Capítulo 36. Grey.

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Dolor.

Lo único que siento es dolor por todo mi cuerpo. Y a veces duermo. O tal vez morí. ¿No se supone que cuando mueres encuentras alivio?

Se siente como el jodido infierno cada vez que respiro, y las voces a mi alrededor no suenan como el maldito coro de ángeles. Estoy vivo.

Me esfuerzo por abrir los ojos reuniendo algo de fuerza para examinar mi alrededor. Apenas ahora soy consciente del tubo en mi garganta y la mascarilla en mi nariz, poniendo oxígeno en mis debilitados pulmones.

—¿Señor Grey? —Welch es el primero en aparecer en mi línea de visión—. ¡Despertó!

Estira el brazo para presionar un botón detrás de mí, pero no quiero esperar a que llegue una enfermera, necesito poder comunicarme ahora.

Apenas tomé la mascarilla para levantarla cuando la mano de Welch me detiene.

—No, señor, espere. Necesita ese oxígeno. —señala la máquina—. Una costilla perforó su pulmón y necesita recuperarse. También tiene una pierna quebrada, el brazo dislocado y numerosos cortes y quemaduras.

Mi mirada baja a mi pecho descubierto para notar las numerosas vendas que lo cubren, la sensación fría debe ser efecto de alguna pomada que adormece mi cuerpo.

Mierda.

Si lo que me hicieron es solo una parte de lo que recuerdo, tengo suerte de conservar todas las extremidades. Esos malditos imbéciles usaron mi cuerpo como su saco de boxeo personal.

—El doctor quiere que permanezca aquí un poco más... Ambos.

¿Ambos?

Welch mira hacia el otro extremo de la habitación y sigo su mirada, sintiendo un ligero tirón en el cuello por el movimiento.

En el extremo opuesto de la espaciosa habitación se encuentra otra cama, con máquinas y aparatos similares para mantener con vida a la única persona a la que le confiaría mi vida.

Prescott.

Lo señalo para que Welch hable.

—Esta vivo, señor. Por poco. —niega con la cabeza—. Los doctores lo mantienen en un coma inducido por las lesiones en su cabeza. Una bala entró por la mejilla y salió, no se sabe todavía cuánto daño causó la bala a su cerebro. Los médicos no quieren dar diagnósticos por adelantado.

Carajo, Samuel se ve mal.

Más pálido, más ojeroso y delgado. Si yo con todas estas heridas apenas puedo respirar, no me imagino su estado. ¿Estará conciente de su alrededor?

Intento de nuevo retirar el tubo pero Welch niega. Rebusca entre sus bolsillos por una hoja de papel y una pluma que pone cerca de mis manos.

"Mía", garabateo el nombre de mi hermana en el trozo de papel para que pueda obtener las respuestas que necesito. Mi hermana fue liberada pero, ¿Sobrevivió?

—Sus lesiones no eran de gravedad, señor. —al menos no cómo las mías, supongo—. Aunque podría haber dejado bastantes secuelas mentales, no lo sabemos.

¿Por qué? ¿Ella está medicada? ¿Volviéndose loca?

Antes de que Welch pueda darme una respuesta, Hugo Rodríguez entra a la habitación con una carpeta. Se detiene cuando me ve y exhala un suspiro de alivio.

—Señor Grey, despertó.

Lo hice.

Y aún no tengo ninguna maldita respuesta sobre lo que pasó con Hyde. Welch mira brevemente a Hugo.

—Después de que lo rescatamos a usted, Hugo fue a informar de los buenos resultados a su hermana pero ella no estaba en el ático, señor.

Mis cejas caen por la confusión.

—Así es. —Hugo asiente—. Revisé y no había nadie, ni su hermana ni la otra chica. La caja fuerte de su estudio fue abierta y una de las suv desapareció.

¿Qué?

No lo entiendo.

Mía podría haber huido de vuelta a París, ¿pero Ana? ¿Simplemente vio su oportunidad de escapar y la tomó? Algo ahí no se siente correcto.

Tomo de nuevo la pluma y garabateo el nombre de Hyde sobre la hoja, al menos puedo estar tranquilo sabiendo que ya no es una amenaza.

—Sobre eso... —Welch duda, la molestia cambiando su expresión—. Hyde huyó mientras nos ocupamos de usted, debido a las lesiones fue muy complicado sacarlo de ahí. Creemos que Hyde se escabulló por algún lado entre toda la confusión por el asalto.

Mi mirada vuelve de nuevo a Prescott, preguntándome qué lo distrajo tanto para dejar escapar a ese hijo de puta de Jack. Welch continúa con su relato.

—Pero encontramos a la maldita rata de Reynolds y Hugo se encargó de él.

—Señor, yo... —Rodriguez carraspea—. Pude acabarlo, pero ya había herido a Prescott. Actué lo más rápido que pude aunque un poco tarde para Sam.

Mierda.

No puedo perder a Prescott también. Primero José, ahora Samuel. Me estoy quedando sin opciones aquí.

La vista de Welch cae sobre las manos de Hugo, específicamente en la carpeta que lleva en las manos y le hace una seña para que se las entregue.

—Oh, si. Las especificaciones del médico sobre los cuidados que necesita el señor Grey. —Hugo aclara—. En caso de que quiera dejar el hospital y prefiera seguir su recuperación en el ático. Este lugar no es seguro.

Malditamente no lo es.

Atrapado en un edificio con vigilancia mediocre, siendo un blanco fácil y con mis hombres vigilando la enorme propiedad y llamando la atención.

—Planeabamos trasladarlo ahora que está estable, pero es mucho mejor ahora que recobró la conciencia. Puede decidir usted mismo, señor.

Miro las máquinas que me proveen oxígeno y todo lo demás, seguramente pueden ser trasladadas hasta el ático para que pueda sentirme más seguro en mi territorio. Ahora, ¿Qué pasaría con Samuel?

Lo señalo para preguntarle a Welch.

—¿Prescott? Bueno, en realidad él aún no puede abandonar el hospital, señor. Debería estar en la unidad de Cuidados Intensivos pero insistí en tenerlo aquí donde puedo tener un vistazo sobre ambos. Si usted se va, él tendría qué quedarse aquí bajo la protección de alguno de mis hombres.

Necesita la atención. Incluso mi lujoso ático no podría tener todo lo necesario para asegurar que siga respirando, así que lo más prudente es mantenerlo en el hospital.

—¿Señor Grey? —es ahora Hugo el que insiste—. ¿Quiere dejar el hospital ahora?

Me toma solo un segundo pensarlo.

Niego con la cabeza, mirándolos a ambos de la manera más intimidante que puedo con todos estos aparatos conectados a mi cuerpo.

Samuel salvó mi vida, estoy jodidamente seguro de eso. Me aseguraré de salvar la suya.

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(◍•ᴗ•◍)❤

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