La historia de un desaprecido.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Hoy vengo a contarte mi historia -
Me dijo Héctor - Ya no quiero ver la luz. La última vez que lo hice, alguien con algo me golpeó muy fuerte. Supongo que perdí el conocimiento y, cuando desperté, ya no había luz alguna. No sé cuánto tiempo ha pasado desde entonces, no tengo la menor idea. No he vuelto a ver la tele, ni a ver televisión, ni leer periódicos. Estoy aislado del mundo, ya no sabría decirte si estoy vivo. Espero poderte describirte lo que me sucedió. Aunque no lo creas espero que lo entiendas.
Un día de abril, recién comenzadas las clases y las actividades de mi trabajo, recibí el golpe del que te hablaba, y la más oscura noche comenzó para mí. Los gritos de mis dos compañeros de trabajo, llegaron y penetraron repentinamente en mis oídos, y abrí los ojos. No podía ver absolutamente nada. Entre grito y grito, podía oir caer las gotas de agua
provocadas por la terrible humedad que había en ese lugar. Una idea me vino a la mente por causa del olor ¿Estaría en una tumba? Seguramente era de noche, o quizás no. Tal vez era de día y estaba en un pozo, el pozo en el que estaba sería tan profundo que no dejaba llegar la luz solar.
Un nuevo grito me estremeció, luego otro grito más. Sin dudas eran Rafael y Rubén, mis colegas de la facultad. No podía entender qué decían, parecían aterrorizados. Me levanté y comencé a buscar una pared para apoyar mi oreja en ella, para poder escuchar mejor. Escuché un rumor cercano y pregunté:
- ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?
Obteve una grito como respuesta, que absolutamente no se dirigía hacia mi:
- ¡Cabrera! ¡Este ya se despertó!
Casi de inmediato, oí pasos acercándose a mí. Algo en mi interior, el instinto que tiene todo animal, me hizo retroceder hasta chocar mi espalda contra una sucia y musgosa pared. Delante de mi se abrió una puerta de hierro oxidado, dejando entrar una luz que hirió mis ojos al punto en que parecía que me clavaban algo en ellos. Alguien muy forzudo me empujó rudamente hacia esa luz. Fui guiado a empujones a lo largo de un pasillo.
Al llegar al final, me detuve ya que el ser que estaba detrás de mi, me lo había pedido. Comencé a voltear la cabeza para ver de reojo a ese ser, pero no lo logré, porque me dió un gran golpe en la espalda ocasionando que yo cayera al suelo. Entonces me dijo furioso:
- ¡Ni se te ocurra mirarme a la cara!
Las primeras lágrimas escaparon de mis ojos, y eso enfureció aún más al guardia, que descargó otro terrible golpe sobre mi espalda. Tosí dos veces y respiraré, llorando.
El ser me levantó del brazo y me obligó a caminar a través de la puerta hasta una mesa que estaba colocada en el medio de esa enorme habitación. Escuché un sollozo y un aspirar de mocos proveniente de ese recinto. ¿Sería alguno de mis amigos? Quise mirar hacia allí y volví a recibir un golpe, ahora en mi cabeza; aunque esta vez menos duro que los anteriores (ahora sé que no querían desmayarme para que no me perdiera lo que iba a venir). Desde atrás, me colocaron una venda en mis ojos, dejándome completamente a oscuras, como en el calabozo. Me empujaron y caí hacia atrás sobre la mesa. Sentí que me ataban fuertemente las manos y los pies, dejando mi cuerpo formando una equis; rasgaron mi camisa y me desabrocharon los pantalones, bajándolos hasta las rodillas. Escuché un sonido que reconocí como el bzz! bzz! de dos electrodos...
No relataré lo que siguió a esto, ya que estoy convencido de que no hace falta hacerlo.
​​Me dejaron en un calabozo, exhausto y adolorido. Otra vez no veía absolutamente nada. De pronto, sentí unos sonidos cercanos; parecidos a los de la clave Morse que tantas veces había oído en las películas. Tac, tac... tac, tac...tac. Creí que alguien intentaba comunicarse conmigo desde el calabozo contiguo al mío,
Pero no, el sonido provenía de abajo. Alguien golpeaba las piedras adoquinadas del suelo con algo que parecía metálico.El sonido parecía estar muy lejos.
Aquel sonido se fue haciendo cada vez más audible hasta que paró. Segundos después, se reinició el golpeteo, esta vez tan cerca que parecía que provenía desde la superficie misma. Toqué el suelo y percibí la vibración provocada por cada golpe, hasta que algo me pinchó levemente la palma de la mano. Los siguientes mazazos terminaron el trabajo y algo surgió desde abajo de la tierra (por supuesto, no pude verlo). Me tocaron los ojos unos dedos suaves y cálidos, y sentí la sensación como que ya no necesitaría mis ojos para nada. No me hacía falta ver a la criatura que se hallaba a mi lado. El amor que sentí por ella o él y la protección que percibí que me brindaba hizo el resto del trabajo. Le dije:
- Quienquiera que seas, ¡llevame contigo, por favor!
La voz más dulce que alguna vez escuchara me contestó.
- No te preocupes, a eso vine.
Me tomó de la cintura con firmeza y comenzamos a bajar...
Y desde ese momento estoy aquí. Es cierto, no puedo ver, pero tampoco me hace falta hacerlo. Me manejo con total soltura entre mis amigos, aquellas criaturas o dioses que, créanme, viven junto con el hombre en algún lugar de este planeta. Supe que los guardias del calabozo adonde me encerraron fueron destituidos y que uno de ellos se suicidó años más tarde. También me enteré que mi familia me dió por desaparecido, que mi madre marchaba con mi foto y un pañuelo blanco en la cabeza por las calles, y que a veces lloraba por las noches. Con la esperanza de que ella alguna vez la escuche, me decidí a contar mi historia. Aquí no hace falta comer ni beber, ni oler ni, como ya dije, ver. Todo es felicidad aquí abajo.
Hoy han llegado cincuenta y tres nuevos compañeros.
Creo que todos, alguna vez, caminaremos juntos, felices, por estos túneles de oscuridad. No temas, la oscuridad no es como te la pintaron. La protección y seguridad que te brinda son incomparables... ¿La luz del Sol? Ya no me hace falta.
No puedo contarte más que esto. Ni quiénes somos, ni nuestras costumbres o nuestro aspecto. Algún día, cuando te sientas solo y adolorido, pasaré a buscarte.
Nuestros secretos te serán confiados recién cuando seas uno más entre nosotros.
Y ahora, debo seguir disfrutando de mi existencia. Porque si, existo.
Nos veremos pronto. O, más bien, nos sentiremos…  Quizás esta misma noche...

************************************
¡Hola, queridos lectores y lectoras! Espero que hayan disfrutado de esta historia tanto como yo lo hice al escribirla. Si les ha gustado, por favor, háganmelo saber con sus comentarios y votos. ¡Me encantaría saber su opinión!

¿Cómo te sentirías si estuvieras en la situación de Héctor?
************************************

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro