Secuestrada, ¿Por qué a mí?

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—No puedo creer que realmente te vayas — expresa Natacha a través de la videollamada, al borde del llanto y ajustándose las gafas.

—No es el fin del mundo; nos veremos de nuevo, y prometo llamarte a ti y a Kai nada más aterrice, lo prometo —dice con el objetivo de reconfortarla y evitar caer en la tristeza también.

—A ese idiota no deberías llamarlo, si ni siquiera se unió a la llamada —se queja.

—Ya conoces su aversión a las despedidas; se despidió ayer y además me envió un mensaje deseándome un buen viaje —comenta, defendiendo a su amigo.

—¿Y tus padres y tu hermana? Seguro que sintieron alivio cuando te fuiste.

Karina se remueve incómoda en el asiento de la sala de espera al mencionarse a su familia.

—Ya sabes que son conocidos, y si me acompañaran, alguien podría verlos; se supone que no existo así que...

—¡Eso es simplemente una excusa! —grita enfadada.

—No me importa, Nat; incluso lo prefiero así. Me ahorro que me suelten palabras falsas; es mejor para...—Su oración es interrumpida con la voz sobresaliente de los megáfonos, anunciando su vuelo.

—Lo siento, tengo que colgarte; ya vamos a embarcar —la anuncia con una expresión apesadumbrada.

—Tienes que llamarme sin falta, cuando llegues —repite su amiga con la voz temblorosa por contener el llanto.

—Lo prometo, ahora tengo que colgar.

—Buen viaje.

—Gracias, hasta luego. —dice, cortando la llamada justo a tiempo para que las lágrimas se deslicen por sus mejillas.

Se levantó del asiento, dirigiéndose al baño, donde se contempló en el espejo; se veía notablemente desmejorada a pesar de haber intentado disimularlo con algo de maquillaje.

Se apresura a secarse las lágrimas y respira hondo, cerrando los ojos en un intento por calmarse. Sin embargo, su móvil comienza a sonar, haciendo que abra los ojos de golpe. Es una llamada entrante y es de Kevin, su ex prometido.

"¿Qué significa esto?" Desde que pasó el conflicto y simuló ser un prometido engañado, no volvió a saber de él, como si no hubiera existido nunca. "¿Y ahora me llama de la nada?" "¿Qué es lo que quiere ahora?" Una parte de ella deseaba contestar a la llamada, para saber qué tenía que decir, pero la otra se negó a hacerlo y antes de que pudiera cambiar de opinión, apagó su móvil.

"Estoy segura de que solo quiere burlarse de mí o algo por el estilo." Guardó el móvil y de repente, las luces del baño se apagaron, lo que la asustó.

—¿H-Hay alguien allí?—preguntó con temor, pero nadie respondió.

"¿Por qué se ha ido la luz?" Pero no le dio tiempo siquiera a procesar lo que estaba pasando cuando sintió a alguien tirar de ella y colocar algo en su nariz.

Intentó forcejear para liberarse de la persona que la tenía atrapada, clavando las uñas y pateando, pero nada parecía valer y cada vez sentía que más fuerzas comenzaban a faltar.

"!No, no te duermas! ¡No te duermas!" Se decía a sí misma en un afán de mantenerse consciente, pero era inútil; sus ojos se iban cerrando poco a poco.

—Shh, tranquila, no te resistas —fue lo último que escuchó antes de perder el conocimiento por completo.


* * * * * *


Karina, recupera parcialmente la conciencia y abriendo los ojos; siente su cuerpo terriblemente pesado, pero afortunadamente no está atado.

"¿Dónde estoy?" Se preguntó. Notaba que su cuerpo se movía ligeramente, añadiendo el ronroneo del motor de un coche, por lo que dedujo que quizás estaba en uno. Parpadeó varias veces para intentar ver algo, pero todo estaba oscuro.

Estuvo a punto de gritar cuando escuchó la voz de unos hombres hablar.

—Sigo pensado que podríamos divertiros con ella antes de entregarla—dijo uno de los hombres.

"¿Con divertirse se refiere a mí?" Un escalofrío la invadió, cuando otro hombre habló.

—Deja de decir tonterías. Sabes que no podemos.

—No es como si fuera la primera vez que lo hacemos y nunca suele pasar nada.

—Pero está vez es diferente, el jefe dijo que debíamos entregarla intacta, ¿Entiendes lo que significa eso?—Le recordaba el otro, con clara exasperación.

"¿De qué estaban hablando? ¿Con entrega se referían a mí?" ¿Qué demonios está pasando? "¿A dónde me están llevando?" Las múltiples preguntas invadieron su mente, que se sentía confusa por el sedante.

—Claro que lo sé, no soy idiota.

—Entonces, si lo sabes deja de decir tonterías.

—Esta sedada, no creo que se vaya a enterar de algo y podemos amenazarla que no diga nada, no somos nuevos en esto. Sé, que también te mueres de ganas, es muy joven, seguramente sigue siendo virgen.—intentaba convencerle.

"Iban a violarme?" Aquel pensamiento la llenó de horror. Ahora con más determinación en buscar una salida.

—Con más razón, no podemos tocarla ni un pelo, así que deja el maldito tema.

—Vamos, aunque sea deja que me masturbe sobre ella o algo.

—En serio, eres repugnante.—le reprendió y él otro se echó a reír.

Karina no esperó y, sin importarle el estruendo que pudiera causar, avanzó palpando el coche hasta encontrar algo. No tenía idea de qué era, pero notaba una cierta pesadez. Siguió explorando a oscuras y llegó al manillar de la puerta, la cual abrió, sorprendida de que cediera. "Supongo que no cerraron con seguro por qué estaban muy confiados con que estaría muy sedada."

Sin titubear, abrió la puerta de golpe y se tiró, con el coche en marcha; su cuerpo rodó varios metros, sufriendo daño, pero no le importó, incluso lo prefirió, ya que contribuía a tener mayor lucidez.

—¡Maldita sea, ha saltado!—escuchó que vociferaba uno de los hombres, deteniendo el coche bruscamente y haciendo que los neumáticos chirríen en respuesta.

Se incorporó como pudo, para encontrarse con la desgracia de estar en medio de ninguna parte, en plena autopista, rodeada de árboles.

—Será mejor que no hagas ninguna tontería; como puedes ver, no tienes a dónde ir—dijo un hombre alto y de cabello rubio.

—¡¿Quiénes sois?! ¡¿Qué queréis de mí y a dónde me queréis llevar?!—preguntó dando varios pasos hacia atrás.

—No lo tomes como algo personal; simplemente cumplimos con nuestro deber y ahora regresa al coche antes de que te causes más daño...

—O nos veamos obligados a hacerlo—añadió el hombre de cabello negro que la miraba de arriba abajo con cierta lujuria en los ojos.

Reconoció al instante la voz. "Este es el que pretendía violarme."

Ambos hombres tenían un aspecto que daba miedo, vestidos todo de negro y de sus mangas sobresalían tatuajes del mismo color que la ropa. Ambos no pasaban de los treinta años.

—¡No voy a ir a ningún lado con vosotros!—gritó Karina desesperada, con el corazón en la boca y los ojos al borde de las lágrimas.

Los dos individuos se observaron mutuamente con expresiones burlescas, como si lo que Karina estuviera diciendo les resultara gracioso.

El hombre de cabello rubio dio un paso a ella, pero está le apuntó con lo que te tenía en la mano.

—¡No te acerques!

—¿Pretendes hacerme daño con eso?—inquirió el hombre señalando la llave inglesa que llevaba en sus manos.

—Lo siento, gatita, pero no te quedará más remedio y será mejor que hagas las cosas a las buenas o...— Pero Karina no esperó y se echó a correr había el bosque.

—Supongo que por las malas, más entretenido, me estaba aburriendo—dijo uno de ellos, persiguiéndola.

Para su desgracia, no logró avanzar mucho antes de que la alcanzaran y la agarraran de la cintura.

—Te tengo, ya te dije que no llegarías muy lejos, gatita.

—¡Suéltame!—gritó con todas sus fuerzas, mientras el hombre la llevaba de regreso al coche.

Forcejeaba e intentaba liberarse, clavándole las uñas en la piel, moviendo su cuerpo para que la soltara, pero parecía que sus esfuerzos eran en vano. Llegaron al coche, un lujoso todoterreno blindado de color negro.

La introdujeron con cuidado en él, y ella aprovechó para abofetear a quien la había estado sosteniendo. Aquello no le gustó al hombre de cabello negro, ya que su sonrisa divertida desapareció al instante y sujetó sus manos inmovilizándola.

—¿Tus padres nunca te enseñaron a respetar a los mayores?

——No, si son capullos como tú—Escupió, intentando darle una patada en sus partes bajas, pero él fue más rápido y bloqueó el movimiento.

El hombre la observó detenidamente, sin ningún tipo de disimulo, evaluándola de una manera tan inapropiada que Karina sintió repulsión.

—Gatita, tienes suerte de ser un encargo delicado, porque de lo contrario, te enseñaría modales en este momento—Soltó después de atar sus manos, seguido de sus pies.

—¿¡Sabéis siquiera a la hija de quién habéis secuestrado?! ¡Cuando mis padres os descubran, os matarán!—Gritó en un claro desespero por liberarse de nuevo.

—¿En serio? Lo estoy deseando—Respondió de forma desafiante, antes de sentir un pinchazo en su cuello.

—Pero ahora, tendrás dulces sueños, espero que sueñes conmigo, Gatita—murmuró, guiñándole el ojo de de forma coqueta.

—Juro que...—quisó decir, pero si voz se apagó, antes de perder una vez más el conocimiento.

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