┍ Capítulo 64: Infancia┚

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

¡Volví! Y esta vez, con un maratón de tres capítulos :D
Recuerden que estamos en un punto de inflexión, y pues... ¡Disfruten los capítulos!

Maratón 1/3

SeokJin 

YangMi mandó a Ryun a buscar a TaeHyung mucho antes de que decidiera despertar a JiMin y a JungKook— en parte estaba feliz por eso, porque no tenía que ver a la madre del niño, ni tampoco la tendría cerca de la casa, pero por otro lado, no podía mirar a Ryun a la cara, sabiendo lo de HoSeok. Mas no tuvo remedio alguno más que sonreírle falsamente y despedirse cariñosamente de TaeHyung, para que este no olvidara su promesa. 

El niño le dijo que se despidiese de JiMin por él, y SeokJin cumplió. Sin embargo, de todas las cosas de las que él esperaba que JiMin armase un alboroto, definitivamente no había pensado que fuera la ausencia de su otro padre. 

SeokJin esperaba que se lo tomase como la vez anterior, no como si le hubiera dicho que NamJoon no volvería jamás. 

Ya había pasado cinco minutos, contó, desde que se lo había dicho y JiMin aún lloraba desconsolado, aferrándose a su peluche de Ryan. En un intento por calmarlo un poco, lo había alzado en su regazo, pero al niño parecía no importarle. 

—¡Appa, quiero a Papi!— lloriqueó dolorosamente.—¡Papi! 

SeokJin le masajeó la espalda, enterrando su nariz entre el pelo del niño. 

—Papi ya va a volver, cariño. En unas horas volverá a estar aquí. 

—¡No!— el pequeño sacudió la cabeza frenéticamente, llorando con más fuerza.—¡Papi no va a volver, Appa! 

SeokJin en verdad no necesitaba oír eso. Menos ahora. Así que tomó las mejillas de JiMin para detener su arrebato. 

—¿Que quieres decir con eso, Mochi?—su voz tembló y JiMin lo miró a través de las lágrimas.—Por favor, mi amor, dímelo. 

JiMin hizo un puchero, y sus mejillas se hincharon aún más.

—¡El sueño feo, Appa!— se sorbió la nariz.—¡En el sueño papi se iba y no regresaba! ¡Y una señora mala te hacía daño!— decirlo en voz alta pareció causarle dolor al niño, porque rompió a llorar a moco tendido de nuevo.—¡Papi prometió p-protegernos! 

SeokJin abrazó con más fuerza a JiMin, pensando en sus palabras. 

Tenía miedo. Después de todo lo que estaba pasando, creería cualquier cosa con tal de encontrar respuestas. 

Incluso si eso significaba creer completamente en lo que decía JiMin. 
Porque eso era también lo que su corazón le decía.

—Ya, Mochi.—arrulló, levantándose de la cama y caminando por el cuarto meciendo al pequeño.—Llamaré a papi y le diré que venga. ¿Está bien?— JiMin no contestó y siguió sollozando, haciéndole doler cada vez el pecho a SeokJin, quien no podía tolerar ver a ninguno sufrir. 

Aún así casi le apretaste el cuello ¿no? 

—Cálmate, cielo.— lo apoyó contra su hombro, como solía acunar a JungKook y comenzó a tararearle.—Los Kim no rompemos nuestras promesas, ¿no? Así que Papi va a volver. Es solo un sueño. 

JiMin sollozó de nuevo, pero con menos intensidad, comenzando a hipar solamente. 

SeokJin siguió acariciandole la espalda y tararareandole hasta que se calmase.

Miró la ventana que daba al bosque mientras daba palmaditas a la espalda de su hijo. Le preocupaba demasiado lo que le había dicho. 

Él no había estado muy de acuerdo tampoco que ninguno de los tres regresara a ese lugar, pero habían insistido tanto que no tuvo más remedio que aceptar. 

Tenía una sensación extraña en la boca del estómago, y en esta ocasión, no eran náuseas. 


NamJoon le aseguró que todo estaba bien a través del teléfono, y aunque Jin le habló sobre JiMin, el moreno le explicó que los tres volverían a Seúl para dejar el auto y de paso NamJoon se quedaría en la productora por algún trabajo importante. 

Las súplicas pidiéndole lo contrario murieron en su garganta en cuanto se lo dijo. Algo le impedía hacerlo; y dejó que eso lo desmoronase. Ya no quería molestarse con su esposo, porque cada vez que lo hacía sentia que el amor de Joon por él se desvanecía. Así que aceptó quedamente.

No sabía si podía hacerlo solo. Pero tenía qué, de alguna forma. 

Le dijo a NamJoon que tuviera mucho cuidado, y este se despidió de él recordándole cuanto lo quería. 

Y odió pensar que se oía como una despedida definitiva. 

Dejó de pensar en eso cuando cortó la llamada, pasando a concentrarse en sus dos pequeños. El mayor, aún con secuelas del llanto, hipando y con la nariz roja y el menor, mirando a su hermano insistente como si quisiera saber que le sucedía. Ambos estaban en el suelo de la sala, mirando la televisión. 

SeokJin se cubrió el rostro con las manos, soltando todo el aire en sus pulmones y recobrandolos paulatinamente. 

No podía romperse. Necesitaba mantenerse estable el tiempo que fuera suficiente y necesario. Pero a su mente venían los recuerdos de todo lo que ya había pasado en esa casa, y le parecía tan imposible. 

Quería irse. Necesitaba irse. Ya no lo soportaba. 

Decidió llamar entonces a la única persona que creyó podría consolarlo en ese momento a parte de su esposo. 

El timbre sonó una vez, y contestó. 

—¿SeokJinnie? 

Jin suspiró tembloroso, sin descubrirse la cara con una mano. 

—Mamá.— dijo en forma de saludo, pasando saliva desenfrenado para no delatar lo sensible que estaba.—Ha pasado mucho tiempo. 

SeokJinnie, cariño, ¿todo bien?

Jin asintió con la cabeza aún si no podía verlo, mordiéndose sus labios. 

—Sí, mamá, yo solo...—no consiguió ocultarlo, su voz quebrandose al final.—...Lo siento. 

No, no, cariño. Está bien, hijito.— consoló su madre, y SeokJin tuvo más ganas de llorar.—¿Puedes contarme que pasa? ¿Cómo están los niños? 

Jin miró hacia los susodichos, tranquilizandose cuando comprobó que estos no estaban prestándole atención a su padre. 

—Están bien, mamá. Son lo mejor que pude haber pedido.— sonrió triste.—No creo que los merezca. 

No digas eso, SeokJinnie. Tú más que nadie mereces todo lo que tienes. Y no lo digo solo porque soy tu madre.— SeokJin rió quedamente.—Aún recuerdo como si fuera ayer cuando tu tía me decía que llegabas tan cansado de las tareas de la granja como para siquiera jugar con tus juguetes. Que a veces te encontraba tomando una siesta al lado de una canasta de manzanas, con las rodillas lastimadas y hojas en el pelo.— El rubio sintió sus ojos aguarse.—Estaba tan orgullosa de ti, hijo. Aún lo sigo estando. Al igual que tu padre... Y te agradecemos por ello. Creo que nunca te lo dije, pero realmente lo hacemos. Gracias a ti pudimos salir adelante, cariño. Nunca te quites el crédito por eso. 

SeokJin recordó con cierta amargura aquella época, feliz de que ciertas cosas estuvieran borroneadas y ya casi disipadas. Aquella época en donde las deudas de sus padres se habían vuelto tantas que resolvieron por enviar a Jin a la granja de sus tíos en Seouljogag para conseguir dinero y educación para él a cambio de su trabajo. 

Su padre trabajaba como conductor de autobús de una escuela en Seúl, y su madre estaba enferma, por lo que ninguno podía realmente dejar aquella gran ciudad aparte de SeokJin. Así que a sus tiernos casi cinco años, comenzó a trabajar en la granja. 

—... Aunque también lo sentimos, cariño. Eras demasiado pequeño para todo eso...

—Ey, pero al menos conocí a NamJoon ¿no?—trató de aligerar el ambiente, percibiendo la culpabilidad de su madre.

Tienes un punto, SeokJinnie. ¿Y bien? ¿Es NamJoon... la razón por la que querías hablarme? ¿Te está tratando... bien? 

—¿Qué? Sí, sí, por supuesto.—se apresuró a no dejar que su madre pensara mal.—Joonie... es genial. Los niños lo adoran y por supuesto yo también.

Me alegra oír eso, cielo. Sé que NamJoon es un hombre hecho y derecho, y yo también lo aprecio. Realmente no me preocupo por los problemas matrimoniales que puedan tener; confío en que los dos sabrán manejarlo de la mejor manera...— se detuvo un rato.—¿Así que, qué es lo que te preocupa, SeokJinnie?

Procedió a contarle a su madre lo que sucedía, a grandes rasgos y omitiendo las cosas demasiado increíbles.

Aún así, se sintió mejor después de hacerlo. Como si un peso se le saliera de los hombros.

Por supuesto que pueden quedarse con nosotros, hijo. Estaríamos encantado de que lo hicieran. Pero deberías hablarlo con NamJoon también. No le has estado diciendo mucho a tu esposo ¿verdad?— recomendó y SeokJin hizo un sonido de aprobación.—Dios sabe cómo ese chico se preocupa por ti. ¿Sabes que venía todos los días a casa para preguntar como estabas luego de lo que pasó? Era sorprendente. Vino todos los días, dos veces al día, hasta que se mudaron con sus padres a otro distrito y no volvió. Eran tan buenos amigos... Las estrellas estuvieron de tu lado para reencontrartelo en la secundaria, cielo. 

Jin trató de asimilar sus palabras. 

—Espera ¿qué fue lo que pasó? ¿De qué exactamente me estás hablando? NamJoon y yo nos encontramos estrictamente en la escuela, ¿a qué te refieres con que me visitaba? 

Cariño, hablo del incidente en Seouljogag. El que te hizo volver. ¿No lo recuerdas? 

—No, en absoluto.— Jin frunció el ceño, confundido.

SeokJinnie...— habló suave. Eso le asustó.—¿que recuerdas? 

—Volví a Seúl un día después de que NamJoon se hubiera ido. Mis tíos me llevaron con ustedes, porque ya había terminado el plazo. 

Su mamá se quedó en silencio al otro lado.

—¿Mamá? 

Nos advirtieron que el trauma podía causar esto. Lo siento, mi niño.— sonaba desesperanzada.

—Mamá... 

SeokJin.— replicó.— Volviste a Seúl una madrugada. NamJoon y sus padres te encontraron vagando en medio del bosque, y te trajeron. Estabas... destrozado. Los doctores no creyeron que podrías pasar de la noche.— su mamá sollozó.—Cuando despertaste al día siguiente lo llamaron milagro. Nunca supimos realmente lo que sucedió, tus tíos no dieron la cara tampoco, y todo quedó como un secreto a voces. Es por eso que NamJoon te visitaba día tras día; él solo quería cuidarte, cariño. Supongo que verte así también le afectó, ¿nunca te habló de ello? 

—N-Nunca sacamos el tema.— sintió como su tráquea se cerraba, y llevó una mano a su pecho para respirar. No iba a tener un ataque de pánico en ese momento.—Mamá... creo... creo que necesito un momento. 

—¿SeokJinnie?— preguntó al otro lado, y SeokJin despegó su oreja del teléfono, tratando de concentrarse en respirar como debía. 

Apretó los párpados, jadeando con fuerza.

No estaba funcionando. 

—T-Te llamaré luego. Gracias, te quiero.— gimoteó y cuando oyó a su madre despedirse, cortó la llamada. 

—No lo entiendo.— siseó para nadie en específico, inhalando, exhalando, inhalando... 

—¿Appa?— la vocecita del bebé lo alertó, y aunque sus ojos estuvieran ardiéndole, lo miró. 

—¿Kookie? 

El bebé se apoyo con sus manitas por las rodillas de su padre. 

Appa, no llora. No truiste. 

Jin apretó los labios, viendo lo parecido que era Jungkook a NamJoon cuando fruncía el ceño de esa forma. 

Appa quere abazo. Kookie tamben.— dicho eso, el castaño abrió ambos brazos hacia Jin, sacando el labio inferior sobre el superior.—Kookie cuida appa. 

SeokJin no lo pensó dos veces. 

Abrazó al pequeño, apoyando su nariz contra su cuello, inhalando su aroma igual de tranquilizante que el de NamJoon. Acarició la espalda de JungKook y dejó que su respiración se normalizara allí, aferrado a un pedazo de su corazón. 









Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro