Lisa ni siquiera sabía en qué clase estaba, su atención estaba puesta en una castaña que trataba de anotar lo que estaba en la pizarra pero se le dificultaba.

Sus ojos se hacían casi un par de rayitas tratando de distinguir lo que había anotado frente suyo pero no lograba verlo bien.

Y mucho menos lo vería si seguía sentada en ese lugar que parecía el trasero del diablo. Hasta el fondo.

Lisa rodó los ojos, tendría que comprarle unos lentes nuevos.

Y si, al día siguiente Lisa se paró frente a la taquilla de Jennie y le dejó un pequeño estuche con gatitos pintados en el. Jennie la miró extraña y la pelinegra rodó los ojos.

—¿Qué es?

—¿Eres tonta? Te compré unos lentes nuevos

Lisa observó a la castaña, quién ya portaba unos lentes simples color negro.

Jennie no dijo nada, simplemente observó el estuche y luego como Lisa se iba sin decir nada.

Durante la clase la pelinegra estuvo observando a la castaña, no parecía importarle el hecho de que le había regalado unos lentes nuevos y eso la molestaba.

Hasta que cuando terminó la clase, Jennie guardó esos lentes negros y feos en un estuche igual de feo para usar los que Lisa le había regalado y una sonrisa apareció en el rostro de la castaña. Le importaba, Lisa le había dado importancia a Jennie.