Capítulo 62. En peligro

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Pasaron ya cuatro días desde que Sara y Lara mantienen contacto con Nora.
Y las tres no han perdido el tiempo hablando por un grupo de Whatssap.

Gracias a eso, han podido conocerse medianamente mejor, claro que necesitaban pasar tiempo juntas. 

Cabe recalcar que hace un par de días fue el cumpleaños de Sara. Lara y las tortugas le prepararon una pequeña fiesta de cumpleaños, incluso Nora se acercó al apartamento para felicitarle personalmente. 

Aprovechando la ocasión para pasar un rato juntas. Cosa que era ideal en estos primeros momentos como amigas. 

Las dos hermanas les hablaron a sus parejas de Nora, pero no estaban seguras si decírselo al resto, ya que les parecía pronto para hablarles sobre una nueva amistad, y humana.

En tal caso, debían pasar tiempo juntas antes de reconocer dicha amistad como una plena de confianza y seguridad. Y en ello estaban.

Habían invitado a Nora a pasar el rato en el apartamento. Obvio, para hablar de sus cosas y conocerse más. Y les estaba yendo de perlas.

Lara: Así que, estás en la universidad. 

Nora: Para ser exacta, actualmente estoy en el tercer año. Incluso he tenido que hacer exámenes al inicio de curso para terminar de aprobar el curso anterior.

Sara: ¿Por qué? ¿Casi repites? —Le pregunta con curiosidad.—

Nora: En absoluto. Todo fue culpa de aquella extraña invasión...¿Alienígena? 

Sara, Lara: —Ambas se miraron entre ellas discretamente. Sabían perfectamente a lo que se estaba refiriendo la rubia.—

Nora: No sé, en fin, un suceso totalmente extraño, y paranormal quizás. Pero paralizó la ciudad entera. ¿Sabéis de lo que hablo? —Les pregunta.—

Sara: Pues no. —Le responde con una sutil sonrisita.—

Lara: Nah. —Responde desacreditando la pregunta de la rubia.—

Nora: ¿Hm? —Ladeó la cabeza preguntándose la respuesta de ambas. Le parecía raro que no supieran nada a cerca de dicho suceso extraño, puesto que englobó a toda la ciudad.—

Sara: Bueno, algo habíamos oído. Pero nosotras estuvimos en una casa de campo, nos fuimos de vacaciones poco antes. —Le responde con una sonrisita y encogiéndose de hombros.—

Lara: Seh, y volvimos después de que se arreglara todo. Fuimos listas. —Responde con indiferencia.—

Nora: En tal caso, desde entonces me sigo preguntando quien o quienes salvaron la ciudad de semejante problema. —Concluyó mostrándose pensativa.—

Lara: Buena pregunta, rubita. —Respondió sarcástica. Se levantó del sofá, y caminó hasta la nevera, para sacar una lata de cocacola.—

Nora: Retomando los estudios, ¿qué estáis estudiando vosotras? —Pregunta con curiosidad.—

Sara: Nada. Bueno, yo me saqué el título hace un tiempo. Estuve haciendo clases particulares. —Le responde amablemente.—

Nora: Genial, eso es estupendo. ¿Y tu, Lara? —Pregunta a la pelirroja con curiosidad.—

Lara: ¿Estudios? ¿Qué es eso? —Responde sarcástica y bebe de la lata mientras volvía con ellas.—

Nora: Supongo que la mafia también te perjudicó en los estudios. ¿Me equivoco? 

Lara: —Casi se atraganta con el recién trago justo al escuchar a la rubia.—

Sara: Ya ves que no. —Responde con una leve risita.—

Lara: ¿Cómo demonios sabes eso? —Le pregunta sin dar crédito y frunciendo el ceño.—

Nora: Según mi investigación, dejaste de asistir al instituto durante las mismas fechas en las que se registró actividad de la mafia por la ciudad. —Le responde seriamente.—

Sara: Vaya, impresionante. —Responde con una sonrisa de emoción.—

Lara: Eres buena, rubita. —Le responde volviendo a beber de la lata.—

Nora: Bueno, todavía debo mejorar. Aún así, gracias. —Responde con una sonrisa.—

Sara: Y, ¿cómo es la carrera de criminología, Nora? —Le pregunta llena de curiosidad.—

Nora: Es una carrera compleja, aunque llena de emocionantes descubrimientos. Desde niña siempre me han atraído la psicología y la ciencia. Y más adelante sentí atracción e intriga por la mente criminal. —Responde orgullosa de sí misma, puesto que realmente le apasionaba.—

Lara: Pues en esta ciudad estás bien servida. —Comentó sarcástica, y volvió a tomar de la lata.—

Sara: Eso es brillante, Nora. Aunque, nosotras dos nos especializamos en el mundo de las artes marciales. —Comenta sutilmente con una sonrisita.—

Nora: No me digas, ¿en serio? Debe de ser apasionante. Siempre me maravilló la acción, ya sabéis. —Ríe levemente ante su comentario poco humorístico.—

Lara: Me parto... —Comenta sarcástica, y se termina la cocacola.—

Sara: Sí, bueno. Supongo que las tres circulamos por el mismo mundillo. —Ríe levemente encogiéndose de hombros.—

Nora: Sí, y eso es estupendo. No conozco a nadie con quien compartir este tipo de cosas. Da gusto haberos encontrado, de verdad. —Les dedica una amigable sonrisa a las dos.—

Sara: Nosotras también pensamos lo mismo, ¿verdad, Lara? —Pregunta a la pelirroja volteándose a verla.—

Lara: Desde luego. No conocemos a muchas personas que se maneja increíblemente bien en este mundillo de los criminales.  —Camina hasta la papelera, y tira la lata a la basura.—

Nora: ¿Hay más personas? —Pregunta ladeando la cabeza.—

Lara: Ups... —Susurra sutilmente.—

Sara: Conocemos a unos amigos, del mismo insti, por cierto, que también han tenido roces con los criminales de por aquí. —Le dice de manera sutil, ya que no debían decir más de la cuenta.—

Lara: April O'neal, y Casey Jones, ¿te suenan? —Le pregunta.—

Nora: April O'neal... Sí, claro. La veía mucho con Irma Langinstein. Y también con ese chico tan peculiar... Jones, si no me equivoco. 

Sara: Los mismos. —Responde con una sonrisa.—

Nora: Entonces, ¿ellos dos han tenido experiencias con criminales? —Pregunta con curiosidad.—

Lara: Algunas, pero es cosa de ellos. No te podemos decir nada si ellos no están de acuerdo. —Le responde seriamente.—

Nora: Por supuesto. Me alegra que penséis así. Hoy en día ya nadie respeta nada. —Comenta soltando un suspiro.—

Sara: Todavía hay esperanza. —Le responde con una amigable sonrisa.—

Lara: Bueno, cambiando de tema, ¿cuánto tiempo llevas en la ciudad, rubita? —Le pregunta sentándose junto a su hermana.—

Nora: Seis años. Yo, mis padres y mis hermanos somos de California. Y por cuestiones de trabajo, a mis padres no les quedó otra que traernos a Nueva York. Recibieron ofertas de trabajo que no podían rechazar. Y aquí estoy. —Concluye con una sonrisa.—

Sara: ¿Tienes hermanos? —Le pregunta con curiosidad.—

Nora: Dos, conmigo tres. Somos mi hermana pequeña, Alex, mi hermano Liam, el mediano, y yo. Y siempre tengo que estar encima de ambos. —Suspira pesadamente.—

Lara: ¿Por qué? ¿Muy plastas? —Pregunta sarcástica.—

Nora: Más o menos... Liam es un poco plasta, aunque solamente es un descentrado. En cambio, todo bien con mi hermana pequeña. Salvo que... últimamente sale demasiado con sus amigas. Sé que no debería, pero siento cierto pánico de que le pase algo, y a mis padres ni os cuento. 

Sara: ¿Qué edad tiene? —Pregunta con curiosidad.—

Nora: Catorce, y mi hermano diecisiete. Mi hermano no está tan pendiente de ella como yo, pero, en fin. —Concluye pensativa.—

Sara: No, que va, haces bien. Solo que tardará en darse cuenta. —Le dice amablemente tratando de calmarla.—

Nora: Sí, supongo. —Le responde con una pequeña sonrisa y se encoge de hombros.— Bueno, creo que debería irme. Mi madre va a volver a casa para aprovechar su descanso, y se pondrá nerviosa si no me ve en casa. 

Sara: Te acompañamos si quieres. —Se ofrece amablemente, levantándose del sofá.—

Nora: No, no, tranquila. Hay cerca una parada de autobús, me llevará ventaja, espero. No quiero molestaros, aún así gracias. —Les agradece con una sonrisa.—

Sara: No hay de qué. Ya sabes donde encontrarnos. —Le dice amablemente, y la acompaña hasta la puerta.—

Nora: ¿Quedamos otro día? Si queréis, claro. —Les pregunta con una sonrisa.—

Lara: No lo dudes, rubita. —Le responde.—

Nora: Estupendo. ¿Hablamos por el grupo más tarde? 

Sara: Por supuesto. —Le responde con una sonrisa.—

Nora: Bien. Bueno, hasta luego. —Se despide amablemente con una sonrisa, y sale del apartamento.—

Sara: Hasta luego. —Se despide igual y cierra la puerta.— Bueno, ha estado bien, ¿no crees? —Le pregunta a su hermana volviendo con ella.—

Lara: Sí, aunque demasiado listilla. Ya tenemos demasiado con Donnie. —Le responde refunfuñando.—

Sara: No digas eso, es una tía genial. Solo necesitamos conocerla más, tener más confianza con ella, ya lo verás. —Le dice ladeando la cabeza dedicándole una sonrisita.—

Lara: Lo sé, pero seguirá siendo una listilla. —Responde incrédula, y se echa al sofá dejando los pies sobre la mesa.—

Sara: —Suelta un pequeño suspiro rodando la vista por el comentario de Lara. Aún así, estaba segura de que muy pronto la amistad de las tres mejorará notoriamente con el tiempo.—

La joven rubia llegó a su casa. La casa estaba casi sola, salvo que Liam se encontraba en su habitación, y Alex no iba a permanecer mucho más. 

Alex: Nori, hola. —Saluda con una sonrisita.—

Nora: Hola. ¿Qué pasa? ¿A dónde vas? —Le pregunta confundida, pues estaba vestida, y llevaba un bolsito negro con ella.—

Alex: He quedado con las chicas. —Le responde con una pequeña y nerviosa sonrisita.—

Nora: Alex, ¿qué te dije el otro día? —Le pregunta seriamente.—

Alex: Lo sé, y lo tengo en cuenta. Pero aquí en casa me aburro un montón. Y me divierto mucho con mis amigas. —Le responde.—

Nora: Sabes que te entiendo, pero ya sabes lo que piensa mamá, y no te puedo dejar tanta libertad como estás tratando de tener. —Le dice seriamente.—

Alex: Tienes razón, y sabes que lo siento. Pero déjame solo esta vez, por favor. —Le pide casi suplicante.—

Nora: —Se quedó callada unos instantes. Sabía que no debía permitirle que se fuera, pero siempre lograba sentirse ablandada por su hermana pequeña.— Pero con la condición de que contestes a los mensajes y a las llamadas. 

Alex: Hecho. —Le responde con una sonrisa.—

Nora: Y, de que vuelvas pronto. ¿De acuerdo?

Alex: Vale, está bien. —Asienta sonriendo.—

Nora: La última vez, ¿eh, Alex? —Le pregunta con seriedad.—

Alex: Está bien. —Le responde, y se preparó para salir.—

Nora: —Liam había salido de la habitación, así que tanto ella como Alex tenían que hacer el mismo numerito.— Alex, te he dicho que no. 

Alex: Solo esta vez. Volveré pronto, lo prometo. ¡Hasta después! —Sale de la casa, y al salir cierra la puerta.— 

Nora: —Su hermano se acercó al escuchar a las dos. La rubia suspira pesadamente de resignación.— ¿Te lo puedes crees?

Liam: ¿El qué? —Le pregunta.—

Nora: Lo que acaba de pasar. —Le responde seriamente.—

Liam: No sé lo que acaba de pasar. —Le responde sin darle importancia a la situación. Mientras, se fue a la cocina, y servirse un vaso de agua.—

Nora: ¿Me tomas el pelo? —Le pregunta molesta, siguiéndolo a la cocina.—

Liam: Mira, no quiero saber nada. Si mamá o papá se enteran, no quiero saber lo más mínimo. —Le responde.—

Nora: Pero tu también podrías hablar con ella. Siempre tengo que ser yo. —Le dice seriamente, cruzándose de brazos.—

Liam: Es a ti a quien hace más caso, no sirve de nada que hable con ella. Por eso mismo, yo no he visto nada. —Coge de la nevera una lata de refresco, y vuelve a su habitación.—

Nora: —Suelta un suspiro de resignación. Sabía que no dejó ir a su hermana pequeña, pero estaba convencida de que no dejará que se repita.—

La noche se iba haciendo cada vez más presencia sobre la ciudad. La perejita feliz del apartamento se encontraban juntos sentados en el sofá, justo habían terminado su cena. 

Sí, pizza gyoza del gran Murakami San. 

Raph: Entonces, ¿esa chica es de fiar? —Le pregunta sobre la joven rubia.—

Lara: Eso parece. Bueno, Sara está convencida de que sí, pero yo no sé si darlo por hecho. Siento que todavía es algo pronto, no lo sé. ¿Qué me dices tu? —Le pregunta apoyándose sobre el sofá.—

Raph: Parece ser buena chica. Pero no podemos olvidar de que su padre es el capitán de la policía. —Responde pensativo.—

Lara: No estás ayudando. —Le dice sarcástica.—

Raph: Bueno, es obvio de que sería una amiga valiosa. Gracias a ella podríamos estar al corriente de la actividad de Shredder y de otros villanos en la ciudad. 

Lara: Pero eso sería arriesgar su seguridad. No me parece del todo correcto. Aunque... es buena idea no cabe duda. —Asiente torciendo los labios. Le parecía mal en cierto modo, pero era evidente de que Nora podía ser una valiosa aliada.—

Raph: No permitiremos que le suceda nada. Pero es mejor que vuestra amistad se considere así realmente. 

Lara: Conoce a Casey y April.

Raph: —Reacciona un tanto sorprendido, no se esperaba oír eso.— ¿Qué? ¿Es en serio?

Lara: Mhm, del mismo instituto, los ha visto muchas veces. —Le responde seriamente.—

Raph: Entonces, ¿Casey y April la conocen? —Pregunta pensativo.—

Lara: No lo sé, aunque todo apunta a que sí. Es decir, se han tenido que cruzar y compartir alguna conversación. —Responde encogiéndose de hombros.—

Raph: Bueno, entonces lo sabremos cuando hable con Casey. 

Lara: Pero no le cuentes demasiado, que te veo venir. —Le dice burlona.—

Raph: No iba a hacerlo, solo le diré que tu y Sara la conocéis. —Le responde con una sonrisita.—

Lara: Y menos de que es la hija del capitán de policía. —Le dice frunciendo el ceño mientras se acerca más a él.—

Raph: ¿Me tomas por Mikey? —Le pregunta sarcástico.—

Lara: —Ríe levemente mientras negaba con la cabeza.— Voy a recoger los platos. —Justo cuando iba a recoger los platos, Raph se adelantó, quedándose la chica un tanto sorprendida.—

Raph: Deja, ya me encargo yo. —Recoge los platos de la mesa, los cubiertos, los vasos, y las servilletas.—

Lara: ¿Qué? —Pregunta mostrándose sorprendida a la vez de confundida por el gesto de la tortuga.—

Raph: Solo... Déjame ayudarte. —Realmente quería ayudarla con la casa, puesto que Lara siempre se encargaba de la compra, y de limpiar parte de la casa. Quería tener el gesto de ayudarla. Llevó los platos y la cubertería a la pila, y los friega.—

Lara: —Estaba realmente sorprendida por lo que estaba sucediendo. Tuvo que levantarse, y acercarse a la cocina para presenciar a Raph lavar los platos.  No lo podía creer.— Vaya, te estoy cambiando, ¿eh?

Raph: Muy graciosa. Anda, deja de sorprenderte, y vuelve al sofá esperando por mi. —Le dice con una pequeña sonrisa juguetona.—

Lara: —Sonríe rodando la vista. Se acerca a él, quedando en sus espaldas, y lo abraza por el cuello y le susurra al oído.— Esta noche tienes premio. —Le deposita un besito juguetón en el cuello y se vuelve al sofá.—

La noche inundaba la ciudad, y la otra parejita no perdió el tiempo en salir. Los dos patrullaban por las azoteas, y aprovechando la ocasión para pasear.

Sara: Vaya, la ciudad está demasiado tranquila esta noche. ¿No te parece? —Pregunta dirigiendo la vista hacia Leo.—

Leo: Tu misma lo has dicho, demasiado. —Responde mirando las calles.—

Sara: Bien, una noche tranquilita, para los dos. —Se acerca a él y lo abraza por la espalda, acomodando la cabeza sobre su hombro derecho.—

Leo: ¿Tienes algún plan que yo no sepa? —La mira y le deposita un beso en su frente.—

Sara: Puede, pero si tienes alguno mejor te escucho. —Dice con una sonrisa, y le deposita un cálido beso en su mejilla.—

Leo: —Voltea cara a ella y baja los brazos hasta abrazar su cintura.— Se me ocurre alguno, pero me gustaría saber tus planes. —Le dedica una atractiva sonrisa.—

Sara: ¿Te dice algo esto? —Le deposita un cálido beso en sus labios.—

Leo: —Da una pequeña sonrisa entre el beso, y sin dudar corresponde.—

Sara: —Se separa levemente de sus labios, y dirige la vista hacia sus ojos, dedicándole una juguetona sonrisa.—

Leo: Me dice que compartimos el mismo plan. —Le dice coqueto dedicándole una juguetona sonrisa, mientras acariciaba suavemente su cintura.—

Sara: Vaya, qué interesante. —Ríe levemente y lo abraza por el cuello, para después volver a toparse con sus labios.—

Leo: —Gustoso corresponde el beso, y mientras dejaba una mano en su cintura, ascendió la otra hasta acariciar su mejilla con cariño.—

Sara: —Disfrutaba del dulce beso, hasta que empezó a oír un extraño sonido muy cerca. No le dio importancia, pero aquel sonido no cedía, así que no lo pudo ignorar más. Se separa del beso, y lo mira.— ¿Oyes eso? 

Leo: ¿El qué? —Le pregunta confundido, pues no estaba escuchando nada, hasta ahora.— 

Sara, Leo: —Aquel sonido volvió a tomar acto de presencia. Ambos reaccionaron y se miraron entre ellos totalmente confundidos, sin tener ninguna explicación ante lo que se estaba escuchando.—

Sara: ¿Qué será eso? Es como... ¿Una especie de llanto? —Pregunta confundida, y empezó a explorar por la misma azotea, tratando de descubrir de donde provenía aquel sonido.—

Leo: Eso parece, pero un llanto extraño. —Explora también la azotea. Y entre los dos, descubrieron que venía del callejón de abajo.—

Sara: Viene de ahí. —Señala inspeccionando con la vista aquel callejón.—

Leo: No te muevas de aquí, voy a ver qué es. —Le dice seriamente, y de un salto baja al callejón.—

Sara: —No estaba dispuesta a quedarse atrás, así que no perdió el tiempo, y con un par de saltos, bajó al callejón.— Vamos, quiero saber qué es. 

Leo: Te acabo de decir que no te muevas. —Le dice seriamente.—

Sara: —Suelta un pequeño suspiro pesado de resignación. Al escuchar de nuevo aquel extraño sonido, dirigió la vista hasta el fondo del callejón.— ¿De ahí sale ese sonido?

Leo: —Dirige la vista hacia lo que había señalado Sara. Desconocía si se trataba de algún mutante peligroso, o de algo ofensivo. Por lo que sacó sus katanas.— Quédate aquí, esta vez en serio. 

Sara: —Resignada asentó a sus órdenes.—

Leo: —Empezaba a acercarse con cautela, empuñando ambas katanas. Hasta el punto de divisar lo que parecía ser una caja de cartón casi escondida por las sombras.— ¿Una caja de cartón?

Sara: —Al escuchar a Leonardo no pudo acatar más su orden, y se acercó sin ningún tipo de cuidado hacia aquella caja.—

Leo: Sara, ¿qué haces? Ponte detrás de mi, no sabemos lo que se esconde ahí. —Le dice seriamente.— 

Sara: Relájate, no hay peligro. 

Leo: No te confíes. —Le dice seriamente, mientras se pone en posición de combate, preparado para actuar si la situación lo requiere.—

Sara: —Estando frente aquel sonido, supo que se trataba de un llanto de animal. Se arrodilló frente a la caja, y cuando la abrió, descubrió que estaba en lo cierto.—

Leo, Sara: —Ambos se sorprendieron de encontrarse con un perro de raza yorkshire muy pequeño, aparentemente triste y asustado.—

Sara: No me lo puedo creer... ¿Quién diablos puede dejar abandonado a este pequeño? —Pregunta angustiada, sintiendo una gran lástima al ver aquel perrito en la caja.—

Leo: Alguien sin corazón ni humanidad al parecer. —Responde ya calmado, y guarda las katanas.—

Sara: Jo... Hey, hola pequeño. No te haremos ningún daño. —Acercó lentamente su mano hacia el. El pequeño perro olió su mano, y sintiéndose asustado y triste buscó consuelo acurrucando la carita sobre su mano.— Ay, Leo, no podemos dejarlo aquí... —Le dice sintiéndose muy triste y rota por dentro.—

Leo: Pero, ¿y a dónde lo llevamos? ¿Crees que Splinter nos dejará tenerlo? —Le pregunta pensativo.—

Sara: Por favor, Leo. Se me parte el alma tener que dejarlo aquí... —Le dice con una voz llena de tristeza, al igual que la expresión de su rostro. Y por si fuera poco, una lágrima amenazaba con salir.—

Leo: —Viéndola así no podía negárselo. Por no hablar de que también se quedaría fatal cargando en su conciencia el dejar al perrito a su suerte.— Llévalo con la caja, estará mejor hasta que lleguemos al apartamento.

Sara: Bien. —Le asienta dedicándole una aliviada sonrisa.— Tranquilo pequeño, ya no estarás aquí solo. Te vienes con nosotros. —Sujeta la caja con cuidado poniéndose en pie. No pudo evitar sonreír cuando el perrito dejó de llorar y estaba notablemente calmado.—

Leo: A Lara no le va a gustar esto. —Le dice sarcástico, aunque es evidente de que también era cierto.—

No muy lejos de donde se encontraban, estaba cerca el local de Starbucks, de donde salía Alex con sus dos amigas.

Alex sabía que no estaba cumpliendo con la promesa que le había hecho a su hermana, así que apurada se dispuso a ir a la parada de autobús.

Se despidió de sus amigas, y ella sola decidió irse.
Todo iba bien, hasta que tres tipos con un dragón púrpura tatuado en sus brazos le cerraron el paso.

Fong: ¿A dónde vas, niña? —Pregunta indiferente.—

Alex: E-em... A la parada de autobús. Si sois tan amables, ¿me dejáis pasar? Gracias. —Trató de librarse de aquellos tipos, pero apareció un cuarto tipo bastante alto llevando unas gafas de sol.—

Hun: No vas a ir a ninguna parte, niña. —Le concluye indiferente.— Cogedla. —Ordena a los otros tres tipos.—

Alex: Bueno, ¡pues hasta luego! —Echó a correr hacia la dirección contraria, pero dos de aquellos tres tipos reaccionaron a tiempo, y la detuvieron en el intento de huir.— ¡No, soltadme!

Hun: No te haremos ningún daño, niña, a menos que nos obligues. Así que, o te portas bien, o nos veremos obligados a castigarte, y te aseguro que no vas a querer esa opción. ¿Entendido? —Le pregunta amenazante.—

Alex: —Asustada se vio obligada a asentar ante su amenaza.—

Poco más tarde, en casa de Nora todo estaba medianamente tranquilo.

La rubia estaba cada vez más nerviosa de que pasaban los minutos, y su hermana pequeña no volvía.

Y más aún cuando su madre se acercó a ella para preguntar sobre la pequeña.

Janice: Nora, ¿dónde está Alex? —Le pregunta preocupada.—

Nora: Eso me gustaría saber a mí. Le he mandado ya tres mensajes, y ni siquiera los ha visto. —Le responde igual de preocupada.—

Janice: Esto no me gusta, no me gusta nada. Está tardando demasiado. —Responde aún más preocupada.—

William: ¿Qué pasa? —No pudo evitar meterse en la conversación como estaba escuchando a su esposa.—

Nora: Es Alex, está tardando en volver. —Le dice rascándose la nuca.—

William: ¿No te contesta a los mensajes? —Le pregunta.—

Nora: Ni los ha visto. No entiendo nada. —Responde preocupada.—

Janice: ¿Vosotros la habéis visto irse? —Le pregunta a sus dos hijos.—

Liam: Yo no, no he visto nada. —Responde sin darle importancia a la situación.—

Nora: Tú estabas en casa cuando se fue, Liam. —Le dice mostrándose molesta por su poca relevancia en el asunto.—

Liam: Y tu la has visto irse, se fue delante de tus narices y no hiciste nada. —Le responde irritado.—

Nora: Tendrás cara... —Le responde molesta.—

Janice: Basta ya, los dos. La situación es que Alex no ha vuelto. —Les dice seriamente deteniendo la discusión de ambos hermanos.—

William: Nora, llama a Alex, a lo mejor no ha querido contestar. —Le dice a su hija tratando de mantener la calma.—

Nora: Vale. —Asienta soltado un pesado suspiro. Sacó su móvil, y rápidamente llamó a su hermana pequeña.—

Los cuatro estaban esperando a muerte a que Alex contestara la llamada.

Y así fue.

Pero no era su voz.

No era Alex...

Hun: Lo siento, pero la mocosa no está disponible ahora mismo.

Nora: ¿Qué? ¿Quién es? ¿Dónde está Alex?

Fuera de la conversación, Liam le dijo a su hermana que pusiera la llamada en manos libres.

Así fue, y la llamada continuaba.

Hun: Quiero hablar con el capitán de Policía. Si no hablo con él, me temo que la pequeña no saldrá bien parada.

Los cuatro se miraron entre ellos.
Y William no iba a quedarse callado.

William: Aquí estoy. ¿Dónde está mi hija?

Hun: Escúcheme bien, capitán. Es usted quien ha puesto a su hija en peligro.

William: No sé a qué te refieres. Pero como le toques un pelo, iré a por ti con toda la policía. Y no es ningún tipo de farol.

Hun: Claro que lo sabe. Usted lleva tiempo persiguiendo mis bandas, las de la ciudad, y las de Asia. Y no lo voy a consentir más. Así que: Deje a mis bandas, y su hija estará bien. Si no me hace ningún caso, iremos por su otra hija también. Queda advertido.

La llamada se cortó, y los cuatro se quedaron completamente atónitos.
Pero Liam tuvo que romper el silencio.

Liam: Espera, ¿por qué dice de ir por Nora y no a por mi? ¿Es que no importo nada? —Pregunta incrédulo.—

Nora: Liam deja de ser estúpido, ¿quieres? —Le pregunta molesta a la vez que angustiada por la situación.—

Janice: Oh, no... ¿Y ahora qué? —Pregunta llena de angustia. Para tratar de calmarse, tuvo que sentarse en una de las sillas del salón.— ¿Y ahora qué hacemos, William?

William: —Casi ni sabía qué hacer. Se sentía totalmente culpable. Pero debía actuar, de alguna manera.— Volveré al trabajo, y junto a una patrulla iremos a buscarla. Ese tipo no se saldrá con la suya.

Nora: Ese tipo mencionó que llevas tiempo yendo tras sus bandas. ¿De qué va esto, papá? —Le pregunta con confusión.—

William: Cariño, sólo hago mi trabajo. Pero soy consciente de que esto es por mí culpa, y voy a solucionar esto. —Concluye seriamente.—

Nora: —Al escuchar a su padre, no pudo sentirse más culpable de lo que se sentía. Entonces, una idea loca pasó por su cabeza.—

Sin decir ni una palabra, se fue al despacho de su padre.
Como la otra vez, entró con facilidad.

Supo de un cajón del escritorio que requería una llave para abrirse.
Fácilmente, encontró la llave por el escritorio, y abrió el cajón.

En el cajón se encontraba una pequeña pistola, un revólver.

Desde luego, no iba a decirles nada a sus padres.
Se escondió el arma por la cintura del pantalón, y sin decir ni una palabra salió de la casa.

Evidentemente, sus padres se dieron cuenta, incluso de que Nora se llevara el arma.
Así que William no perdió ni un segundo más, y fue  al departamento de policía.

Sara: ¡Hey, Lara, Raph! —Exclama llamándolos al entrar en el apartamento junto a Leonardo.—

Lara: —Salió de la habitación terminando de ponerse el pijama.— ¿Qué hacéis aquí? Os dije que avisárais. —Les dice molesta.—

Sara: Leo te ha mandado dos whatssaps y no has contestado.

Leo: ¿Interrumpimos algo? —Pregunta incrédulo con una sonrisita, sabiendo la respuesta.—

Lara: Nah, pero un minuto antes sí. —Le responde sarcástica.— Espera, ¿qué llevas ahí? —Le pregunta a Sara señalando la caja de cartón.—

Sara: Me alegra que lo preguntes. —Le responde con una sonrisa, y se arrodilló en el suelo para dejar la caja, y abrirla.— Tachán.

Lara: —Se sorprendió de ver aquel perrito en la caja. Era evidente que a simple vista el animal estaba abandonado.— Oh, déjame adivinar: ¿Me lo voy a comer con patatas, verdad?

Sara: Nada de eso. Yo me voy a encargar de él, pero necesita un hogar. 

Lara: La guarida es el triple de grande que el apartamento, lo suficiente como para que se pierda. —Le responde sarcástica.—

Sara: Venga, Lara, no seas así. ¿No te da pena? —Le pregunta mirando con lástima al animalito.—

Raph: ¿Qué pasa aquí? —Pregunta al escuchar a ambas hermanas, y la respuesta la tuvo nada más ver al perrito en la caja.— Vaya.

Lara: Entonces, ¿lo vas a estar cuidando tu? ¿No me voy a tener que comer el marrón? —Le pregunta cruzándose de brazos.—

Sara: ¿Qué parte de "yo me voy a encargar de él" no entiendes? —Le pregunta frunciendo el ceño.—

Lara: Vale, a ver si es verdad. —Le responde.—

Justo en ese momento, alguien golpeó tres veces la puerta, y alguien les estaba pidiendo ayuda a las chicas.

Era Nora.

Tanto las chicas como los dos hermanos tortugas reaccionaron con sorpresa, pues desde luego nadie se esperaba la inesperada visita de la rubia.

Lara: Los dos, a la azotea, ya. —Les mandó a Leo y Raph casi en un susurro, y ambos no tardaron en desaparecer.—

Sara: Tranquila, Nora, ya vamos. —Rápidamente se dirigió a la puerta, y le abrió a la rubia.— ¿Qué pasa?

Nora: —Entró en el apartamento, y las miró atentamente.— Han secuestrado a mi hermana.

Sara, Lara: —Las dos reaccionaron inesperadas, compartiendo la misma mirada de preocupación.—

Sara: ¿Con qué motivo? —Le pregunta preocupada.—

Nora: Según aquel tipo, mi padre lleva tiempo persiguiendo a sus bandas asiáticas. Y le dijo que si mi padre no se detenía, me secuestrarán a mi también. —Le responde angustiada.—

Lara: Vale, cálmate. Iremos a por ella.

Nora: ¿Qué me calme? Es todo por mi culpa, yo permití a mi hermana que se fuera hoy. —Responde angustiosa.—

Sara: Tranquila, Nora, la rescataremos. —Le dice tratando de calmarla.— Pero antes, ¿nos disculpas un momento? Tenemos que hacer unas llamadas, y aquí no hay mucha cobertura.

Nora: Está bien. —Le responde soltando un angustioso suspiro.—

Las dos hermanas subieron rápidamente a la azotea, y les contaron la situación a Leo y Raph.

Sara: Entonces, ¿sabéis de quién se trata? —Les pregunta.—

Leo, Raph: —Ambos se miraron entre ellos, y al escuchar sobre las bandas asiáticas, lo dedujeron.— Hun.

Leo: Bueno, es muy probable. —Dice seriamente.—

Sara: ¿Es ese líder de los dragones púrpura? —Pregunta.—

Raph: Sí, el mismo.

Lara: Bien, vamos a partirles en dos. —Concluye dando por entender de que van a ir por ellos.—

Leo: Alto ahí, ninguna de las dos irá. —Apuntó deteniendo a ambas.—

Sara: ¿Qué? ¿Por qué? —Pregunta confundida.—

Leo: Los dragones púrpura están compinchados con Shredder. Y él sabe de vosotras desde la invasión. Así que bajo ningún concepto vamos a permitir que os infiltréis para que Shredder os atrape. ¿Lo entendéis? —Preguntó concluyendo seriamente.—

Lara: ¿Y qué sugieres, intrépido? —Le pregunta seriamente, cruzando los brazos.—

Leo, Raph: —Ambos se miraron pensativos. Y estaban comúnmente de acuerdo en quién era el indicado para actuar en esta situación.—

Leonardo llamó a uno de sus hermanos, comunicándole que necesitaban su especial ayuda.

Sí, sabían que Nora iba a descubrir de la existencia de uno de ellos, aunque estaban convencidos de que tarde o temprano iba a suceder.

Tras unos casi diez minutos, Donnie se reunió con las chicas en la azotea, justo cuando Sara estaba subiendo junto a Nora.

Lara: Hey, D, gracias por venir. —Le agradece.—

Donnie: De nada, supongo. Bueno, ¿de qué se trata ese favor exactamente? —Le pregunta.—

Lara: Que te lo cuente la rubita. —Le responde dirigiendo la mirada hacia Sara y Nora, ya en la azotea.—

Nora: —Al ver a la tortuga mutante, no pudo evitar llevarse un gran susto, y soltar un pequeño grito. Y rápidamente sacó la pistola para apuntarle.—

Donnie: —Gritó también del susto, sobre todo por ser apuntado con una pistola por la misma chica. Ante la situación, se escondió por completo dentro de su caparazón.—

Sara: Hey, tranquilos, todo está bien. —Dijo tratando de calmarlos.—

Lara: Oye, ¿de dónde rayos has sacado esa pistola? —Pregunta.—

Nora: Del despacho de mi padre, creí que la iba a necesitar. —Responde sin dejar de apuntar a la tortuga con el arma.—

Lara: Jolín, con el capi... —Dice sarcástica.—

Sara: Nora, no tienes de qué asustarte. Es amigo nuestro, y va a ayudarte a rescatar a tu hermana. —Le dice serena tratando de razonar con ella.—

Nora: ¿Me tomáis el pelo? —Pregunta incrédula aún con la expresión de sorpresa, y dirige la mirada hacia la tortuga.—

Donnie: —Dejó de esconderse con cautela, y viendo a la chica con cierto miedo.—

Nora: Vale, no me estáis tomando el pelo... —Susurró soltando un suspiro, y guardó el arma.— ¿De verdad me va a ayudar a encontrar a mi hermana?

Sara: Puedes estar segura de ello. ¿Confías en nosotras? —Le pregunta seriamente.—

Nora: —La miró sin decir nada por unos instantes. Sabía que necesitaba más tiempo para confiar totalmente en Sara y Lara. Pero en estos días, demostraron ser de completa confianza, así que no lo iba a negar.— Sí, confío en vosotras.

Sara: Bien, pues tienes que confiar en él también. ¿De acuerdo? —Le pregunta seriamente.—

Nora: —Miró a la tortuga, y si las chicas confiaban en él, no le quedaba otra que confiar en él.— Está bien, vale.

Donnie: Entonces será mejor que nos vayamos enseguida, si queremos rescatar a tu hermana lo antes posible. —Le dice seriamente.—

Nora: —Dudó por unos segundos, pero le daba la razón a la tortuga, no quería perder más tiempo.— Está bien. 

Sara: Mucha suerte, y llamad si necesitáis más ayuda. —Les dice con preocupación.—

Donnie: De acuerdo, vamos. —Empezó a alejarse corriendo por las azoteas.—

Nora: ¡Oye, espera! —Le exclama tratando de seguirle.—

Lara: ¿Crees que ha sido buena idea que conozca a Donnie? —Le pregunta seriamente a su hermana.—

Sara: Bueno, tarde o temprano iba a ver a las tortugas, y esta ocasión lo requería. Solo podemos esperar, y ver como se resuelve esto. —Concluye seriamente.—

Siento que este y el anterior capítulo se me queden más largos de lo que me gustaría. Pero ya he reducido todo lo que he podido. 

Aún así, disfrutad a tope. 😉💚

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