┍ Capítulo 55: ¿Me creerías si...? ┚

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SeokJin

Escudriñó embelesado los músculos de la espalda de su esposo a través de la camiseta que empezaba a pegarse a su cuerpo por el sudor mientras colocaba la tierra sobre la tumba improvisada del conejito. 

Asi mismo continuó mirando las venas de sus brazos y que resaltaban en sus manos fuertes... 

Concéntrate, Jin.

Se pasó la lengua por los labios para remojarlos, y esperó a que NamJoon terminara lo que le había pedido. 

Luego de unos cinco minutos, el moreno enderezó la espalda y pisó el lugar que había tapado con la tierra para comprobar su resistencia. 

SeokJin le pasó la botella de agua que tenía entre sus manos. 

—Listo.— su esposo se sacudió las manos y agarró el agua, bebiendo ávidamente. 

SeokJin se cruzó de brazos, mirando la tumba.

—No quiero pensar en que haya sido a propósito, Joon. Pero creo que lo es. 

NamJoon desvió su mirada hacia él. Sacó la botella de sus labios y se limpió lo remanente con el dorso de su mano. 

—¿Por qué dices eso, hyung? ¿Quién podría querer dejar conejos muertos frente a la casa y por qué? 

Se me ocurre alguien, pensó, pero no lo dijo en voz alta. 

SeokJin tosió un poco, sintiéndose aliviado cuando nada de sangre salió. Después frunció los labios al tener una batalla de miradas con el menor. 

—Ryun tenía patas de conejo en su casa. Y este conejo no tenía patas. 

NamJoon ladeó la cabeza. 

—¿Crees que Ryun vino a dejarnos este conejo anoche? ¿Pero cuál es la razón? 

—Eso también quiero saberlo, Joon. 

NamJoon curvó sus labios hacia abajo. 

—De toda formas, fue muy cruel. Al pobre lo asfixiaron primero.— suspiró y Jin lo imitó.

Se apretó el puente de la nariz y decidió que era hora. 

—Joon.— el susodicho lo miró.—¿Qué piensas sobre TaeHyung? 

NamJoon arrugó el entrecejo como cuando pensaba. Se pasó una mano por el pelo y lo peinó hacia atrás. 

—¿Que exactamente quieres saber de lo que pienso, amor? 

—Nada específico, solo que...— tragó saliva.—No confío en YangMi para cuidar a un niño. 

—Yo tampoco, pero lo ha cuidado tres años, ¿no crees? 

SeokJin negó con la cabeza. 

—No creo que "cuidar" sea la palabra correcta. ¿Viste sus manos? Lo encontré haciendo tareas de campo cuando salí de la casa de Ryun. ¿Cómo es eso cuidar a un niño de tres años? 

NamJoon se encogió de hombros y apoyó sus antebrazos contra la pala. 

—Hay tantas cosas que esa mujer no le está dando, Joon, y no quiero dejarlo a su merced.

El rubio hizo un mohín. 

—Creo que sé a dónde va esto, hyung.— replicó el menor, y se acercó hasta su marido. Rozó la mejilla del mayor con un pulgar.—Creo que debemos pensarlo a fondo, mi amor. No podemos precipitarnos sin tener demasiado respaldo. 

—Joon... 

—Además, ¿por qué tanto tu aversión hacia ella? Digo, ya sé lo que hizo, pero... 

—Ella me amenazó, Joon. Nos amenazó.— NamJoon se vio intrigado y preocupado.—De eso estábamos hablando afuera; y no creo que haya sido en broma. Tengo miedo.—confesó, mirando de reojo la casa.—Por los niños.

NamJoon siguió acariciando su mejilla, como tratando de consolarlo. 

Lo logró. 

—Entonces debemos estar alerta. ¿Qué quieres hacer, Jinnie? 

El rubio volvió a remojarse los labios. 

—Tal vez regresar a Seúl. Volver a nuestro apartamento en Gangnam.

—¿No odiabas ese lugar? 

—No tanto como empiezo a odiar este.— su tono se ensombreció al igual que su rostro.—O tal vez podemos quedarnos un tiempo con mamá y papá. Creo que estarán emocionados al ver más de seguido a sus nietos. 

NamJoon levantó las comisuras de sus labios en una sonrisa suave. 

—Todo depende de lo que quieras hacer, cielo.— dejó de acariciarle el rostro, llevando su mano hasta la pala de nuevo.—Pero no te precipites. 

Jin asintió, mordiéndose los labios. 

—Joonie.— llamó de nuevo, después de quedarse en silencio unos momentos.—¿Crees en los fantasmas? 

El moreno se extrañó, frunciendo el ceño. 

—No exactamente, ¿por qué? 

—Porque creo que vi uno ayer.

NamJoon leyó atentamente la página desde la computadora, moviendo sus labios a cada tanto mientras lo hacía. 

Jin solamente podía alternar su mirada de su esposo a la computadora, nervioso. Le había hablado a NamJoon sobre lo que vio, y sobre la página web que tanto le daba incertidumbre. 

Obviamente, sabía que su esposo sería muy duro de convencer sobre las cosas "paranormales", pero se sentía con un peso menos después de decirle. 

—...This consists of an ancient legend, therefore, some people...— dijo con su característico tono grave cuando hablaba en otro idioma.—...They call it Gingyam. 

Dijo lo último lentamente, y Jin abrió sus ojos ligeramente más de lo normal, esperando su traducción. 

NamJoon bajó hasta lo último de la página y suspiró al no ver nada más. 

El moreno colocó sus manos sobre sus muslos y miró a Jin. 

—¿Y bien? 

—Es una página esotérica, hyung.— lo mencionó como si eso le restara veracidad.—Habla sobre una antigüa tradición y una leyenda, sobre una especie de deidad. Lo solían llamar Leshii, pero su existencia llegó hasta Asia y lo llamaron Gingyam, si eso tiene sentido.— Su esposo se encogió de hombros.—No sé cómo te encontraste con esto buscando Hiseolyl. 

—¿Qué es exactamente esta deidad?

NamJoon lo miró completamente serio. 

—Jin, no. Ni siquiera vale la pena. 

—Es que quiero saber más. 

—¡Es inútil, hyung! 

—Kim NamJoon.— Advirtió, a lo que NamJoon apretó los labios.—Quiero saber. 

El menor le lanzó una mirada cargada de rencor y volvió a mirar la página. 

—No lo saben exactamente. Se supone que recurrían a él para protección. 

—¿Y cuál es la tradición? 

—Lo llaman Cleansing Of Soul, lo que podría traducir como Purificación del alma. Era como una festividad en donde todos se purificaban de los males del mundo y rogaban bonanza al ofrecer inocencia y castidad. ¿De qué forma? No lo dicen.— se separó de la computadora con aire exasperado.—¿Contento? 

SeokJin le dio un golpe en el brazo. 

—No seas condescendiente conmigo, niñito. Recuerda que sigo siendo mayor que tú.

NamJoon puso los ojos en blanco ante eso, y Jin supo que lo hizo a propósito. 

—¿Discutimos sobre dominancia ahora?

—Eso ni siquiera viene al caso.— El rubio sacudió la cabeza y se levantó de su asiento.—Supongo que entonces...—

—NamJoon, SeokJin.— una tercera voz interrumpió a Jin, hablando desde la escalera. 

Ambos se giraron hacia YoonGi, luciendo más pálido que de costumbre y con la respiración algo agitada. 

—¿YoonGi? 

—Tienen... Tienen que venir. HoSeok ya está consciente. 

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