Capítulo 1

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Camino dentro de la habitación tratando de procesar y entender lo que veo.

— ¿Qué rayos es esto?

Voy tocando algunas cosas, aunque no sé ni qué son la mayoría de ellas. Los cinturones de varios tamaños y materiales colgados en un extremo me ocasionan escalofríos.

— ¿Es un cuarto de tortura? – pregunto para mí misma.

Veo unas cuerdas, cadenas y otras cosas colgadas de un enrejado metálico. ¿Y la cruz para qué será?

— No seas tonta, Ana – me regaño – ningún cuarto de tortura tiene una cama con sábanas rojas de satén... ¿O será seda?

Paso mi mano por las sábanas tan frescas y brillantes mientras observo lo demás. El sofá se ve cómodo.

— ¡Oh, por Dios! – retiro la mano de la sábana – ¡es un cuarto de sexo!

De pronto todo cobra sentido. Los cinturones, los látigos, las fustas... Mi esposo tiene un cuarto de sexo. El alma se me cae a los pies por el pensamiento de Christian aquí con otra mujer.

En el fondo de la habitación, un closet empotrado del tamaño de la pared llama mi atención. Abro los cajones para mirar el contenido, pero rápidamente me arrepiento de hacerlo.

— ¿Por qué? No... No lo entiendo... – balbuceo mientras mi mente me dice que huya.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

— Bienvenido, Christian.

— Ros – se acerca hasta mi escritorio – ¿no te alegras de tenerme de vuelta?

— ¿Quieres que sea honesta? – se ríe – ¿soportar tu mal genio? No, gracias. Creo que deberías tomarte otros dos meses de vacaciones.

— Por supuesto que no, sabes que me encanta estar aquí y dar órdenes.

— Claro, sobre todo ahora que ya no puedes hacerlo en casa – se burla – ¿Qué tal la vida de casado?

— Muy buena, en realidad. Y si, soy un esposo maravilloso – sonrío.

— Creo que tanto sol te tostó la cabeza y la humildad, señor Grey.

Abre la puerta y sale de la oficina aún riendo. Es un primer día muy agitado: reuniones con Ros, con Marcus, con Barney y además con todo el equipo de seguridad.

Y luego está el tema de bebé. Hay un montón de cosas qué debo considerar, desde la atención médica para Ana hasta los accesorios y cualquiera cosa que ocupe un recién nacido. Mierda, incluso la idea de una Nana que pueda ayudar con las tareas básicas.

Llamo a Andrea a mi oficina para que comience la búsqueda de una persona altamente calificada para ser niñera, que enliste los pendientes que tengo tanto de la empresa, de Ana y del bebé, y que llame a Taylor a mi oficina.

10 minutos después, Jason está atravesando mi puerta. También es su primer día formal de regreso al trabajo.

— Señor Grey.

— Taylor, necesito una persona de confianza que sea asignada para cuando nazca el bebé, sé que es pronto para mencionarlo pero no quiero a cualquier extraño cerca de mi hijo.

— ¿Un guardaespaldas para el bebé? – pregunta confundido.

— Si, alguien que sea completamente responsable de su seguridad, que tome algún jodido curso de ser necesario y que sepa primeros auxilios.

— Tomará un tiempo en encontrarlo – dice serio.

— Tienes seis meses para hacerlo. Ana está en su segundo mes de embarazo, lo que te da algo de tiempo para llevar a cabo la tarea. Llama a Welch para que te ayude a buscarlo.

— Haré lo que pueda.

Taylor se da la vuelta para salir de mi oficina. Estoy a punto de llamar de nuevo a Andrea cuando mi móvil suena en mi escritorio.

— ¿Qué mierdas quieres ahora?

— Buen día solecito – se ríe – ¿es que no puedo llamar para escuchar tu dulce voz?

— Imbécil, nos vimos ayer en Bellevue, así que habla – le gruño.

— Me ofende que pienses que te llamo con otras intenciones, hermano.

— Elliot...

— ¡Bien! ¡Bien! Ya que insistes... Necesito un jugoso cheque a mi nombre.

— ¿Por qué?

— Quiero una camioneta, una nueva de esas grandes y toscas todo terreno, como una Raptor en color rojo... ¿Qué te parece?

— ¿Algo grande? ¿Tratas de compensar algo pequeño, idiota? – me burlo.

— Bastardo idiota, ¡yo no tengo nada pequeño!

— Ahora entiendo por qué Kavanagh nunca luce feliz – lo provoco.

— Ja-Ja Christian, ríete todo lo que quieras, tu nueva casa va a costar el doble del presupuesto original.

— Hablando de eso, ¿cuando tendré los malditos planos de la casa? Quiero que trabajes en las remodelaciones lo más pronto posible, quiero mudarme antes de que nazca el bebé.

— Para eso te hablo – su voz se vuelve sería – Tengo aquí a Gia lista para ir a tu oficina, ¿puedes recibirla hoy?

— No. Pero le diré a Andrea que le agende una cita para el miércoles. Además necesito que vaya a Escala para que Ana esté presente.

— Ya entendí, la pequeña está a cargo – se ríe – ¡te han domesticado, hermanito!

— Ni siquiera voy a discutir eso – río también – tendrás un cheque cuando tenga los planos.

Elliot cuelga y le pido a Andrea que deje la tarde del miércoles libre en mi agenda. He tenido un día tan ocupado que solo hice espacio en la tarde para tomar el almuerzo que Taylor trajo a mi oficina.

— ¿Alguna otra cosa, señor Grey?

— Es todo por ahora, Andrea – me paso la mano por la frente tratando de concentrarme – consígueme un par de aspirinas, creo que ha sido mucho trabajo para el primer día.

— Enseguida, señor Grey.

Ella asiente y se encamina a la puerta, cuando intenta salir topa de frente con Jason. Él luce agitado, así que lo miro esperando a que hable.

— Señor Grey – cierra la puerta cuando Andrea sale – Gail acaba de llamarme. La señora Grey tomó la llave de su cuarto de juegos...

Mierda. Mierda. ¡Mierda! Me levanto rápidamente de la silla mientras tomo el móvil del escritorio. Taylor parece leer mi pensamiento, porque se apresura a salir de la oficina.

— Cancela mis reuniones – le grito a Andrea sin detener mi camino hacia el ascensor.

— Llama a Connor y a Dixon – ordeno a Taylor – que no dejen salir a Ana de Escala.

— Si señor, tengo a Luke en la entrada esperando con el auto listo.

Asiento hacia Jason mientras espero impaciente a que lleguemos al vestíbulo. Apenas abre la puerta, salimos disparados hacia la calle.

¡Mierda! Debí deshacerme del maldito cuarto de juegos antes de tener a Ana curioseando por ahí. Mi mayor preocupación en este momento es que ella siga en el ático y pueda explicarle todo.

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