristian seguía sosteniendo el helado y la gaseosa, esperaba que se le congelaran las manos.

—¿Qué pasa? ¿Querés defender a tu novio?— ella le respondió, sintiéndome pícara.— Tranquilo, está sano y salvo.

Martina caminó por delante y continúo recorriendo el mercado, para agarrar unas cervezas. Una vez en la caja, quiso sacarle la gaseosa y el helado de las manos de Cristian y él los sostuvo con más fuerza. Ella le dijo que iba a pagar eso, pero él le respondió que podían dividir gastos; era una idea lógica, así que aceptó pagar las cervezas y las papas fritas. El único que tuvo que pagar de más fue Sonny porque compró todo lo necesario para hacer el plato coreano y alimentar a toda una familia de ocho. Al salir del mercado, fueron hasta el auto de Sonny y Cristian se sentó instantáneamente en el asiento de atrás, sin poner ninguna queja.

Martu, ¿Te podes sentar atrás también? Así dejo el helado adelante, porque se me va a descongelar en el baúl.— ella miró a Son Heung-Min y luego miró hacía atrás, la mentira de Sonny no tenía sentido.

Lo puedo llevar yo en las manos.— prefería congelarse, que el helado se derritiera arriba de ella y cosas peores, antes que estar sentada atrás con Cuti, como si estuvieran en un Uber y Son fuera su conductor.

Anda atrás.

La castaña se sentó atrás, pasando su mirada por Cristian y volviendo a mirar al frente. Los dos hicieron un pacto de silencio o tal vez no tenían ni ganas de pelear. Sonny condujo, poniendo canciones de amor y baladas antiguas, haciéndole guiños cada vez que sus miradas se cruzaban en el espejo. Martina se puso a boludear con el celular y revisó sus últimos mensajes; había estado hablando con otro periodista, pero creía que ya estaba cansada de remar una conversación en la que era la única que parecía medianamente interesada. A veces se sentía sola y tenía ganas de conocer personas, sólo que los hombres que aparecían en Tinder muchas veces no valían la pena. Prefería seguir así, que el destino le pusiera al indicado frente a sus ojos, antes que esforzarse por algo que no llegaba tal cual lo quería.

Cuando llegaron a la casa del futbolista, los tres bajaron y agarraron los productos que habían comprado. Como ni Cristian ni ella querían quedarse a solas mientras Sonny cocinaba, ella decidió sentarse en la silla al lado de la isla y Cristian se ofreció a ayudarlo a cocinar. Martina agarró una de las latas de cerveza y empezó a tomar, mirando las espaldas de los dos futbolistas. A pesar de todo lo que podía pensar y decir, era una muy buena vista. Son Heung-Min era un hombre con un buen físico y que le dedicaba tiempo a ponerse cada vez más robusto, lo había visto sin camiseta en varias oportunidades y era excelente. El cordobés a su lado tampoco se quedaba atrás, Cuti era alto y tenía una espalda amplia. Se había subido las mangas de su camiseta al cocinar, así que podía ver la tinta en sus brazos.

La periodista empezó a abanicarse con una mano y tomó otro trago de su cerveza fría. Cuando Cristian se giró hacia atrás, la atrapó mirándolo con esos ojos de babosa. Martina no se quedó atrás y le sostuvo la mirada, Cuti le guiñó un ojo y le robó la misma lata que ella estaba tomando y tomó un gran trago.

—¡Eh! Hay otras en la heladera, esa era mia.— ella se quejó en voz alta, tratando de ignorar el calor que sentía en su cuerpo. Que Cuti estuviera tomando del mismo lugar en que ella había puesto los labios era sexy.

—Tengo sed.

El jugador dejó la lata de vuelta en la isla de la cocina y siguió cocinando con Sonny. El asiático ni se había dado cuenta del intercambio entre ellos y eso era lo mejor. Mientras cocinaban, ella continúo mirándolos y muchas veces el que solía ser su enemigo mortal volvió a atraparla con su mirada. En la comida, todos hablaron del nerviosismo y de sus metas para el mundial. Sonny estaba ilusionado por representar a Corea del Sur y ella se alegraba que también estuviera ahí. Una vez que estuvieran instalados en Qatar lo más seguro era que solamente pudieran verse en la cancha, pero tenía esperanzas de cruzarse con Sonny por algún lado. No podía decir lo mismo de Cristian, de hecho, esperaba no verlo en ningún lugar.

¿Cómo está la comida? La hicimos con mucho amor.— interrogó Cuti y ella tragó. El Bibimbap estaba rico, era lo más rico que había comido en semanas y si había quedado de esa forma era a causa de Son. Cuti solo había cortado algunas cosas y había entorpecido su comida.

Sonny fue el que cocinó muy rico, espero que vos no la hayas envenenado.— ella habló en inglés y en español, para remarcar su último punto.

Cuti le sonrió, mostrándole los dientes.— No te envenenaría, ¿Sino con quién más me voy a poner a pelear?

—Aw, ¿Esa es tu manera de decirme que me querés? Me llenas el corazón de alegría, Cristian.— Martina se limpió las lágrimas falsas. Sonny estaba mirando el intercambio, al igual que había visto el Kdrama, solo que no entendía por completo lo que se decían.— Cocinas y ahora me mostras cariño, voy a empezar a creer que querés casarte conmigo.

—Soy un buen candidato para ser esposo.— a esas alturas, Martina no entendía si Cuti le seguía el juego para reírse de ella o porque no le molestaba lo que le decía.

—Pobre la persona que se case con vos.

Cristian le clavó dagas con sus ojos marrones y ella soltó una carcajada.

¿Se imaginan si ustedes dos se terminan casando? Sería un buen plotwist.— murmuró Sonny, entendiendo la única palabra de su intercambio y los dos lo escucharon.

Sólo si Argentina gana el mundial podría hacer una cosa así.— le reconoció Cuti a su amigo y la castaña levantó una ceja. Que considerara casarse con ella era lo más loco, Martina ni se imaginaba en el altar con él. En la única situación que se imaginaba era en una cárcel, después de haber sido acusada de asesinar a Cristian Romero.

Aw, ¿Te queres casar conmigo?

—Deja de decir Aw.— se quejó el cordobés, sin responder lo que ella le había dicho.

Awww, ¿Te molesta?— había averiguado qué le molestaba de ella y planeaba usarlo en cada ocasión que pudiera. Al igual que él le decía culiada, ella iba a usar su tono cursi y falso.

—Sos infumable, Martina.

Ella le sonrió, en un total triunfo.— Esa es mi intención, futuro esposo.

Cuti agarró el vaso de cerveza y tragó, ella vio cómo su garganta se movía para deslizar el líquido. Martina volvió a mirar a Son y continuó la comida en silencio. ¿Eran sus ideas o estaba sintiéndose cada día más atraída a ese hombre?


Otro capítulo más:)) espero que les haya gustado. Gracias por el apoyo, recuerden votar porfis ❤️ besitosss

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