┍ Capítulo 24: El niño de los ojos avellana┚

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Hola~ ¡Ya llegué, con otro— espero— capítulo que sea de su agrado!
Sobre él, ¿Qué les puedo decir? lentamente las cosas van a tomar sentido, no se preocupen ;)

Realmente espero que sigan esta historia hasta el final porque estoy muy emocionada con ella :'D

Ahora, ¡disfruten!


NamJoon

NamJoon abrió el refrigerador, tarareando una canción por lo bajo, y buscó la leche de banana que tanto le gustaba a JungKook. 

Movió algunas latas y los Tuppers sagrados de SeokJin, esperando encontrar el envase de leche en el fondo—el cuál era su lugar.

Tal como esperaba, la leche estaba allí, y no esperó para sacarla cuidadosamente para evitar echar alguna otra cosa. La sacudió a mitad de camino, y eso decayó su estado de ánimo; confirmando lo que temía al cerrar la puerta del refrigerador y leer la torcida letra de SeokJin en un Post-it pegado frente a su nariz.

Post-it que definitivamente no había visto antes de abrir el aparato (culpó a la falta de luz en la casa más que a su torpeza).

"Ya no hay leche de banana, ni la normal. Cómprala, Joon. 
<3 
Pd: También compra las cosas de la lista que está en la mochila de JungKook.

Pd2: No te olvides de comer algo :) "

—Por supuesto. Gracias, Jinnie.

SeokJin realmente era otra cosa.

Resopló, quitando el papel de la puerta del refrigerador y dejándolo sobre la mesa. Caminó rezongando hasta la ventana de la cocina, deseando que la lluvia no hubiese parado aún (ya que quizás odiaba hacer las compras.)

Claro, la suerte nunca estaba de su lado. 

El sol ya empezaba a asomarse por encima de las nubes grises, y ya solo quedaba una ligera ventisca producto de la tormenta. 

—¡Kookie!— llamó hacia la sala, y el bebé alzó los brazos, emocionado al ver a su padre como si nunca lo hubiera visto antes.—Vayamos a dar un paseo. 

Nunca antes había ido al centro del pueblo, y tenía que admitir, que no era lo que esperaba. Pero en un buen sentido. 

Había esperado menos de las "antiguas" calles de Hiseolyl. Con las referencias que había tenido, no se hubiera imaginado que el pueblo tuviera incluso un Burger King. Había esperado más bien un páramo solitario, con casas no muy nuevas y calles adoquinadas. 

Sin embargo, era como una ciudad normal. No al nivel de Seúl, pero si al de ciudades como Wonju o Namyangju; con un ambiente pacífico pero tampoco aburrido. Además, se respiraba un increíble aire natural.

Entonces, luego de recorrer un poco la zona con JungKook en un cangurito, el cual agradeció a SeokJin por comprar, porque NamJoon no había tenido ni idea de que lo tenían, decidió entrar al único supermercado del lugar.  

Las puertas sonaron como campanitas al abrirlas y JungKook aplaudió eufórico. NamJoon le apretó la mano mientras se dirigía hacia los carritos para empujar uno.

Liberó a JungKook del canguro de tela, y lo dejó dentro del carrito, en el espacio dedicado a los niños. El pequeño pataleó ligeramente, y NamJoon procedió a moverse a través de las góndolas. 

—Bueno, JungKookie, ¿sabes qué es esto?— le preguntó, mostrándole la lista que le había dejado Jin.

JungKook sacudió la cabeza.

—Es una lista. Para hacer las compras.— NamJoon continuó explicando mientras miraba los estantes de cereal.—Me lo dejó appa. 

—¿Appa? ¿Compar? 

—Comprar. Y sí, debemos comprar todo lo que dice aquí. Lo primero es... cereal.— se detuvo frente a las cajas de Zucaritas y de Choco Krispies. JungKook extendió una mano.

—¡Cereal! 

—Muy bien, Kookie. Cereal. Uh... ¿Cuál de todos?

—¡Cholate! 

NamJoon miró los cereales de chocolate receloso.

—¿Chocolate? ¿estás seguro?

JungKook asintió, y se llevó los dedos a los labios.

—Bien, chocolate será.— El de cabello nuez tomó la caja de cereal y lo colocó dentro del carrito.—Lo siguiente es... ¿arroz?— hizo una mueca y buscó con la mirada. Afortunadamente, la zona de arroz estaba solo a unas góndolas de los cereales. 

Empujó a JungKook con el carrito hacia allí, buscando ya la marca que Jin solía comprar de arroz. 

¡Arró! 

—Vamos a comprar arroz, bebé. ¿Te gusta el arroz?

Kookie gusta. Appa da arró.— el pequeño explicó, moviendo las manos y NamJoon no pudo evitar derretirse ante lo tierno que era. 

—Eres demasiado adorable, Kookie. 

Shi.— replicó, altanero, reflejando perfectamente a su otro padre. Esa forma de ser era definitivamente influencia de SeokJin. 

Sonrió ante eso, y caminó ligeramente lejos del carrito para poder ver las bolsas de arroz. 

Pensó que ya tenía en mente la marca usual de SeokJin, pero al ver tantas, empezó a dudar de cuál era. 

Se rascó la barbilla y siguió caminando, leyendo las letras en colores. 

¿Era arroz blanco normal? ¿o arroz fortificado? ¿con betacaroteno? 

¿Era tarde para decir que era pésimo haciendo las compras? 

Estuvo un rato leyendo las etiquetas de las bolsas, considerando en sí llamar a SeokJin o no, hasta que escuchó a JungKook hablar a lo lejos; eso le hizo dar cuenta de que estaba a más de tres metros del niño.

Demonios, NamJoon.

—¡Eh, eh!— balbuceó JungKook a un niño parado frente a él. El niño extendía el peluche de conejo que NamJoon había olvidado completamente que JungKook había traído consigo. 

Probablemente lo había dejado caer durante el camino.

NamJoon se acercó hasta ambos lentamente.

—¿Esto... es tuyo?— preguntó el niño, que no se veía más de la edad de JiMin, con los ojos redondos abiertos de par en par.—Aquí tienes. 

¡Conejito!— Su hijo tomó el peluche con ambas manos y lo pegó a su pecho.—¡Mío!

—JungKook, eso no es muy amable.— NamJoon intervino, y tanto el niño como Jungkook se sobresaltaron.

El niño un poco más que JungKook.

—L-lo siento... ví que... el conejito se le había caído. Quería d-devolvérselo.— se tropezó con sus palabras, y se encogió en sí mismo.

—Tranquilo, pequeño, no te disculpes. Es más, te agradezco. Si no fuera por ti, alguien se hubiera quedado sin conejo hoy. 

JungKook abrazó el conejo y el niño miró a NamJoon con sus hermosos ojos avellana.

—¡Mío!—NamJoon le dirigió una mirada de advertencia al bebé, y este frunció los labios, obviamente captando lo que su padre le estaba sugiriendo.

—Dale las gracias a...— miró al niño, y le preguntó su nombre. 

Él dudó un momento.

—Me llamo Kim TaeHyung.

NamJoon le sonrió amablemente.

—Dale las gracias a TaeHyung, JungKook. 

—...Gacias, TaeTae. 

TaeHyung pareció sorprendido ante el apodo, pero no dijo nada. 

—¿Tus padres están por aquí, TaeHyung? 

—Mi... mi mami, señor. 

NamJoon se agachó hasta su altura, para no asustarlo tanto. Sin embargo, sospechaba que ya lo había hecho. 

El pobre parecía apunto de echar a correr en cualquier momento.

—Puedes llamarme Hyung, TaeHyung. Mi nombre es Kim NamJoon; y él es JungKook. 

TaeHyung abrió los labios ante eso. 

—Mucho... g-gusto, Hyung. 

—El gusto es mío. ¿Quieres ayuda para encontrar a tu mami? 

TaeHyung pareció pensarlo un momento, luego, sacudió la cabeza y sus mechones oscuros se menearon.

—Estoy bien, Hyung. Yo solo...— dejó su oración al aire y luego volvió a sacudir su cabeza.—...no hay muchos niños... 

Se sintió mal por él. Pero era cierto y extraño; desde que había llegado no había visto a otro niño más que TaeHyung y JungKook.

—Puedo ver eso, TaeHyung. Mmm... ¿cuántos años tienes? 

TaeHyung alzó tres dedos al aire, sonriendo de una manera peculiar, con las hileras de dientes de leche perfectamente alineados y las comisuras de su labios doblándose para formar una sonrisita cuadrada.

—Ya veo, ¿puedo contarte algo?— se acercó un poco más y cubrió sus labios con una mano, como si le contara un secreto.—El hermano de JungKook también tiene tres años. 

Los ojos avellana de TaeHyung se iluminaron.

—¿¡Enserio!? ¿Puedo ser su amigo, Hyung? 

—Por supuesto, pero él no está aquí ahora.—La sonrisa de TaeHyung decayó.—¡Pero puedes visitarnos cuando quieras! Con el permiso de tu mami, claro está. 

TaeHyung irradió una felicidad tan inocente característica de los niños ante eso. 

—¡Sí! ¡Gracias, Hyung! ¡Se lo diré!— dio pequeños saltitos, y NamJoon rió.—Creo... creo que ¡iré ahora! ¡A-Adiós, Hyung, JungKook! ¡Nos vemos! 

Sus ojos avellana miraron nerviosos el final del pasillo, y desapareció tan rápidamente como había llegado. 

NamJoon se quedó observando el lugar por donde había venido TaeHyung, hasta que JungKook decidió que era hora de seguir comprando con un certero "Papi" 

 


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