1. Los hijos del señor Ceo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Llevaba puesto un vestido rojo vino mientras md miraba al espejo con nervios. Estaba preocupada por como sería la reacción de los hijos del señor Seo al ver que su nueva madrastra era una chica casi de su misma edad.

—No estés tensa, amor.—Besó mi cuello, posando sus manos a cada lado de mis hombros, sacándome una sonrisa.

—No lo estoy, pero...

—Tranquila, ellos te aceptarán.—Sonrió él dándome un cálido beso.—Estás hermosa.—Me alagó en cuanto me gire frente a él.

—Eso espero.—Suspire cautivada, amaba a aquel hombre, estaba tan agradecida por la forma en que me ayudo en mis momentos difíciles.

Seo Changbin había sido el rayo de luz en mi mundo de obscuridad, había pagado la deuda que me dejo mi padre y me había sacado de aquel lugar horrible. Ese prostíbulo de mala muerte en el que nunca volvería a pegar un pie.

—Hey, cariño, otra vez te dejaste llevar por sus pensamientos.—Me acarició la mejilla sacándome una sonrisa y despertándome de mi ensoñación.

Lo amaba y eso nunca nadie podría cambiarlo.

El ambiente en el restaurante era bastante tenso e incómodo. Ambos jóvenes parecían sorprendidos y algo molestos por la forma en que ahora tendrían una madrastra. Pero estaba más que segura que el problema no era en que fuera su madrastra, sino la edad que tenía.

Seo Jungkook y Seo HueningKai, aquellos chicos eran tan parecidos a su padre, pero demasiado engreídos, eh altaneros como para pensar en alguien más que no sea ellos mismos, ojalá y fueran más como su padre.

—Bien, muchachos dejen sus teléfonos de lado.—Ordenó el señor Seo logrando sacarle unos cuantos gruñidos de descontento al hijo mayor que me daba una mirada intensa y posesiva.

—Bueno.—El hijo menor hizo una pequeña pausa pareciendo incómodo.—Entonces Eunha. ¿Cuántos años tienes?.—Pregunto el chico con una sonrisa incómoda, el señor Seo lo fulminó con la mirada dando un fuerte golpe en la mesa que me estremeció al igual que al chico de cabello rubio.

—HueningKai deja de ser indiscreto.—Lo regañó su padre y el mayor bufo.

—No es ser indiscreto padre, estas con una niña que acaso la encontraste en un burdel.—Se burló el mayor mirándome con arrogancia y mi mandíbula se tensó.

Hubo un silencio incómodo en el que nadie más pronunció palabra. La furia se reflejaba en los ojos del señor Seo mientras el ambiente se volvía tenso.

—Deberíamos pedir ya, todos los platillos se ven deliciosos.—Sugerí con una sonrisa intentando regular el ambiente tenso.—Y a tu pregunta HueningKai tengo veintinueve años.-Le sonreí al chico que ahora me miraba con sorpresa y sus mejillas algo sonrojadas.

En cambio, el mayor me miró de forma fulminante. Estaba segura de que sería difícil convivir con ambos chicos, pero no creo que sea algo imposible, intentaré hacer que se acostumbren a mí.

—Bien, disfrutemos de una vez por todas de la cena, no vine a un lugar tan caro a desperdiciar dinero por nada.—Hablo el señor Seo logrando que sus hijos dejaran el tema de lado y por fin hubiera silencio.

Habían pasado unos días desde que había llegado a la casa de la familia Seo y se sentía verdaderamente incómodo y sofocante el silencio que había en esa gran casa. 

Me senté en el sofá de la sala y llevé mi mirada a mi celular con aburrimiento hasta que llegó una notificación.

Sunmi
¿Cómo te va sacándole dinero al viejo?

Leí el mensaje de mi mejor amiga con algo de fastidio y contesté.

Eunha
No le estoy sacando dinero.

Sunmi
Eso ni tú misma te lo crees, te conozco Lee Eunha sé que estás esperando la oportunidad perfecta.

Eunha
Cree lo que quieras, no soy la misma de antes.

Sunmi
Bueno, bueno.
Y como están sus hijos están buenos, ya te acostaste con ellos, ¿Cuál está mejor el mayor o el menor?

Aquella pregunta me desconcertó un poco, nunca había pensado en eso desde que llegué a esa casa. Admitía que ambos chicos eran demasiado guapos, pero aun así no iba a cometer el error de caer tan bajo lo esos mocosos malcriados.

Eunha
Y eso que rayos importa, ya deja ese tema.

Sin más apagué mi celular y lo lancé a una esquina del sofá.

No volvería a cometer el mismo error dos veces, me encargaría de que Seo Changbin esté comiendo de la palma de mi mano, hasta que yo lo desee.

Me levanté del sofá y fui a la cocina abriendo el refrigerador y sacando una cerveza que abrí sin mucho esfuerzo. Bebí un trago y me recosté en la encimera escuchando como la puerta principal era abierta seguido de unos pasos lentos pero precisos. El pelirrubio entró a la cocina cabizbaja levantando su mirada al verme.

—Perdón no sabía que estabas aquí.—Hablo en un susurro casi inaudible a punto de darse la vuelta.

—Descuida.—Le sonreí dejando la cerveza a un lado en la encimera y acercándome a él.—Necesitas algo, puedo prepararte algo si lo deseas.—Le ofrecí acercándome un poco a él.

—No hace falta, estaré en mi habitación.—Me sonrió levemente y se dio la vuelta.

—HueningKai.—Lo llamé logrando que se detuviera.—No soy tu enemiga, espero que nos llevemos bien y que con el tiempo confíes más en mí.—Le dije sonriendo dulcemente.

El chico solo asintió y siguió su camino hasta las gradas.

Me quedé un rato más allí hasta que decidí recostarme un rato, tenía muchas cosas en las que pensar. 

Más tarde en la noche desperté por unos cuantos besos en mi cuello que me hicieron sonreír. Abrí mis ojos lentamente cautivada por mi querido esposo que me sonreía.

—Te extrañé.—Murmuré aún algo adormilada.

—Yo también no dejé de pensar en ti ni un segundo.—Murmuro cerca de mis labios llevando mi mano a su entrepierna y supe que era lo que deseaba.

Besé sus labios con pasión dispuesta a hacer lo que él deseara solo por verlo feliz.

Luego de unas horas sentía que perdería la conciencia en cualquier momento. Pero mierda, se sentía tan bien la forma en que el señor Seo tenía mi cabello apretado entre su grande mano, provocándome un horrible dolor de cabeza.

La gruesa cabeza de su polla estrechándose contra mi garganta. No le daba un respiro, solo disfrutaba de la forma en que mis ojos se llenaban de lágrimas. Mi mandíbula dolía y podía sentir como la falta de oxígeno invadía mis pulmones.

—Joder, sí que eres una buena chica deseosa por mi polla.—El señor Seo gimió mientras presionaba mi cara contra su pelvis. 

Por un momento se retiró por completo permitiendo que el aire llegara a mis pulmones, tosí de forma desesperada intentando regular mi respiración. 

—¡Qué mierda!.—Exclamo el señor Seo, tomándome con fuerza del mentón.—Mantén la puta cabeza quieta, entendido.—Exigió antes de volver a meter su polla en mi boca.

La forma en que las lágrimas caían lo mis mejillas parecía divertirme, su sonrisa sínica crecía más y más causándome un nudo en el estómago.

Inmovilizó mi cabeza obligándome a recibir cada una de las embestidas hasta que se detuvo dejando liberar en mi boca cada uno de sus hilos de semen blanco.

—Joder, trágatelo todo puta.—Gruñe y se retiró de mí en cuanto todo su espeso semen estaba en boca. 

Arregló su ropa y me dejó allí. Corrí al baño entre arcadas, vomitando todo el líquido blanco y todo lo que había comido antes. Odiaba hacer esta clase de cosas, pero aun así estaba agradecida con el señor Seo y le pagaría de todas las formas posibles hasta que mi deuda haya finalizado.

Me recosté en el balcón de mi habitación pensando en mi pasado y todas las cosas que habían pasado hasta ahora. ¿Acaso era feliz con todo esto?

—Deberías dejar de pensar tanto, ya tienes todo el dinero de mi padre, no creo que te falte nada más.—Habló el mayor de los dos hermanos a mis espaldas.

Me giré algo sobresaltada. ¿Cuándo había entrado?

—Que sabes tú, no le conoces en lo absoluto.—Me gire enarcándolo.

—Sé la clase de persona que eres.-Se acercó a mí el chico.—Solo eres una puta, ofrecida sabes yo también puedo darte dinero si aceptas acostarte conmigo.—Sonrió de forma arrogante.

Aquellas palabras causaron que mi estómago se revolviera causándome un horrible malestar. No pensé en lo que hacía y de alguna forma mi mano término estampada en la mejilla de Jungkook.

—Te juro que si vuelves a decir algo así no mediré mis palabras.—Lo amenace, sintiéndome enojada.—Sal ahora de aquí.

El chico me tomo con fuerza del brazo atrayéndome hacia él, intente liberarme, quedándome sorprendida en cuanto él estampó sus labios contra los míos.

No me resistí, pero tampoco me alejé. Estaba confundida, pero debía admitir que la suavidad de los labios del pelinegro era increíble, podría morir por ellos. Pero me alejé de golpe.

—No me toques.—Me aparté sacándole una risa que me confundió.
Sin más, el chico se fue sonriendo triunfante.

Me deslicé por la pared hasta caer al suelo. Al parecer convivir con estos chicos sería más difícil de lo que imaginé.

"Es mi fiesta, mi cuerpo, mi problema. Si él intenta controlarme, todo habrá terminado."

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro