Capítulo 18.

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Christian me empuja contra la encimera de la cocina, justo al lado de donde puse el pastel de vainilla que hice. Su atención está en mis labios, su respiración furiosa me abanica el rostro y su pelvis me atrapa contra el mueble detrás de mí.

Su asalto me toma totalmente desprevenida porque creí que seguiría evitándome, pero me equivoqué, en este momento es como si él tratara de consumirme.

—Christian... —jadeo, apartándome de su beso.

El hambre en sus ojos grises me causa un escalofrío y no se detiene, toma los extremos de mi blusa azul y tira de ella lanzando los botones en todas direcciones.

—¡Christian! —chillo, el aire frío golpeando mi torso desnudo porque elegí ir sin sostén.

Mis pezones ya están erectos y duros por su mirada atenta. Se inclina para tomar uno en sus labios, luego el otro y yo siento los pantalones oscuros muy incómodos.

Estira el brazo para apartar el pastel, moviéndolo antes de levantarme y ponerme por encima de la barra. La altura parece ser perfecta, porque en un momento ya está empujándome para desabrochar los pantalones y lanzándolos al suelo con las bragas.

—Eso es, quédate ahí, Ana. —su palma se apoya entre mis pechos desnudos y baja lentamente hasta mi vientre—. Recuéstate ahí un poco.

Hago lo que pide, dejando caer la cabeza por el otro extremo de la encimera, el cabello colgando y desnuda a excepción por la blusa que se aferra a mis brazos únicamente.

Es la primera vez que tenemos este tipo de contacto en público y me preocupa un poco que la señora Jones aparezca de pronto, o peor aún, Prescott echándole un vistazo a Christian.

Mis cejas se fruncen, pero todo pensamiento sobre alguien más queda olvidado cuando unas manos fuertes empujan mis piernas flexionadas hacia la encimera, tan abierta que me hace sentir vulnerable.

No puedo pronunciar palabra, balbucear o apartar la mirada cuando Christian se inclina, fijando su mirada en la mía y se dirige justo al lugar donde mas lo necesito.

Si.

Su dedo tienta la carne sensible antes de que su lengua la toque. Carajo. Otro escalofrío de satisfacción me recorre el cuerpo hasta la punta de los pies y gimo ruidosamente, recordando lo mucho que amo su boca sobre mí.

Su lengua presiona con más fuerza, moviéndose arriba y abajo por los pliegues, volviendo siempre a mi botón de placer. Me recuesto sobre la encimera fría y llevo mis manos hacia mis senos, acariciado y apretando mientras Christian me come.

Chillo de nuevo invadida de sensaciones placenteras, la humedad entre mis piernas haciendo más y más fácil para Christian continuar acariciando y estimulando el éxtasis de mi cuerpo. Se construye lentamente desde el centro de mi cuerpo hacia el resto.

—¡Sí! ¡Así, Christian! ¡Ah! —mi mano deja de acunar mi seno para empujar su cabeza más cerca de donde lo necesito.

Permite que lo empuje, mordisquea y chupa con ligeros gruñidos antes de apartarse.

¿Pero qué...?

Levanto la cabeza para mirarlo deshacerse de la camisa oscura, la lanza al piso antes de moverse por el cinturón y la cremallera. Mis ojos ansiosos de devorar su cuerpo me exigen que me incorpore para obtener una mejor vista.

—¿Te ayudo? —mi boca se hace agua de solo mirarlo.

Baja los pantalones solo lo suficiente para liberar su miembro y sujeta mis piernas por debajo de las rodillas para traerme hacia el borde de la encimera.

—Ah, a la señora Jones no le gustará que ensuciemos la cocina. —balbuceo, mi cerebro soltando palabras sin analizarlas.

—Es su trabajo. —gruñe en respuesta.

El borde de la loza se clava en mi trasero y resulta un poco doloroso ya que la altura parece no ser la adecuada después de todo. Estoy a punto de sugerir que llevemos la diversión a la habitación cuando su movimiento me hace chillar de sorpresa.

Christian me levanta todavía sosteniéndome por los muslos, rodea la encimera con los pantalones mostrando su culo y me sienta sobre uno de los banquillos. La altura es ideal y me permite buscar apoyo en la encimera.

Sin previo aviso, y sin ningún condón a la mano, se desliza dentro de mi y comienza a embestir con fuerza, golpeando su cadera contra la mía.

—Oh, Dios, sí.

Estoy tan perdida que ni siquiera me molesta el leve pinchazo del borde de la loza contra mi espalda, Christian sigue embistiendo con fuerza como si él necesitara esto incluso más que yo.

Su mano baja, me atrapa contra el banquillo y su pulgar estimula con más fuerza contra mi centro, buscando la liberación antes de obtener la suya como el amante considerado que es.

Mis gemidos en respuesta con cada vez más fuertes, y me alegra tanto saber que no hay cámaras al interior del apartamento que luego sirvan a Sam para sus fantasías con mi hombre.

—¡Christian! —me estremezco con fuerza mientras él continúa, su ceño fruncido en molestia o en placer.

Sus manos sostienen mis desforzadas piernas para evitar que caiga, las libera lentamente pero no se aparta, suben de nuevo e intentan cerrar mi blusa azul que se ha quedado sin botones.

Carajo. —gruñe, la blusa deslizándose abierta de nuevo—. Debí quitarla en lugar solo arrancarla.

Gira la cabeza hasta que encuentra su propia camisa oscura y la apoya contra mi pecho. Es tan larga que cubre la parte superior de los muslos.

—Ponte eso y ve a la habitación ahora.

¿Vamos a continuar? Oh, Dios.

—Pero, ¿Qué hay del pastel? ¿Al menos me dejarás ponerle una vela para que pidas un deseo?

Una sola ceja se alza en respuesta.

—Odio la jodida vainilla. —me levanta del banquillo para que me cubra y me palmea el culo en el proceso—. Y deseo verte desnuda en la cama. ¿Suficiente?

Ni de cerca a todas las horas que invertí en el horneado, la decoración y la cena de cumpleaños. Pero estoy de acuerdo con su manera de retribuirme y Sam se alegrará de saber que estoy trabajando en ese bebé.

—Si, señor.

Una pequeña sonrisa se estira en sus labios antes de que me gire y vaya a la habitación a seguir su orden.

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Capítulo nuevo ☺️

Dedicado a AngiAlvarado por ganar la última dinámica del grupo de Las Cerecitas 🍒✨

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