10. falling too fast

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10. falling too fast
( to prepare for this )

—HYUNJIN SE PELEÓ con un chico por Dal-mi, en la fiesta de Do-san el fin de semana pasado —Hannah había dicho mirando a A-ri con culpa.

La pelinegra, acostada boca abajo, con los ojos puestos en Capricornio, que corría tras una bolita de aluminio, giró la cabeza levemente para ver a la chica sentada en el alfeizar de la ventana, con un cojín entre las piernas. Luego, desvió la mirada a Sun-mi, que había detenido sus intentos de escoger un outfit para Soo-ha. La castaña oscura, por su parte, miró a su amiga con preocupación.

—Oh —fue lo único que dijo.

—¡¿Cómo que «oh»?! —se quejó Sun-mi, mientras le entregaba a Soo-ha una percha que tenía un hoodie blanco con mucho estilo. La castaña se giró a Hannah—. Suelta lo que sabes.

A-ri se reacomodó en su lugar, sentándose en la cama enorme de Sun-mi y miró a Hannah. Vio como se revolvió incómoda, mientras apretaba y soltaba el cojín entre sus piernas.

—No te preocupes por mí —dijo la pelinegra—. Todo bien —intentó sonreír, pero al darse cuenta de que sería una sonrisa falsa, simplemente le mostró el pulgar a su amiga.

—Escuché una conversación de Chris —dijo Hannah.

—¡Ah, esa es mi amiga! —celebró Sun-mi.

—Cállate y déjala continuar —se quejó Soo-ha.

A-ri rió entre dientes. Amaba a sus amigas.

—Según lo que escuché, Hyunjin encontró a Dal-mi besando a otro a chico. Claramente, pensó que lo estaba engañando, de nuevo, así que cuando quiso reclamarle, ella se puso a llorar y dijo que el chico la había besado a la fuerza y que se estaba propasando con ella —Hannah soltó toda la información casi sin dejar espacio entre las palabras, como si necesitase escupirlas—. Chan dice que no le cree a Dal-mi, Minho dice que Hyunjin es muy tonto si cree en esa historia, Seungmin, bueno, él dijo que ojalá Hyunjin se pudra en el mismísimo infierno. Felix, Changbin, Jisung, Jeongin dijeron que no quieren no creerle a la víctima, simplemente por si sí fue acoso.

—Bueno, creo que todos sabemos que el inteligente del grupo es Seungmin —murmuró Soo-ha.

—Pero ¿y si de verdad fue acoso? —susurró A-ri, mientras llevaba las mirada a las manos.

—¿Dal-mi? Vamos, ella ha engañado a Hyunjin dos veces ya —espetó Sun-mi. La castaña desapareció unos segundos adentrándose en su closet y saliendo con una sudadera gris con un top deportivo. Le arrebató el hoodie a Soo-ha—. Tú, ponte ese conjunto —le dijo a la castaña oscura—. Tú, quédate ese hoodie —le entregó la prenda a Hannah—. Y tú, vamos a conseguirte unas botas increíbles —con eso último señaló a A-ri.

—Oigan —murmuró A-ri—. Tengo algo que contarles.

Después de haber dicho aquello, hubo un silencio intenso que cayó sobre el grupo, solo roto por el tintineo de la plaquita de Capricornio. El animalito naranja saltó sobre la cama de Sun-mi y se metió en un hueco entre las almohadas. A-ri había desviado la vista a Capricornio mientras se armaba de valor en decir lo siguiente.

—Hice mi portafolio para la vacante de área de dibujo en el club de arte —lo dijo con cierta vergüenza.

—¡Oh, por Dios! —Soo-ha chilló con emoción.

—¡Quiero verlo! ¡¿Podemos?! —Hannah se puso de pie por la emoción.

—¡¿Ya lo enviaste?! ¡¿Por qué a penas nos dices?!

A-ri rió con vergüenza ante la efusividad de sus amigas. No quería hacer mucho alboroto sobre la situación, pero ser parte del club de arte era algo que había querido tanto, que podía entender por qué sus amigas estaban tan emocionadas por ella, porque por fin se estaba atreviendo a dar un paso más.

—Si mañana me toca el color púrpura, enviaré el portafolio para solicitar la vacante. Sino, creo que necesitaré una señal divina para poder hacerlo.

—¿Por qué púrpura? —preguntó Hannah.

—Pues, aparte de ser mi color favorito, representa la creatividad y la imaginación. Creo que sería una señal increíble para poder enviar mi portafolio.

Las tres chicas se acercaron a su amiga, sin decir ninguna palabra aparte, se lanzaron sobre la pelinegra, rodeándola con sus brazos. Ninguna quería decirle que así sería, pues no podrían saber si entre todos los estudiantes de toda la escuela, justo a A-ri le tocaría el color púrpura. Pero siempre podrían alentarla. Y A-ri se los agradecía más de lo que podía expresar con palabras.

El resto de la tarde, las cuatro amigas siguieron investigando el closet de Sun-mi, que era una habitación aparte, casi del mismo tamaño que su habitación (que era enorme) pues al ser tan grande, tenía ropa sin usar que ya no le gustaba. Casi todos los conjuntos deportivos se los dio a Soo-ha, para sus clases de baile. El estilo oversized se lo dio a Hannah, pues era mucho más del estilo de la chica. A A-ri le dio faldas tableadas y casi todo lo que era de lana, entre otro montón de cosas más.

Para cuando llegó a casa, traía unas cuatro bolsas, repletas de ropa que, según Sun-mi «tienes que llevarte, esta ropa grita A-ri por todos lados, más que tu cara, lo juro.» Ni bien había entrado a la casa, cuando oyó a su madre.

—¿Qué son esas bolsas, Seo A-ri? —preguntó la mujer mientras se cruzaba de brazos y la miraba enojada—. ¡No haces más que gastar y gastar! ¡Dime! ¿De donde sacaste el dinero para comprar todas esas cosas?

A-ri terminó de guardar sus botas negras en el compartimiento para sus zapatos y levantó las bolsas del piso. Suspiró, para tratar de calmarse.

—Es un regalo de...

—¡Ay, por Dios! —la mujer se acercó a A-ri y le dio un golpe suave en el hombro—. ¡¿No te da vergüenza?! ¡Siempre que vas a esa casa, Sunnie te termina regalando ropa! ¡Y tu estúpida que la aceptas! Estoy segurísima de que Chae-hee jamás sería capaz de aceptar esos regalos.

A-ri pasó saliva con fuerza. Cerró los ojos unos segundos y luego, cuando sintió que se pondría a llorar, comenzó a caminar hacia las escaleras. Escuchó a su madre volver a gritar algo parecido a «¿Por qué no eres más como tu hermana? ¿Huh?» Pero A-ri ya estaba lo suficientemente lejos como para fingir que no había escuchado. Entró a su habitación, cerró la puerta con llave y se recostó sobre esta, dejándo las bolsas caer sobre el suelo y se deslizó con la espalda pegada a la puerta hasta estar sentada sobre la madera sintética.

De nuevo, cerró los ojos y pensó en la actividad que harían el viernes de esa semana. Aquello le revolvió el estómago sobre manera, no podría creer que había dicho en voz alta que si le tocaba el color púrpura, enviaría su portafolio. Los nervios junto con la sensación de haber peleado con su madre se le juntaron en el pecho y, de muy mala gana, gateó hasta el nochero junto a su cama. Lo rodó solo un poquito y con la uña sacó la tabla suelta que tenía. Dentro, A-ri tenía todo un arsenal. No podía salir todo el tiempo a comprar cigarrillos, así que cuando podía, compraba muchas cajetillas y las escondía ahí.

Tomo una, le quitó el plástico y la abrió. Inhaló el aroma de la cajetilla recién abierta y se relamió los labios. Sacó uno, luego lo pensó un poco y terminó sacando otro. Los agarró entre sus labios, mientras rebuscaba por su encendedor y, después de acomodar todo, gateó hasta salir a su balcón. Encender el cigarrillo mientras lo sostenía entre los labios la hacía sentir bien. Tan pronto estuvo prendido, dio una calada con fuerza, bastante larga.

Levantó la vista al cielo. De nuevo, no podía ver las estrellas, pero sabía que estaban ahí.

—Por favor, por favor, que no salga púrpura mañana —habló, dejando salir humo con cada palabra—. Nunca pido nada, por favor, que no salga púrpura.

Y entre susurros bajos con la mirada aterrada clavada en el cielo oscuro, la pelinegra terminó añadiendo dos cigarrillos más a su cajita escondida en su balcón. Ese día se había acostado completamente relajada, recordándose una vez más por qué se había vuelto tan adicta al cigarrillo en un pasado, aún así, se recordó hacerlo con cuidado, no quería volver a la sensación de dependencia o peor, que la pillaran.

Cuando se despertó al día siguiente, sintió que podría vomitar de lo nerviosa que se encontraba. Lo primero que hizo después de ponerse el uniforme, fue tomar la carpeta azul que contenía bocetos, diseños de personajes, doodles, caricaturas y su trabajo estrella: un mini comic titulado Dwaekki, Wolfchan y el misterio de los noodles picantes. Lo había hecho a mano, así que por eso su mini historia de dos criaturas basadas en Changbin y Bangchan recorriendo el mundo porque a Dwaekki se le habían perdido sus noodles picantes era su posesión más preciada.

Como siempre, salió extremadamente temprano a clases. Caminó con sus audífonos escuchando Folklore de Taylor Swift, hasta la parada, donde solo tuvo que esperar media canción a que llegara el autobús. El trayecto fue bastante calmado, debido a lo temprano que era y por el hecho de que la música la mantuvo demasiado distraida como para fijarse en otra cosa. Para cuando llegó a su escuela, comenzó a sudar y el corazón le latía demasiado, demasiado rápido. Estaba demasiado nerviosa para su propio gusto. Inhaló con fuerza y comenzó a caminar hacia su aula en el bloque 6, en el primer piso.

Para cuando llegó, alzó las cejas sorprendida de ver a Sun-mi sentada en su asiento, moviendo la cabeza al ritmo de la música que salía de su diademas. Miraba su celular de forma distraída. La única persona aparte de ellas en el salón era Hye-jun, que intentaba regañar a su amiga.

—Tu falda está más corta de lo establece el código de vestimenta —señalaba el pelinegro con el dedo índice.

A-ri rodó los ojos y se acercó.

—¿Y qué haces mirándole la falda a Sun-mi? —preguntó la pelinegra, ladeando la cabeza.

Hye-jun la miró con los ojos entrecerrados.

—Es mi deber fijarme en esas cosas, que las reglas se cumplan. Tus botas no entran en el código de vestimenta, mucho menos tus aretes y gargantilla. Estás usando más accesorios de los que se permite y tu cabello debe estar recogido en una coleta baja según las reglas.

—Métete las reglas por el culo y piérdete, Kang Hye-jun —Sun-mi aireó su mano, con cierto fastidio—. Nos haces el reporte mañana o la otra semana si quieres. Nadie usa el uniforme como se debe, solo tú. Ni siquiera Bangchan lo hace.

La castaña había hablado con la vista pegada en su celular. Se había rodado un lado de las diademas tras la oreja para poder escuchar. El pelinegro quiso refutar, pero tan pronto abrió la boca, Sun-mi levantó la mirada de su celular y le hizo una ceña con la mano para que cerrara la boca. Hye-jun se enfurruñó y se fue, despotricando.

A-ri rió al ver la pataleta del pelinegro y se sentó en su lugar, junto a la castaña. Giró para verla y alzó una ceja.

—¿Y ese milagro que llegaste temprano a clases? —preguntó A-ri, dejándo sus cuadernos sobre su pupitre.

—Perdí una apuesta con Bang —bufó—. Mi castigo era llegar temprano a clase.

—¿Y la cumpliste? —A-ri apoyó su mejilla sobre su palma izquierda.

—Mju —apagó la pantalla de su teléfono y le dejó sobre sus cuadernos en el pupitre—. Bang tenía que venir demasiado temprano para hablar con el director lo de la Colorvivencia, si no llegaba junto con él, le diría al director que no había asistido a las tutoría y, honestamente, no me conviene.

—Ah.

Después de aquella breve conversación, el resto de los estudiantes fueron llegando y, para las 7:40 de la mañana, el aula estaba repleta de estudiantes que charlaban entre sí. Pronto sonó la campanilla y la primera clase del día comenzó como siempre, sin embargo, para cuando ya llevaban media hora de clases, tres toques en la pared hicieron que el profesor detuviera la lección sobre los límites infinitos en el infinito.

El hombre se acercó a abrir la puerta y A-ri pudo ver como Bangchan, seguido de Felix y Jisung se adentraban en el aula de clases. Bangchan traía varias listas en sus manos. La pelinegra supo que aquellas eran las listas donde indicaban en qué color habían quedados los estudiantes de cada grado. Pasó saliva con fuerzas mientras sus manos comenzaban a temblar. Estaba muy pero muy asustada. Si aquella lista decía púrpura, debía enviar su portafolio al área de dibujo, estaba aplicando por una vacante en aquel club de nuevo.

Limpió el sudor de sus manos en su falda y se dedicó en tratar de calmarse. ¿Por qué la ponía tan nerviosa? Ah, claro, porque no era la primera vez que aplicaba para el club de arte. Los recuerdos del semestre pasado y como destruyeron su trabajo todavía le dolían en el pecho, sobre todo, porque Hyunjin la había mirado a los ojos y le había dicho que no era buena. Soltó aire lentamente y se enfocó en las palabras del delegado de la escuela.

—Buenos días, chicos —saludó Bangchan con una sonrisa resplandeciente—. Como saben, pasado mañana, viernes, haremos la Colorvivencia, como todos los años. Como saben, se harán grupos divididos por colores y se escogerán estudiantes al azar de todos los grados para conformar dichos grupos.

—Dependiendo de el grupo que les haya tocado, o bueno, del color, deberán venir, el viernes, vistiendo de ese color para que sea mucho más fácil conformar los grupos. Es decir, el día pueden venir de civil, no es necesario que usen el uniforme —explicó Felix, con una sonrisa radiante también.

—Les dejaremos la lista aquí, en su tablero de noticias —explicó Jisung, mientras pegaba la lista que Bangchan le había dado—. Les pedimos, por favor, no decidan cambiar de grupo solo porque no quedaron con sus mejores amigos y así, la idea es convivir con nuevas personas.

—Profesor, muchas gracias —Bangchan se despidió con una reverencia, que fue secundada por Felix y Jisung.

Los tres chicos salieron por la puerta del aula y el profesor ordenó una fila para que todos pudieran observar la lista con atención y ver en que grupo habían quedado. A-ri se puso de pie mientras sus piernas temblaban, estaba demasiado nerviosa, así que cuando fue su turno, no fue sorpresa que sus amigas se quedaran junto a ella, sosteniéndole las manos, las cuatro chicas estaban demasiado nerviosas.

La lista estaba dividida por 6 mini listas que tenían de título un color y abajo los integrantes del aula que conformarían cada grupo. Había rojo, naranja, amarillo, verde, azul y por último púrpura. A-ri bajó los ojos a la lista bajo el título púrpura.

GRUPO 6: PÚRPURA
el color de la creatividad y la imaginación

Kang Tae-moon

Yang Ji-min

Seo A-ri

Jin Nana

Y, A-ri sintió que podría morir en cualquier segundo. ¿Es que acaso estaba atrapada en un destino del que no podría escapar? Había rogado que no saliera púrpura y justamente era su grupo. El destino se estaba riendo de ella y lo sabía.

Rayos.

•••

La pelinegra apretaba la carpeta azul contra su pecho con demasiada fuerza. Sentía como todo su cuerpo temblaba y sentía que en cualquier momento se pondría a llorar como una jodida bebé. Su respiración era irregular y si no fuera porque Soo-ha, Sun-mi y Hannah la observaban fijamente, ya hubiese huido de la fila y se hubiese escondido en un baño. Las personas eran atendidas y salían de la fila demasiado rápido para su gusto y cuando menos se lo esperó, estuvo de pie frente a una mesa.

En la mesa había cuatro personas sentadas. Dos por cada área del club de arte. Del lado izquierdo estaba una chica pelinegra con cara de enojo, la segunda al mando en el área de pintura, es decir, Shin Dal-mi, junto a ella, con la mirada clavada en su celular, estaba un chico pelinegro, de cabello largo y con un piercing en la ceja, el líder del área de pintura y el chico que le había roto el corazón: Hwang Hyunjin.

En la derecha estaba la líder del área de dibujo, una chica pelinegra, pálida y demasiado hermosa. A-ri quiso dibujarla casi de inmediato, era preciosa. Y junto a ella estaba un chico castaño con cejas un poco gruesas que la miraba con curiosidad.

—Hola —A-ri hizo una reverencia. Tan pronto habló la mirada de Hyunjin se disparó hacia arriba como si no pudiese creerlo—. Quiero presentarme...

—¿De nuevo? —preguntó Dal-mi con el ceño fruncido—. No creo que me equivoque, pero tu eres Seo A-ri, ¿cierto? —confundida, A-ri asintió—. Tu eras la chica que Hyunjin había recomendado para la vacante del semestre pasado, cuya presentación fue un fiasco total. Lo siento, linda, pero en un par de meses no vas a estar a la altura que se requiere en el área de pintura.

A-ri pasó saliva con fuerza. Iba a asentir y alejarse de ahí a paso rápido. Rápidamente desvió los ojos al pelinegro y sintió que le faltaba el aire al ver la mueca en el rostro de Hyunjin. Era una mueca de pesar y había desviado la mirada para no tener que ver a A-ri. Por último, la menor giró la cabeza a sus amigas. Pudo ver tres reacciones diferentes. Sun-mi la miraba con una sonrisa maternal, como diciéndole que todo estaría bien, Hannah articulaba con los labios que si no entregaba su portafolio, la golpearía y por último, Soo-ha le sonreía con nerviosismo, mostrándole los pulgares, más emocionada que la misma A-ri.

Entonces, A-ri se aclaró la garganta y apretó su portafolio.

—Dal-mi, ¿no? —preguntó, haciendo que la pelinegra asintiese con la cabeza mientras una sonrisa enojada se formaba en sus labios. A-ri sabía perfectamente quién era y Dal-mi lo sabía—. Entiendo perfectamente tu punto y lo comparto, la pintura no es mi fuerte. Pero te equivocas, linda, no me interesa su área en lo más mínimo, si lo hice el semestre pasado fue porque Hyunjinnie me rogó que lo hiciera —entonces, se giró hacia la pelinegra que miraba el intercambio de palabras con una sonrisita. La chica alzó las cejas sorprendida cuando A-ri se dirigió a ella—. Lamento eso. Mi nombre es Seo A-ri y quiero aplicar para la vacante en el área de dibujo.

Y con una sonrisa amable y todo el cuerpo temblándole, le entregó su portafolio a la chica pelinegra que todavía la miraba con sorpresa. A-ri se salió de la fila y mientras caminaba hacia sus amigas, sintiendo el mareo de cuando el nerviosismo por fin salía de tu cuerpo, cayó en cuenta de lo que había hecho.

¡Lo había hecho, por fin! ¡Por fin había enviado su portafolio en el área de dibujo! 












dal-mi cae cae como mal xd 

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