SEGUNDA PARTE

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SEGUNDA PARTE

¡Le mintió en su cara! Con esos ojos de víctima a los cuales cualquier persona le creería, con ese vestido corto y piernas largas… Ella estaba mintiendo. SeokJin subió al noveno piso con el ascensor, y con una mano en su arma caminó por el pasillo. Probablemente se trataba de un caso de mujer despechada, noqueó a su novio, lo drogó o en el peor caso… ¿Lo apuñaló?

Pidió que otra patrulla se acercara. 'Estamos en un tiroteo por la avenida dos, no hay nadie en guardia. Iremos tan pronto termine.' dijeron.

Bien, puede solo. Lo ha hecho otras veces.

—¡Oficial! Ha vuelto. —luego de tocar la puerta con agresividad, ella abrió sonriente y con una copa de vino nuevamente en su mano, la cual fue puesta en la del hombre— Me alegra que esté aquí, ¿sabe? He pensando en sus palabras en estos diez minutos, y fue bueno, porque llegué a una conclusión. ¡Pasé! —lo dejo entrar. 

Y pasó, sabiendo que su intuición grita que no, no debe entrar.

—Señorita, necesito dar un vistazo nuevamente.

—¿No fue suficiente antes? —gruñó— Bueno, usted es la ley aquí… —con su optimismo que parecía haber destruido a la depresión de hace minutos, deambula hacía la mesa del comedor. Jin deja la copa ahí, y ve la mesa con un plato lleno de comida— Puede comer, señor. Al menos usted podría probar mi comida. —esos ojos de pequeño ciervo perdido mentían, y él lo sabía, pero al demonio. ¡Es San Valentín!

—Echaré una mirada y… cenaré contigo. —aceptó.

No estaba hablando en serio, ¿No? Ni siquiera él se lo cree, ¿Cenar con una posible delincuente? Sus compañeros lo tratarían de depravado, un pervertido con intenciones de acostarse con la mujer que debía llevar presa. Mareado de sus propios pensamientos, SeokJin observó más a fondo el apartamento, entró al baño mientras escuchaba las palabras de Blue en el comedor 'Usted es un hombre tan bueno.' decía, y no paraba de beber 'Desearía que hubiera más hombres así.'

El baño era grande, digno de una niña riquilla, probablemente hija de algún empresario que la consiente de más. No tenía cortinas, era un cristal transparente que mostraba el interior.

En el conducto que lleva el agua que cae, vio los restos de sangre que no fueron arrastrados. ¡Bingo! La prueba suficiente para el momento de tensión que lo atrapa, entonces era cierto, el sujeto nunca salió del edificio, y ella era la principal causante. Entre ambas manos sujetó con fuerza la pistola y abrió la puerta de la habitación, saliendo al pasillo.

La voz de Blue dejó de ser oída.

—¿Señorita Blue? —preguntó, caminando con la mirada adelante y atrás, la puerta de una habitación con puerta blanca estaba manchada, la sangre era fresca, como de hace segundos— Señorita Blue necesito que ponga las manos… —empezó a recitar tomando el picaporte, una vez estuvo completamente deslizado, la imagen frente a él lo dejó mudo.

Una camilla en el centro del cuarto casi vacío, con lámparas de piso apuntando a su cuerpo desnudo. El hombre de unos treinta años había sido rebanado en pedazos, para posteriormente, unido con pegamento e hilo.

—¿Dónde, oficial?

—¡Demonios! —había aparecido de la nada, detrás suyo, y sin darle tiempo a girar, un golpe de algo rompiéndose contra su cabeza lo hizo perder la conciencia.

( … )

Sus labios resecos ardían, y la cabeza le daba vueltas. Al principio veía negro, luego aquella sombra que cubría sus globos oculares fue desapareciendo para mostrar una sonrisa enorme, tan grande como la de un payaso divirtiéndose. Quiso hacer un movimiento para derribarla, fue entonces que cayó en cuenta de su posición, estaba atado de manos, pies y boca. Era una cinta de trabajo, esas color aluminio que se adhieren bien a lo que sean puestas. Nunca lo habían aprisionado de tal manera, en realidad, nunca un criminal lo había puesto en ese estado. Por primera vez en los veinte años que lleva trabajando, sintió miedo. Miedo de terminar su vida ahí, no poder volver a ver a sus niños, a su madre, a… Minah.

Sí, bien. Le fue infiel y todo el asunto. Pero legalmente seguía siendo su esposa, y quince años de matrimonio no se olvidan fácil.

Transpirando observó a sus costados. Se encuentra en la cocina, atado en un silla contra la heladera, las miles de cuchillas para diferentes recetas están sobre la mesada rogando volver a ser utilizadas. Blue tomó una, y la afilo.

—No quiero que se asuste, oficial. Es solo qué… usted es un buen hombre, ¡El hombre que he buscado mucho tiempo! Tan empático y fiel… vi su anillo, lo lleva ahí y parece respetarlo. ¿Por qué YoonGi no es igual? ¿Por qué… no tiene su corazón? —entre sollozos relataba, caminando de un lado a otro con sus cabellos alborotados y mejillas manchadas con sangre— ¡Lo entendí apenas se fue! Es su corazón, oficial, es su corazón lo que necesito. —se detuvo, sin lágrimas y sonriente, la cinta que lo silenciaba se quitó.

—Blue, por favor. Necesitas ayuda, ¿No comprendes? YoonGi murió, lo mataste.

—¡No! Claro que no, lo volveré a unir. Con tu corazón podría hacer que YoonGi sea un buen hombre y me proteja, haré que me ame… lo volveré mi esposo.

—¡Estás… hmnh! —su boca fue tapada, no tenía opción, tendría que utilizar fuerza bruta para salir de este aprieto.

SeokJin deslizaba su muñeca por la cinta, sintiendo como está podría de salirse de lugar en cualquier momento.

—El corazón de YoonGi estaba podrido, por eso se lo quité, porque era malo y no servía. —leía algo en su teléfono— Aquí dice que debo usar un cuchillo grande… mmh, llevará tiempo abrirte.

Convencida de sus propias ideas dementes, Blue pasó de leer en el móvil a observarlo, y con esa malévola sonrisa guió sus manos libres a su camisa. Quitó los dos primeros botones, Jin se negó, luchó lo más que pudo en lo que su mano se arrastraba por la cinta adhesiva. ¡No moriría aquí! No, se niega a ello. Merece ir a casa, hacer una vida fuera del dolor y volver a enamorarse.

Tener un lindo San Valentin.

—Es aburrido cuando no te quejas. —suspiró, y le quitó la cinta.

—¡No me toques, loca! —gritó— ¡Vas a pudrirte en un manicomio!

—¡Es mejor que estar muerto! —se burló, volviendo a agarrar la cuchilla de carne— Estúpido e imprudente oficial, caíste tan fácil. ¿No dicen que las mejores personas son las más tontas?

—Ponme una mano encima y la pagarás caro. —advirtió.

Blue río ruidosamente, ¡Vaya! Además de estúpido era amenazador, incluso en una situación de este estilo, donde su vida se iría a acabar en minutos. Él pelea con lo último que le queda de orgullo, tratando de convencerse a sí mismo que tiene huevos, aunque evidentemente carece de ello a un nivel exorbitante. Enojada de su farbuleria, la joven de cabello castaño no dudó en acercar su arma blanca al pecho del sujeto.

PAF PAF '¡POLICÍA DE SEÚL, ESTÁ RODEADA' y lo oyó, el ruido de afuera hizo que entrará en pánico, se dio la vuelta con el corazón palpitando más rápido que nunca e intentó pensar en algo. ¡No, no! ¡¿Por qué a ella?! Todo iba bien, ¡Iba a salvar a YoonGi! ¡Podría tener un final feli…!

Cayó en seco, con los vidrios de la botella de vino costosa que se encargó de tomar toda la noche. SeokJin jadeo, agitado y con sus muñecas doliendo. Había aprovechado ese mínimo momento para liberar sus brazos y tomar la botella sobre la mesada, la cual aventó a la cabeza de su agresora. Una mujer viviendo en un mundo surrealista propio de su cabeza, quien no estaba lista para la realidad.

NamJoon, su amigo, entró apuntando al frente. Al no haber amenaza, bajó la vista y vió a la persona noqueada.

—¿Ella…?

—Joder, NamJoon. Quitame esto, necesito ir a casa.

—¿Qué acaba de suceder? —sobrepasó el cuerpo con sus largas piernas.

—Ni siquiera yo lo sé. Éste fue mi peor San Valentin.

Min YoonGi fue encontrado en una habitación del apartamento, con sus extremidades unidas después de haber sido desprendidas con una cuchilla de cocina. Fueron pegadas con plasticola e hilo, utilizó perfume para tapar el olor de la habitación, Blue en medio de su arresto mientras retomaba la conciencia preguntó si su novio la iría a buscar. A lo cual, todos la observaron con risas por lo bajo. Estaba loca, loca de amor en San Valentin.

En medio de su shock, y detrás del vidrio de una patrulla, se despidió con sus ojos de víctima del oficial Kim.

Y él sonrió con pena.

Pobre chica, sólo quería ser amada.

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