Capítulo 12

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— ¡Estoy en casa, cariño! – Grita Elliot cuando sale del ascensor.

— Cállate idiota – le gruño desde la cocina, sirviéndome otra copa – ¿A quién le llamas cariño?

— A ti, corazón – sonríe – ¿Qué tal tu día?

Mi hermano se sienta en la silla frente a la barra, así que traigo una cerveza del refrigerador para él.

— Fuimos con la ginecóloga, dijo que Ana tiene 10 semanas – digo bajito, recargándome en la barra – ¿qué mierdas significa eso?

Elliot voltea sobre su hombro para mirar hacia la sala, luego se inclina en la barra para hablarme igual de bajito.

— ¿Dónde está la pequeña?

— Tomando un baño en la tina – doy otro trago a mi copa.

— Eso significa, mi querido hermano, que faltan 30 semana más.

— ¿30 más?

— Si, lo sé porque Kate tiene 12 semanas y el libro dice que va a iniciar el segundo trimestre.

— Mierda, necesito esos libros.

Paso la mano por mi rostro tratando de alejar la frustración que me causa no saber nada sobre la nueva situación de Ana y mía.

— ¿Qué jodidos pasó entre Ana y Gia? – Elliot gruñe sacándome de mis pensamientos.

— Gia estuvo aquí, siendo Gia y como siempre, me hizo sentir incómodo. El asunto es que no se detuvo ni por la presencia de Ana.

— Oh mierda, chica estúpida, Kate le habría arrancado la cabeza de una cachetada.

— No te confundas, idiota. Sabes que Ana no es partidaria de la violencia pero sé que va a hacerle pagar todas sus omisiones... Y a mí.

— ¿Y por qué a ti?

Pongo en la barra frente a él, otra cerveza y el tazón de nachos que Gail preparó.

— Porque fui tan estúpido como para no detenerla cuando comenzó a incomodarme.

— Bastardo idiota – Elliot se carcajea ruidosamente – Con razón tienes esa cara de jodida preocupación. ¡Tus días están contados!

— Deja de reírte, idiota, necesito salir del problema.

— ¿Y necesitas mi consejo? – arquea ambas cejas – Vaya, eso es nuevo.

— Solo porque haz salido con la mitad de Seattle, incluyendo a Gia Matteo.

— ¡Shhh! ¡Shhh! ¿Quieres cerrar la jodida boca? No le dije a Kate sobre ella, y definitivamente no quiero que la pequeña lo sepa.

— ¿Que no sepa, qué?

Levanto la cabeza y mi hermano gira para ver a mi esposa caminando hacia nosotros. Mierda, nos atrapó.

— Que está aquí – señalo a Elliot – no quiere que Kate sepa que vino a tomarse una cerveza conmigo.

— ¿Por qué no? – dice ella sentándose en el banco junto a Elliot.

— Porque va a quejarse de que no la traje conmigo.

— Oh, si, es cierto.

La vista de Ana se mueve de Elliot a mi, y luego de vuelta a mi hermano. Luego baja la vista al tazón y sonríe.

— ¡Nachos! ¡Qué delicia!

Ana estira la mano para tomar de los nachos y Elliot golpea suavemente su mano.

— Estos son míos pequeña.

— Elliot Grey, ¿vas a discutir conmigo?

— Tal vez.

— ¿Así que ahora haces eso? ¿Niegas alimento a mujeres embarazadas?

Presiono mis labios para no reírme de la nueva y bien empleada estrategia de "La esposa embarazada", mientras mi hermano hace una mueca de tristeza.

— Es que Kate no me deja comerlos.

— ¿Y te mataría compartir con tu cuñada favorita? ¿Con tu sobrino o sobrina aquí presente?

Mi esposa señala su vientre y el rubio vuelve a hacer una mueca. No molestes a mi chica, Elliot.

— De todas formas, quiero agradecerte por enviar a Gia Matteo.

Suelta Ana y Elliot detiene el nacho a medio camino de su boca. Mierda, se lo advertí.

— Mierda – susurra – ¿quieres tus nachos con queso, cuñada linda?

— Si, gracias – le sonríe – y medio vaso de refresco de manzana.

Mi hermano voltea a verme y le hago una seña para que se levante. Frunce el ceño con un puchero como cuando éramos niños mientras camina conmigo del otro lado de la barra.

— Es tu esposa – gruñe apretando los dientes.

— Tú la provocaste, imbécil – le contesto de la misma manera – Y el queso está sobre la parrilla.

Elliot balbucea un montón de estupideces que no alcanzo a comprender completamente mientras sirve el queso derretido en un recipiente pequeño.

Gruñe de nuevo mientras busca el refresco de manzana y un vaso en los estantes de la cocina. Le doy la espalda para evitar reírme en su cara y veo que Ana disfruta el momento tanto como yo.

— Entonces, Elliot – dice de nuevo Ana – ¿cuándo será la despedida de soltera?

— ¡Oh! Antes de que lo olvide, este viernes deben ir a medirse el traje y el vestido de dama – nos señala – en casa de los padres de Kate.

— Supongo que la planeadora de la boda tiene todo listo.

— Si, incluso la despedida de soltera, que es al día siguiente. Ambas despedidas.

— ¿Y qué se supone que haremos? – pregunto algo ansioso.

Elliot sonríe exageradamente hacia Ana, que comienza a comer nachos. Se gira hacia mi, aún con la estúpida sonrisa falsa y dice en un susurro.

— ¡Strippers!

— ¿Qué? Elliot... – le gruño – ¿un club de strippers para ti? Seguro te has metido con la mitad de ellas.

— ¡Cierra la jodida boca, Christian! – su sonrisa falsa tiembla un poco – ambas despedidas serán en ese club.

— ¡Mierda, no! – le grito.

— ¿Por qué no? Yo no tengo problemas en que Kate vea algo de carne en su última noche libre. Siempre que sea solo ver y no tocar.

— Pues yo no estoy de acuerdo con eso, no hay una maldita forma en la que deje que mi esposa sea manoseada por imbéciles cubiertos de aceite.

— ¿A si? – gruñe ella – ¿tú si podrás ser manoseado por chicas llenas de glitter y brillos?

— No, tú sabes que eres la única que quiero que me toque – sonrío satisfecho.

— Ajá – vuelve a mirarme molesta – creo que Gia Matteo no escuchó esa parte, mi amor.

Mierda. ¿Es que no lo va a dejar ir? ¿Decirle que la amo me ayudará a salir bien librado de esta situación?

— Uf, con razón tienes esa jodida cara todo el día – Elliot palmea mi hombro – ¡imagina todo esto durante 30 semanas más!

— No creo vivir tanto tiempo - exhalo resignado.

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Hola!

Aquí tienen un nuevo capítulo. Me he demorado un poco porque, como saben, Por Amor está por concluir.

También El cuento de mi vida, y espero acabarlos para dedicar más tiempo a esta historia.

Por el momento, Por Amor no tendrá continuación, pero si tendrá capítulos extras que incluiré ahí mismo.

Espero que disfruten la lectura, no olviden dejarme sus comentarios... Un beso!

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