Punto decisivo

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Tollocan

(Capital de los Estados Unidos de Toltec)

[Los controles de esta prisión son severos a pesar de que la mayor parte de los que se encuentran aquí son burócratas de bajo rango del gobierno de México o religiosos como el padre Benítez. En la mano llevo una carta relativamente breve, escrita en papel de baño con lo que parece ser ceniza de alguna fogata.]

Ya le dije lo que ellos querían que dijera. Ya le conté mi historia a su manera. Esa manera perversa que lo único que busca es desprestigiar a la gente de Isla Mujeres (1), pero que no hace más que perpetuar el totalitarismo que reemplazó a la corrupción de la democracia que era México antes de la guerra. Ahora es momento de contarle lo que realmente pasó con su "liberación".

Es mentira que el ataque haya sido preciso o bien coordinado. No fueron pocas las bombas o los proyectiles de mortero que impactaron contra los muros o cayeron sobre el techo o dentro de los patios. Matando a decenas y dañando las paredes, poniéndonos en riesgo de quedar expuestos a la infección.

Luego, cuando la gente a cargo consideró que ya habían diezmado suficiente al enjambre, mandaron a su carne de cañón. Gente como nosotros, presos políticos, objetores de conciencia o, simplemente, gente a la que no le encontraban utilidad inmediata, para acabar con todos los "arrastrados", los zombis demasiado mutilados para poder caminar, pero que aún podían alcanzar a alguien a rastras.

Sin otra protección que gruesas perneras de manta y sin más armas que crudas lanzas de cualquier metal que pudieran encontrar, al menos la mitad de aquellos infelices recibieron mordidas que implicaban una infección y yo vi, con ayuda de unos binoculares y desde el techo del fortín, cómo, cuando regresaban, los obligaban a desnudarse y a todo aquel que tenía una mordida con sangre, le volaban la cabeza de un tiro.

Y sí, nos liberaron. Pero nos sacaron de una prisión para meternos a otra. Mujeres y niños fueron enviados a los campos de cultivo, los hombres a las cuadrillas de limpieza y reconstrucción y los ancianos, enfermos y minusválidos a los escuadrones suicidas.

No bien salimos del fuerte, aquella mezcla de soldados vueltos mercenarios y sicarios y ejecutores del narco —muchos de ellos sobrevivientes y causantes de la matanza de Isla del Carmen —nos preguntaron cuál había sido nuestra ocupación antes de la guerra y yo cometí el error de contarles que era sacerdote. Fue así como terminé aquí, junto con los pocos que admitieron haber trabajado para el gobierno de México.

Mis órdenes eran contarle estrictamente aquello que el gobierno de antes de la guerra hizo mal, los errores que autoridades civiles, militares y eclesiásticas cometieron y me han advertido que si me salgo de su narrativa, si me desvío de lo que ellos esperan que diga... bueno, eso ya no interesa, sé que mis días están contados; si no es por las pequeñas epidemias que constantemente azotan esta prisión, será por el abuso sistemático de los guardias, el hambre, el frío o, simplemente, siendo arrojado al agujero de zombis que es la Ciudad de México.

Por último, ¿no sé ha preguntado por qué el antiguo Distrito Federal sigue siendo una "zona blanca"? ¿Por qué los esfuerzos de limpieza fueron tan grandes al principio del contra-ataque y tan escasos ahora? Si ve más allá de las narrativas oficiales encontrará las razones y el siniestro negocio que está llenando las arcas del gobierno de Toltec.

[Una semana después de esta entrevista, mi contacto en Toltec me informa que el padre Benítez ha fallecido. Las causas oficiales: complicaciones de salud por las secuelas de una neumonía que sufrió el año anterior.]

***

Notas:

(1).- Como parte del Plan de Evacuación y Reasentamiento, el gobierno federal se refugió en Isla Mujeres, frente a las costas de Quintana Roo, donde permanece y aún reclama derechos sobre el territorio de lo que alguna vez fue México, con auspicio y ayuda económica del gobierno cubano.

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