Un nuevo dia

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Ángela estaba en la cama del hotel junto con su marido, habían pasado una velada fantástica, llena de amor, pasión y romanticismo. Aun así, no había dejado de pensar en que habría estado pasando en su casa mientras ella disfrutaba.

- ¿No te duermes cariño? - Carlos estaba feliz de haber podido pasar junto a su esposa una noche tan maravillosa.

- Me pregunto si Barbara y Brigitte habrán podido hacer algo con Helena.

- No te preocupes cariño, seguro que lo solucionan, y si no son capaces estoy dispuesto a vender la casa. - Carlos haría cualquier cosa con tal de garantizar la seguridad de su familia.

Ángela besó a su marido y cerró los ojos con la esperanza de que toda aquella pesadilla terminase.

Martín se encontraba repasando la grabación de la cámara situada en el salón de Ángela.

- No me puedo creer lo que está pasando - Martín estaba totalmente frustrado al descubrir que la cámara solo había recogido unas extrañas interferencias - Esto no es posible, lo hemos visto todos, ¿por qué diantres no se ha grabado nada?

- No te enfades, cariño, era demasiado bueno para que quedaran pruebas. - Bárbara intentaba calmar a su novio, que no paraba de maldecir y dar golpes al reproductor de vídeo.

- No sé cómo vamos a hacer para que ese espíritu entre en razón - Brigitte interrumpió a la pareja . - Está demasiado confusa y enfadada.

- Supongo que es normal, ¿cómo te sentirías tú si pensaras que me han apartado de tu lado? - Aunque no era madre, Bárbara podía imaginarse lo que era perder un hijo.

- Tenemos que averiguar que es lo que Helena recuerda y que es lo que cree que realmente pasó - Brigitte suspiró profundamente - siento tener que pedirte esto hija mía, pero antes de recoger el equipo y marcharnos deberíamos hacer otra sesión.

- No te preocupes, lo comprendo y haré todo lo posible para descifrar sus sentimientos. Tú le harás las preguntas mientras yo intento explicar lo que ella siente al escucharlas.

Clara se encontraba en la cómoda cama de casa de su tía, estaba teniendo un sueño raro en donde se veía en un campo de cultivo.

En él había plantado varios tipos de hortalizas, entre las que se encontraban algunos líneos de berenjenas. Clara recordó en ese momento lo mucho que le gustaban las berenjenas fritas que le preparaba su madre con un poco de miel. Pero en ese sueño no estaba con su madre, sino con Helena y el pequeño Manuelito.

Clara veía cómo Helena estaba recolectando unas zanahorias. El pequeño niño que había a su lado intentaba arrancar una de ellas y cuando esta cedió, el pequeño cayó dándose un gran golpe en el trasero. Clara, ante ese pequeño incidente, no pudo más que reír, pues la escena había sido bastante cómica.

- Sofía, no te rías de tu hermano, el pobrecito se ha hecho daño. - Clara veía cómo Helena la miraba mientras le hablaba.

- No me llamo Sofía, me llamo Clara y Manuelito no es mi hermano. - Clara había intentado explicarle en sus sueños a Helena que ella no era la niña que ella pensaba.

- ¿Otra vez con esa historia, jovencita? - Helena parecía algo disgustada con la respuesta de la niña.

- No es ninguna historia, mi mamá se llama Ángela y mi hermano Aarón.

Helena se puso seria, se apartó la sabana de seda blanca que le cubría todo el cuerpo para protegerla del sol y miró a Clara con sus grandes ojos.

- Como sigas inventando cosas pequeña, esta noche te quedarás sin postre. Voy a hacer una deliciosa tarta de zanahorias - Helena se volvió y siguió trabajando ante una decepcionada Clara, que no entendía por qué la mujer que tenía ante ella no era capaz de entrar en razón.

En la casa de Ángela las luces estaban de nuevo apagadas. Esta vez eran cuatro velas las que lucían alrededor de una nerviosa Bárbara.

- Helena, ¿puedes oírme? - Brigitte hacía preguntas con muy poca esperanza de que estas fuesen contestadas.

Bárbara se mantenía con los ojos cerrados mientras un preocupado Martín la observaba sin perder detalle.

- Helena, ¿recuerdas lo que pasó?

- Ahora está escuchando, sigue enfadada, piensa que no seremos capaces de engañarla - Bárbara hablaba en voz bajita como si temiera despertar a alguien.

- ¿Recuerdas qué es lo que le pasó a tu hijo? - Brigitte seguiría preguntando hasta que todas sus preguntas tuvieran una respuesta.

Bárbara empezó a hacer movimientos raros con su cuerpo y murmuró algo inteligible para quienes la observaban.

- Helena, ¿entiendes que Clara no es tu hija?

- Por supuesto que es mi hija - Bárbara empezó a hablar en primera persona, parecía que la misma Helena hablaba a través de ella - Conozco a mi hija, ¿pensáis acaso que soy idiota?

Brigitte supo enseguida que era lo que estaba pasando. En algunas raras ocasiones Bárbara era capaz de hablar por los espíritus; era como una semi posesión que nunca duraba mucho tiempo. Por esta razón, Brigitte debía darse prisa si quería obtener alguna respuesta.

- Helena, ¿recuerdas lo que le pasó a tu hijo? Murió, ¿verdad? - Brigitte quería que Helena recordara lo sucedido por muy doloroso que fuera.

- Yo... Recuerdo que mi niño se quemó con aceite, y creo que murió. - Bárbara empezó a llorar y a suspirar como nunca antes la habían visto ni su madre ni Martín - ¡Oh! Dios mío, es cierto, mi pequeño murió...

- Helena, sé que esto te causa mucho dolor, pero ¿entiendes lo que pasó?

- Recuerdo a mi pequeño en su cuna inmóvil, recuerdo que me lo quitaron de mis brazos y que luego... Luego recuerdo el cementerio - Bárbara pareció recomponerse y prosiguió - Todo eso ahora no importa, ahora está conmigo, solo falta mi Sofía.

- Sofía creció, ahora ya es una anciana.

- No, yo la visto, ¿cómo va a ser una anciana en tan poco tiempo? - Bárbara seguía haciendo extraños movimientos con su cuerpo, como si no fuera capaz de controlarlo. - No vais a lograr engañarme, lo que dices no tiene sentido.

- No te mentimos, tú te suicidaste, ¿lo recuerdas?

- No, no lo hice, recuerdo que aquella noche yo estaba muy triste. Sofía se había quedado dormida y yo mecía una cuna vacía. - Bárbara volvía a llorar sin consuelo - fui al cementerio e intenté desenterrar a mi niño, al pobre no le gustaba estar solo. Pensaba que mi pequeño tendría miedo y me disponía a sacarlo de aquel frío agujero.

- ¿Qué hiciste luego? ¿Lo recuerdas? - Brigitte intentaba que Helena se diera cuenta de que lo que hizo realmente.

- Empecé a cavar con mis manos, pero luego me di cuenta de lo que me disponía a hacer, era una locura, así que me volví a casa.

- ¿Y después?

- Preparé un café, fui a ver a mi pequeña Sofía y le di un beso, después... Oh, Dios mío, la cuna seguía vacía y ...- Bárbara respiraba cada vez más deprisa - era tanto el dolor que sentía... Fui a la despensa y vi el veneno, pensé que sería maravilloso poder tomarlo y acabar de una vez con aquella tortura. Mi pequeño había muerto por mi culpa, jamás debí quitarle los ojos de encima, tenía toda una vida por delante y yo se la arrebaté.

- Así que la mejor manera de acabar con aquel gran dolor y culpa fue tomarte el veneno, ¿no? - Brigitte estaba conduciendo a Helena justo donde ella quería.

- Sí, hubiera sido la mejor manera de acabar con todo aquello, pero no lo hice. No podía dejar a mi pequeña Sofía sola en el mundo, había perdido a su padre y luego a su hermano, no podía perderme también a mí. No pude hacerle eso.

- Si no lo hiciste, ¿cómo es que estás junto a tu hijo fallecido? - La voz de Brigitte se volvió más contundente - Él murió, tú misma lo has dicho. Y tú te quitaste la vida pocos días después.

Bárbara se quedó callada, parecía como si Helena no supiese responder a esa pregunta.

- Tu hija no está aquí, te suicidaste hace más de setenta años.

- Noooooo, no es cierto, mientes, todos mentís y no podréis arrebatarme a mi hija. No lo consentiré.

Bárbara se desplomó en el suelo y Martín corrió en su ayuda; estaba claro que la sesión había sido demasiado para ella.

Ángela despertó en la habitación del hotel, había tenido extraños sueños en los que ella y Clara corrían escapando de alguien o algo que las perseguía. Se dio una rápida ducha y despertó a su marido, ya que antes de irse al trabajo le apetecía mucho ver a sus hijos.

Cuando llegó a casa de su hermana, los niños aún estaban dormidos.

- Te agradezco un montón que hayas sido tan amable de brindarme la oportunidad de pasar una noche a solas con mi marido, eres la mejor hermana del mundo.

- No te preocupes, Ángela, ha sido un placer. - Graciela dudó si seguir hablando - Clara me contó anoche que ella también tiene sueños con esa maldita mujer blanca.

- ¿Qué? - Ángela no podía creerse que su hija no le hubiera contado nada.

- Dice que le ha dicho en sueños que nunca se irá - Graciela miró a su hermana con gran pesar - ¿Crees que será cierto?

- Helena está demasiado enfadada por algún motivo, creo sinceramente que me odia, aunque yo nunca le he hecho nada. Espero que Brigitte pueda solucionarlo todo.

Carlos llevó a los niños al colegio, estaba de muy buen humor, la noche que había pasado junto a su esposa lo había animado muchísimo.

- Tened cuidado, ¿vale? - Carlos miró con gran aflicción a sus hijos, pues creía que toda aquella situación también les estaba afectando. -Esta tarde, mamá, no trabaja y, si os portáis bien, iremos al cine, ¿vale?

- Ni papi - Aarón se puso a saltar - pien, pien, pien...

- Se dice bien - Clara corrigió de inmediato a su hermano, ya que quería dejar claro que ella ya sabía hablar a la perfección.

- Es muy pequeño, Clara, cada vez lo hará mejor. - Carlos intentaba que Clara comprendiera que era normal que el pequeño aún no supiera pronunciar algunas palabras - ¿recuerdas cuando tú decías si niquiera en vez de ni siquiera?

- No es cierto, papi, yo siempre he hablado muy bien, Helena me lo ha dicho.

Carlos se quedó boquiabierto y no sabía si preguntarle a la niña por qué había dicho eso.

- Bueno, entrad en el colegio que se os hace tarde.

Graciela estaba haciendo las tareas de la casa cuando recibió una llamada de su amiga Bárbara.

- ¿Estás sentada?

- ¿Qué pasa, Bárbara? - Graciela se temía malas noticias.

- No vas a creerte lo que pasó anoche en casa de tu hermana - Bárbara mostraba una mezcla de emoción y alegría.

-¿Lo habéis solucionado? - Graciela pensó que si su amiga estaba tan eufórica, debía ser porque habrían logrado solucionar el problema que tenía su hermana.

- No, aún no, pero creo que podremos hacerlo. Helena, aunque es terca como una mula, es también una mujer muy coherente e inteligente.

- ¿Se puede saber entonces por qué porras estás tan contenta? - Graciela no lograba entender a su amiga.

- La hemos visto Gracielita, a ella y al niño difunto.

- No fastidies, ¿en serio? - Graciela pareció enfadarse - Te dije que quería ir, no es justo.

- No te enfades, te hubieras asustado muchísimo, fue increíble.

- Lo increíble es que me lo haya perdido - la decepción que sentía Gracielita era perceptible al otro lado del teléfono.

- No te enfades, creo que Helena quiere mostrarse más peligrosa de lo que realmente es, la próxima vez vendrás con nosotros te lo prometo.

- Bueno...- la hermana de Ángela pareció conformarse - ¿Y qué es lo que habéis descubierto?

- Es muy largo de contar, ¿podemos vernos esta tarde? Me gustaría hablar con tu hermana.

- Creo que Ángela no trabajabas tarde, luego te llamo para confirmártelo y quedamos, ¿vale?

- Ok, fue increíble Graciela, increíble.

Graciela llamó a su hermana y le preguntó si aquella misma tarde podría quedar con su amiga.

- Me ha dicho que la ha visto Ángela. ¿Ves cómo no estás loca?

- Puede que no, pero voy a terminar estándolo. ¿No te ha dicho más? - Ángela quería saberlo todo cuanto antes.

- Me ha dicho que esta tarde te cuenta. No te preocupes Angi, todo se va a solucionar.

Ángela deseaba que así fuera, aunque no podía mostrar tanto optimismo como su hermana.

Ángela salió temprano y fue con su hermana a su bar favorito del centro comercial.

- ¿Te pido un café, Ángela?

- Que sea descafeinado, últimamente no duermo muy bien. - Ángela recordó el sueño que había tenido la noche anterior en el que ella y su hija huían de algo - ¿no están tardando demasiado?

- Seguro que Bárbara se está cobrando el rato que la tuve esperando ayer. - Graciela sonrió - tranquilízate, Ángela, ya no deben tardar.

Ángela miraba al frente cuando vio acercarse a lo lejos a un trío que le pareció conocido.

- ¿Son esos, Graciela? - Ángela señaló con la mirada, no muy segura de que fueran ellos, pues su vista no es que fuera privilegiada exactamente.

- Sí.

Brigitte se acercó a la mesa y saludó. Bárbara llegó detrás, de la mano de su flamante novio Martín.

- Hola, sentaos, por favor. - Ángela estaba impaciente por averiguar lo que Helena quería.

Después de los saludos obligatorios, Briggitte empezó a hablar muy seria.

- Anoche, fue una noche que ninguno de nosotros podrá olvidar nunca - Brigitte miró a su hija que aún mostraba los estragos que habían producido en ella la sesión de la noche anterior - pero pese a todo logramos descifrar lo que Helena desea.

- ¿Qué es? - Ángela pensaba que Brigitte le respondería que el objeto que Helena anhelaba era la cuna.

- Quiere a tu hija.

- ¿Cómo? ¿A Clara? ¿Por qué? - Los peores temores de Ángela se estaban confirmando.

- En realidad, Helena está muy confundida, su espíritu cree que no ha pasado el tiempo - Bárbara intentaba explicarle lo mejor que podía a la nerviosa Ángela. -En realidad ella cree que Clara es su hija Sofía.

- ¿Cómo? - Ángela no estaba segura de lo que la pálida Bárbara intentaba explicarle.

- Cuando una persona muere, la noción del tiempo cambia para dicha persona. A veces apenas recuerdan sucesos traumáticos que le sucedieron en vida o justo antes de morir - sin duda Brigitte se explicaba mejor que su hija - viene a ser como un shock postraumático.

- ¿Y qué es lo que no recuerda exactamente? - El que Helena no recordara algunos momentos de su vida, no explicaba a su parecer por qué creía que Clara era su hija.

- No recuerda su muerte, para ella el tiempo no ha pasado, aunque lograra recordarla le iba a costar bastante entender que su hija ahora es una anciana.

- Esto es una locura.

- Aunque confusa, ayer pudo recordar que su hijo murió y que ella pensó en suicidarse. - Brigitte volvía a acariciar su precioso colgante - pero según ella nunca lo hizo, no quería dejar a su hija sola. Pero supongo que en un momento de enajenación mental lo hizo, aunque no lo recuerde.

- Pobrecilla - aunque Ángela estaba enfadada, no podía evitar sentir compasión por la desgraciada Helena.

- Creo que el dolor pudo más que su cordura, y una vez muerta lo único que tenía claro es que Sofía no estaba con ella - Bárbara hablaba mientras miraba de reojo a Martín, que parecía algo distraído.

- ¿Y ahora se da cuenta de que no tiene a su hija? - Graciela no acababa de entender lo del tiempo.

- Para Helena un año puede ser un minuto - Martín respondió de inmediato como si la pregunta lo hubiera sacado de sus pensamientos - y diez años unas horas, por eso no quiere creer que su hija ya no es una niña.

- ¿Cómo la haréis entrar en razón? - Ángela no sabía cómo Helena lograría entender que Clara no era Sofía. - Por eso me odia, piensa que le he quitado a la niña, y no entiende que es ella quien intenta arrebatármela.

- Ahí es donde entras tú, nos gustaría saber si Sofía estaría dispuesta a hablar con su madre. - Bárbara esperaba que Ángela pudiera convencerla.

- Hablaré con Isabel, tengo entendido que la salud de Sofía no es la mejor en este momento. - Aunque Ángela sabía que la actitud de Sofía había cambiado para mejor con respecto a su madre, no estaba muy segura de que la anciana estuviera dispuesta a abordar parte de todo aquello.

- Tienes que intentarlo, creo sinceramente que cuando Helena vea a su hija lo comprenderá todo.

- Lo intentaré.

Ángela comprendió lo complicado de la situación ante la cual se encontraba. Helena quería llevarse a Clara y ella no iba a permitirlo bajo ningún concepto. Aún no sabía cómo iba a hacerlo, pero convencería a Helena de que la dejará a ella y a su familia en paz.

NOTA DE AUTOR: ( Por favor, si te está gustando el libro, vota por el capítulo y comenta. No cuesta nada y al hacerlo, me estarás ayudando a que está historia llegue a más gente, MUCHAS GRACIAS. )

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