01; EL PRIMER FANTASMA

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El Primer Fantasma

■ ■ ■ ■

5 años

Esa era la noche más fría del año, eso era lo que pensaba Brooke mientras intentaba acurrucarse bajo sus sábanas, en el cielo no se podían distinguir las estrellas y la luna era apenas visible gracias a las nubes que cubrían el manto oscuro. Para Brooke esa noche era la peor de todas las noches, ella disfrutaba sentarse junto a la ventana para dibujar las estrellas en el cielo bajo la luz de la luna, pero ese día no pudo hacerlo gracias a las nubes que bloqueaban la luz de la luna y las estrellas. La decepción de no poder dibujar el cielo esa noche la dejó en la cama desde muy temprano tratando de dormir, tarea que se le hacía imposible gracias al frío y a los repentinos sonidos que escuchaba.

La niña cerró los ojos intentando dormir por milésima vez esa noche, su cabeza había comenzado a protestar por la falta de sueño y sus pensamientos la estaban atormentando, la oscuridad de su habitación le daba la sensación de estar siendo observada y eso solo incrementa su terror a la oscuridad. Para su suerte, por fin parecía que estaba por ceder ante el sueño, pero el sonido de pasos en el patio le robó el sueño una vez más. Con las manos temblando por el miedo retiró las sábanas que la cubrían, sabía que tal vez no debería asomarse, pero si no descubría quién o qué estaba robándole el sueño no podría dormir y su dolor de cabeza solo empeoraría.

Cuando estuvo sobre el frío suelo intentó caminar lo más cuidadoso que podía para no hacer ruido, lo que menos quería era despertar a sus padres y que la castigaran por estar despierta tan tarde. Sus pies la llevaron hasta la ventana donde se atrevió a mover la cortina sin pensarlo dos veces para evitar retractarse, se asomo por la ventana y suspiro de alivio al no ver nada. Estaba por regresar a la cama cuando en una esquina del patio vio algo moverse, más bien parecía ser alguien.

Una anciana.

Sin pensarlo mucho se dio media vuelta y corrió hasta la puerta de su habitación, en su cabeza la mujer podría estar perdida y necesitaba ayuda para regresar a casa así que era su deber ayudarle tal como su madre le había enseñado. Sus rápidos pasos se escucharon por toda la casa alertando a sus padres de que algo estaba pasando, pero ella no se detuvo al escuchar a su madre llamándole, simplemente siguió corriendo hasta la cocina donde abrió la puerta que llevaba al patio. Era una suerte que ese día no estaba cerrada como siempre.

Cuando llegó por fin al patio la mujer que estaba cerca de la puerta que llevaba al bosque se giró para mirarla y Brooke sintió la paz recorrer todo su pequeño cuerpo, la mujer se le hacía muy amable a pesar de no haber cruzado una sola palabra con ella. El sonido de los pasos y los gritos desesperados de sus padres la distrajo por un segundo, ambos parecían agitados mientras corrían hacia ella. Su madre se dejó caer de rodillas frente a ella tomándole el rostro entre sus manos frías y Brooke se sobresaltó al sentirlas dejando ver que le incomodaba el frío.

—¿Qué estás haciendo?—su madre lucía preocupada y Brooke se sintió culpable por haber salido así de la casa—¿Por qué saliste así de la casa?

—La señora necesitaba ayuda—susurró señalando la esquina del patio donde estaba la señora—, sólo quería ayudarla.

—¿Qué señora?—su padre lucía confundido, el hombre tenía una escoba en la mano que planeaba usar como arma de defensa en caso de necesitarlo.

—Ahí—volvió a señalar en la misma dirección con urgencia—, necesita nuestra ayuda.

Sus padres compartieron una mirada preocupada antes de verla, ella estaba comenzando a sentirse impaciente, ¿Por qué estaban perdiendo tiempo en lugar de ayudar a la señora?

—Cariño, no hay nadie ahí.

Brook parpadeo confundida, ¿Acaso su madre estaba ciega? La señora estaba justo ahí mirándolos, ¿Porque decía que no había nadie?

—Pero...

—Brooke, es muy tarde, quizás te confundiste—su padre la interrumpió.

La niña no pudo decir nada más, solo se dejó cargar por su padre, su mamá le había sonreído con cariño como para asegurarle que no estaba en problemas por haber salido de la casa tan tarde, pero ella no se sentía bien con eso. Antes que pudieran cerrar la puerta del patio miró por última vez a la señora y noto que le estaba sonriendo, por inercia Brooke también le sonrió agitando su mano a modo de saludo sin que sus padres lo notaran.

Tal vez mañana podría salir sin que se dieran cuenta.

■■■■

15 años

Con quince años Brooke ya comprendía que podía ver fantasmas, lo había comprendido a los días del primer accidente a los cinco años, los niños en la escuela habían comenzado a llamarla bruja cuando hablaba con los fantasmas en el patio de juegos causándole problemas en casa. Una de sus tías maternas la había llevado con una señora que decía ser bruja, pero esta no pudo darle una solución para el problema que tenía, tras años visitando diferentes brujos su tía se dio por vencida, solo uno de ellos había dicho algo más que "no se puede hacer nada." Ella recuerda ese día muy claro, tenía diez años cuando la mujer le dijo a su tía que Brooke era especial.

En ese entonces Brooke había atesorado aquellas palabras, las había creído e incluso aprendió a controlar los dichosos poderes, ahora era capaz de detectar fantasmas antes de verlos y ella pensaba que eso era muy emocionante. Su familia, por otro lado, no lo veía así. Su padre y su madre estaban pagando por el don que su hija poseía, se habían mudado más veces de las que Brooke pudiera recordar huyendo de las miradas acusadoras de sus vecinos. Incluso la habían internado en un hospital psiquiátrico a los catorce, aunque no duró más de un año y antes de su cumpleaños número quince ya estaba afuera, para ella había sido una experiencia traumática. Los fantasmas en el hospital no eran amables y, por primera vez, se dio cuenta que ellos podrían lastimarla.

Aún tenía algunas marcas en su cuerpo como evidencia del maltrato al que fue expuesta por los fantasmas del lugar, eran marcas que no sabía si dejarían de existir en algún momento, pero ella las odiaba. Ya habían pasado un par de días de su cumpleaños, otra vez estaban por mudarse de ciudad, otra vez por culpa de ella. Esa mañana sus padres habían discutido en la cocina sobre ella, su madre estaba cansada de tener que mudarse todo el tiempo, pero no quería que ella sufriera por algo que al parecer estaba fuera de su control. Si su madre supiera que Brooke podía controlarlo, si supiera que en el hospital aprendió a apagarlo.

—Brooke—la voz de su "amiga imaginaria" se escuchó cerca de la ventana, su lugar favorito—¿Está todo bien, mi niña?

—Ya no puedo hacerlos pasar por esto—la voz de Brooke tembló sabiendo lo que esas palabras significaban—, tengo que detenerlo.

—Está bien, mi niña—la mano que se posó en su hombro le hizo llorar—, siempre estaré contigo aunque no puedas verme.

Sus ojos se cerraron, la sensación de compañía que siempre sentía al estar cerca de un fantasma había desaparecido, la única persona que la entendía se había ido y aunque aún era capaz de sentir la presencia de fantasmas a pesar de no poder verlos, el no verla era más que suficiente para darle a Brooke la sensación de despedida permanente que tanto odiaba.

Ese día Brooke comenzó a ser una niña normal otra vez, sus padres estaban felices y ella era feliz si ellos lo eran. O eso se decía.

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25 años

Resulta que la felicidad de sus padres no la hizo feliz.

Con el paso del tiempo Brooke comenzó a sentirse sola, no tuvo amigos en la escuela, el único amigo que llegó a tener fue un brujo de Nueva Orleans que a sus padres no le agradaba así que también dejó de hablarle por ellos. Su vida no tenía mucho sentido en ese punto, todo lo hacía para satisfacer a sus padres, no hacía nada para ella, en lo más profundo de su ser extrañaba la compañía de los fantasmas, pero no quería decepcionar a sus padres nuevamente.

Sin embargo, algo había cambiado en su cumpleaños número veinticinco, por fin se había mudado a un departamento sola, por fin podía vivir sin tener que pensar las cosas dos veces, por fin podía ponerse primero ante todo. Desde que se mudo sola volvió a utilizar el don que se le fue dado al nacer, en el edificio de departamentos donde vivía conoció un par de fantasmas amables, uno de ellos era un vampiro que murió a manos de su amada y otro era un brujo que murió tratando de revivir a su hermana. Ambos fantasmas solían visitar a Brooke diariamente, los tres se convirtieron en buenos amigos, ellos le dieron sentido a su vida nuevamente y ella siempre les iba a agradecer aquello.

Vivió en aquel edificio hasta los treinta años, después regresó a vivir con sus padres cuando su madre cayó enferma, en ese entonces tuvo que apagar su don nuevamente y dejar atrás a sus dos amigos. Pero no se arrepentía, no cuando eso le permitió estar junto a su madre cuando ella falleció. Tras la muerte de su madre su padre quedó devastado y ella tuvo que hacerse cargo de la casa y de él hasta que la edad se lo llevó. Brooke heredó la casa en la que sus padres vivían, pero los recuerdos la atormentaban por lo que a los treinta y ocho años decidió venderla, en ese punto de su vida había retomado su amistad con el brujo de Nueva Orleans por lo que cuando este la invitó a vivir con él no dudó en aceptar.

Nueva Orleans parecía ser una nueva oportunidad para ella y no pensaba desaprovecharla.

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NOTA:

Casi lloro escribiendo el apartado de los quince años, no voy a mentir.

¿Han escuchado Matilda de Harry Styles? Creo que esa canción le queda a Brooke.

En fin, ¡Bienvenidos oficialmente al mundo de Haunted! Les prometo que habrá mucho drama y algo de fluff.

Gracias por darle una oportunidad a la historia.

Lu.

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