Happy Birthday Kyo

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Había momentos en donde la vida te sonríe.

Hay otros en donde se pone realmente dura y despiadada.

Y hay otros en donde simplemente te escupe en la cara.

-Por los clavos de cristo, esto parece 23 de diciembre -dijo por lo bajo al ver a tanta gente en la cola de pago y a mucha más entre los estantes de ropa.

Si por ella fuera solo compraría una bufanda o una billetera, algo bonito y con un muy buen uso, práctico, para que no acumulará polvo en la esquina de algún lugar, así como le pasó a un porta retratos que le regaló a su amiga el año pasado.

Pero no, ahora tenía que romperse el cerebro buscando algo decente y cool para su raro novio.

Y no lo decía porque era raro de rareza, bueno sí un poquito la verdad, Kyo era raro porque se podía encender como un fósforo de cabeza roja.

Ah, todavía recuerda cuando, por simple simpatía, en su tiempo como amigos, le regaló un collar con un tallado de madera por dije.

El pobre collar se consumió por completo pero no su ropa, eso parecía ser lo más lógico en la vida de su anormal pareja actual.

Recuerda lo que tuvo que leer en esa tonta revista de parejas, en donde ponía bien claro que a un novio nunca hay que darle algo bajo el precio de tres cifras. Y lo recordaba para no llevarlo a cabo, precisamente no es que ella tuviera el mejor de los empleos en donde le pagaban por respirar y recaudar la suma que estipulaba la capitalista revista.

Que, para rematar, especificaba la compra de los productos pertenecientes a marcas que la patrocinaban.

-Y pensar que por un segundo de mi vida casi caigo.

Pasó por donde se encontraban los perfumes, diciendo a los vendedores que solo estaba mirando cuando se estaban por abalanzar contra ella y tratar de asfixiarla con mezclas varias de perfume; descartó la idea ya que su novio era, literalmente, inflamable, teniendo que salir con mil muestras en tiras de cartón que guardaría en su cofre de tesoros para preservar el aroma.

Trató de pasar por los estantes de ropa, buscando algo mínimamente inflamable, teniendo que brincar solo un montón de ropa en descuento en cuanto divisó una cabellera en corte hongo muy conocida.

Kyo estaba ahí, y no daba razones en su cansado cerebro cómo para saber por qué en nombre del diablo.

De haber sabido que él estaría ahí solo hubiera salido corriendo, pero le quedaba poco tiempo y mañana sería 12 de diciembre.

¿Por qué no nació en un mes menos competitivo en las ventas? Aun recuerda aquella bella bufanda en detalles verde oscuro y rojo, perfecta su vista... y también a la de un grupo de novias irresponsables que de seguro estaban ahí por el mismo motivo que ella: buscar un regalo a última hora.

De esa bufanda solo le quedaba el recuerdo.

Una camiseta, eso podría ser, se fijó en una camiseta debajo de ella en su improvisado escondite, era barata y linda, le dio la vuelta y se dio con la ingrata sorpresa de encontrarse con el estampado de una luna menguante.

-Ay no, esto es para el outfit de alguien más -lanzó a quien sabe donde la camiseta, dejando caer su cabeza en el montón de ropa y maldiciendo a su yo del pasado por aplazar tanto la búsqueda del regalo.

Se asomó un poco para tratar de saber en donde esta su pareja, quizás si lo seguía podría averiguar qué cosa se quedaba viendo y posiblemente comprárselo.

Lo siguió hasta una tienda de instrumentos musicales y una idea le llegó a la mente, iba a comprarle cuerdas de repuesto para su guitarra, la cual Kyo adoraba, en ocasiones incluso más que ella.

-Ah, carajo -fue lo que dijo en cuanto notó que él estaba ahí justamente para comprar eso.

Claro, sí tenía tiempo para irle a comprar cuerdas a su amada guitarra, pero no tenía para pasar la navidad con ella.

Ya estaba dando por olvidada la idea de seguir siguiéndolo.

Sólo le compraría algo al azar, quizás un llavero, poco le importaba ya.

Aunque eso la convirtiese en la peor novia.

-Ah, no, por favor -trató de negarse a ello, pero ya sentía sus ojos arder y, a la vez, llenarse de agua salada- soy un pésimo intento de chica seria.

La gente se estaba volteando para verla llorar, muchos no tenían una idea enfocada en sí, pero para (...) era como si se estuvieran burlándose de ella o si le tuvieran lástima.

Solo quería un maldito regalo para Kyo y dejar de llorar por cosas tan vanas.

-¿Se puede saber qué es lo que te pasa ahora? -iba a gritar, iba a hacerlo con todas sus fuerzas, pero todas esas fuerzas se dieron de cara con sus cuerdas vocales, dejándola muda, al menos atinó a secarse la cara, quizás con demasiada fuerza, porque cuando volteó le mostró al castaño su ojos realmente rojos y la cara igual de roja como si le hubiesen dado una doble cachetada en cada mejilla.

Pero unas cachetadas con mucho odio.

Ella sabía que en la vida él iba a preguntarle si estaba bien o si necesitaba algo.

(...) ya sabía que Kyo no era el tipo de novio que te abraza y te da un beso si te sientes mal, ese no era él para nada.

No, porque a ella tenía que gustarle el tipo más egoísta que se pudo encontrar.

Ay no, ahí iba otra vez, tirando pestes de su pareja en su mente.

-Sé lo que estas pensando, no debo darle muchas vueltas a como te comportas cuando puedo saberlo solo con ver tu mirada, te conozco bien y soy demasiado listo.

-Porque romántico se nace... -se puso a murmurar mientras volvía a darle la espalda, y eso que ella ya pensaba que iba a decirle que sabía cómo se sentía porque la amaba y toda esa chorrada romántica que tanta falta le hacía.

Solo pedía comprensión, ¿Acaso ese cabeza hueca no entendía eso?

Kyo suspiró, lejos de lo que (...) pensaba él sí se había dado cuenta de sus nada sutiles intentos de seguirlo porque, por favor, por más que ella se ocultas nunca podría ocultar su presencia a un peleador de su nivel.

Se sintió acechado por ella en los últimos minutos.

Pero había algo que no podía negar, era un asco de novio, (...) lo sabía, él lo sabía y su padre no se cansaba de restregarselo en la cara además del hecho de que ella iba a dejarlo en cuanto menos se diera cuenta.

- te estás sintiendo mal yo...

Hubiera dicho más, quizás algo realmente cursi que alegraría a (...) y lo dejase en total ridículo, de no ser porque fie abordado por Yagami a una pelea como ya era la costumbre.

(...), ya acostumbrado a eso en un nivel anormal solo respiró hondo y trató de contar hasta 10.

Al menos llegó a 4.

-¡¿Sabes qué?! ¡quédate con Yagami y con tu inexistente regalo de cumpleaños! -y se fue de ahí antes de que alguna llamarada le prendiese fuego a su ropa por estar cerca a ese par... otra vez.

El desgraciado 12 de diciembre llegó, y con este la hermosa llamada de la autodenominada madre de (...), Shizuka, que le llamaba para preguntarle a que hora iría a la casa para ayudarla en la decoración y otras cosas vanas.

Había momentos en donde (...) no sabía si agradecer por tener una suegra tan buena o llorar porque no podía decirle que no.

-Estaré ahí en poco tiempo -colgó rápido para ir a bañarse y quitarse el aroma de Doritos y Mountain Dew de encima.

No quería que Kyo se diera cuenta que se quedó a altas horas de la noche jugando videojuegos mientras lloraba como magdalena en desgracia por una ruptura que ya daba por sentada.

No tenía esperanza en las relaciones, aun recuerda la voz de su ex diciéndole: "pobres de tus futuras parejas".

Y esa frase se le estuvo repitiendo hasta que llegó a la casa de su "amorcito".

Mientras ponía las velas en el pastel de cumpleaños se fijó como el señor Saisyu estaba todo amoroso con su esposa mientras ella solo sonreía y se mantenía calmada.

¿Por qué Kyo no salió a su padre? Es decir, eran igualitos físicamente pero en el resto eran diferenciados de forma abismal, Kyo era tan calmo como su madre y no sabía si agrade eso o no, la sola idea de un Kyo amoroso la aterrorizó tanto que se planteó nunca haber tenido algo con él.

Ahora que lo pensaba, ¿Cuándo o cómo fue que se hicieron pareja? No recordaba haber dado el paso y él mucho menos, aunque ahora que su relación parecía estar en el borde parecía no importar en lo mínimo.

Cuando Kyo se apareció, (...) logró avistar una ligera quemadura en su pómulo, todas sus alertas se encendieron y ganas no le faltaron para cortarle ese anormal flequillo a Yagami.

Otra vez sus instintos protectores de novia loca.

La fiesta de cumpleaños fue tranquila, al menos lo más que podría darse en la familia Kusanagi; Daimon, Benimaru y Shingo habían llegado a tiempo para ver como Saisyu hundía la cabeza de su hijo en el pastel, Shizuka, precavida como siempre, ya tenía uno de respaldo.

(...) tuvo que salir a tomar aire, ver a su posible ex no le ayudaba mucho en sus sentimientos encontrados.

Quizás así estaba bien, abrirle de nuevo los brazos a la soltería no sería tan malo, solo debía borrar de su cabeza que iba a tener un bonito final feliz de película y que no tendría hijos que se llamasen Ryoga y Shyvana Kusanagi.

¿A quien estaba engañando? Lo más seguro es que esos nombre se los pusiera a unos gatos en su eterna soledad hasta la muerte en soltería con más kilos de más de los que ya tenía.

-¿Te estás ahogando en un vaso de agua de nuevo? -la oración se le hizo parecida a una entre sus recuerdos, dándole cual bofetada de la realidad que con esa oración.

Esa era la misma pregunta que le había hecho cuando se conocieron, esa pregunta con un mísero sentimiento de preocupación hacia el prójimo.

Quizás eso era lo que le dio alas en un inicio, sentir que aquel chico se preocupaba por ella.

-Puede ser... -inhala con fuerza, lo mira y se da cuenta que dejó a un lado su chaqueta blanca y ahora tiene una toalla blanca que lo hace ver ridículamente sexy.

¿Cómo era posible eso? (...) ya pensaba que había usado toda su suerte para estar con él los últimos 3 años sin que se llegase a arrancar la cabeza.

Puede que el hecho de que lo quería en mayor medida al simple "te quiero" también fuera un factor importante.

-Siempre haces que una situación común se convierta en una tragedia de proporciones épicas -se sentó a su lado en el balcón hacia el jardín.

Ninguno podía negar que se atraían de una manera incierta.

De esa manera que no saben explicarse y de la cual no están seguros que vaya a funcionar o a convertirse en una relación co-dependiente y tóxica.

Y ese, en específico, era el peor temor de (...).

-Por cierto, feliz cumpleaños -le tendió el paquete envuelto de manera exagerada, con las esquinas chuecas y mucha cinta adhesiva de colores pastel y brillante aluminio.

Su expresión se oscureció ante ello, le dio una mirada a (...) que significaba un claro "¿es en serio?", y lo pensaba con su alma, porque en los últimos años ella le daba algún pequeño detalle en una bolsa de regalo.

Nunca un capullo deforme con forro de gatitos y con un sol distorsionado dibujado a mano, hasta estaba borroso porque parecía que le había pasado el dorso de la mano por encima sin querer.

Estaba por hacer un comentario sarcástico hasta que la vio ya lista para irse corriendo ante cualquier palabra despectiva o broma.

Quizás pensaba huir con el solo sonido de su respiración.

Lo tomó con firmeza, tocando el posible contenido en su interior, era duro, tuvo que alargar el brazo para atrapar a (...) que ya se estaba alejando de él en esos momentos.

¿Qué cosa era como pare querer huir? ¿un coco?

Mientras rasgaba el forro con paciencia poca vista en él, y con (...) tratando de morder su brazo para escapar, se dio con la sorpresa de que su regalo no era un coco, era un casco.

Un casco de Hockey.

- que el tuyo se rompió hace un tiempo -la escucha murmurar, ya dándose por vencida y dejándose caer a su lado- la verdad que es difícil encontrar uno de esos ahora, ¿sabes lo popular que se volvió ese deporte estos años? Y yo que pensaba que en Japón el rey siempre iba a ser el baseball.

-Gracias -(...) se atragantó y escupió un cúmulo de aire sin pena.

No es que fuera exagerada, bueno, sí lo era, pero escuchar esa palabra de la cara sonriente de su novio no es común, no es nada común.

-Ah, de ser así, entonces... ¿soy una buena novia?

-¿Entonces todos los problemas que haz estado pasando han sido por eso? -se rió en su cara sin contemplaciones, más por lo adorable que era y por lo tonto que sonaba- yo hubiera estado feliz solo con una postal de navidad como la otra vez -dijo recordando aquel regalo que se le dio el año pasado.

-¡Oye! No es mi culpa que hayas estado en Estados Unidos de América por el torneo ese, igual, ¿sabes lo difícil que es mandar algo por el correo?

Sonrió mientras la veía quejarse, por algún motivo se le hacía chistoso, además de que le gustaba saber que hizo todo lo que pudo para enviar aquella tarjeta dentro de tres cajas de regalo para asegurar que llegase sin ninguna arruga o cortada.

Aunque debía admitir que por un momento pensó que era una muñeca rusa.

-Sea como sea, gracias por el regalo -fue como si pudiese respirar de nuevo, y lo hizo con ganas, inspiró con fuerza mientras dejaba su cabeza reposar sobre el fuerte hombro de su pareja, todas su terminaciones nerviosas festejando por fin al dejar de sentir ese gran cúmulo de estrés.

-No hay de qué -tan en el cielo como podía estar se aferró a su brazo, era muy bueno sentirse cómoda cuando ya empezaba a verse por el horizonte la nieve fría del invierno japonés.

Era todo tan bonito.

-Por cierto -ya estaban entrando de nuevo a la sala de estar, parecía que nada le quitaba la sonrisa de satisfacción y autorrealización mientras estaba prácticamente echada sobre su novio- ¿ya compraste los regalos de navidad, (...)?

Fue como si un vaso de vidrio se hubiera caído desde un cuarto piso en el gran cañón.

-¡POR LA PU-!

Por supuesto, estuvo tan enfocada en ese mísero regalo que olvidó el evento principal de diciembre.

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