Hijos de los Delfines

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Dedicado a JmarieVelez

—Nunca tuve una oportunidad, ¿verdad? —me preguntó, mirándome con esos ojos violetas como si yo fuera la villana en nuestra historia. No lo era sólo estaba haciendo lo lógico en mi situación...

Quedándome con los dos; por un corto tiempo, por supuesto. Kastik por el dinero y la posición social, y él... porque mi corazón se aceleraba cada vez que me miraba; porque mi cuerpo hormigueaba con sus caricias. No, me quedaba con él porque no podía imaginar mi vida sin que estuviera a mi lado.

¿Pero cómo podría hacerle ver la verdad?

—Me casé con Kastik sólo en papeles. No significo nada para él y él no significa nada para mí. Tú, por otro lado... —Hice una pausa para acariciar suavemente su mejilla. La piel negra que lo marcaba como un nokteres era la razón por la que mi madre no nos quería juntos—. No hay nada en este helado planeta que me impida encontrarme contigo lejos de los ojos de mamá.

—Así que voy a ser tu amante —dijo Oderius, dándome una mirada tan fría que sentí unos dedos helados apretar mi corazón.

¿Por qué estaba actuando de esa manera? Los Delferis no eran posesivos con sus compañeros de cama, entonces, ¿por qué se comportaba como nuestros enemigos amantes de los árboles?

—Ser mi amante no es algo malo. ¿Qué…?

—Te quiero para mí y solo para mí —Cerró los ojos y respiró hondo—. ¿No lo ves? —Otra pausa que se sintió como una eternidad y luego sus gruesos labios se movieron de nuevo—. Te amo, Bleis. No puedo soportar verte con otro macho.

Me quedé fría. ¿Estaba poniendo nuestra relación en peligro por unos sentimientos inducidos por sustancias químicas que su cuerpo creó?

—Has estado espiando a los Samerkteus por tanto tiempo que te estas contagiando con sus ideologías —dije, apretando mis manos en puños y alejándome de él—. Hablaré con el Triunvirato para que te den unas vacaciones urgentes.

—¿Te confieso mis sentimientos y te alejas de mí?

Mi sangre corrió por mis venas como lava fundida y me mordí la lengua para mantener los insultos dentro de mi boca antes de volverme para mirarlo.

—El amor no es real; ¡es solo una ilusión creada cuando nuestro cerebro ordena la producción de dopamina! Incluso un niño conoce ese hecho —Respiré hondo y lentamente lo solté—. Continuaremos nuestra charla cuando comiences a hablar como un Delferi cuerdo —Enojada y luchando contra la niebla que se formaba en mis ojos, me volteé y dirigí a la puerta.

—¿Quieres que hable como los nuestros? ¡Perfecto! De esa forma no podrás negar mis sentimientos.

Mi mano se detuvo antes de alcanzar el panel de control de la puerta, pero me negué a mirarlo, no cuando mis lágrimas estaban a punto de derramarse por mis pálidas mejillas.

—Eres como el océano para mí, hermosa y peligrosa, pero siempre invitándome a hundirme bajo tus olas —Su voz comenzó a sonar dura y mordaz, pero con cada palabra que rodó sobre su lengua, lentamente se convirtió en miel—. Te necesito a mi lado como necesito aire para respirar. Mi cuerpo sufre por tu lejanía cuando estamos separados y los latidos de mi corazón se aceleran sólo con la perspectiva de verte.

De la nada, sus manos agarraron mi cintura haciéndome dar un pequeño grito. ¿Cómo, en nombre de la ciencia, me había alcanzado sin que me diera cuenta?

—Eres el único que puede derretir mi frío corazón, Oderius, pero sabes que nadie puede rechazar una orden de la matriarca de su familia... y ella no me dio otra opción — Parpadee la niebla restante de mis ojos y lo enfrenté usando mis manos para mantener las suyas alrededor de mi cintura.

Nieve sobre ónix. Una nevaris y un nokteres. Ambas razas eran hijas de los delfines y, sin embargo, la sociedad nos trataba de manera distinta debido a nuestro color de piel.

Era un hecho científicamente probado que mi raza, los nevaris, había evolucionado a partir de delfines nariz de botella albinos mientras que la raza de Oderius había evolucionado en su mayoría de orcas. La rareza de mis antepasados ​​dio una razón para que algunos entre mi gente se sintieran superiores al resto de la especie.

Mi madre era una de esas idiotas de supremacía blanca, lo cual era el motivo de mi situación matrimonial. Mamá quería que yo diera a luz a un bebé de piel blanca como la nieve del que ella pudiera estar orgullosa de llamar su nieto en vez de una criatura mezclada que mancharía su linaje de sangre pura.

¡Crasus prohíba que eso suceda!

Desterrando de mi mente el racismo de mi madre, me concentré en lo bien que se sentía ser tocada por mi nokteres. Solo sus manos podían calentar mi cuerpo, haciendo que secretara feromonas que solo alimentaban su apetito sexual.

Aparentemente Oderius leyó mi mente porque sus dedos se deslizaron bajo mi blusa y, mientras una mano permanecía sobre mis costillas, la otra llegó a mi espalda, acercándome más a su torso en el proceso. La mano en mi espalda comenzó a arrastrarse más arriba, buscando.

Contuve el aliento y agarré la tela elástica de su camiseta. Sabía lo que estaba buscando: mi rectia; el vestigio de la aleta dorsal de nuestros ancestros marinos y una zona erógena para nuestra especie.

Él quería algo y estaba tratando de usar el sexo como una moneda de intercambio. Al menos mi travieso amante estaba actuando como un Delferi normal otra vez.

La interrogante era: ¿de verdad quería que se detuviera?

Mi macho tomó ese momento de indecisión como una invitación a continuar y se inclinó sobre mí hasta que sus labios rozaron la curva de mi cuello. Su aliento me hizo cosquillas en la piel antes de sentir sus largos dientes cónicos mordisqueando el lugar mientras su mano frotaba mi rectia.

Comencé a gemir, pero en algún momento los sonidos se convirtieron en una canción de baja frecuencia que mi compañero siguió a coro. Sus manos me dejaron por un breve momento para desabotonarse los pantalones y liberar su miembro rígido. El falo ya estaba erecto y goteaba líquido preseminal como si suplicara ser tocado o utilizado.

Sin apartar mis ojos de su pene, me mordí el labio inferior antes de frotar la palma de mi mano contra su resbaladiza cabeza. Gruñó y apartó mi mano mientras el aire se llenaba con la característica risa en forma de clicks de nuestros antepasados.

Arqueé una ceja blanca.

Él rió más fuerte y luego bajó mis pantalones hasta quitármelos junto con mis panties. La rudeza de sus acciones me sorprendió.

—¿Me deseas? —Oderius me haló hacia su torso y comenzó a frotar su erección entre los labios mojados de mi vagina.

Otro gemido escapó de mí antes de asentir, deseándolo dentro de mí.

Un macho exigente y necesitado no era la costumbre de los Delferi, pero disfrutaba del cambio. A veces, ser dominado tenía sus ventajas.

Sin darme tiempo para reconsiderar mi respuesta, él me apoyó contra la puerta y levantó mi cuerpo para que envolviera mis piernas alrededor de su delgada cintura. Sus manos agarraron mis caderas para mantenerme en el lugar deseado y luego entró muy hondo dentro de mí, haciéndome cantar por segunda vez.

Se le pararon los vellos por toda su sedosa piel y un gemido escapó de sus gruesos labios mientras se deslizaba fuera de mí casi por completo para luego volver a entrar. Él me agarró con más fuerza antes de que sus embestidas comenzaran a tomar velocidad y profundidad. Gemí. El ritmo de sus caderas se hizo más demandante, empujándome contra la puerta con mayor fuerza y haciendo que la maldita cosa gritara en señal de protesta. Mis uñas llegaron a su espalda, dejando rastros rojos que arrancaron un fuerte gemido de su garganta.

Ambos estábamos muy cerca de llegar.

—Oderius...

—Lo sé, cariño —murmuró a mi oído antes de que me empalara una vez más y estallara, llenándome con su semilla caliente al mismo tiempo que yo gritaba con la fuerza de mi orgasmo.

Pero cuando mi cerebro bajó del nivel hormonal, recordé lo que nos había llevado a nuestro delicioso quickie.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunté sin aliento.

—¿Perdón? —Mi macho arqueó una ceja antes de bajarme al suelo.

El Triunvirato debería darle el premio al mejor actor. Casi podía creer su indignación por mi pregunta.

—Te conozco, Oderius. No es un hábito tuyo seducirme después de que tenemos una pelea, así que escúpelo ya.

Una de sus manos se movió desde mi cintura para agarrar mi barbilla, suavemente sujetándome. Inclinándose más sobre mí, casi rozó nuestros labios, dándome la oportunidad de ver todos los pequeños destellos azules y negros que se mezclaban para dar el tono violeta a sus irises. Eran hermosos, pero demasiado hipnóticos para ser llamados normales. Extraños al igual que su dueño.

—Escápate conmigo a los trópicos —suplicó, acariciando mis labios con su lengua—. Tu madre no se dejaría atrapar ni muerta en un conocido territorio de nokteres así que podremos vivir felices allí.

Lo empujé lejos de mí y me sorprendí cuando lo permitió. Una parte de mí deseaba que él me atrajera de nuevo a sus brazos, pero Oderius siempre sabía cuándo darme el espacio que necesitaba, incluso si no lo deseaba.

—Sabes que no puedo hacer eso —Mi voz salió como un susurro apenas audible y miré al suelo. No podía ver como sus ojos perdían su luz para convertirse en simples pozos de un opaco violeta—. Voy a ser la próxima matriarca, así que tengo un deber que cumplir. No puedo simplemente dejar a mi familia así como si nada.

—Sabía que dirías eso, pero quería intentarlo —susurró, dándome la espalda y pasando una mano por su cabello blanco con raíces negras.

Mi corazón comenzó a martillear y sentí un aire frío envolver mi cuerpo mientras mi cerebro me gritaba que me moviera. Sabía que si él daba un paso hacia la puerta trasera lo perdería para siempre, pero mis pies estaban clavados en su lugar, impidiéndome alcanzar al macho que tanto me importaba.

Oderius se colocó los pantalones en su lugar e inclinó su rostro hacia la derecha como si quisiera mirar hacia atrás, pero en cambio sacudió la cabeza y suspiró.

—No puedo seguir haciendo esto.

¡No, no!

Mi corazón dio un vuelco antes de que el dolor explotara y mis pulmones tuvieran problemas para llenarse con el oxígeno que tanto necesitaban.

—No... no me dejes, por favor —supliqué por primera vez en mi vida, mientras las lágrimas contra las que luchaba antes se derramaban por mis mejillas—. Grítame, insúltame pero no me dejes. Te necesito como me necesitas así que por favor... por favor dame tiempo. Te juro que me tendrás por el resto de mi vida si me esperas.

—¿Por cuánto tiempo? —preguntó mi macho con las manos cerradas en puños a los costados y el dolor filtrándose en su voz.

—Hasta que Kastik y yo podamos dar un heredero puro a nuestras familias. Entonces nos divorciaremos y seremos libres de unirnos con quien queramos. Como yo, él también añora a otra —Me acerqué a mi gruñón nokteres y lo abracé, descansando mi cabeza entre sus omóplatos.

Su respiración se relajó junto con el latido salvaje de su corazón.

—No me gusta que tu primer bebé sea suyo, debería ser mío, pero te esperaré. Entonces serás mía para siempre —dijo sin mirar por encima del hombro para dirigirse a mí.

—Tonto macho. Ya soy tuya en cuerpo y alma.

Finalmente se giró y me miró. Los destellos azules y negros habían regresado a sus irises, volviendo a dar vida a sus hermosos ojos. ¡Cómo me encantaba perderme en ellos!

Sin decir una palabra más, Oderius me tomó en sus brazos y se inclinó hasta que nuestras respiraciones se mezclaron. Mis brazos se extendieron alrededor de su cuello mientras las comisuras de mi boca se curvaban en una sonrisa. Sus labios se separaron, pero lo hice callar con los míos antes de que pudiera arruinar el momento.

Al final siempre lo supe.

Sabía que estaba en casa en el momento en que mis labios tocaron los suyos.

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N/A: Esta es la traducción de mi relato Children of the Dolphins, que fue ganador del primer lugar en el concurso Scarlett Letter Anthology del perfil Wattpad After Dark. El relato es desarrollado en un planeta Tierra que se quedó atorado en una era de hielo eterna y por lo tanto el Homo sapiens nunca evolucionó. Sólo exiten los Neandertales a quienes los Delferi llaman Samerkteus. Espero que la hayan disfrutado y me lo dejen saber en los comentarios ❤. Besos.

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