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— ¿Estarás bien, cariño? —las dulces palabras de aquella mujer eran conmovedoras para mi alma. Después de todo, que tu hijo más pequeño deje su hogar, su ciudad y su país ha de ser abrumador.

—Lo estaré, mamá —susurré abrazándola, intentando no llorar como un niño al que dejan en el preescolar por primera vez.

Inhalé el olor a canela que emanaba dejando salir una sonrisa nostálgica, pues a mi mente llegaban recuerdos de mi niñez.

Había llegado el día en que me iría a una de las mejores universidades del continente a estudiar lo que me apasionaba, aventurándome a un mundo desconocido.

Y allí estaban mi madre, mis hermanos, el padre de Thim y Thamara, dándome ánimos. Sabía, en el fondo de mi corazón, que su madre también estaba aquí, después de todo, siempre decía que era su favorito.

Sam también estaba ahí, se había vuelto una gran amiga mía con el pasar del tiempo.

— ¿Cuándo creciste tanto, mocoso llorón? Colhen tiró de mi cabello, rodé los ojos, él hizo lo mismo, ¿por qué debe parecerse tanto a mí?— No me llames si necesitas algo, futuro rey de la industria musical.

—Tal vez no lo haga, psicólogo de pacotilla.

—Si necesitas algún consejo médico o algo, por favor no me llames a mí si no vas a pagarme —pronunció Cathya sonriendo con burla.

—Preferiría ir a un doctor de verdad, pero gracias por no ofrecerte —le contesté, haciéndola reír.

Los dos me abrazaron, apretujándome salvajemente... Oh, cabrones.

—Sabes que si necesitas hablar, aquí estaré —murmuró mi hermano, mientras me dejaba sin aire.

Vaya cariño.

—Por favor cuida tu salud, imbécil —dulces palabras de mi querida hermana mayor.

Cuando por fin lograron soltarme, el señor Charles se acercó a mí para darme un corto abrazo.

—Te deseo mucho éxito, Chris, puedes lograr muchas cosas con tu actitud y tu corazón tan puro. Gracias por ser un apoyo para mi hijo y para todos nosotros —habló, yo le sonreí—, y sé que, si Alena estuviera aquí, no pararía de abrazarte y decirte cuán orgullosa está de ti.

—Sí, también te hubiera dicho que su hijo es un idiota y que lo disculparas por no venir —Thamara se burló, me reí con ella.

— ¿Hasta cuándo vas a crecer tú, niña? —inquirí.

—Supongo que hasta que mi cuerpo quiera hacerlo —encogió los hombros—. Cuídate, que allá no estaré para hacerte el desayuno.

—Meh, sobreviviré.

Por último, Sam caminó hacia mí, abrazándome fuerte.

—Gracias por todo lo que has hecho por Heather y por mí hasta ahora, Chris. Por favor, no dejes de escribirme.

—Tú no dejes de responder, Sam.

—Y por favor, no enloquezcas con el alcohol, no estaré allá montándote en mi auto.

—Trataré de hacerlo.

Ella me miró, negando con la cabeza y con una pequeña sonrisita.

—Sé que te hacen falta ellos aquí, Chris.

—Con un demonio, claro que sí. Pero no haré que renuncien a sus sueños por mí, ni renunciaré a los míos por ellos. Por eso nos despedimos ayer.

—Lo sé, lo sé. Apenas salga de aquí, iré a buscar a Thim a la universidad para dejarlo luego en la otra universidad —sonrió—. Para después estar presente en la exposición de arte de Heather, si todos son puntuales. Dios, ¿quién me mandó a hacerme amiga de unos idiotas que acaban de terminar la preparatoria?

—Una noche de borrachera, tal vez —contesté—. Cuida bien de ella mientras no estoy, en dondequiera que vayan.

—Lo haré, después de todo es mi novia, ¿no?

—Lo harás, confío en ti.

El número de mi vuelo sonó en los altavoces, sobresaltándome.

Alcé la mano para despedirme de todos a lo lejos, ignorando el escozor de mis ojos.

— ¡Espera, Chris! —Sam corrió detrás de mí, poniendo en mis manos dos bolsas de regalos— Te las envían ellos. ¡Ten buen viaje!

Entonces se fue, y yo abordé.

Abrí una de las bolsas, que contenía un pequeño cuadro pintado con acuarelas.

En él, se apreciaban a tres jóvenes que podrán deducir quienes eran, usando pantalones negros, y con el suéter de poliéster que causó conflictos inmedibles. "Just polyester", se leía escrito con tinta negra por encima del dibujo.

Sonreí, había también una carta escrita con la diligente caligrafía de Heather.

"Mantén contigo este pequeño obsequio, si lo quieres así. Valórate, quiérete y ámate, mi querido Chris. Cumple todas tus metas, que aquí estaré para celebrarlas todas. Te adoro con mi alma, mejor amigo del mundo" –H. Geaninne B.

Sonreí paseando mis manos por el pequeño dibujo, viendo los trazos. Tan pulcros.

Abrí la otra bolsa, esta contenía unos calentadores de manos que para mi sorpresa, eran las mangas de aquel suéter. Dichoso.

También había algo escrito, con la desprolija letra de Thimotee.

"Tham ha rediseñado las mangas para que las uses. Sé que te encantan los calentadores de manos, y van muy bien con tu estilo. Quiero que te lleves esta pequeña parte de mí, esta pequeña parte de nosotros, y que no olvides, que vales más de lo que piensas en los malos momentos. Cree en ti siempre, mi dulce Chris" –TL Charles. El idiota que más adoras.

Y así pues, termina la historia de lo que fue nuestro primer amor, arrasador, devastador.

Así termina la historia de tres jóvenes confundidos, de un suéter de poliéster, y de mis deseos de ser otra persona.

Así, terminaron mis esfuerzos de ser Heather, porque yo estaba bien siendo Chris.

El Chris que iría tras sus sueños sin importar qué.

FIN

26/08/21.

Gracias por leer <<33

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