🍦14 - Anxious

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Jimin está ansioso de una manera extraña desde que despertó. Pero lo comenta con su padre y Jin atribuye los nervios a la ceremonia de graduación. Y, sí, es lo lógico a pensar porque graduarse de la preparatoria es algo que todos esperan.

Es como el puente a tu vida adulta, las decisiones importantes y la soñada universidad.

Para Jimin es un montón de horas soportando que le tomen fotos, lo filmen, su padre alfa diga varios comentarios inapropiados sobre los alumnos o algunos profesores y, finalmente, Jin llore de emoción y sufra su crisis de nido vacío.

Y para ser sinceros él preferiría por mucho quedarse en casa viendo Netflix.

-Puedo decir que estaba enfermo, papá. -ruega, intentando que Jin razone y le permita quedarse. -El certificado te lo envían a la casa si no te presentas a buscarlo. Puedo quedarme aquí y llamar mañana al colegio; seguramente mas de uno está encantado conque me quede aquí.

-Por eso mismo, no le puedes dar el gusto. -chilló el omega, dejando caer sobre la cama el perfecto trajecito blanco y negro que tendría que usar su hijo durante la fiesta. -Cuando empecé a salir con tu padre, había un montón de omegas locas por llamar su atención. Yo les di cara, las llamé ridículas y salí embarazado. Fue simples matemáticas, bebé.

-No estoy seguro de eso, Pa.

-A lo que quiero llegar... -continuó Jin. -Es que eres un omega precioso que acaba de terminar la preparatoria como el mejor de su curso y, en cima del pastel, fuiste aceptado en la Universidad de Seul. ¿Cómo no vas a restregárselo en la cara a todas esos ridículos? Eres mi hijo, actúa como tal.

Ante la insistencia, Jimin no encuentra método legal para convencer a su padre que debe de quedarse en casa y, unas horas mas tarde, está vestido y peinado para la ceremonia.

Por supuesto, ese también es el año de Kim TaeHyung y, como su mejor amigo, el otro omega decide venir hasta la casa de los Kim para después irse todos juntos.

-Mis padres tuvieron una emergencia en el trabajo. -lloriquea el omega trigueño, haciendo un puchero que le parte el corazón a los cuatro miembros de la casa. -Mamá había prometido que liberarían el horario para hoy en la mañana pero..., recibió una llamada y todo se arruinó.

-No estás solo, Taecito con azúcar. -murmura JungKook, acercándose peligrosamente a su novio y.... Iugh, ahí van de nuevo.

Jimin los quiere a los dos, muchísimo. Y ese es el problema.
Verlos besarse es asqueroso en niveles insospechados. Como si tus dos hermanos compartieran baba y, NO, por favor. Por desgracia, en el último año la relación de su hermano y su amigo ha subido algunos peldaños en intimidad y ya no son tan tímidos al demostrar cuan "cariñosos" son con el otro.

En resumen, Jimin ha presenciado su intensidad demasiadas veces para el bien de sus ojos.

-Parece un pez que se quiere tragar a otro. -murmura NamJoon, claramente hablando de la técnica de besos de su hijo alfa. -¿Crees que se estén haciendo daño?

A Jimin sí le estaban haciendo daño. No sabía si era por la inexperiencia, pero los besos de Tae y Kook se parecía a dos focas en celo lamiéndose la cara entre sí.

-Bueno, bueno, bueno. Ya vayan terminando, mocosos. -pidió Jin, tirando de TaeHyung a un lado para finalmente alejarlo de su hijo. -No queremos llegar tarde.

Entre sonrisas melosas y ojos de corazón, los mas jóvenes se separan y, para sorpresa de todos, JungKook saca una perfecta cajita y se la muestra a su novio. Dentro, un hermoso ramillete de flores violetas y azules, que combina el color favorito del omega y su color de ojos.

Paréntesis aquí. Incluso si era su hermano y su amigo, Jimin tuvo que admitir que sintió un poco de envidia al ver aquello. Porque, ¿quién no quiere un alfa detallista? ¡Todos!

Pero si le preguntan dirá que fue demasiado cursi para él.

Cierra paréntesis.

Luego del para nada romántico momento, Jin exigió tomar varias fotos de ambos graduados y, claro, de JungKook.

-Porque con tus notas esto es lo mas cerca que vas a estar de graduarte.

-Es verdad. -asumió el alfa.

Para, por fin, marchar rumbo al colegio.

[[...]]

La institución era enorme, pero ahora parecía contener a media Corea dentro.

Globos azules y blancos por doquier, pantallas pasando fotos de eventos escolares pasados y todo esa nostalgia en el aire.

Jimin no se lo puede explicar, pero las graduaciones dan una sensación de final que asusta y te hacen querer a las personas que siempre odiaste. Ahora, sentado en aquella silla plástica y aburrido de todo, cree que va a extrañar hasta a la insoportable profesora beta de física que despreciaba (envidiaba) a los omegas de su clase.

Lo que es una mierda, porque se ha comportado como un auténtico imbécil el último curso y medio. Así que, por como lo miran sus compañeros, no cree que nadie vaya a extrañarlo.

-Jiminnie, ¿preparaste el discurso? -susurra TaeHyung, quien está sentado a su lado, feliz de la vida por su boleta de calificaciones.

Jimin suspira.

Se supone que debería estar eufórico de alegría por sus brillantes notas, pero se siente tan apático como siempre. ¿Por qué todo está tan mal con él?

-No preparé nada. -admitió. -Improvisaré sobre la marcha.

¿Que mas da el estúpido discurso? La mayoría solo quiere irse de una vez a la fiesta a beber alcohol y él solo quiere esconderse en el auto hasta que pasen unas dos horas y pueda fingir un dolor de cabeza. A él le importaba una mierda la graduación, la ceremonia y el jodido discurso.

Solo quiere irse. ¿Por qué nadie lo ve?

-Jimin, estás..., ¿qué haces? -inquiere el omega a su lado.

Cuando sus ojos bajan a su regazo, nota el troceado montón de papelitos en los que se convirtió su boleta.

Bueno, mierda. Jin va a matarlo.

-¿Te sientes mal? -insistió el otro, a lo que negó.

Convenientemente, la voz del director interrumpió en ese momento, llamó al silencio y, segundos después, el nombre de Kim Jimin era llamado al estrado.

Las miradas de disgustos de muchos de sus compañeros eran tan claras y obvias que, por primera vez, se sintió cohibido de hablar. Él siempre había sido popular por los motivos errados y, después de la partida de Yoongi, el odio y el desagrado habían llegado por oleadas.

Y estando solo sí importaba.

Era muy diferente sentirse odiado por los otros si tenía los brazos de Yoongi para rodearlo y protegerlo. Nunca importó lo que pensaran de él si tenía a su amigo cubriéndolo de besos y elogios. La presencia del alfa era su escudo.

Pero solo..., se sentía pequeño. Poca cosa. Para nada el omega especial y único que siempre le decía Yoongi.

De todas formas. Discurso, si.

-Hoy, es el día que marca la diferencia... -comenzó, intentando por todos los medios que el horrible nudo en su garganta no se hiciera notar en su voz.

Joder, ¿desde cuando era tímido? ¿Por qué se sentía tan mal por la mirada de los demás en él?

-El haber llegado hasta aquí fue un viaje que emprendimos juntos, de la mano de nuestros queridos profesores y compañeros. Y que no hubiese sido posib-... -no tenía la menor idea de qué estaba saliendo de su boca. Simplemente, una seguidilla de cosas cursis que se agolpaban en su mente, mientras él miraba cada una de las caras que parecían burlarse de él.

Dios, estaba sudando frío, y se sentía jodidamente mareado. Y el estúpido reflector estaba tan brillante sobre él que quemaba sus ojos. Pese a ello, aun podía ver las caras risueñas de muchos de sus compañeros. Parecía que estaba dando el show de su vida, y era bastante posible, porque no sabía ya ni qué estaba hablando.

-Yo..., eh, creo que la educación en este país es..., muy distinguida. Ajá. - oh, mierda. -También pienso que deberíamos sentirnos agradecidos de...

¿Conoces ese truco para vencer el miedo en público? ¿Enfocar tu mirada hacia una persona en particular, alguien en quien confíes y con quien te sientas tranquilo? Pues para Jimin era difícil si no lograba encontrar ni uno solo de sus familiares. Sus padres estaban muy atrás y TaeHyung se había movido para acompañar a su hermano. La luz le hacia difícil ver mas allá de la cuarta fila, sometiéndolo a un continuo encuentro con las caras de sus compañeros de curso que solo lograban hacerlo peor.

Hasta que cierto movimiento en el ala derecha del salón le distrajo, y su corazón pudo haberse saltado un latido cuando sus ojos hicieron contacto con los de Yoongi.

Su Yoongi.

Suyo, joder. Sosteniendo un ramo de lirios y mirándolo con la misma adoración y ternura de siempre.

Su lobo levantó las orejas y prácticamente aulló de alegría al verle. Tanto que Jimin tuvo que apretar los labios, porque lo que quería salir de ellos era bastante parecido a un lloriqueo.

Mierda. Mierda. Mierda.

Sus ojos estaban cristalizados en cuestión de segundos, su garganta cerrada y su cuerpo inmóvil ante la visión del alfa. Jimin no estaba seguro de estar parpadeando si quiera, pero sabe que está en silencio porque ha pasado casi un minuto desde que cerró la boca. El cuchicheo de los demás no demora en llegar, y muchos incluso voltean a mirar en la dirección en la que mira el mejor graduado.

Y es un estruendo atronador cuando algunos reconocen a Yoongi.

-¿Saben qué? -cuestionó Jimin a través del micrófono, recuperando la atención de todos. -Me importa muy poco qué será de sus vidas. La mayoría me odia y yo detesto a la mayoría. Ya tengo mis notas y, la verdad, estoy súper agradecido por salir de aquí. Pero..., a todos, sin distinción, les deseo buena suerte en el mundo real, idiotas.

Por increíble que fuera, Jimin se las ingenió para dejar caer el micrófono y se despidió del estrado con una reverencia al azorado director.

Y una vez abajo, caminó directamente hacia Yoongi.

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