Capítulo 18: Rosa y rojo

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HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE LAS ESTRELLAS

CAPÍTULO 18: ROSA Y ROJO

Buscamos a Mareritt por todas partes durante la convención, sin encontrarlo a solas ni un momento, pues un grupito de jóvenes (entre ellos las niñas que me tomaron las fotografías) no lo soltaron ni un segundo, hasta que se fue en la misma camioneta que se estacionó detrás de nuestro auto.

Chase ocultó su decepción detrás de una máscara de enojo, alegando que por esas razones no le gustaban los niños (ignoró que, más bien, eran preadolescentes). El resto de nosotros lo animamos acercándonos a improvisar con el resto de las canciones y a comprar comida y objetos de decoración en los puestecitos.

Colombres era una ciudad pequeña, por no decir que un pueblo chico, así que volveríamos a tener el placer de encontrarnos con Mareritt algún otro día. Esa tarde, en cambio, nos centramos en divertirnos y en conocer a diferentes personas (o reencontrarnos, ya que James y yo vimos a muchachos que estuvieron en la presentación de primavera que "Claveles rojos" dio el año anterior).

De regreso a casa, yo llevaba una almohada de casi un metro de mi personaje favorito (Jean Kirschtein), Chase un set de calcamonías y James un juego de plumas con olores de frutas y pasteles. Fue divertido y nuevo.

—Presiento que me aventarás de la cama, por dormir con eso —Tambor "celoso" era muy chistoso. Al reunirnos frente a la fuente de la "Casa de Ladrillo", se sonrojó al verme llegar con semejante compra, aunque no tanto como Hikaru, que vio a YoungSoo llegando con dos.

Chase rogó que no nos pusiéramos cursis, al deducir lo que yo diría, así que no lo hicimos. Resultó un día cansado para él, después de todo. Ni siquiera se forzó en mentir al decirnos que aprendió la coreografía de la canción porque Aira le dijo que era la favorita de su primo.

Una vez en nuestro hogar, el resto de nuestros amigos ya estaban subiendo los escalones del porche. Dean pareció aliviado al vernos y no dudó en correr hacia nosotros. Casi resbaló por un charco.

La lluvia había parado hacía poco más de una hora y el patio delantero estaba iluminado con unas luces de jardín que alumbraban el caminito de la casa hasta la rejita cercana al portón.

—No me vuelvan a dejar con TaeYang y YoungSoo en un espacio tan chiquito, por favor —su pedido hizo que los mencionados se quejaran. Su relación evolucionó de "ex" a amigos que se molestan con cosas del pasado—. Si no fuera porque el camino era corto, me hubiera vuelto loco —no quise ni imaginar qué tanto discutieron, como para que él se quejara. Era poco común.

Al estar dentro, nos organizamos para darnos una merecida ducha con agua caliente y elegimos qué pedir para cenar, al estar agotados para cocinar. Decidimos alitas y dedos de queso, ya que no había muchos restaurantes que tuvieran servicio a domicilio. En Colombres, ni siquiera brindaban acceso a aplicaciones que ofrecieran transportarte hasta tu destino y muy apenas había taxis.

Cuando salí del baño de la habitación que compartía con James y él entró, yo fui quien llamó al local y esperé en la planta baja hasta que llegara el repartidor. La sala era de los lugares compartidos más calentitos de la residencia, de todas formas. Dejamos los muebles de los Ainsworth y pusimos cobertores para cobijarnos por las noches.

Desde la estancia, escuchaba a mis amigos charlando con sus parejas de todo y de nada. No les presté atención al no ser una conversación para mí y me acurruqué debajo de una de las mantas mientras repasaba todo lo que sucedió en la convención.

Dalila de los Senderos, el alma gemela de Chase, encontró el camino de regreso a donde pertenece, ahora como Mareritt Aren. Como reaccionó él, pareció habérselo tomado muy bien y hasta pareció aliviado de no haberse hecho ideas en vano, con tanto que lo mencionamos en los últimos meses; es decir, ¿cómo no estaría feliz, si halló a quien tanto estuvo buscando por todas partes?

—Los señores Maine son cazadores —sus palabras de hace días resonaron en mi cabeza—. (...) Si se enteran de la existencia de vampiros y demonios, nos querrán atacar y, a menos que se tomen bien la noticia, tendremos que defendernos.

¿Defendernos de un ataque humano?

No sería justo para ellos. Aun si supieran nuestros poderes y usaran todas las armas que tuvieran a su disposición, perderían, saldrían heridos o peor, muertos.

Los Sallow éramos de los clanes más poderosos, por no decir que el número uno. Si estuviéramos en una batalla contra ellos, no escaparían sanos de ahí por muy pacíficos y considerados que fuéramos.

Ambos con flautas transversales que manifiestan en los momentos claves, TaeYang y Dean complementan sus poderes a la hora de la acción, así que acabarían con ellos, mientras que uno invoca la ilusión del mayor deseo de la víctima y el otro la lleva hasta la trampa a través de una canción que tocaban a la par; YoungSoo usaría su arco y flechas paralizantes, Hikaru nos ayudaría a curar más rápido nuestras heridas, James defendería en su forma demoniaca y, cuando entráramos en escena Chase y yo, todo acabaría al influir en las emociones y actos de los demás.

Demostrar que Aira estaba viva era lo más fácil, a grandes rasgos, para que no sufriera nadie más; no obstante, ¿qué pasaría cuando la quisieran para ellos?

—No podemos perderla —susurré. Inconscientemente, me puse de pie y comencé a caminar alrededor de la mesita central para ordenar mis ideas—, no cuando es la única Lawson. Volverá a ser de ojos amarillos, si se aleja de Iris o Karlav...

Mi mente me llevó a preguntarme si sus lazos familiares la mantendrían cuerda hasta que halláramos a Crystal.

—No —me respondí yo mismo, interrumpiendo mi divagación a medio camino.

Dejarla ver a sus seres queridos envejeciendo poco a poco era mucho más cruel, ¡y yo no perdería a Mareritt! Incluso si aceptan a una Aira vampiresa devuelta en la familia, Aren se iría de igual forma... A menos que rechazara la mordida, como Hayden lo hizo, y Chase acabe renunciando a la vida eterna para vivir con él, como un humano.

Sonreí con tristeza ante ese escenario mental. Por supuesto que haría eso por él, ¡era la reencarnación de Dalila!

Por Orión. ¿En qué momento nos ahogamos en un vaso de agua?

El llamado al timbre me sacó de mis pensamientos.

Me asomé desde detrás de las cortinas para confirmar que era el pedido y no me detuve a cuestionarme cómo no escuché el motor de la motocicleta del repartidor.

—¡La cena llegó! —Grité al salir a recoger el pedido. Le pagué y sonreí como agradecimiento al hombre, ignorando lo que pudo haber sido una expresión encantada por verme.

Cerré la reja y la puerta con llave con rapidez y dejé nuestros pedidos sobre la barra de la cocina, antes de correr por la cobija que usé antes. Aún no me secaba el cabello, así que la sensación del cambio de temperatura con el exterior me heló hasta los huesos.

Dean y TaeYang fueron los primeros en bajar y me ayudaron a acomodar platos, vasos y servilletas por la mesa del comedor.

—Estoy feliz de haber hallado al causante de los sueños extraños de chefcito... Porque lo es, ¿no? —hablaron entre ellos en lo que yo fui a la cocina para sacar el aderezo y acercar la jarra de agua y caja de jugo.

—Es lo más probable. Su historia se parece y tendría mucho sentido, ¿no lo crees? Las estrellas tuvieron que haber hecho de las suyas para que dejara de ser un amargado —rieron—. Lo que no sé es si se vieron en sus sueños, antes de hacerlo hoy. No me quiere decir.

La mención de ese detalle me hizo detenerme en el marco de la puerta. Tae tenía mucha razón. A parte de él, no dudo que otros más le hayan preguntado ese detalle.

—Lo haya hecho o no, considero que es algo que querrá guardárselo para sí mismo —alcé la voz al caminar hasta su encuentro—. Si es que sucedió, a lo mejor no pensaron que sería tan repentino su encuentro o, más bien, Mareritt no lo imaginó así... —Dudé que hubiera pasado, puesto que Chase no despertó desesperado en encontrarlo, como creí que lo haría. De hecho, durmió hasta muy tarde esa mañana.

Los muchachos faltantes se unieron a nosotros cuando acabamos de acomodar todo. Las parejas usamos los pijamas combinados que nos hizo Hikaru y chefcito se puso un mameluco con estampado de vaquita muy suave.

—¿Esto puede considerarse como que formas parte del ganado de Mareritt? —YoungSoo carcajeó por la pregunta que hizo su esposo, el resto se le unió. Yo tardé en comprender el chiste por desconocer la expresión que, lo más seguro, les enseñó Víctor.

—Con que no le pongan los cuernos. Eso sería muy triste... —Dean se quedó callado, sirviéndose de las alitas con salsa búfalo que encargamos para algunos. Otros comerían con salsa BBQ o mango habanero—. ¿Ha pasado alguna vez? Que un destinado le sea infiel al otro.

Negué a la par que la mayoría al no estar enterados.

—Alguna vez tuvo que haber pasado, sin duda —James respondió, haciendo que el pobre Spinster se tensara a media mordida de su alita—. Hay personas a las que les da miedo el compromiso o que no saben demostrar sus sentimientos. No creo que haya infieles durante la unión, ya sea noviazgo o matrimonio; en el lapso de conocerse es otra historia muy diferente. Le son infiel al destino, no a la persona por no tener un título formal.

Casi como cualquier persona que se enamoró de alguien más que no es su destinado.

—En ese caso, esperemos que no le dé miedo lo que puede llegar a sentir por Chase... ¡Aun si tú eres la estrella de rock, no sigas tu imagen de "famoso rompecorazones" con él! —Le advirtió al mencionado.

Se defendió diciendo que no sería así. A sus pocas parejas sexuales del pasado les dejó muy en claro que era algo de una noche, aparte de ser humanas que conoció en esas mismas veladas.

Yo comí en silencio, ignorando la mayoría de los chistes y las quejas, para volver a concentrarme en cómo rayos evitar que los Maine reaccionen mal ante nosotros. Deseé con todas mis fuerzas que con ver felices a los primos fuese suficiente para aceptar el destino de ambos y, como comentó James antes, que se limitasen a creer en que "los papás envejecen más rápido que los hijos".

El lazo dorado de Mareritt vibró como la cuerda de una guitarra y me hizo sonreír un poco. Lo tomé como un "no te preocupes".

Mi esposo y yo nos quedamos abajo para limpiar los platos sucios, advirtiendo que al día siguiente serían YoungSoo y Hikaru. Desde que nos mudamos, nosotros nos hicimos cargo de la limpieza y comenzó a ser cansado, habiendo tantos hombres adultos.

—Nuestro hilo me dice que has estado muy pensativo estas horas —me dijo, secando sus manos con una toalla para cocina con gatitos bordados. Lo imité—. Los hilos son muy chismosos.

—Mi almohada de Jean es menos metiche que tú —me burlé, acercándome hasta él para rodearlo con mis brazos. La calidez de su cuerpo me cubrió en el instante en que también me abrazó—. Me he estado preguntando cosas sobre Mar y chefcito. Estoy preocupado, eso es todo. No quiero que nadie salga lastimado.

—Son una familia demasiado unida, según Aira —susurró para tranquilizarme y apoyó el mentón en mi cabeza para evitar que me fuera lejos—. No creo que quieran hacer algo que los haga infelices y, si todo va bien, Mareritt no querrá a Chase lejos —de la otra Maine no nos preocupábamos porque ella quería seguir con nosotros.

Rosa, rosa, rosa.

El rosa enamorado de James siempre hacía que me regocijara de felicidad.

Decidí creerle en el momento en que se apartó para verme a los ojos y luego besarme. Su simple presencia era el apoyo que quería a mi lado.

Nos fuimos a dormir cuando el reloj marcó las once, agotados por todo lo ocurrido y con algo de frío en los pies. Come pude, metí a la cama la gran almohada después de haberla desinfectado y me acurruqué en ella, mientras que James me abrazó por detrás.

No se quejó por darle la espalda al decirle que lo amo.

A la mañana siguiente, al haberse ido TaeYang con Dean a correr y Hikaru y YoungSoo a comprar telas nuevas para el proyecto "bebé en camino", título que le dio mi mejor amigo al trabajo de su esposo en el que comenzaría a trabajar en la ropa para el pequeñín que tendríamos muy pronto en la familia, los demás nos arreglamos para salir a un centro comercial nuevo.

—Comienzo a creer que soy como su cáliz de cuidar a un niño —Chase comentó, al darse cuenta de que se quedó con nosotros, otra vez—. Es una señal para que me adopten a mí y no tengan engendros del mal.

—¿Estás dispuesto a llamarme "papá"? —Preguntó James, fingiendo considerarlo. Carcajeé.

—Puedo llamarte "papi", si quieres —mi risa se detuvo tan rápido como comenzó y me limité a hacerle un gesto para hacerle entender que lo estaría vigilando.

Mi esposo se burló comentando que fue el karma por haber preferido abrazar a un personaje ficticio, antes que a él. Young y Finn tuvieron que haberle contagiado lo dramático.

Desde antes de despertar, sentía el lazo de Mareritt inquieto, tirando cada cierto tiempo e imposibilitándome contactarme con él para averiguar qué diablos le pasaba. No era algo malo porque lo habría descifrado con ayuda del hilo negro, solo intranquilidad física y, quizá, un poco mental.

Me ajusté mi abrigo color calabaza, acomodé el cuello de mi camisa para que no se viera desordenado y me puse mis guantes, justo antes de recibir un besito en la mejilla derecha por parte de mi pareja. Me quejé con falsa molestia y me apuré a tomar su mano al ver que nuestro amigo se encargó de abrirnos la puerta.

James, a diferencia de mí, no se complicaba demasiado en combinar lo que usaba cuando eran salidas casuales; se limitaba a usar colores neutros, en especial los tonos tierra. Chase siempre mezclaba algo blanco con algo de color, como esa vez que se puso un chaleco verde sobre una sudadera gruesa blanca.

Al estar de pie en el porche y esperando a que chefcito cerrara con llave, una presencia a varios metros de distancia hizo que me girara hacia la entrada de la residencia con el ceño fruncido. Los otros también se percataron y dieron media vuelta para estar atentos. Casi nadie pasaba por nuestra calle a pie.

—Más allá de la casa de los Lynx —mi esposo dijo, yo asentí.

Los pasos se fueron acercando a la par que Chase bajó los escalones y se dirigió hasta la rejita para echar un vistazo. Le seguimos al instante, después de yo sentir un tirón del hilo dorado del muchacho Maine tan fuerte que hasta mi cuerpo tambaleó, como si en verdad fuéramos unidos por algo palpable. Tambor me sujetó a tiempo para no caer y contemplamos la espalda del contrario tensarse a la par que los pasos se apresuraron.

Comprendimos al instante.

Mareritt corría hacia nuestra dirección o, mejor dicho, pasaría frente a nosotros.

Vistiendo un conjunto deportivo negro con una franja roja cereza y el cabello recogido en una coleta mal hecha, Mar pasó de largo con apenas un intercambio de miradas que no duró ni un segundo.

Pareció estar haciendo lo mismo que Dean y TaeYang, simple ejercicio, o el calentamiento que su prima siempre hacía antes de encerrarse en su habitación para bailar, al carecer de pista de patinaje permanente en Abaddón.

—¿Se fue...? Ah, no. Viene de regreso —volvió a hablar el príncipe.

El tirón emocionado y muy nervioso del lazo del Spinster me hizo sonreír y me hice espacio entre ambos, dispuesto a improvisar e interrumpir al joven para que se detuviera y pudiéramos hablar por "coincidencia".

Mis intenciones desaparecieron al verlo pararse por su propia cuenta frente a nosotros.

Mareritt Aren Maine Adamsen, el patinador ganador del oro desde los trece años y sonrisa radiante, pasó su mirada de hielo con apuro entre los tres, deteniéndose apenas se topó con la del Spinster. Su respiración y latidos estaban acelerados por la actividad física y pareció confundido al topárselo tan pronto.

También nos vio a nosotros, a la casa detrás de nosotros, más bien, y generó una mueca que no dejó nada a la interpretación. A pocos kilómetros de la residencia Sallow, antes Ainsworth, se encontraron sin vida los cuerpos de los amigos de su prima y, en su mundo, ya éramos sospechosos por simple coincidencia.

Su aura divagó entre índigo curioso, gris escéptico y amarillo indeciso.

Yo quise golpear mi frente al no darme cuenta de semejante detalle.

—Eres el muchacho bonito de ayer —fue lo primero que dijo contra cualquier pronóstico y elevó muy apenas la comisura de sus labios en una sonrisa pequeñita—. Lamento por jalarte de la nada a la pista, fue la emoción. Siempre quise bailar esa parte con alguien... ¡Al menos te sabías muy bien el baile! Tuvimos suerte de no pasar un momento incómodo.

Pensé en decirle a James que nos fuéramos al notar a Chase sonrojado.

—Mucho gusto. Soy Mareritt Maine —se presentó, volviendo a interrumpir mis intenciones y aun sabiendo que pudimos saberlo por el pequeño escándalo que hubo en la convención y las noticias—. Nos mudamos hace poco. Justo estoy conociendo un poco de Colombres, mientras corro.

Sonreí para dar ánimos a mi integrante y le palmeé la espalda.

—Qué gracioso. Nosotros también nos mudamos hace casi nada, como una semana —tanteé y creí que debería ganarme un premio a la mejor actuación del año al ver su aura bajar de intensidad ante esa información. No, no somos malas personas—. Soy Scorpius Sallow y él es mi esposo, James Miracle —los dos hicieron un gesto con la cabeza como saludo.

—A ustedes también los vi en la convención —su acento era mucho más marcado que el nuestro y muy lindo. Tiró del cuello de tortuga de su camiseta para acomodárselo y noté lo ceñida que era a su torso, sin mangas y dejando a la vista su trabajada silueta. Fue mi turno de sonrojarme y carraspeé—. Unas jovencitas les estaban tomando fotos.

—¡Esos mismos! —Mi esposo tuvo ganas de reírse cuando recurrí a él al avergonzarme. No era de los que temían en ocultar la primera impresión que tengo de las personas; sin embargo, la belleza de Mareritt pareció haberme atontado unos instantes—. Ojalá nos veamos por ahí.

El patinador asintió con amabilidad y volvió a dirigir su mirada a la de Chase, esperando a que hiciera el intento de hablar, que nosotros le dijéramos que era mudo o que no entendía español. Él pareció aún más afectado por su belleza una vez dejó de lado la imagen de "famoso rompecorazones", como dijo Dean, por una expresión más perdida.

Chase, Chase, Chase.

—Me gusta mucho tu voz.

Mi esposo y yo tuvimos que soportar las ganas de burlarnos ante las primeras palabras del pobre demonio. Más que por respeto, fue por acordarnos que nos pasó lo mismo en algún momento de nuestras vidas, en especial a mí.

Aren se sorprendió un poco y luego rio. Su aura cambió a rojo pasional y rosa sincero, dejando en segundo plano a los demás colores. Deseé no haber visto eso.

—¿En verdad? —Asintió sin dudárselo ni un pequeño instante—. Yo siento que sueno como estúpido porque debo de detenerme a pensar cada palabra. Las conjugaciones son horribles y, aún peor...

—El doble sentido y los refranes —completó.

—¡Sí! Exactamente eso —se quedó callado unos instantes y pareció pensárselo un poco—. Creo que eso ya lo había dicho antes. ¿Habrá sido un déjà vu?

—Soy Chase Spinster —se presentó, por fin.

James y yo intercambiamos miradas al sentir como si sobráramos ahí, sin saber cómo irnos o cómo hacer que ellos se fueran a pasar algo de tiempo juntos.

—Chase Spinster —repitió Mar sin desviar sus ojos y se sonrojó hasta las orejas al haberse dado cuenta de un detalle demasiado evidente. Los latidos de su corazón se aceleraron tanto como los del mencionado—. Sé que ya lo dije ayer, pero encantando de conocerte. Espero que nos podamos ver y...

—¿Por qué no salen? —Preguntó James, ganándose mi línea al creer que el patinador se iría tan pronto. Nuestro integrante se volteó a vernos muy lento con los ojos bien abiertos y los labios apretados en una línea—. Scorpius y yo iremos a hacer unas vueltas y cheese no quería acompañarnos —otro excelente actor.

—¿Cheese? —Repitió, divertido por el apodo y la obviedad de mi marido.

—El apodo que tengo con mi hermano —se limitó a responder el pobre implicado.

—En ese caso, cheese —lo disfrutó de sobremanera, pronunciando cada sílaba con lentitud y gozo—, no tengo ningún problema en salir contigo; no obstante, ahora estoy corriendo. ¿Quieres acompañarme? Puedo esperarte a que te cambies —felicité por nuestro lazo al Miracle por ser tan directo. Gracias a eso, podrían tener una cita—. O puedes pasarme tu número y esperarme poco más de una hora para que pueda ir a casa para bañarme y cambiarme.

—¡Claro!

Así fue cómo intercambiaron números telefónicos y se despidieron con un torpe ademán. Se veía venir una extensa plática entre esos dos que, por más que nos hubiera gustado escuchar, no era de nuestra incumbencia.

—Hablaré con ustedes después —nos advirtió apenas el Maine estuvo lo suficiente lejos. Se giró hacia nosotros y nos vio con el ceño fruncido—. ¡No son mis padres, como para que me estén organizando una cita! Es más, ¡ni ellos habrían hecho eso! Era broma lo de decirle papi a James.

—No te quejes, señor "me gusta tu voz" —amenacé de igual manera—. Ve a vestirte mejor y a emocionarte como adolescente hormonal en tu recámara porque tienes el teléfono de tu crush. Aquí es donde agradezco no ser cambiante para no olerte.

—Sí, sí. Lo que digas.

A pesar de su tono fastidiado, noté la sonrisita en su rostro al volver a la casa para esperar a que llegara la hora de su salida improvisada. James y yo nos fuimos por nuestro lado para seguir con los planes anteriores y, por supuesto, mandamos audios larguísimos al grupo de chat que teníamos con todos nuestros amigos para contarles todo con lujo de detalle. 

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