LA CHICA DE LOS TATUAJES (UN NUEVO COMIENZO)

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Hoy me levanté un poco más animado que de costumbre. Esta incipiente depresión estaba haciendo estragos en mi; el aislamiento y la decisión de vivir solo me estaban pasando remito. En realidad, no quería seguir culpando a Gloria de mi tristeza: ella había tomado la decisión de irse lo más lejos posible de todo este dolor que nos habíamos causado y que terminó por destruir completamente nuestra amistad y nuestro cariño.
El motivo de mi escaso entusiasmo era la exposición fotográfica de mi artista favorita en una galería no muy lejos de donde residía.
Hice un esfuerzo colosal por levantarme de la cama (llevaba casi una semana allí), bañarme, acondicionar el vestuario. Me sorprendí cómo unas simples fotos convertían la apatía y lo grisáceo en la excusa perfecta para tocar un poco fondo e impulsarme a salir de este círculo vicioso de tristeza.
Saliendo de mi departamento, me di con la novedad que el de la par se había rentado. Los de la mudanza iban y venían sin descanso. Sin ponerle mucho énfasis al hecho, me encaminé para salir de allí.
Podría decir que el evento fotográfico habría pasado sin pena ni gloria como otros tantos... o como me lo permitía mi ánimo... más no fue así: más bien arriesgaría a aseverar que esta muestra me trastocó de manera muy intensa todo mi ser. Las fotos mostraban, principalmente, a una mujer desnuda y de espaldas a la cámara. La idea primordial era mostrar sus tatuajes que recorrían palmo a palmo su anatomía, como si ella fuese un gran lienzo vivo; ella misma era una obra de arte.
Sin embargo, no me llamaron la atención los gráficos en su piel sino ella en sí misma: de perfil, nariz ligeramente respingada y un poco bulbosa, labios finos, csbello rizado; de contextura rellena, muslos fuertes, omóplatos anchos... una figura femenina real, de esas que merecen ser amadas. Todo ello me transportó al deseo incontrolable por saber quién era... pero el anhelo subyacente de todo esto era entender por qué la imagen de alguien a quien no conocía me provocaba una excitación que me llevaba al límite de la locura (lo se bien, pues mi entrepierna dolía como los mil demonios y me aseguraba una muerte por vergüenza).
Los días restantes a todo esto, no tuve tranquilidad. Me dediqué a investigar por internet, a tratar de saber quién era esta misteriosa mujer que me había dejado un sueño recurrente cada noche, donde se mezclaban esos tatuajes extrañamente conectados a significados que solo mi inconciente entendía, las partes de su cuerpo, yo sobre su sombra, penetrando esa fisonomía oscura y difusa, transformando mis suspiros en los que imaginaba eran sus gemidos; acariciando cada parte de mi ser como si la estuviese tocando, para llegar al punto cúlmine de la liberación de mi líquido seminal como si ella descargase sus benditos fluídos; pues ella seguía siendo una excitante y tortuosa incógnita a la que deseaba hacerle el amor en ese bucle tiempo espacio. Lo más frustrante de todo era que no obtenía resultado alguno a esta paranoia.
Sin más ni más, decidí un día dejar todo por la paz de mi mente; no tenía sentido perseguir un fantasma que no quería ser encontrado.
Pero las decisiones las toma el destino, no yo. Tan solo un momento del día y un par de segundos bastan para que todo en tu vida cambie: iba de salida del edificio apurado en mi andar. Al traspasar las puertas, vi cómo lo que tanto le había pedido al cielo se materializaba: a escasos pasos de mi y de espaldas se encontraba la dueña de mi delirio: la chica de las fotos... la sombra de mis sueños se volvió mujer de carne y realidad: ahora su perfil era un rostro completo, con ojos de mirada apasionadamente dulce, mejillas ligeramente arreboladas y una sonrisa que me quitó el aliento.
¿El desenlace de esta historia? ¡Simple! La invité a quedarse para siempre en mi corazón, en mi departamento... ¿yo? Soy un nuevo tatuaje en la dermis de su vida.

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