26. Los enamorados

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Hola, feliz día de los enamorados. Recorda votar el capítulo, porfis ❤️


Martina se llenó de valor y se dijo a sí misma que todo iba a estar bien. Esperar a Cristian en el estacionamiento del estadio fue la oportunidad que tuvo para hacer catarsis consigo misma y pensar un poco, siendo más prudente y menos espontánea. Tener esos minutos de más le ayudaron a pensar en todo lo que tenía para decirle a Cuti y hacerse una pequeña lista mental. Lo único que tenía que importarle era lo que ella misma pensaba, porque ya la había pasado mal pensando en el resto de las personas y sobre sus opiniones sobre su novio siéndole infiel.

Y aunque hubiese querido hablar con Cami, su mejor amiga había estado ocupada y ni había atendido su llamada. Fue en ese mismo momento, cuando su teléfono empezó a sonar y lo sacó de su bolsillo. Un número de otro país y desconocido la estaba llamando. Con algo de duda, atendió.

—¿Hola?— preguntó ella en inglés, simplemente porque estaba acostumbrada a que la llamaran por el trabajo. Tal fue su sorpresa, cuando del otro lado una voz muy reconocida le habló en español.

—¿Hola, Martina? Soy Leo. Leo Messi.

Ah, bueno. ¿Qué hacía Leo teniendo su número de teléfono? ¿Qué hacía llamándola como si fueran mejores amigos de toda la vida? Martí no tenía ningún problema en convertirse en uña y mugre con él, ser la mejor amiga de Lionel Messi era probablemente uno de sus sueños más locos y deseados. Que se convirtiera en algo verdadero era una locura.

Solo entonces, recordó que tenía que responderle.— Hola Leo, ¿Pasó algo? ¿Estás bien?

—No pasó nada grave. Te venía a llamar porque me enteré la otra vez que Cuti y vo' no están más juntos.— hubo un silencio del otro lado de la llamada, hasta que Lionel volvió a hablar.— No quiero ser metido, pero justo estaba viendo la tele. Mostraron cuando vos y Cristian se dieron un beso, y después de enterarme que estuvieron separados, me entró la duda.

Martina esbozó una sonrisa.— ¿Lionel Messi me está llamando para preguntarme si sigo con mi novio?

Estaba drogada, era la única explicación que le encontraba al asunto. Capaz algún periodista que le tenía bronca le había metido algo en el café que había tomado, porque no les caía bien. Era la única explicación que le encontraba a flashear que alguien como Lionel Messi podía interesarse en la vida de una periodista deportiva, que lloraba todas las noches después de ver alguna romcom que le hacía acordar a Cristian.

—No quiero ser chusma, ese es Rodri. Rodri también te quería llamar, pero lo obligué a que no hiciera nada.— él agregó por lo bajo y Martina aguantó la risa. Por más que la situación era un poco delicada (más que nada por el tema de Cuti y ella), todo eso le causaba gracia. ¿Qué tan al pedo tenían que estar Messi y Rodri para que les importara lo que Martina y Cuti hacían?

—No pensé que les importaba lo que pasaba conmigo y con Cristian. Igual no me molesta.

—Es que me pediste para que sea el padrino de la boda y yo ya había organizado todo para ir para Argentina.— él le recordó, como si ella se lo hubiese olvidado. Era imposible que Martina se olvidara una cosa como esa.

Ante el silencio, Leo volvió a hablar.—Entonces, ¿Volvieron con el Cuti?

Ella aguantó la risa, tenía dudas: principalmente, ¿Cómo se había enterado Leo que ellos no estaban más juntos? La primera opción era que seguramente Cuti le había dicho algo, sino se había dado cuenta de que últimamente no estaban subiendo historias juntos. Cristian era muy entusiasta con el contenido que subía a las redes, principalmente en Instagram, donde le gustaba presumir la mujer que tenía a su lado y a sus perritos. De la noche para la mañana había dejado de hacer eso, para subir solo cosas relacionadas a los partidos. Martina había extrañado recibir ese tipo de atención por parte de su novio, extrañaba cada cosa que él hacía y hacía.

—Bueno, solo te voy a contar esto porque sos una figura muy importante para mí, Leo. Estoy pensando en darle una segunda oportunidad a Cristian. Capaz reaccioné mal, tal vez tuve que esperar y aclarar las cosas de una vez. Solo que, tenía miedo de que él resultara ser como todos los demás. A veces me pasan estas cosas. Es como que... Todo fue muy perfecto, te lo juro.— ella respiró, justo después de haber sido muy sincera con él.— Si pensas que tengo que callarme decírmelo, posta.

—No, no. Seguí hablando.

Ella hizo tal cual le indicó. A falta de Cami Mayan, Lionel Messi se convirtió en su amigo personal.

—No empezamos muy bien nosotros, nos llevábamos mal de verdad. Y con el mundial las cosas cambiaron. Me enamoré de él. Y todo fue perfecto, muy perfecto. Era como salido de los k-dramas que Son me hace ver cuándo estamos al pedo, de esos en los que todo termina bien, con un final feliz.

—¿Qué es un kei drama?

Ella parpadeó y le aclaró.— Son las series coreanas que están dominando Netflix últimamente. Son románticas y Heung Min Son me hace verlas. Están buenas.

—Ah, bueno seguí. Voy a aconsejarte en lo que pueda.— ¿Tener a Messi siendo tu confidente? Martina ya sabía que tuvo que haber hecho algún gesto muy bueno en el pasado, porque se había ganado el cielo.

—Bueno, con Cristian pasamos de odiarnos a prácticamente decir que nos amamos y que queremos adoptar más perritos. Argentina ganó el mundial y yo usé la camiseta de Cristian más veces de las que puedo contar.— ella le explicó, tomando aire y volviendo a hablar.— Entonces a la mínima, pensé que todo iba a terminar. Me asusté como una boluda. No sé por qué. Ahora me arrepiento y quiero solucionar todo. Quiero confiar en él. ¿Pensas que me va a dar otra oportunidad o ya se cansó de mi?

—¿Me está' jodiendo, Martina? E' obvio que te va a dar una segunda oportunidad, si se notaba deprimido desde que no está más con vos.

—¿Cómo lo sabes? ¿Hablaste con el?— ahora fue su momento de ser chusma. Martina todavía seguía en el estacionamiento, así que empezó a caminar alrededor de su auto.

O Leo no era bueno guardando secretos, o ese no era ningún secreto en lo absoluto.— En el chat de la selección estaban los chicos tratando de consolarlo, está angustiado.

—No pensé que iba a ventilar nuestros problemas por ahí.

—Rodri fue el que empezó, supuestamente se dió cuenta que había dejado de subir cosas con vos y le resultó raro. Cuti no dijo nada, pero lo notamos angustiado. No tenía la misma chispa de siempre. Y un cordobés angustiado es algo que no puede pasar.

Martina siguió hablando un rato más con Leo, el fue alguien que ella necesitaba en ese momento y siempre iba a estar agradecida por su generosidad.

La verdad era que extrañaba a Cristian. Muchísimo. No había podido dejar de pensar en él y por más que su subconsciente le decía que se estaba dejando llevar demasiado por sus sentimientos, Martina era una persona de carne y hueso, no un robot. Confiaba en que Cristian no era tan pelotudo como para haberla cagado mientras ella no estaba ahí, pero lo que tenían que trabajar un montón era la confianza que tenían el uno con el otro. Principalmente ella. De todas formas, sus sentimientos hablaban por sí mismos; había besado a Cuti olvidándose de todo y de todos de una vez por todas. No quería que todo eso terminara.

Lo que había empezado en Qatar y mucho antes, había empezado con algún motivo y no podía dejar que todo se arruinara ahora por la falta de comunicación. Martina quería hablarle y hacerle saber todo lo que le había molestado, quería que pudieran hablar y comportarse como una pareja de personas adultas y maduras.

—Dale, Cristian, ¿Tanto vas a tardar? Hablé con Messi por quince minutos y vos todavía no viniste. ¿Quién me va a llamar ahora, Taylor Swift?

Ella se quejó por lo bajo, mirando para todos lados y también mirando su reloj. Ya lo había estado esperando por más de media hora, que habían parecido dos horas enteras. Se lo imaginaba practicando con Sonny todo lo que tenía que decirle a Martina y desde su lugar, se imaginó que no estaba tan lejos de la realidad.

Si Martina solo supiera que Cuti estaba tan cagado de hablar con ella, que hasta Harry Kane se había acercado para ayudarlo a encontrar las palabras para recuperar a su mujer.

Diez minutos más y a la distancia, la castaña pudo ver cómo Cristian se acercaba a un paso rápido, mirándola desde la lejanía. Martina sintió los nervios en su panza, con cada paso que él daba, más se daba cuenta que se había quedado sin tiempo y ahora tenían que hablar. Él se detuvo justo a su lado y los dos se miraron un poco incómodos, sin saber qué hacer. Si hace media hora habían estado besándose, y ahora actuaban como dos desconocidos.

—Hola, Martina.

—Cristian.

Ella nunca había sido buena para callarse, así que abrió la boca.— ¿Por qué tardaste tanto? Pensé que te habías arrepentido y no ibas a venir.

Cuti tragó saliva y se rascó el pelo, evitando su mirada.

—Es que necesitaba un poco de coraje y algunos consejos para venir. Me das miedo cuando estás enojada.— Martina no quería sonreír, no quería parecer una psicótica que un día hacía una cosa y otro día hacía otra. Pero de igual forma, una sonrisa se puso en sus labios.

Lo había extrañado y ahora que lo tenía a su lado, no podía actuar como si él le fuera indiferente.

—No estoy enojada, todo lo contrario. No me tenés que tener miedo.— ella le dijo y como si hubiera estado destinado, finalmente sus ojos se miraron. Cuando los ojos marrones de Cuti la miraron, supo que seguían siendo las mismas personas. Nada había cambiado.— ¿Querés ir a mi departamento y hablamos?

—Sí, por favor.

Como Martina había ido con el auto, ella se encargó de llevarlo hasta su casa. En el camino, los dos se mantuvieron en un silencio raro. Ninguno sabía qué decir y probablemente estaban esperando a tener su momento en el departamento de ella. No fue hasta que llegaron y los perros salieron contentos a saludar a Cristian, que volvieron a hablar.

—Te extrañaron mucho.— ella le dijo, viendo como el cordobés se agachaba para acariciar a los dos perritos.

—¿Y vos? ¿Vos me extrañaste?

—Vos sabes que sí, Cristian.

Él sonrió con melancolía y ella tragó saliva. Entonces, dejó las llaves en una mesita y se sacó la campera. Cristian imitó sus movimientos, dejándola en un perchero. Él ya conocía su casa, si había estado bastantes veces ahí.

—Voy a hacer café, ya vuelvo.

Cuti se quedó jugando con los perritos, que parecían estar más que felices de ver a su papá, mientras ella se iba hasta la cocina, con un montón de sentimientos guardados en su pecho. Trató de no tardar mucho, principalmente porque sabía que a veces se comportaba como una cobarde y lo mejor era aclarar las cosas de una vez por todas. Estaba muy enamorada de Cristian y estar separada de él le dolía mucho. Si todo salía bien, iban a volver a ser lo que una vez habían sido. Iban a volver a estar juntos. Si Cristian y ella ponían todo de sí mismos, volverían a estar juntos.

Martina volvió un rato después con las tazas de café en una bandeja y unas medialunas que había comprado esa mañana, sin saber que Cristian iba a estar ahí. Dejó todo preparado, pero a ninguno de los dos le importaba realmente comer y tomar algo. Era solo un pretexto para tener un minuto a solas.

Martí se aclaró la garganta.— Así que, más allá de mi trabajo y de las preguntas que ya te hice, ¿Cómo estás después del partido? Fue un partidazo.

Las imágenes se seguían repitiendo en su mente, Cristian había estado re sacado contra Haaland. El rubio y él habían estado a punto de terminar mal, si no fuera por el árbitro.

—Estaba enojado y no actúe bien. Ahora estoy mucho mejor y más tranquilo después del beso. Me ayudó que me dieras un besito.

Ella aguantó la sonrisa.— Hablando de eso, necesito ser yo la que hable primero, por favor. Quiero que te quede en claro todo lo que te tengo para decir.

—Está bien, yo te escucho.

Bueno, ahí vamos.

La periodista agarró la taza de café y tomó unos tragos, calentando su garganta. Una vez que tragó, sostuvo la taza en sus manos, siendo lo único que tenía cerca como para mantener sus manos nerviosas ocupadas. Los ojos del cordobés no dejaron de mirarla ni por un momento, muy atento en ella y en lo que iba a decirle. Solo entonces, decidió que ya era momento de hablar.

—Quiero creer en vos, quiero que me digas la verdad siempre. Por más que sea dolorosa, podemos hablar las cosas y aclarar las cosas, sin llegar a armar un tremendo escándalo. Te quiero pedir perdón por no haber confiado antes, por haber confiado en la palabra de una mujer que no conozco y que inventó cosas solamente porque podía. No sé por qué preferí creerle a alguien más y no a vos. Ahora me doy cuenta de que te tendría que haber consultado todo a vos y confiar más. Eso me pasó por desconfiar y pensar que todo era muy bueno como para que durara para siempre.

»Ya me sentía arrepentida y cuando la tipa esa dijo que fue una mentira, porque no tenía captura de nada, ahí me di cuenta que la cagué. Me sentí engañada, me sentí como una boluda. Y no quiero sentirme así nunca más, me da terror saber que pude caer tan fácilmente en una mentira. Arruiné una re linda relación por mi seguridad. Fue mi culpa.— ella parpadeó y miró a Cristian a los ojos, había mucha nostalgia ahí. Ella dejó la taza caliente en la mesita y dejó sus manos apoyadas en sus propias rodillas. Quería agarrarlo de las manos, quería tocarlo y sentir su piel contra la suya.

Y como si estuviera leyendo su mente, Cristian entendió lo que ella quería, justo en el momento en que lo quería. Él extendió su mano derecha y con una mirada de «permiso» agarró la mano de la castaña. Cuando sus manos se unieron, hubo un momento en que los dos entendieron todo. No importaba qué iba a pasar en el futuro, ellos querían estar juntos.

—No es tu culpa, Martina, y no pienses ni por un segundo que te culpo por algo.— Cristian Romero le hizo saber, mientras su dedo gordo acariciaba su mano.

—Es que parte de todo es mi culpa, yo fui la que te pedí tiempo y ahora te besé y parezco una histérica de mierda, siempre dando señales diversas.

—¿Vos me viste quejándome del beso? No. Porque me gustó y me encanta besarte. No importa qué pase entre nosotros, yo sé que es real y que fue real.

Ella sonrió y no dejó de mirarlo. Aguantó la respiración cuando hizo la siguiente pregunta.

—¿Me darías una segunda oportunidad, Cristian? ¿Me darías una segunda oportunidad sabiendo que probablemente voy a tratarte mal y después decirte que te amo, que te voy a joder con lo más mínimo y que te voy a hacer enojar?

Él sonrió.— ¿Y vos me aguantarías sabiendo que hago chistes pasados de tono y que voy a tratarte como si fueras mía toda la vida?

—Sí, siempre.

Cuti se acercó y la agarró del cachete, para acercar su boca a la suya. Este segundo beso fue mucho más lento, menos desesperado, porque contaban con mucho más tiempo. De esa manera, se sintió como si todo estuviera siendo acomodado en su lugar, todo encajaba perfecto. El beso se fue convirtiendo en algo mucho más intenso, atrás quedaron los cafés y las medialunas, las manos de Cuti la tocaron por todas partes, extrañando cada centímetro de su cuerpo. Él la agarró al estilo de casados y los perritos quisieron seguirlos, pero él los detuvo.

—No, quédense acá porque mamá y papá van a hacer el amor.— los perritos obedecieron y se quedaron en el piso, sentados y mirándolos a la distancia, mientras se alejaban.

—Sos un bobo, Cristian.

Tu bobo.

Él la besó una vez más.

—Te amo, Cuti.

—Y yo te amo a vos.

La próxima vez que agarraron los celulares, escucharon el grito de Sonny al saber que sus amigos habían vuelto.





Unas semanas más tarde y el día de los enamorados había llegado. Martina no recordaba la última vez que lo había pasado en pareja, capaz había sido en sus años de adolescencia, cuando apenas sabía lo que era amar a alguien y no tenía mucha experiencia. Era el primer San Valentín que la pasaba estando de novia con Cuti, pero otro día de los enamorados que la pasaba trabajando. Desde que había llegado a Milán, sentía que el amor estaba en todas partes. Sin importar la barrera del idioma, había flores, personas besandose por todas partes y se sentía en una comedia romántica, en un destino italiano.

Cuando se despertó esa mañana en la habitación del hotel, escuchó unos golpes en la puerta de su habitación. Todavía adormilada, abrió sus ojos y caminó en dirección al sonido, poniéndose una bata arriba, por las dudas. Dos hombres italianos estaban ahí parados; uno sostenía un oso de peluche en una de sus manos y un ramo de flores en la otra. El segundo hombre traía un carrito con todo un desayuno gigante, había un montón de cosas para comer.

—Señorita, feliz día de los enamorados. Alguien le mandó todo esto.

¿Griezmann? ¿Lautaro Martinez? Martina estaba jodiendo, si ya sabía que el que le había regalado todo eso era su novio, Cuti. Ella sonrió y les agradeció a los trabajadores.

Grazie mille.

Martina permitió a uno de los hombres entrar y dejar el carrito, mientras que el otro le dió los regalos en sus manos. Ella les dió la propina y corrió para agarrar su celular. Con una sonrisa en su boca, le mandó un mensaje a Cristian.

La monogamia era con Cuti Romero o con nadie.

Al instante, recibió una llamada por parte del cordobés.

Hola amor, feliz día de los enamorados.

—Feliz día, Cristian. ¿Cómo estás? ¿Recibiste lo que yo te mandé?

Sí. Ese culiao' de Sonny se comió algunos chocolates.

Martina le había mandado una caja de chocolates a través de Heung-Min Son, con algo de terror de que el coreano se comiera todo. Por suerte, al menos, algo había llegado a las manos de su pareja.

—Tengo planeadas un montón de cosas para hoy, no importa cómo salga el partido, espero que tengas ánimos.— ella sonrió a la nada misma, mirando por el balcón y viendo las calles de Milán. Ya soñaba con tener sus manos en él, en recorrer todos los lugares que ella había reservado para pasar su primer San Valentín con Cuti.

Yo solo quiero estar con vos. Si es por mi, hoy no juego.

—Es por la Champions, tarado. Están arriesgando mucho y tenés que pensar en el equipo. Además tenemos toda la noche para nosotros.

Desde que habían vuelto hace unas semanas atrás, trataron de recuperar el tiempo perdido. Hasta había hecho que Cuti entendiera su amistad con Erling Haaland, y los dos se estaban empezando a tolerar en presencia del otro. San Valentín había llegado como anillo al dedo para que los dos enamorados pudieran expresarse su amor. Y por más que ya no estaban en Inglaterra y cada uno estaba en su trabajo, eso no era ningún inconveniente para que pudieran pasar la noche juntos.

No creo que nos dejen quedarnos acá a la noche, además comparto habitación yo... igual mira que le puedo decir a los chicos y me hacen la segunda.

Ella se cagó de risa.— ¿Por qué siempre pensas que vamos a coger?

¿No vamos a coger?

Cuti tenía el descaro de parecer confundido.

—Puede ser, pero primero tengo otras cosas planeadas. Más románticas y aptas para todo público.— Martina le explicó, mirándose el esmalte de las uñas. Las tenía rosas con algunos corazones rojos, todo para esa velada.

No creo que me dejen salir de acá.

—Hablé con Conte. Te dejó salir hoy conmigo, todo porque le pedí por favor.

¿Conte me dejó irme? ¿Qué clase de brujería hiciste?

—Es el día de los enamorados, las personas son más sensibles hoy.

La pareja continuó hablando un rato más, hasta que tuvieron que despedirse, porque Cuti tenía que ir con su equipo y ella tenía que terminar de desayunar para poder ir a trabajar. Con algo de dificultad, prometieron que más tarde se iban a ver e iban a festejar ese día, por primera vez desde que se conocían. Y como todos los días en los que Martina tenía que cubrir un partido, le dedicó todo su tiempo a ser profesional. Era un partido importante, ya que se estaba jugando para la Champions y el Tottenham tenía puestas las fichas para que por fin se les diera y pudieran avanzar en el torneo. El Milan era un buen equipo, uno de los mejores en la liga italiana, así que subestimar a su rival no los iba a llevar por ningún buen camino.

Aún así, el partido acabó con el marcador a favor del único gol por parte del Milan. Hoy no les había alcanzado para poder empatar o en tal caso, poder ganarles al equipo italiano. Por más que los hinchas que habían viajado a Italia estaban angustiados y decepcionados, todavía tenían la esperanza de que en la vuelta pudieran ganarles. Un gol no era nada, si se ponían las pilas y se esforzaban en el siguiente partido, podían llegar a ganarles.

Y por suerte, hoy Cuti no se había comido ninguna tarjeta.

Por más que el resultado fue negativo, cuando Martina fue a buscar a Cristian al hotel, él la recibió con una sonrisa de punta a punta. La distancia se cerró entre ellos y ambos quedaron muy cerca el uno del otro.

—Mi amor.

—Cristian.— ella se acercó y puso sus manos en su cara, mientras él las apoyaba en su cintura. No tardaron ni un segundo en estar besándose, por primera vez en el día. Y eso que ya era de noche.

—Te queda hermoso el labial rojo.— declaró él, mirándole la boca con los ojos entrecerrados.— Te quiero besar en todos lados, hija de puta.

—¿Y por qué no lo haces? ¿Me tenés miedo?

Y Cuti la besó en todas partes, al menos, en las que podía hacer en un lugar público y con algunos ojos mirándolos. No dejaban de estar en el hotel en el que el Tottenham estaba hospedado por ese día, y donde personas que visitaban Milán también se quedaban.

Conteniéndose y tratando de recordar sus planes, Martina paró de besarlo.— ¿Vas a salir con esa ropa o te vas a cambiar?

—¿Qué? ¿No me veo lindo?

Cristian siempre se veía lindo, el hijo de puta.

—Estás con ojotas y medias, Cristian.

—Me duelen los pies, culia'. Corrí un montón hoy. ¿Me das unos besitos en los pies?

Ella hizo una cara de asco.— No te voy a dar besos en las patas, mugriento. Además vos siempre tenés olor a pata.

—Solo fue una vez...— y ahí estaban, de vuelta discutiendo por una boludes, aunque la mini pelea era nada en comparación a lo que solían hacer antes. Ahora terminaban todo con un beso.

—Dale, anda a cambiarte que ya nos vamos.— Martina lo apuró, solo porque habían estado comiéndose la boca de vuelta y se les estaba haciendo tarde para la reservación que ella había hecho.

—Como usted mande, jefa.

Las terrazas de Duomo eran un lugar bellísimo, que Martina había encontrado en Google cuando buscó lugares románticos para ir en Milán. Había sido una de sus primeras opciones, así que cuando llamó por teléfono para preguntar si podía ser posible cenar ahí, tuvo que usar todos sus contactos. Sí, ahora que tenía el número de teléfono de Messi, puede ser posible que ella le había mandado un mensajito para que el capitán de la selección hiciera una reservación a su nombre, y que de esa manera, tuvieran la terraza. Solo así, consiguió que en el día de los enamorados, pudieran quedarse en un lugar hermoso y especial, sin nadie a su alrededor.

Martina también había pedido pasta y un vino, así que ambos cenaron, mirándose el uno al otro y hablando de un poco de todo. Era muy cómodo estar en su compañía, además Cristian siempre hacía chistes, que la hacían sonreír como nunca.

—Messi se tomó muy en serio en ser el padrino de nuestra boda.— le dijo Cuti en el oído, cuando ella le contó cómo había conseguido la reservación.

—Al próximo perro podemos llamarlo Lionel, así le agradecemos.— le respondió ella.

—O a nuestro primer hijo.

Martina soltó una risita, sin decirle que no.

Ambos miraron la increíble visión que se veía desde la catedral. La castaña se levantó de su lugar y se asomó, mirando la ciudad. Era muy hermoso todo, y si no fuera porque tenían una boda planeada para dentro de unos meses, a Martina le hubiese gustado casarse ahí mismo.

Cuti se puso detrás suyo, dándole un beso en su hombro y poniendo sus manos en la cintura y extendiendolas por la panza de la chica, haciéndole suaves caricias.

—Te amo, gracias por darme una segunda oportunidad.— él le dijo en el oído, para proseguir y darle un beso en el cachete.

Martina se giró y lo miró a los ojos.

—A vos, Cristian. Por enseñarme que a veces los que se pelean también se aman.






GENTE, estoy sonriendo como una boba. Amo mucho a Cuti y a Martina, quiero una relación así xfa.

¿Les gustó el capítulo??? NO me ignoren porfi 😭😭

Quedan dos capítulos para el final, miren:


Ya los tengo planificados, así que pronto voy a subirlos. Solo me falta escribir y eso es lo más difícil jajajj

Decirle adiós a esta historia me re duele, pero creo que ya es momento. Así que espero que me acompañen hasta el final, porque falta nada

Nos vemos la próxima ❤️ besitos y recuerden votar el capítulo

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