OO1 | SOLTEROS CODICIADOS

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Donghee se observaba en el espejo de aquella habitación, acomodando su lacio y sedoso cabello oscuro que llevaba suelto con el flequillo cayendo por su frente. Tenía colocado el uniforme, que era una camisa blanca con un moño azul, suéter celeste, falda de a cuadros celeste y blanca, medias blanca y zapatos negros.

Ya estaba lista para marcharse al instituto, algo preocupada por el examen que tenía, pero sabía que podía estar peor si no fuese porque su novio la había ayudado a entender matemáticas, haciéndole ver que quizás no era tan difícil como creía.

Al escuchar las risas masculinas, rodó los ojos diciéndose que debía mantener la cama, además de estar más que acostumbrada, pero eso parecía que no sucedería por más tiempo que llevase junto a su novio. Aun así, tomó su mochila que estaba sobre el pequeño sofá, para así salir de la habitación, escuchando mejor sus risas y el sonido de las botellas.

Parecía no importarles en absoluto que fuese temprano, porque su novio junto a sus dos mejores amigos, estaban bebiendo cerveza mientras fumaban hierba como si no tuviesen que ir a trabajar pronto. Eso estaba comenzando a estresar demasiado a Donghee.

—Oh, bebé, ¿ya con el uniforme? —preguntó con el ceño fruncido, Hoseok.

—Tengo clases en veinte minutos —respondió intentando ignorar las miradas de los amigos de su novio.

—Cierto. Olvidé el examen —hizo una mueca—. Ven aquí. Te irá bien.

Hoseok señaló sus piernas, por lo que ella aún con sus facciones endurecidas al sentir las intensas miradas, decidió obedecer. Al sentarse en sus piernas, sintiendo cómo su novio rodeaba su cintura, dejando un beso en su mejilla, escuchó una risotada por parte de uno de ellos. Minho.

—Necesito otra cerveza.

—Ve a buscarla, Minho. No hay problema —habló Hoseok, antes de darle un sorbo a la suya.

—Acompáñame, Sunghan.

Este asintió, para luego levantarse junto a él y dirigirse a la cocina que estaba a unos pocos metros. Donghee no les quitaba la mirada de encima, observando cómo estos conversaban por lo bajo acercándose a la nevera, sabiendo perfectamente que debían estar hablando de ella.
Eso lograba hacerla tensar demasiado, por lo que no podía concentrarse demasiado al hecho de que su novio había apartado el cabello de su cuello, depositando besos húmedos, pero aun así, inclinó su cabeza hacia el lado contrario, dándole así más acceso.

—¿No quieres ir a la habitación un momento? —preguntó por lo bajo, para luego darle una pequeña mordida al lóbulo de su oreja.

—Están tus amigos, Hoseok —recalcó molesta.

—¿Y eso qué? Pueden quedarse aquí un momento —dijo restándole importancia, lo que le molestó más.

—Tengo el examen.

—Ya, cierto —suspiró—. ¿Por qué tan tensa? Va a irte bien. Además, yo te enseñé, así que no debes dudar.

Donghee sabía perfectamente que tenía toda la razón, pues Hoseok le había comentado acerca de que cuando iba al instituto, siempre tenía las mejores calificaciones en matemáticas, así que no debía dudar de que le iría más que bien ya que había comprendido.

—No estoy así por eso —aclaró girando su cabeza para verlo.

—¿Entonces? ¿Qué sucede, bebé? —preguntó acariciando su cabello.

—Deja de llamarme así.

—¿Por qué? Siempre lo he hecho, Donghee —habló desconcertado por su comportamiento.

—Porque me haces sentir aún más menor de lo que ya lo soy —confesó rodando los ojos—. Además, están tus amigos aquí, así que no quiero tener que soportar más burlas.

—¿Burlas? ¿De qué hablas?

—Sabes perfectamente que ellos se burlan de que estés conmigo.

—¿De dónde has sacado eso? ¿Por qué se burlarían de que esté contigo? —frunce el ceño—. Mírate. Eres preciosa.

—Y estoy en el instituto —recalcó cruzándose de brazos.

—El siguiente año lo acabarás.

—Aún falta demasiado, y tus amigos no dejan de burlarse de que estés conmigo.

—No me importa lo que ellos piensen, bebé.

—Y sigues llamándome así —resopló levantándose, para así tomar la mochila que se encontraba en la silla a un lado —. Llévame al instituto de una vez, ¿o has bebido y fumado demasiado?

—Relájate, ¿sí? —ordenó levantándose—. Estoy bien. Te llevaré.

Donghee lo observó por otro momento, para luego comenzar a caminar hacia la puerta, deseando marcharse de una vez, mientras que Hoseok tomó las llaves de su coche que estaban en la mesa. Al voltear y ver a sus amigos acercándose, le hizo saber que no lo hicieron antes porque notaron que la situación entre él y Donghee no parecía estar bien.

—Ya vuelvo. Llevaré a mi novia al instituto —informó haciendo una mueca, para comenzar a caminar hacia la puerta, notando cómo su novia parecía aún más molesta al dar un portazo.

—Ve. Suerte con el berrinche que te espera —habló riendo, Minho.

—Dejen de hacerla molestar aún más con sus estupideces —apuntó frustrado al tener que darle la razón a su novia.

—Es broma, Hobi. Tranquilo —dijo relajado, Sunghan.

Hoseok rodó los ojos, sabiendo que no se trataba de simples bromas, y que ahora le esperaría un gran reproche por parte de su novia con toda razón.
Al salir y subir al coche, sintió cómo la tensión empezaba a aparecer, llegando al punto hasta de ser asfixiante, por lo que esperaba que ella dijese algo al respecto como siempre. Pero no parecía tener la intención de hacerlo, ya que cada vez que volteaba a verla, ella se mantenía con los brazos cruzados, observando por la ventanilla.

Eso era realmente extraño viniendo de alguien como su novia, que no era para nada de quedarse callada, más al estar molesta.

—¿Qué sucede? —preguntó con suavidad, concentrado en el camino.

—¡¿Por qué tenías que decir que vas a llevarme al instituto?! —alzó la voz, provocando que su novio se sobresalte—. ¡Me haces sentir como...como...! ¡No era necesario, Diablos! ¡Sólo empeoras sus burlas!

—¡No me importa lo que digan, Donghee! A ti tampoco debería importarte.

—¡Pero lo hace! ¡Y tú en vez de defenderme, sólo lo empeoras! —reprochó molesta—. Ellos me hacen sentir como una niña y tú igual.

—No es cierto. Yo te veo como lo que eres —aclaró molesto—. Eres mi novia.

—¡No lo entiendes! —exclamó frustrada, cubriéndose el rostro.

—¡Claro que no entiendo tus reproches, Donghee!

—Estoy cansándome de todo ésto, Hoseok —confesó agotada.

Este aparcó el coche rápidamente al haber llegado al instituto, girando a verla con una expresión de confusión en su rostro, mientras ella se quitaba el cinturón de seguridad.

—¿A qué te refieres? ¿Donghee? —la tomó de la muñeca cuando ella abrió la puerta, pero rápidamente se soltó—. ¡Hey! ¡Estoy hablándote, Donghee!

La fémina cerró la puerta ejerciendo fuerza de más, mientras Hoseok se inclinaba hacia atrás, soltando un suspiro de frustración al no poder comprender para nada a su novia.










(...)










—¿Esperas a Hoseok?

Aquellas voz femenina hizo girar a Donghee, se trataba de Misoo, una de sus amigas del instituto. Era de cabello castaño, corto hasta los hombros, tez pálida, ojos mieles, nariz respingada, labios pomposos de un rosa pálido y baja estatura.
Era alguien de apariencia tierna, y para Donghee, su manera de ser también lo era. Misoo era una joven demasiado tranquila, cariñosa que siempre buscaba la manera de ver lo bueno, todo lo contrario a Donghee, lo que causaba algunas veces su irritación, pero aun así, eran muy buenas amigas.

—Oh, no. Aún debe seguir en su trabajo —respondió revisando su celular, esperando un mensaje.

—¿Quieres que te llevemos a tu casa? Mi mamá ya está por llegar por mí —dijo animada, colocándose a su lado.

—No es necesario. Estoy esperando que una amiga lo haga

—¿Saerok?

—Sí, ella —sonrió, sin notar cómo su amiga hacía una mueca de desagrado.

—¿Cómo va todo con Hoseok?

—No me lo nombres

—Oh, ¿por qué? ¿Qué sucedió?

—Es un idiota. Ya estoy agotándome de él —suspiró, cruzándose de brazos.

—¿Por qué lo dices?

—Sus amigos se burlan de mí, y en vez de defenderme, dice que no le importa esos comentarios —respondió frustrada—. Estoy cansada de que me vean como una adolescente inmadura.

—Quizás porque lo eres —comentó por lo bajo, algo nerviosa, capturando toda la atención de la pelinegra—. Apenas tenemos diecinueve años, aún estamos en el instituto, así que, sí somos inmaduras aunque creamos que no. No conocemos demasiado de la vida, ni tenemos tantas experiencias, como tiene tu novio, Donghee —explicó haciendo una mueca—. Quizás por esa razón a él no le importa los comentarios.

Donghee mordió el interior de su mejilla, intentando ignorar las palabras que había soltado su amiga, porque sabía que si decía algo al respecto acabarían discutiendo. Misoo no opinaba al igual que ella en absoluto, hasta recordaba que no había estado para nada de acuerdo que saliese con alguien mayor, lo que había hecho que se molestase. Aun así, lo arreglaron a los pocos días y como la castaña notó que no parecía algo de un tiempo, conoció a Hoseok, el cual le agradó al notar la manera dulce en la que trataba a su amiga, aunque seguía molestándole un poco el que fuese años mayor.

—Hoseok es demasiado bueno contigo. Deberías agradecer que soporte tus berrinches, y que te hayas topado con alguien que te trate de manera dulce como él —continuó hablando, pese a notar que parecía estar soportando su molestia—. Puedes llegar a toparte con un hombre que no lo sea para nada y se aproveche de tu edad.

—Ya...

Donghee quiso reprocharle y hacerle saber que ya no quería seguirla escuchándola, pero al escuchar el sonido de un claxon, giró observando el Porshe panamera que se encontraba aparcado en frente. Eso la hizo sonreír emocionada, por lo que se dirigió rápidamente hacia este para subirse en el asiento del copiloto.
A un lado se encontraba una joven de cabello castaño, corto hasta los hombros y con flequillo, tez bronceada, orbes oscuros, nariz fina, labios pomposos pintados de rojo, delgada, que llevaba un vestido verde que dejaba notar sus llamativas curvas.

Choi Saerok tenía veinte años, la cual había dejado de estudiar al terminar el instituto porque no era algo que le gustase para nada, siquiera deseaba hacer alguna carrera porque ninguna le gustaba. Y aunque no le gustase, comenzó a trabajar en un mercado cerca del instituto ya que debía ayudar a su tía. Allí conoció a Donghee, escuchando cómo discutía con Misoo y Jihye, quienes les reprochaban por salir con alguien mayor.
Saerok no dudó en intervenir, porque si había algo que le gustaba, era escuchar a las personas. Rápidamente defendió a Donghee, lo que hizo que ella le sonriese y comenzaran a hablar al respecto, dándose cuenta que pensaban de la misma manera y que tenían mucha química.

Ese fue el inicio de una gran amistad entre ambas féminas. La pelinegra fue conociéndola cada vez más, deseando poder ser como ella, que conocía constantemente hombres mayores que le daban todo lo que ella necesitaba, aunque con ninguno duraba demasiado. Y eso era debido a que lograba irritarlos o que notasen que lo ambiciosa que podía ser, por lo que decidían terminar todo, pero no era algo que le afectaba demasiado. Siempre encontraba a otro hombre que se interesara por ella, porque era una mujer que lograba llamar la atención de cualquier hombre con su belleza.

—¡Te extrañé demasiado! —chilló Donghee, envolviéndola con sus brazos, escuchando cómo reía correspondiendo a su abrazo.

—Yo no puedo decir lo mismo. Estaba muy feliz en Francia —confesó separándose.

—¡Nunca te llevaron tan lejos! ¡¿Cómo te fue?! ¡¿De quién se trata ahora?! ¡¿Es guapo?! ¡¿De dónde sacaste este coche?! —preguntó rápidamente, admirándolo por dentro.

—Este coche es de mi nuevo hombre, al que guapo le queda pequeña la palabra —respondió sonriendo con picardía.

—¡Cuéntame más! —chilló emocionada, mientras Saerok encendía el motor—. ¡¿De quién se trata?!

Saerok reía por la emoción de la adolescente, pero aun así, no le contó nada, logrando desesperarla. Hablaron de temas triviales durante el camino, hasta que Donghee se asombró cuando se bajaron y notó cómo Saerok se dirigía hacia un restaurante demasiado elegante.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó por lo bajo—. ¿Por qué no vamos a The Golden, cómo siempre? Ésto es muy costoso...

Shh...tú cállate.

Cuando el mesero las acompañó a una mesa, ambas tomaron asiento. Donghee observaba a su alrededor aún asombrada, más al ver a las personas que llevaban sus ropas costosas, dándose cuenta que el vestido que llevaba su mejor amiga, también lo era. Eso provocó que se hiciese pequeña en el asiento, sintiendo sus mejillas arder por la vergüenza al darse cuenta que ella tan sólo llevaba el uniforme del instituto.

—Elige lo que quiera sin importar el precio. Yo pagaré —comentó Saerok, sin quitar la mirada de su carta.

Donghee estaba realmente sorprendida, pero a la vez aliviada porque a ella no le alcanzaba para casi nada con el poco dinero que llevaba en su mochila. Veía los precios costosos, sin saber qué elegir porque no le gustaba el hecho de que sólo fuese su amiga quién pagara, por lo que acabó eligiendo lo mismo que ella cuando el mesero volvió a tomar su orden.

Cuando el mesero volvió con una botella de vino, les sirvió a ambas, no muy convencido al ver a la pelinegra con el uniforme de instituto, pero Saerok le sonrió seductora, llamando su atención. Una vez que este se marchó, Saerok llevó la copa a sus labios para darle un sorbo, por lo que la adolescente la imitó haciendo una mueca de disgusto al sentir el sabor.

—¿Ya me dirás de quién se trata? —preguntó intentando ignorar el sabor que le había quedado en la boca.

—Se llama Park Jimin. Es Director de Marketing, y además de eso, viene de una muy buena familia —comentó apoyando los brazos en la mesa para inclinarse hacia adelante—. Es todo lo que siempre deseé, no como los idiotas con los que estuve antes.

—¡¿Es el mismo Park Jimin de la Empresa Lyx Association?! ¡¿Cómo hiciste para atraparlo?! ¡¿Y para que te preste uno de sus tantos coches?! —preguntó asombrada.

—Es lo mínimo que ha hecho por mí. Park me lo da todo, todo lo que pido y más —aclaró con una sonrisa—. Y eso no es todo, además, me complace en la cama. Es el hombre de los sueños de cualquier mujer.

—¡Pero pasa los treinta años!

—¿Eso importa?

—Sabes que yo no te juzgaría, pero aún no puedo creerlo.

—Tiene treinta y dos.

—¡Oh, por Dios! —chilló emocionada, cubriéndose los labios al sentir la miradas de las demás personas, lo que hizo que Saerok llevara el dedo índice a sus labios, indicándole que se callara—. ¿Cómo...? ¿A él no le importa que seas mucho más joven?

—La edad es sólo un número, Donghee.

—Lo sé, pero hay a quienes les importa.

—Al contrario, a él le fascina —sonríe con picardía, tomando la copa—. Dice que tengo la energía que él tanto necesita en la cama.

Donghee, al escucharla, abrió los ojos a la par por la sorpresa y tuvo que cubrirse los labios para soltar una risotada, notando que su amiga estaba hablando en serio. Eso había despertado la curiosidad de la pelinegra, que deseaba poder conocer a aquel hombre con el que estaba saliendo Saerok.

—¿Cómo lo hiciste? Creo que es algo casi imposible...

—No lo es para nosotras. Míranos, quizás somos demasiado jóvenes, pero eso sólo facilita nuestra caza —aseguró antes de darle un sorbo al vino—. Tenemos muchos encantos y ellos se dejan llevar por sexo. Es demasiado fácil atraparlos, Donghee. No es algo imposible como tú crees.

—No lo sé...

—Con buen sexo los tendrás comiendo de la palma de tu mano, dándote todo lo que tú les pidas.

—Siento que jamás podré conocer a un hombre así.

—Yo puedo presentarte. Recuerda que estoy con Jimin, y él ya me ha hecho conocer a sus amigos que son como él, aunque no tienen su gran atractivo —comentó riendo.

—¡¿En verdad te los ha presentado?! ¡¿Y ellos no se han burlado de ti por ser tan joven?! —preguntó desconcertada.

—Al contrario, Donghee. Ellos desean poder conseguir una mujer joven, hermosa y ardiente como yo —aclaró segura—. Envidian a Park Jimin por haberme encontrado. Principalmente, Kim Taehyung.

—¿En verdad?

—Y eso no es todo —musitó enseñando su mano, donde llevaba un anillo de compromiso brillante en su dedo anular, provocando que la pelinegra volviese a chillar.

—¡¿Qué?! ¡¿Tan rápido?! ¡¿Cómo?!

—Me lo pidió en el hotel, luego de tener sexo en el jacuzzi —sonrió observando el anillo, como si estuviese recordando—. Claro que acepté. No soy estúpida. Luego de eso brindamos con champagne y volvimos a tener sexo. Ese hombre tiene mucha energía —confesó riendo—. Y eso me fascina.

—¿Pero no es muy pronto? Apenas estás conociéndolo.

—Ya llevo tres meses.

—¡Insisto en que es poco!

—Para los hombres de su edad, no lo es. Ellos quieren una verdadera mujer a su lado, y cuando la encuentran, así como hizo Jimin, no la dejan ir.

—¿Estás segura de querer casarte con él?

—¡Más que segura! Con Jimin me saqué la lotería —aseguró con una sonrisa—. Ahora pasaré mi vida a su lado, teniéndolo todo. Soy feliz junto a él.

—Aún no me lo creo.

—Tú deberías dejar al mugroso de Hoseok. Esa relación no te llevará a ningún lado —comentó alzando una ceja.

—Oye, no le digas así —reprochó molesta.

—Admite que ese hombre al que escogiste, no tiene futuro.

Donghee hizo una mueca, recordando como cada día tenía que soportar que fumase hierba y bebiera con sus amigos en el pequeño departamento que se le hacía demasiado incómodo. No toleraba notar cómo Hoseok parecía tan estancado, sin tener ganas de avanzar en su vida, cómo dejar de trabajar en aquel restaurante y conseguir algo más con una mejor paga.

—Quizás...

—Quizás no. Es así.

—Ya me estoy cansando de su trabajo, de sus amigos, de esa vida que lleva y que no me vea como una verdadera mujer —confesó frustrada—. Me ve como a una niñita a la que tiene que soportar sus berrinches, creyendo que si me compra un chocolate, me calmaré.

—¡Es un idiota! —exclamó soltando una risotada—. Tienes que dejarlo, Donghee.

—Pero lo amo...

—¡¿Cómo puedes amar a alguien así?! —cuestionó arrugando levemente la frente—. ¡Él no te da nada de lo que necesitas! Una cerveza, un chocolate, lo puedes conseguir en dónde sea —habló volviendo a inclinarse hacia adelante—. Pero dime, ¿dónde vas a conseguir a un hombre que te lleve de viaje? ¿Dónde vas a conseguir a alguien que te preste sus costosos coches? ¿Dónde vas a conseguir un hombre que te presuma con sus amigos adinerados? ¿Dónde vas a conseguir un hombre que te haga sentir cómo una verdadera mujer, sin importar tu edad? —alzó una ceja—. Yo puedo presentarte a uno que cumpla con todo eso que sé que deseas.

Donghee tragó con dificultad, sin saber qué decir, pues la verdad era que sí deseaba todo eso, más al ver a su mejor amiga que lo había conseguido. Pero no podía evitar pensar en su novio, en que ella sí lo amaba y quería seguir a su lado, aunque ya estuviese llegando a su límite.

El mesero llegó con los platillos que ordenaron, colocándolo frente a ellas, Donghee notando la manera en la que Saerok le sonrió guiñándole el ojo, provocando que el mesero también sonriese antes de marcharse.
La pelirroja rápidamente tomó la botella de vino para volver a llenar su copa, notando que ella no había tomado más que ese sorbo cuando le sirvió.

—Brindemos porque vas a dejar a ese idiota sin futuro y vas a entrar a la cacería —sonrió, alzando su copa.

La pelinegra hizo una mueca, aún dudosa de esa decisión, pero aún así, levantó su copa para brindar, sintiendo una punzada en su estómago.











(...)





Donghee sentía cómo el miembro de su novio entraba y salía de su interior con rapidez y dureza, lo que podría estar haciéndole gritar de placer, enterrar las uñas en su espalda, pidiéndole más como siempre, pero estaba perdida en sus pensamientos. Hoseok entrelazó sus dedos, enterrando el rostro en el hueco de su cuello, soltando un gemido ahogado, mientras llenaba su interior al haber alcanzado el orgasmo.

Era la primera vez que a Donghee no le sucedía estando con él, lo que hizo que este aún intentando recuperar el aliento, levantase su cabeza para mirarla. Al ver que había girado su cabeza hacia un lado, notando con facilidad que estaba perdida en sus pensamientos, arrugó la frente.
Se salió de su interior provocando que los fluidos recorrieran las piernas de su novia, acomodándose a su lado, aún observándola desconcertado por su manera de actuar.

—¿Qué te sucede, bebé? —preguntó tomándola de la barbilla para llamar su atención.

—Nada —respondió por lo bajo, sentándose.

—No me mientas. Sabes que te conozco demasiado y sé cuando algo te sucede.

—No es nada, Hoseok.

La fémina tomó su ropa interior para así comenzar a colocársela, llamando aun más la atención de su novio, el cual también se sentó tomándola del brazo.

—¿Qué haces?

—Voy a irme a casa.

—Pero ¿por qué? ¿Qué te sucede, Donghee? —preguntó frustrado—. Desde que te has despertado que estás extraña conmigo.

—Ya, déjalo —suspiró levantándose para tomar su uniforme.

—No lo haré. Dime qué rayos te sucede ahora —exigió levantándose para colocarse el bóxer.

—¡Quiero terminar, Hoseok! —escupió molesta, provocando que este la observara atónito.

—¿Qué?

—Ésto no está funcionando. Tú estás...estancado con este maldito departamento, con ese trabajo, con tus amigos buenos para nada —explicó agotada—. Estoy cansada de tener que soportar cada día que vengan aquí a beber y a fumar, y tú no quieras algo mejor.

—¡¿De qué carajos hablas?!

—Tú me pediste que dijera lo que me molestaba y ya lo hice.

Hoseok estaba intentando procesar las palabras de su novia, preguntándose desde cuándo llevaba molestándole la vida que llevaba. Pues, estaban juntos hacía más de seis meses y ella parecía disfrutar con él, uniéndose a beber como también a fumar, pero jamás había demostrado su enfado por eso.

—No lo entiendo.

—¡Ya no puedo más! ¡Tú quieres seguir así, pero yo no! —apuntó mientras él tenía la mirada perdida—. Yo aspiro a mucho más. No quiero pasarme el resto de mi vida encerrada en este lugar que me asfixia, que aunque no me alcance el dinero, lo gaste en porquerías.

La adolescente detestaba que su novio a sus veinticuatro años, no haya decidido tiempo atrás al terminar el instituto, seguir alguna carrera universitaria que pudiese darle una mejor vida. Pues, él había decidido no seguir ninguna y buscar algún trabajo que pudiese darle algo de dinero, para así salir de la casa donde vivía junto a su padre, con el que no tenía una buena relación.
En eso, tuvo distintos trabajos, hasta llegar a aquel restaurante de un hombre que conocía, el cual no dudó en darle trabajo como mesero. No ganaba demasiado dinero, pero sí el necesario para poder pagar su alquiler y lo necesario para vivir.

Hoseok no aspiraba a mucho más porque estaba más que bien con eso, lo cual Donghee no podía llegar a entender porque ella sí necesitaba mucho más que eso.

—¿Y qué harás? —examinó alzando una ceja—. ¿Conseguir a otro hombre que tenga más dinero?

—¡Eso no te interesa!

—¡¿Crees que soy idiota?! —preguntó siguiéndola—. ¡Si me buscaste fue porque creíste que yo podría ser el idiota que derrochara su dinero en ti!

—No sabes una mierda, Hoseok —habló volteando a verlo, antes de llegar a la puerta.

—Claro que sí. Y ahora que te diste cuenta que no soy más que un pobre infeliz que le basta con lo poco que tiene, decides dejarme.

—¡Si fuera así, te hubiera terminado hace mucho tiempo, idiota! —alzó la voz con su visión nublada por las lágrimas retenidas—. Pero al contrario, si estuve contigo es porque te amo.

—¿Cómo puedo creer eso si estás dejándome, Donghee? —preguntó dolido.

—Lo siento, pero ya no puedo seguir a tu lado. Te amo, pero no eres lo que quiero —dijo con un hilo de voz, abriendo la puerta para marcharse.

—¡Donghee!

La adolescente caminaba por la acera, sintiendo sus lágrimas brotar y cómo un intenso dolor se instalaba en su pecho, porque la verdad es que no quería terminar con Hoseok, pero estaba siendo infeliz a su lado. Ella realmente anhelaba poder estar con alguien que le diese todo lo que necesitaba, así que no quería estar al lado de Hoseok sabiendo que eso no sucedería, y sólo acabaría detestándolo.

Sacó el celular del bolsillo de su chaqueta, sintiendo algo de temor al ver a las personas a su alrededor, pues donde vivía su exnovio sabía que era una zona bastante peligrosa. Temía que pudiesen hacerle algo por la manera tan intensa en que solían mirarla, por lo que apresuró el paso sintiendo sus latidos acelerados, mientras llamaba a su mejor amiga.

¿Donghee?

¡Terminé con Hoseok! —habló sollozando.

¡Eso es! —exclamó emocionada—. Entonces, ¿vendrás a mi fiesta?

Eso creo —su voz salió más aguda de lo normal y sorbió si nariz.

Prometo que conocerás a muchos hombres millonarios y solteros. Tú podrás elegir cuál te gusta más.















(...)










Donghee llegó a su casa, lo cual había sorprendido demasiado a su madre ya que sabía que pasaba la mayoría del tiempo en el departamento de Hoseok. Esa relación no era para nada del agrado de Eunkang, lo que había provocado alguna que otra pelea entre ellas, pero aun así intentaba que siguieran llevándose bien. Siempre intentaba aconsejar a su hija aun sabiendo que hacía oídos sordos, pero el ahora enterarse que terminó con aquel hombre, provocó que se aliviara por completo.

Donghee no quiso seguir escuchándola porque seguía afectada por esa razón, y las lágrimas habían vuelto a brotar al recordarlo y no poder ignorar el dolor que sentía. No tenía ánimo alguno para asistir a la fiesta de Saerok, pero recordaba sus palabras y si realmente quería algo mejor, debía asistir.

Decidió pasar a darse una ducha, sintiendo cómo el agua caliente ayudaba a que se relajara, y sus pensamientos sobre Hoseok se esfumaran, aunque no por completo. Al salir con la toalla envuelta en su cuerpo, se dirigió a su cama viendo aquel vestido satinado, el cual era de color rosa y de tirantes.
Estaba realmente dudosa de si quedaría bien para aquella celebración y si sería lo suficiente llamativo, por más que Saerok le había dicho que era perfecto.
No quiso darle tanta atención y comenzó a arreglarse el cabello, secándolo, para luego ondulárselo, esta vez quitándose el flequillo ya que sentía que aparentaba menos edad al tenerlo.
Cuando le gustó cómo quedó su cabello, volvió a acercarse al vestido para colocárselo, observándose en el espejo la manera en que resaltaba sus curvas.

Una vez que ya se encontraba maquillada, volvió a mirarse en el espejo, pensando si realmente aparentaba más edad de la que tenía, lo cual lograba desesperarla. No quería seguir pareciendo de diecinueve años, ya que detestaba su edad y no creía que eso fuera llamativo para los hombres que conocería.
Soltó un suspiro y se echó su colonia favorita, para así tomar su pequeño bolso y su celular. Al salir de su habitación, agradeció que su madre ya no estuviera, por lo que más tranquila llamó un taxi.

Cuando estuvo dentro del taxi, fueron largos minutos de camino que la llevaron a asombrarse al estar cerca y ver aquellas mansiones, lo que provocó que se tensara al darse cuenta que su mejor amiga no había exagerado para nada. Al llegar, observo las verjas negras, llamando a su amiga, la cual le atendió rápidamente y luego de unos pocos minutos salió para así pagarle el taxi, lo que de cierta manera la avergonzó.

Al entrar, Donghee observó aquel jardín delantero, todo era verde y con algunas flores, como también había una fuente de agua, pero al levantar la vista y ver aquella mansión, tragó con dificultad.

—N-No exagerabas...

—Claro que no. Estaba hablando de Park Jimin, ¿qué esperabas? ¿Simpleza al tratarse de él? —soltó una risilla.

—No sé si quiero entrar. Estoy muy nerviosa —confesó deteniendo su paso.

—Donghee, tú tranquila. Estaré a tu lado apoyó la mano en su hombro—. Hay alrededor de setenta personas solamente —le sonrió de manera tranquilizadora—. Ya se encuentran aquí el grupo de hombres solteros, algunos divorciados, que son de tu interés. Es uno más atractivo que el otro. Lo prometo.

—Por favor, no me dejes sola mucho tiempo —pidió subiendo los escalones.

—No lo haré. ¿Mi consejo? —la observó por un momento, llamando su atención—. Seduce a Kim Taehyung. Lleva soltero desde siempre y es como un perro que se cuelga de tu pierna buscando desesperado follar —bromeó causando su risa—. Si no estuviera con Jimin, sin dudas iría por él, porque es tan ardiente, y además, muy fácil. Ve por él. Caerá al segundo.

La adolescente estaba asombrada al ver el tamaño por dentro, los muebles que eran antiguos pero lujosos, los cuadros, hasta las estatuas que había. Estaba boquiabierta y quiso detener el paso para poder admirar más, pero Saerok la tomó del brazo, para así seguir el camino, hasta que vio a uno de los jóvenes del catering y tomó dos copas de champagne, entregándole una Donghee.

—Oh, no me gusta...

—No seas idiota. ¿Qué beberás frente a ellos? ¿Jugo? 

—Cierto —musitó volviendo a retomar el camino.

—Empieza la caza a millonarios, Donghee —sonrió emocionada.

—¿Muñeca?

Al escuchar esa voz masculina, Donghee sintió cómo los nervios la invadían y más al ver a un hombre rubio con su cabello echado hacia atrás, con un traje blanco y una camisa celeste con sus dos primeros botones sin abrochar, enseñando un poco su pecho. Saerok sonrió acercándose a él que pasó su brazo por su cintura, juntando sus labios en un pequeño beso.

—Amor, ella es Seo Donghee. La amiga que te dije que invitaría —comentó señalándola, por lo que dirigió su mirada a ella, provocando más sus nervios.

—Oh, es un placer conocerte. Te saludaría mejor, pero a Saerok no le gusta que me acerque a las mujeres —bromeó causando la risa de la pelirroja que golpeó levemente su pecho.

—Es que tú eres bastante seductor.

—Bien, ¿vamos? —miró a ambas—. Tengo que presentarte a alguien.

Saerok dirigió su mirada a la pelinegra que asintió, y comenzaron a caminar. Donghee seguía admirando aquella mansión, hasta que llegaron al jardín trasero, donde había una mesa grande con un mantel blanco y algunos platillos, como también copas, pero lo que la tensó fue el ver a las personas.
La pelirroja tenía razón acerca de la cantidad de personas que había, y Donghee comenzó a sentir inseguridad por cómo se vistió. Pues, los hombres llevaban trajes, pero las mujeres llevaban largos vestidos y sin escotes, mientras que el de ella le quedaba por los muslos, lo que hizo que intentase bajárselo más, sintiendo alguna que otra mirada.

Podía ver cómo las mujeres que había se notaba el hecho de que estaban en sus veinticinco, como más, y no se despegaban para nada de sus acompañantes. Donghee, en ese momento, al saber que sobraba allí, deseaba más que nada dar media vuelta y marcharse.
Tragó con dificultad pensando si alguien notaría que se marchó, pues Saerok estaba junto a Jimin y unos hombres mayores. Dirigió su mirada a cada persona que estaba allí, notando que había un pequeño grupo como de cuatro, deduciendo si eran los solteros codiciados de los que habló su amiga.
De todas maneras, no era tanto de su interés porque seguía sintiendo una gran incomodidad y la voz de su cabeza le gritaba que se marchara, que era una mala idea estar allí.

—Oh, ¿acabas de llegar?

Al escuchar esa voz masculina profunda, sintió cómo un escalofrío recorría su espina dorsal, pero aun así, volteó encontrándose con un hombre de cabello rizado y oscuro, tez bronceada, orbes cafés, labios carnosos carmesí.
Llevaba un traje negro, con camisa blanca y corbata negra. Este se acercó con una particular sonrisa cuadrada, provocando que ella tuviese que levantar la cabeza para poder mirarlo.

—Sí.

—¿Cómo te llamas, lindura? —preguntó sonriente, llevando la copa a sus labios.

—Seo Donghee.

—Oh, es tan lindo nombre como tu rostro —dijo provocando su sonrojo—. Soy Kim Taehyung.

Al escucharlo abrió los ojos a la par por la sorpresa, pues era justamente el hombre del que su amiga había hablado, por lo que pudo darse cuenta que todo lo que dijo era cierto. Sabía perfectamente que cuando se hablaba de él, se decía que era una gran sorpresa que jamás se haya mostrado con una pareja, aunque era algo joven, pero por su gran atractivo y dinero, era uno de los millonarios solteros más codiciado.
Podía notarse con mucha facilidad que Taehyung puso su ojo en ella, buscando así poder liberarse, lo que le llevaba a preguntarse qué tan desesperado podía estar por follar.

—¿Y esa sorpresa? Has escuchado hablar de mí, ¿verdad? —sonrió acercándose más, lo que la llevó a dar un paso hacia atrás.

—Un poco tal vez.

—Dime, ¿qué haces aquí?

—Soy amiga de Saerok.

—Oh, quizás perdí mi oportunidad con ella, pero agradezco que se haya ido con Jimin, porque así pude conocer a una lindura como tú —comentó mirándola de pies a cabeza.

Taehyung se acercó más a ella, sin notar que la fémina ya se encontraba demasiado incomoda deseando que se marche, sin importarle el consejo de su amiga. Sin verlo venir para nada, a un costado del joven fijó su mirada, encontrándose con un hombre con traje negro y camisa negra, cabello oscuro rizado, luciendo peligroso con su mirada oscura.

—Ya, deja de molestarla, Taehyung —ordenó colocando la mano en el hombro del castaño.

—¿Molestarla? —soltó una ligera risa, frunciendo el ceño—. ¿Lo estoy haciendo, lindura?

—Claro que no va decirlo estando tú presente.

Taehyung rodó los ojos y soltó un suspiro, volteando a ver a su amigo por un momento, para luego marcharse tranquilamente, como si nada hubiese pasado para volver junto a sus demás amigos.

—Estaba molestándote, ¿verdad? —preguntó conectando sus miradas, provocando que ella desvíe la mirada, intentando relajarse al saber que se trataba del CEO de la empresa Lyx Association.

—Un poco.

—Jeon Jungkook —se presentó estirando su mano.

—Seo Donghee.

La fémina tomó su mano, sintiendo su calidez, asombrándose cuando este se inclinó hacia adelante depositando un beso en el dorso que provocó que se estremeciera. Jungkook, al enderezarse, sonrió seductor al notar sus mejillas sonrosadas, lo que hizo que ella bajase la cabeza tragando con dificultad, observando cómo seguía tomando con delicadeza su mano.

¡Hola!

¿Qué les pareció el primer capítulo de la historia?

Espero que les haya gustado, si es así, no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto!

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