Capítulo 120. Año nuevo

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El color blanco reinaba sobre la ciudad, la llegada del hélido invierno se presentó en forma de copos de nieve y con el la celebración de las fechas navideñas.

Tal y como planearon, las chicas decidieron celebrar en compañía de amigos y seres queridos una noche mágica plagada de sentimientos como lo era la Nochebuena.

Tenían asegurada la presencia de Roth para la hora de la cena, probablemente la llegada del resto del grupo se haga de notar una vez hayan cenado con sus respectivas familias.

Entre tanto, con ayuda de la pelirroja Sara quiso asegurarse de que la mesa estaría bien preparada para la cena en familia, y, por supuesto, alegrar la velada con la luminosa y alegre decoración navideña.

Keyla presenciaba a su madre y su tía hacerse cargo de la disposición de la mesa desde la hamaca portátil rodeada de sus autoproclamados protectores, Luna y Brandy.

Sara no podía evitar dirigir la vista hacia la pequeña instintivamente, confiaba en que las mascotas no le harían ningún daño a la bebé, pero la derretía el corazón cada vez que observaba los diminutos brazos de su hija alargarse llamando la atención de su madre.

Como era inevitable, Sara caía rendida ante las tiernas llamadas de su pequeña.

Sara: Ayn, así no hay quien pueda hacer nada, tramposa. —Comentó resignada negando con diversión. Se agachó ante su hija para sacarla de la hamaca y cogerla en brazos. La pequeña se rió levemente victoreando la recepción de su madre.—

Lara: Va a ser una niña muy consentida, lo estoy viendo. —Indicó Lara con tono de incredulidad.—

Sara: Será que sabes mucho sobre criar un hijo. —Rebatió a la pelirroja en tono de burla. Ante eso, una pregunta invadió su curiosidad.— Lo cual me lleva a pensar... ¿Raph y tú os animaréis de aquí a un futuro?

Lara: —Lara se tomó unos instantes para reflexionar. Detuvo todo movimiento que estaba ejecutando para colocar los platos sobre la mesa. La miró encogiéndose de hombros soltando un pesado suspiro.— No sé... De por sí me cuesta verme con un vestido de boda tradicional.

Sara: También es cierto que no sabes hacerte a la idea hasta que te ves a un paso de vivirlo. —Instantáneamente dirigió la vista hacia su hija, ella mejor que nadie sabía de lo que hablaba. Keyla miró a su madre confusa con el dedo índice entre sus diminutos labios robándole una tierna sonrisa.— Sí, hablo de ti mí chiquitina.

Lara: Tener un bebé es otra historia. —Dijo Lara observando la tierna interacción de su hermana hacia su sobrina.— No descarto la posibilidad... pero Raph y yo estamos bien a nuestro ritmo, tomarnos esa libertad antes de tener que vernos envueltos en responsabilidades.

Sara: No os culpo, después de todo, la vida continúa para todos. —La pequeña captó la atención de su madre cuando se puso a jugar con los dedos de ella a su alcance.— A veces me pregunto qué habría sido de Leo si no tuviese la cabeza ocupada en mí y en la niña...

Lara: Habría continuado exactamente igual, la carga tan grande que lleva sobre él no se la quita nadie. —Dijo Lara colocando los últimos platos por poner sobre la mesa.— Su suerte es que ha podido formar una familia con la que encontrarse refugiado.

Sara: Supongo que sí... —Murmuró la morena entre un suave suspiro. Sonrió ampliamente cuando observó la nevada entrada a través del cristal.— Creo que están muy entretenidos con la nieve que hay fuera. Iré a ver qué hacen.

Lara: Diles que se vayan ocupando de algo más útil que jugar con la nieve. —Protestó Lara con incredulidad.—

Antes de salir, Sara se aseguró de abrigar a su hija con una manita suave de algodón de manera que no cogiese ningún frío y evitar un desafortunado resfriado.

Justo cuando tanto la madre como la hija estaban lo suficientemente abrigadas para salir momentáneamente, Leonardo se adelantó interceptando a su mujer justo antes de pasar por la puerta.

Leo: ¿A dónde pensábais ir con este frío? —Cuestionó el de azul.—

Sara: Resulta que esta pequeña tramposa nos estaba distrayendo para poner la mesa y nos hemos acordado de vosotros. —Respondió Sara con diversión observando a la pequeña tratando de llamar la atención de su padre.— Te estaba echando de menos.

Leo: No tanto cómo yo. —Invadido por la ternura no se resistió en envolver a su pequeña entre sus brazos. Su sonrisa creció cuando la bebé mostraba ilusión por la recepción del líder.—

Sara: —Sonrió contagiada por la ternura que ambos transmitían.— ¿Qué hacéis?

Leo: Nada que no sea lanzar bolas de nieve. —Respondió el de azul con sarcasmo dirigiendo la vista hacia sus hermanos.—

Sara: Ya, eso suponíamos. —Se rió la morena haciendo reír a su marido. Cierta preocupación en ella se hizo presente cuando observaba a la tortuga mirar nostálgico a los hermanos.— ¿Estás bien, cariño?

Leo: —Leonardo se vio inmerso en sus pensamientos momentáneamente, no era la primera vez que le ocurría.— Claro, sólo que hacía tiempo que no los veía así.

Sara: —La respuesta de su marido fue fácil de deducir, sabía perfectamente que se sentía un tanto vulnerable debido a estas fechas nostálgicas. Abrazó a su marido por encima de los hombros depositando un cálido beso cerca de los labios.— Sabes que puedes decirme lo que sientes sin tener que disimularlo.

Leo: Ya... —Conectó la mirada con la de su mujer sin decir palabra alguna, con una sonrisa le transmitía el agradecimiento del mundo.— Lo sé bien.

Sara: —Cautivada por su mirada le sonrió cálidamente. Ambos juntaron sus frentes para frotarlas con cariño entre sí. Estaban por fundir un dulce beso cuando la pequeña se interpuso oportunamente reclamando atención. Los padre se miraron entre ellos aguantando las risas.— ¿Lo ves cómo es una pequeña tramposa?

Leo: Tan pequeña y reclamando atención. ¿A quién habrás salido? —Preguntó divertido el de azul haciéndole carantoñas de burla a su hija. Keyla se limitó a reírse alargando las manitas hacia su padre buscando un abrazo, el de azul no dudó en abrazarla.—

Una amplia sonrisa se pronunció en los labios de Sara presenciando la tierna interacción entre su marido y su hija.
En momentos como este, Leonardo debía dejar a un lado su posición como sensei para cobijarse junto con su familia

Después de todo, no era su única Navidad sin padre en la familia, también lo era para todo el grupo por igual. Y como bien había mencionado Lara, tenía la fortuna de refugiarse en su propia familia así como en sus hermanos.

Imitó a su marido cuando este observó a alguien conocido aproximarse a ellos. Roth había llegado a casa justo a tiempo después de una ajetreada jornada de trabajo como bien había prometido que sería.

Como pudo, esquivó las bolas de nieve que entre los chicos se lanzaban por una guerra entre ellos. Sara lo recibió con los brazos abiertos.

Roth: ¿Es así cómo piensan recibir a los invitados? —Preguntó sarcástico regresando a ver a los chicos continuar con su guerra de nieve.—

Leo: Llevan con su guerra un buen rato. —Señaló el de azul con diversión.—

Roth: Yo sí que les habría dado guerra si me hubieran dado. —Sonrió con ternura cuando observó a su nieta abrigada entre la mantita en los brazos de su padre, tiernamente la saludó.— Hola, pequeña, ya te echaba de menos.

Sara: Parece que vas muy cargado. —Indicó Sara observando a su padre cargar con una maleta y varias bolsas en la mano contraria. Esbozó una sonrisa ladeada con ilusión.— ¿Has estado ocupado comprando regalos?

Roth: Dad por hecho que no vais a saber lo que traigo hasta mañana. —Los tres se percataron de que los chicos habían detenido su guerra en seco cuando la palabra clave había resonado en sus oídos.— Mejor vamos dentro.

El arqueólogo entró en la mansión apuradamente antes de que los chicos tuvieran tiempo de salir corriendo con la idea de arrebatarle los regalos que tuvo el gesto de traer para todos.

Leonardo devolvió a Keyla a su mujer para evitar que la criatura pase frío alguno en lo que se aseguraba de que sus hermanos dejasen a un lado su guerra de nieve para estar todos juntos, aunque el hecho de saber que habían regalos esperando por ellos los había autoconvencido.

Después de dejar colgado su abrigo en el recibidor, la maleta y las bolsas a un lado del sofá se preocupó de lo más relevante para la velada de esta Nochebuena.

Roth: ¿Cómo va la cena? —Se dirigió a su hija meciendo a Keyla entre sus brazos.—

Sara: Estaba por prepararla con Lara hace un momento, me imagino que ya debe de estar en ello. —Keyla empezaba a moverse inquieta entre sus brazos gimoteando pidiendo por comida.— Quería ayudar con la cena pero todavía tengo que darle de cenar a la niña.

Roth: No te preocupes. Dale de comer a la peque en lo que hacemos la cena. —Acarició suave la carita de su nieta para después dirigirse hacia la cocina y ayudar a Lara.—

Sara: Leo, ¿podéis ayudar con la cena en lo qué le doy la suya a Keyla? —Pidió a su marido y al resto mientras se ponía cómoda sobre el sofá con la bebé en brazos.— No dejará de llorar si no le doy la cena ya.

Leo: Nos ocuparemos, ¿verdad, chicos? —Suerte que echó la vista sobre sus hermanos antes de que pudieran poner las manos sobre los regalos. Salieron disparados hacia la cocina evadiendo la más mínima riña. Ambos se miraron entre ellos negando entre risas.— Y tú, pequeña, a dormir después de tú cena.

El de azul depositó un cálido beso en la pequeña frente de su hija y otro en los labios de su mujer para acudir en ayuda del resto con la cena y su preparación.

A decir verdad, Sara se sentía más cómoda si sólo estaban ella y su hija, o en compañía de Leonardo cuando daba el caso, en lo que satisfacía el hambre de la pequeña. Era un hecho asegurado que Keyla entrará en sueño profundo después de verse servida, lo cual era todo un lujo de tranquilidad durante la velada, egoístamente hablando.

❇️

Nunca antes se había sentido una cena en familia tan mágica como lo había sido para el grupo. Durante la velada no había mucho tema de conversación del que tratar, el último hallazgo arqueológico en el que Roth andaba envuelto, y, por supuesto, la insistencia de algunos por abrir los regalos esta misma noche. Una lástima que debían de esperar hasta mañana.

Entre Lara, Roth, Raphael, Donatello y Michelangelo recogieron los platos, cubertería y vasos utilizados durante la cena para lavarlos y dejar lugar a los planos más pequeños repartidos por la mesa con el típico snack Navideño, tales como el turrón, mazapán, entre otros.

Leonardo y Sara se escabulleron brevemente para echarle un vistazo a Keyla quien había estado dormida durante el rato de la cena. Aparentemente, la bebé estaba tranquilita en la hamaca portátil, aunque tal situación no duró por mucho.

Resulta que Keyla todavía no tenía el sueño suficiente como para dormir en lo que quedaba de la noche. Así que la pequeña seguiría haciendo acto de presencia hasta caer rendida por el sueño y descansar en su cuna.

Una sorprendente observación a cerca
de Keyla era que no se estaba caracterizando por ser una bebé llorona y escandalosa, resultaba ser todo lo contrario. Leonardo y Sara, incluso el resto, se sentían afortunados —además de aliviados— de que la pequeña fuese tranquilita la mayor parte del tiempo, así como tener siempre una sonrisa en la cara que contagiaba a cualquiera.

La noche todavía no había terminado, faltaba por recibir alegremente la visita de amigos después de haber cenado con sus respectivas familias.

April y Casey fueron los primeros en llegar, siendo recibidos con los brazos abiertos y una grata felicitación por las fiestas. Se vieron sobrecogidos por la ternura cuando Keyla les dio la bienvenida con una de sus sonrisas, dulcemente le devolvieron el saludo.

April: Feliz Navidad, pequeña adorable. —Se dirigió a la bebé envuelta en su mantita entre los brazos de Sara.—

Casey: Es una monada de niña. —Alabó el pelinegro jugando con delicadeza una de las diminutas manos de Keyla.—

Sara: Pues esta monada se rehúsa a dormir. —Señaló con incredulidad y resignación observando lo inquieta que estaba su hija entre sus brazos.—

Lara: ¿Por casualidad, en esas bolsas traéis algún tipo de detallito? —Con una sonrisilla pícara observó las bolsas que cada uno traía consigo.—

Mikey: ¡Oh! ¡Reconocería esas bolsas en cualquier parte! —Estalló de entusiasmo en cuanto su vista reconoció el logotipo decorando aquellas bolsas.—

Los recién llegados tuvieron el significativo gesto de pasarse por el restaurante de Murakami y comprar dos cajas llenas de pizza gyoza, lo que a los chicos —sobre todo a Michelangelo— les subió el ánimo. A pesar de que habían cenado hace un rato escaso, siempre había hueco para lo mejor.

Al cabo de un cuarto de hora, entraron Nora y Alex por la puerta portando cada una regalos entre sus manos. Fueron cálidamente recibidas entre abrazos y alegres sonrisas.

Nora: Sentimos el retraso, nuestra madre se dignaba a retenernos hasta terminar de cenar todos juntos en casa. Anteponiendo barreras, como siempre. —Explicó Nora abrazando a sus amigas.—

Alex: Odio cuando se pone en "modo papá" cuando ella es la oficinista, no poli. —Se quejó Alex entre refunfuños.— 

Lara: No sabéis cuánto lo sentimos. —Habló en nombre de todos provocando unas carcajadas entre el grupo.—

Sara: Lo que importa es que habéis venido, sin inconvenientes. —Sonrió a las recién llegadas. Llevando a Keyla en sus brazos la bebé miraba a la rubia con su tierna sonrisa.— Alguien os desea feliz Navidad.

Nora: Por poco. —Dijo la rubia entre risas, conmovida saludó a la bebé dándole un suave toque en la nariz.— Felicidades por tu primera Navidad, chiquitina. —Volteó ampliamente sonriente cuando captó la atención de las tortugas para recibirla.— ¡Chicos!

Donnie: ¡Nora! —El de morado quería ser el primero en abrazar a su novia, refunfuñó internamente cuando Mikey se le adelantó.—

Mikey: ¡Habéis venido! —Estrechó entre sus brazos tanto a Nora como Alex fuertemente con todo su cariño.— ¡Feliz Navidad, hermanas!

Nora: Feliz Navidad a ti también, Mikey. —Devolvió el gesto con cierta dificultad siendo ligeramente estrujada por el pecoso.—

Alex: Lo mismo, bro. —A pesar de que estaba ligeramente irritada por el exagerado abrazo del de naranja respondió con amabilidad.—

Nora: —La rubia era consciente de que Donatello estaba impaciente por abrazarla. Se aseguró de saludar a todos sus amigos entre abrazos para finalmente darle prioridad a su novio.— ¿Te he hecho esperar demasiado?

Donnie: No has sido tú... —Echó un leve vistazo al pecoso con irritabilidad, a lo que este se encogió de entre risitas. Nuevamente se le adelantaron cuando Nora fue la primera en besarle, gustoso correspondió.— 

Casey: Eso que traéis huele a galletas. —Señaló el desdentado atraído por el agradable y reconocible olor de la masa hecha en el horno.—

Alex: Hechas por mí. —Afirmó la joven sonriendo con orgullo.—

Raph: No sé porqué me huele a troleada. —Desacreditó Raphael con sarcasmo.—

Alex: Entonces no te importa quedarte sin mis galletas. —Con descaro reprochó a la tortuga de rojo.—

Nora: Nuestras galletas. Tú sólo has metido mano para comerte el resto de chocolate. —Rectificó Nora con incredulidad observando a su hermana con el ceño fruncido.—

Alex: No, en verdad no pretendía equivocarme. —Se encogió de hombros irrelevante dedicándole una sonrisa burlesca, aquello provocó risas entre el grupo. Abrió el tarro de las galletas para ofrecerlas a sus amigos.— Venga, coged cuántas queráis.

La joven se dispuso a repartir las galletas uno a uno empezando por April, después Casey, Lara y así sucesivamente al mismo tiempo que deseaba feliz Navidad a cada uno de sus amigos. Le ofreció las últimas a Michelangelo, el pecoso refunfuñó por la escasa cantidad de galletas para él y es que Alex había previsto que escogería de más injustamente.

Michelangelo se vio sorprendido por la preventiva idea de la joven, pues no le quedó de otra que disfrutar de las tres últimas que quedaban. Después de todo, no podía quejarse cuando previamente había disfrutado de unas cuantas pizzas gyozas.

Mikey: ¿Primero pizza gyoza y ahora galletas con chocolate? ¡¿Hay algo más qué pueda pedir?! —Se cuestionó el pecoso dejándose llevar por la alegría que le causaba celebrar las navidades.—

Raph: ¿Qué tal dejar de ser irritante el resto de la noche? —Propuso el de rojo con incredulidad, recibiendo una mirada burlona de su hermano.—

Lara: Veo más acertado ese deseo para mañana. —Se burló Lara haciendo reír al grupo.—

Casey: Alex, por curiosidad... ¿a qué instituto vas? —Preguntó el desdentado.—

Alex: ¿En qué piensas, Jones? —Cuestionó Alex frunciendo el ceño con inseguridad.—

Casey: Nada. —Aclaró Casey entre risitas.— Resulta que me recuerdas mucho a mí hermana y pensé que tal vez te gustaría conocerla.

Alex: Ya... ¿Te recuerdo a ella para bien o para mal? —Quiso asegurarse Alex antes de arriesgarse a acceder.—

Casey: Supongo que para bien si su forma de ser se me asemeja a la tuya, incluso diría que es de tú misma edad.—Respondió indeciso encogiéndose de hombros.—

Alex: Eso me gusta. —Sonrió Alex finalmente convencida.—

Ligeramente apartados del grupo, Donatello y Nora aprovecharon para compartir una interacción entre ellos, al menos por un momento. Supusieron que no tendrían demasiadas oportunidades de ganar privacidad en pareja, como era evidente, acertaron.

Nora: Quería darte la sorpresa de aparecer y alegrarte las fiestas. —De una pequeña bolsa sacó una caja de tamaño mediano.— Y en cuanto pude, le di prioridad a un regalito para ti.

Donnie: —Una expresión de sorpresa se reflejó en su rostro por el inesperado regalo, aunque la confusión lo distrajo cuando abrió aquella caja.— ¿Un cofre custoduado por una llave?

Nora: Quizá te guste lo que guarda dentro. —Supuso la rubia con diversión, impaciente por ver la reacción de la tortuga por la verdadera sorpresa.—

Donnie: —Invadido por la curiosidad sujetó el cofre y con la mano contraria hacerse con la llave para abrirlo. Del interior había una larga tira de cartulina morada decorada con fotos tanto en color como en blanco y negro de ellos dos.— Es... ¡Es maravilloso!

Nora: Sé que no es la gran cosa, opté por hacerte el regalo por mí misma en lugar de comprar uno montado. Ya que le doy un especial significado a tus regalos hechos por ti, me hacía ilusión conseguir lo mismo. —Justificó Nora con ilusión.— ¿De verdad te gusta?

Donnie: ¡Más qué eso, me encanta! —Expresó el de morado abrazando fuertemente a su novia haciéndola girar. Se separó brevemente para observar el regalo con más detalle.— Es de lo más bonito que me han podido regalar en mí vida.

Nora: Feliz Navidad, cariño. —Sonrió dulcemente. Donatello regresó la mirada hasta dar con sus ojos, la tortuga estaba por besarla cuando Nora empezó a murmurar.— Hay otra cosa que quería decirte... Tengo un plan reservado para nosotros pero todavía es inseguro.

Donnie: —Se detuvo en seco cuando escuchó los murmullos de su novia.— ¿Un plan, para nosotros? ¿Sobre qué? ¿Y por qué es inseguro?

Nora: Pues... —De reojo observó a su hermana interactuando con el grupo, quería asegurarse de que no iba a llegar a ella lo que estaba por decir.— Mis padres planean irse juntos un fin de semana a un resort, mis hermanos y yo estaremos solos, cada uno a lo suyo. Si sale bien la jugada... podríamos pasar al menos un día en mí casa.

Donnie: —Sin saber qué decir, Donatello parpadeó un par de veces. Por supuesto, la idea sonaba bien, realmente bien. Esbozó una sonrisa ladeada asintiendo reiteradas veces mostrándose plenamente conforme con el plan de su amada.— Me parece perfecto.

Nora: Y a mí. —Respondió con la misma sonrisa. Sin nada más que decir, gustosa se dejó besar por su novio brindando dulces caricias en su mejilla. La pareja se vio interrumpida por la incómoda observación de Alex y Michelangelo hacia ellos, obviamente con la clara idea de incordiar.— Os habéis quedado sin comida y venís a curiosear, ¿cierto?

Alex: No, pero a Donnie no le he ofrecido galletas y aún así os habéis sabido conformar entre vosotros. —Señaló con una sonrisa incrédula.—

Mikey: Besitos por aquí, besitos por allá. —Se burló Michelangelo de la pareja imitando besos.—

Donnie: —Compartió una mirada mutua de irritación con su amada. Ambos sonrieron a la vez cuando llegaron a la misma conclusión.— ¿Os atrevéis a una guerra de nieve?

La idea de retomar la guerra de nieve circuló por el grupo, la mayoría se sintió atraída ya que hasta ahora no habían tenido ocasión de jugar con la nieve entre ellos. Entre todos les resultaba la manera más indicada de cerrar con la Nochebuena, así que no tardaron en hacer equipos y lanzarse bolas de nieve unos a otros.

Sara, Leonardo y Roth se dignaron a observar la guerra de nieve sin tener que verse involucrados. Aunque al principio no se veía convencido, la tortuga de azul se animó a unirse al grupo de Raphael, Lara y Casey para atacar al bando contrario.

Roth observaba continuamente a Sara disfrutar de la guerra de nieve, aunque estaba convencido que se moría de ganas por participar. Se ofreció a llevar a Keyla a descansar en la cuna mientras dejaba a todos su momento de disfrute, algo que hacía verdadera falta en estas fechas.

Ahora más que nunca, la familia debía de permanecer unida, reforzarse a pesar de la falta por el que había sido el padre de todos.

❇️

El día de Navidad se caracterizaba por las reuniones familiares, la fecha indicada para volver a ver las caras de seres queridos y compartir un día mágico en armonía, sobre todo de la ilusión de los niños y niñas por los regalos.

Y hablando de regalos...

Roth dio por hecho que ya había hecho esperar demasiado a dar por fin sus regalos. Eso sí, los que consideraba más especiales los reservaba para el final.

Roth: Lo prometido es deuda. Voy a dar pie a mis regalos para todos. En cuanto a los últimos, no quiero ni un ápice de impaciencia. —Sentenció firmemente. De una de las bolsas sacó el primer regalo que iba dirigido para la tortuga de rojo.—

Raphael se sorprendió cuando su regalo se trataba de las tres revistas que le faltaban por completar una colección dedicada a las artes marciales.

Lara reveló que fue la responsable de darle tal sorpresa cuando las encontró disponibles en una única tienda de la ciudad.

Raph: Nunca pensé que conseguiría completar la colección. —Dijo Raphael ampliamente sonriente. Le brindó un gran beso en los labios a su prometida.— Gracias, Larita.

Lara: No es nada. —Sonrió la pelirroja.— Quiero leerlos contigo, así que más vale que resistas.

Roth: Con este no estaba del todo seguro, pero, espero que sea de tu gusto, Donatello. —Se dirigió al de morado ofreciendo su regalo.—

La sorpresa de Donatello tenía bastante que ver con la anterior. Roth supo de la fascinación del de morado por los hallazgos arqueólogicos más antiguos. Gracias al abierto acceso que poseía desde su trabajo, logró hacerse con una enciclopedia donde exponía todo tipo de descubrimientos. Si había alguien del grupo que le parecía de todo menos aburrido, ese era él.

Donnie: ¡Interesante! Acertaste de lleno, muchas gracias. —Agradeció el de morado con pleno entusiasmo por empezar a explorarlo.—

Mikey: ¡¿Me toca a mí, me toca a mí?! —Preguntó Michelangelo dando brincos sobrecogido por la ilusión de saber qué sorpresa le esperaba.—

Roth: He de decir que no sé si se considera un regalo como tal, pero... No había nada mejor para ti que esto. —Sacó una pequeña caja la cual le fue arrebatada por la impaciencia del pecoso.—

Con Michelangelo no había complicación alguna cuando se supo de unos cupones que servían exclusivamente para pizza gratis por dos semanas consecutivas. La felicidad era fácil de encontrar cuando se trataba de la tortuga de naranja y su amor infinito por la pizza.

Mikey: ¡Pizza gratis por dos semanas seguidas! ¡Definitivamente, el mejor regalo qué una tortuga podría tener! —Exclamó alzando los cupones al cielo.—

Leo: ¿Acaso ha olvidado qué le hice el mismo regalo por el amigo invisible hace unos años? —Entre murmullos preguntó con diversión a sus hermanos. Se rieron de la ingenuidad del pecoso con disimulo.—

Donnie: Lo cierto es que es toda una ventaja para los regalos cuando se trata de él. —Dijo Donatello observando sonriente al pecoso.—

Supieron del salto a los regalos especiales cuando Roth le anunció a la pareja que permanecía comprometida a casarse que le regalaría a Lara el vestido de novia. O más bien, lo que podría vestir a Lara en su boda puesto que presentaba una rivalidad por los vestidos de novia tradicionales.

Lara: Debo decir que no me lo esperaba para nada. —Comentó la pelirroja sorprendida.— Espero que me sirva de motivación para convencerme más pronto que tarde. Gracias, papá.

Roth: Me basta con verte decidida de una vez en lugar de escuchar tus continuos e irritantes refunfuños por convencerte de absolutamente ninguno. —La pelirroja se rió con incredulidad encogiéndose de hombros.—

Plenamente conscientes de ser los últimos, Leonardo y Sara se miraron entre ellos deduciendo que el próximo regalo sería para uno de los dos, o más bien para los tres contando a Keyla.

Las miradas plagadas por la curiosidad se hicieron sobre Roth cuando este abrió su maleta por primera vez durante el reparto de regalos. De la maleta sacó una elegante gabardina protegida por una envoltura de plástico a juego con un sombrero. Leonardo parpadeó sorprendido cuando la gabardina resultó ser su regalo.

Leo: ¿Esto es para mí? —Preguntó el de azul con expectación.—

Roth: En realidad es un regalo de los del trabajo para mí, pero no soy de llevar gabardinas. Me llegó a la mente darte la posibilidad de acompañar a tú mujer por la calle sin que sea un problema para ti. Estaba convencido de que le darás mejor utilidad que yo. —Explicó al de azul con una sonrisa esperanzadora.—

Leo: —El objetivo con el que Roth había dedicado su regalo le pareció de lo más significativo. Conmovido miró a su mujer quien lo miraba con una sonrisa cautivadora.— Pienso darle un buen uso. Muchas gracias.

Sara: Entonces... ¿Soy yo la última por recibir mi regalo? —Preguntó a su padre mirándolo con diversión.—

Roth: No tú, vosotros. —El matrimonio se miró mutuamente com incertidumbre, Keyla les avisó con sus risas que ante ellos tenían su regalo. Se trataba de unos peluches, era una familia de conejitos que se asemejaba a ellos.— Siento que sea tan simple.

Sara: —Tanto ella como su marido se vieron contagiados por las risas de su hija seguidas por las de los demás.— Te has superado.

Ya que la cena de Nochebuena tuvo lugar en la mansión, todos estaban de acuerdo en celebrar el día de Navidad en las alcantarillas, el lugar más acertado y emblemático para el encuentro de todo amigo y ser querido. Efectivamente, como habían previsto, así fue.

Las reuniones tuvieron lugar por la tarde cerca del anochecher. Los amigos que pertenecían al círculo cercano fueron los primeros en llegar; April, Casey, Nora y Alex.

Algunos se llevaron una grata sorpresa por la improvisada decoración Navideña plagada por la guarida, a pesar de que los chicos no estaban muy para fiestas.

Lo que nadie esperaba era la grata visita de los Mutanimales, consideraron la festividad Navideña de lo más oportuna para celebrar unidos con las tortugas y seres queridos, así como la ocasión de conocer a Keyla.

No había mucho más por hacer en tal día como lo era la Navidad, tan sólo rememorar los buenos tiempos en armonía así como apreciar los momentos habidos y por haber todos juntos.

❇️

En toda la Ciudad se hizo eco de la celebración de sus habitantes por la llegada del año nuevo, resultaba mágico que tal acontecimiento llenara de vida a Nueva York después de todo por lo que se ha vivido.

Las tortugas no fueron la excepción, al igual que los ciudadanos de la ciudad despidieron el año en familia junto con su círculo más cercano. Resultaba peculiar que en esta ocasión los chicos sintieran la llegada del año nuevo de manera distinta a todas las anteriores.

Dar por sentado que todo lo ocurrido durante este último año permanecería en el pasado les sobrecogió un sentimiento de paz interior completa e inexplicable, un tormento sobre ellos se disipó como el humo, la sensación de un duelo que mágicamente habían superado.

Ahora sólo veían el camino iluminado por el que su cometido era seguir hacia delante, ser plenamente conscientes de que tenían mucho por lo que vivir.

La claridad de que una etapa se había acabado para dar pie a una nueva en la vida de cada uno, independiente o en conjunto.

Todo estaría por verse en lo que deparaba el destino.

️❇️


Sé que la temática Navideña a estas alturas puede resultar un tanto anticlimático, lo tenía previsto antes de sufrir otro bloqueo mental... 😓

Aunque nunca antes había hecho un capítulo Navideño, eh aquí el único que tendrá esta obra.

Me gustaría aclarar que no pretendo dar a entender que las tortugas estén "llorando" continuamente por la ausencia de Splinter.

Simplemente, sienten ese sentimiento de pena porque les falta Splinter y son sus primeras Navidades sin él.

Yo misma he vivido ese sentimiento por la falta de alguien importante en mí familia y quería transmitirlo a través de las tortugas (a modo autobiográfico, para que entendáis).

Pasando a algo más motivador, se viene un capítulo con sorpresa. 🤭

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