Capítulo 38

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— Señores Grey.

El oficial abrió la puerta del despacho para nosotros, así que camino detrás de Christian hasta el lado de la gran mesa donde esta su padre.

— Christian, Ana — Saluda.

El otro hombre de traje junto a él es Ron Marcus, el abogado de GEH que trabajó en el caso de Jack Hyde. Del otro lado de la mesa, Caleb Rights llevaba un vendaje en el cuello, nariz y alrededor de su cabeza.

Tomamos asiento frente a ellos, con un hombre muy formal en la cabecera de la mesa, debe ser el juez del caso.

— Buen día, soy el abogado del Señor Rights y esto es lo que mi cliente demanda.

El hombre estira una carpeta hacia Carrick, quién apenas la abre la pasa a Christian. Intento ver la cifra escrita en la hoja, pero la risa incrédula de mi esposo me distrae.

— No.

— Christian — advierte mi suegro — Mi cliente no va a pagar esa cantidad.

El abogado de Caleb toma otra hoja, señala hacia su cliente y vuelve a pasarla a Carrick y Marcus.

— ¿Es una broma? ¡No! — Dice mi esposo cuando toma la hoja en sus manos — Este hombre no tendrá ni un maldito centavo de mi dinero, no por agredir a mi esposa.

— ¿Qué propone? — Pregunta de nuevo el abogado rival.

Christian se inclina hacia Carrick y Marcus, dicen un par de cosas que no alcanzo a escuchar con claridad y se endereza con una gran sonrisa.

— No hay propuesta — Dice mi suegro con seriedad — Vamos a juicio.

— ¡¿Qué?! — Chilla Caleb — ¡No le conviene que esto salga de aquí, Señor Grey!

— No, eres tú a quien no le conviene que esto salga — Christian lo encara con expresión furiosa — Mi empresa te dió la oportunidad, mi esposa te ayudó, ¿Y así lo pagas? ¿Crees que alguna otra editorial querrá trabajar contigo? ¿Ya leíste lo que la prensa piensa de ti por lo que hiciste?

Golpea el escritorio con fuerza, haciendo que Caleb brinque hacia atrás, a su silla.

— ¿Eso es una amenaza, señor Grey? — Pregunta el abogado de Caleb.

— No, señor. Es la realidad. Su carrera como escritor está terminada por su propia mano y tendrá suerte si las personas olvidan su nombre.

— ¿Entonces quiere exponerlo más? ¿Hacerlo el blanco para ataques y repudio?

Mi esposo mira hacia el hombre en la cabecera de la mesa y habla hacia él.

— Lo único que quiero es que pague por lo que le hizo a mi esposa y que se aleje de nosotros. Es todo lo que pido.

— ¡Pero me quieres llevar a juicio! ¡Quieres que me señalen! ¡Si algo me pasa será su culpa!

— Señor Rights — gruñe el dueño de la oficina — Eso será consecuencia de sus actos, asúmalo de la misma forma en que lo hizo cuando pensó que era buena idea agredir a la señora Grey.

— Está dicho entonces — Carrick se levanta de la silla para estrechar la mano del juez, Marcus y Christian hacen lo mismo.

— ¿Es todo? ¿Nos vamos?

— Si, por el momento es todo — Christian me sujeta por la cintura para guiarme a la salida — No voy a negociar con él, no va a recibir mi dinero.

— ¿Lo estás contrademandando?

— Si, eso es precisamente lo que haremos. Pero no debes preocuparte, nena, mi padre y Marcus se encargarán de todo.

— ¿Es necesario que yo testifique?

— No lo creo, pero si es necesario estaré ahí contigo.

— No me importaría hacer una escena más — susurro solo para que él me escuche.

— Dios... — ríe divertido — He creado un monstruo.

~ • ~ • ~

POV Caleb.

Dos semanas después.

Apenas puedo esperar para llegar al estúpido bar de la esquina. La música es una mierda, pero puedo tomar con tranquilidad sin que nadie me señale o me mire con desprecio.

— Maldito Grey, maldita Anastasia — Gruño de frustración antes de vaciar mi botella.

El estúpido Grey me está exigiendo dos millones de dólares por daños y perjuicios hacia su querida esposa. ¿De dónde mierdas voy a sacar yo ese dinero? ¡Se supone que él me lo daría a mi para olvidarme de este asunto!

— ¡Maldito!

Le hago al cantinero una seña para que me traiga otra cerveza. Las luces dentro del bar son tan tenues que puedo quitarme la capucha del suéter sin temor. Este lugar está ubicado junto a un edificio abandonado, así que no hay muchas personas.

— ¿Mal día? — Un hombre alto se apoya en la barra a mi lado.

El cantinero le trae una cerveza. Lo miro de arriba a abajo con atención. Su cabello rubio está desordenado, pero lo que me distrae son sus botas de trabajo llenas de lodo y suciedad.

— Mejor que el tuyo — Señalo su ropa y vuelvo a beber mi cerveza.

— Entonces bebamos — me giro cuando escucho una voz a mi espalda.

En la barra, por mi otro costado, un hombre mayor de cabello rubio y corto sonríe. Por su aspecto diría que es otro trabajador sucio como el chico rubio a mi lado, pero este hombre me mira con insistencia.

— ¿Otra cerveza? — pregunta.

— Puedo pagar mi propia cerveza, déjenme en paz.

— ¡Vaya! Pero si eres un chico rudo — Se ríe el hombre mayor — Lástima que mi Betty no esté aquí para saludarte.

— ¡Aléjate viejo! — Lo empujo — ¡Me importa una mierda quien sea Betty o quiénes sean! ¡Solo déjenme solo!

El chico rubio apoya su brazo en mis hombros y me lleva hacia la salida lateral del bar. Quiero impedirlo, pero las pocas cervezas que tomé afectan mi visión haciéndola borrosa.

— Tienes razón amigo, aléjate del viejo — Me lleva por la puerta hasta el callejón — Creo que está pasado de copas.

El me lleva hasta el callejón detrás del bar pero me detengo cuando dos figuran aparecen al fondo, bloqueando el paso. No distingo bien, por la oscuridad y mi visión borrosa, pero podría jurar que ambos visten conjuntos deportivos en negro.

— Te lo dije, pan comido — grita el rubio.

— Ahora si, quisiera charlar con él un poco — El hombre mayor está parado detrás de mí y un escalofrío recorre mi cuerpo por el tono de su voz.

— ¿Qué quieren? ¿Quiénes son ustedes?

— ¿Nosotros? — Dice el rubio — Preocúpate por ti, amigo.

— Si, ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? — Dice de nuevo el hombre mayor, rodeándome — ¿O es que solo te sientes valiente con mujeres embarazadas?

— ¡¿Qué?! ¿Qué me van a hacer? ¿Cómo saben quién soy?

Uno de los hombres que permanecen al frente y en silencio comienza a caminar hacia mi.

— ¡No! — Le dice el rubio.

El otro hombre junto a él, de cuerpo más ancho, lo toma del brazo y lo hace retroceder a las sombras. Le hace una seña para que guarde silencio.

— Eh, bastardo, ¿Trajiste el rotomartillo?

— ¿Un rotomartillo? — Pregunta el hombre mayor — ¿Para romperle las bolas? ¿No te parece exagerado?

— No, mientras más rápido acabemos con esto, mejor para mí.

— ¡¿Qué?! — grito de nuevo — ¡Son unos salvajes! ¡Unas bestias!

— Mi esposa también está embarazada — Me empuja el rubio — ¿Te gustaría acosarla? ¿Molestarla? ¿Crees que esas mujeres no tienen quién las defienda? ¡Pedazo de mierda!

— ¡No! ¡No! ¡Yo no sé quién es tu esposa! ¡Jamás le haría algún daño!

— Solo a la chica de la tele porque tiene dinero, ¿No? ¿Para sacarle dinero a su esposo? — Me empuja ahora en hombre mayor.

— ¡No! ¡Fue un accidente! ¡Un malentendido!

¡Van a matarme!

Cubro mi rostro con mis manos, pero eso no detiene su furia, de pronto se apartan sin decir una palabra y me giro hacia los hombres en la sombras.

El hombre ancho se encamina hacia mí con rapidez, y solo cuando levanta el puño hacia mí es que puedo ver su cabello rubio y corto, su rostro inexpresivo y lentes oscuros.

Luego, me desmayo.

~ • ~ • ~

¡Hola, hola!

Lamento la demora, pero ayer casi muero porque me falló la señal de internet todo el día.

Espero que mi proveedor del servicio ya la haya reparado o estaré en el exilio el resto del fin de semana.

¡En México estamos de fiesta! ¿Quién quiere un pozolito?

¡Viva México! 🇲🇽

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