Capítulo 21

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— Apaguen sus teléfonos.

— ¿Segura? ¿Cómo sabrán a dónde vamos si no pueden llamarnos?

Pregunta Kate mientras conduce su auto. Voy con ella en el asiento del copiloto, Mía y Gail atrás.

— Lo sabrán, créeme.

Gail suelta una risita tímida. Kate mantiene la vista en la camino, pero me entrega su teléfono para apagarlo y las demás también lo hacen.

— Espero que sepas lo que haces, Ana, ésta es la parte crucial del plan.

— Conozco muy bien a mí esposo – les hago una seña hacia la ventanilla de atrás – ¿Ven ese auto plateado? Es de Christian, Sawyer viene detrás de nosotras.

— ¿Cómo? – Kate chilla y deja de acelerar su auto.

— ¡Kate, sigue conduciendo! Hazlo como lo estabas haciendo, si haces un cambio se dará cuenta que lo vimos.

— Vaya, suenas como una experta. Ni siquiera quiero preguntar cómo sabes tanto – Me cuestiona Mía.

— Por cierto, ¿A dónde vamos?

— Al Club Social de Seattle, es día de fiesta en la piscina.

— ¿No se necesita membresía o algo así? – las miro confundida.

— Mi familia la tiene, por supuesto y tú, siendo la esposa del millonario que es mi hermanito, tienes las puertas abiertas.

Kate arquea las cejas, divertida por todo lo que ella y Mía planearon. Honestamente, no luce molesta con Elliot, o preocupada porque su boda no se lleve a cabo.

Apenas llegamos al club, Mía nos guía hasta los vestidores junto a la piscina. Ella se pone un traje de baño negro, Kate uno rojo, yo elegí el amarillo que usé en mi luna de miel. Gail, por otro lado, lleva uno en color blanco y un vestido ligero por encima.

— ¡Vamos chicas! – chilla Mía antes de lanzarse al agua.

El lugar está a reventar de chicos y chicas jóvenes, con pieles bronceadas y diminutos trajes de baño. Beben, ríen y bailan al ritmo de la música.

— Voy al agua con Mía, ¿Quieres venir?

— No – le digo a Kate – Gail y yo vamos a buscar una mesa.

Ella asiente antes de alejarse, así que sigo a mi ama de llaves hasta una mesa en el extremo.

— ¿Quieres beber algo?

— Oh, no, ¿Tú vas a beber? – me pregunta.

— Una piña colada sin alcohol, te traeré algo para que te relajes.

Voy entre la gente hasta la barra para pedir las bebidas. Me giro para ver a Mía sobre los hombros de un chico rubio, junto a ellos un castaño coquetea con Kate.

— Hola, ¿Eres nueva? No te había visto por aquí.

Un chico de cabello y ojos negros me sonríe. Es tan pálido que pareciera que nunca en su vida a estado al sol por más de 5 minutos.

— Si, se podría decir que si.

— Soy George.

— Mucho gusto, soy Ana.

— ¿Puedo invitarte algo?

— Te lo agradezco, pero ya pedí para mí y mi amiga – giro para señalar a Gail.

Paso la mano por mi cabello para que el chico vea el enorme anillo en mi dedo, pero eso no parece preocuparle. El barman me entrega mi piña colada sin alcohol y luego la de Gail.

— ¿Es para tu amiga? – toma la bebida con alcohol – Deja que mi amigo la lleve y así podemos seguir platicando.

— Steve, ¿podrías llevar esto?

El chico a su lado toma la bebida en sus manos y sonríe. No lleva más que el traje de baño, mostrando el cuerpo bronceado y trabajado.

— Por supuesto, ¿A la rubia de aquella mesa? Es linda.

¿Debería advertir a estos chicos? ¿Qué debería decir? ¿Que mi esposo es muy celoso? ¿Qué Taylor es un ex marine?

Observo a Steve dirigirse a Gail y luego señalarme. Antes de que ella pueda abrir la boca, ya está sentado en la silla junto a ella. ¡Vamos Gail!

— Entonces, ¿Es la primera vez que vienes?

— Si, con mis amigas.

— ¿Puedo decir que este color te sienta bien? Tienes unos ojos muy lindos.

— Gracias – Mi esposo piensa lo mismo.

— ¿A qué te dedicas?

Volteo de nuevo hacia el chico, pero algo por detrás de él llama mi atención. Por la puerta por la que antes entramos nosotras, cuatro hombres sospechosos aparecen.

Le hago una seña discreta a Gail, quién ya tiene a otro chico además de Steve en su mesa. Luego veo a Kate, que está sentada en la orilla platicando con el mismo chico coqueto.

— Trabajo en la empresa de mi esposo.

George me mira de arriba a abajo, deteniéndose un segundo extra en mi mano. Si querido, ahí está la prueba de mi matrimonio.

— Tu esposo es un hombre afortunado.

— Lo es – sonrío – Es muy sobreprotector.

— ¿En serio? ¿Se enojaría si te viera en este momento conmigo?

Con discreción miro a los cuatro hombres que llegaron. Están al fondo, bajo la sombra de una palapa pero no pasan desapercibidos. Son los únicos vistiendo jeans, lentes oscuros y gorras.

— Oh si, le hierve la sangre cuando un hombre atractivo se me acerca.

— Entonces soy atractivo – repite mis palabras como una afirmación.

— No tanto como mi esposo, pero si.

— Con eso me basta – George sonríe antes de poner su mano en la mía.

— Oye, sin tocar – retrocedo dos pasos.

— ¿Por qué? Tú esposo no está aquí, ¿O si?

— Si, de hecho si está aquí. Y como ya dije, es muy...

Antes de que pueda terminar de hablar, George cae contra la barra en un golpe seco. Christian está de pie frente a él, con la respiración agitada.

— ¡Quita las jodidas manos de mi esposa!

No solo Christian se enfrenta al chico, veo a Elliot en el extremo de la piscina tratando de cubrir a Kate con su camisa ante las protestas de Mía. Taylor, por otro lado, hizo huir despavoridos al par de chicos con solo mirarlos.

— ¿Interrumpo? – pregunta quitándose los lentes.

— No, estaba diciéndole a George cuán sobreprotector eres.

Pasa su brazo por mi cintura para acercarme mientras observa al chico en el piso.

— No más salidas sin mi, Señora Grey.

— Lo mismo digo, Señor Grey. Aunque esto no es ni la mitad de lo que ustedes hicieron.

— ¿No? Pero tuvimos que soportar verlas charlando con estos idiotas.

— Confío en que lo recordarán, ya sabes, la próxima vez que quieran salir a beber.

👇 Christian, el discreto 👇

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