Capítulo 15La charla

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2005

Cualquiera sentiría penita por Lexa Woods, la rubia se había pasado unos cuantos pueblos. Pero son de estas reacciones con efecto dominó. Comenzó Octavia, primero riendo para sus adentros, pero conforme se iba imaginando a la pobre morena no podía contenerse y comenzó a carcajear con fuerza. Ontari en vez de apiadarse de su ex amante, se tapó la boca, pero también se dejó llevar por la situación tan puñetera que debió de pasar la ojiverde y ya ni contemos de su propia hija, que se mordió los labios aunque también le pudieron las ganas de reír, así que ahí estaban las dos ancianas y la joven rubia, llorando de la risa:

– Joder– dijo Octavia quitándose una lagrimilla– pues sí que cambió en África

Ontari tenía la mano en la tripa, le dolía de tanto reír:

– Yo me enteré de otras putadas, pero no de esta

Eli intentó ponerse seria, estaba roja de tanto reír:

– ¿Cómo puedes reírte? Eras la amante

– Tú lo has dicho, era no me voy a poner a llorar, en su día si impactaban ahora es para troncharse de risa.

Octavia paró de reír y miró llena de curiosidad a la ex doctora:

– ¿Qué más putadas le hizo?

Ontari se puso pensativa:

– Una vez llegó a su trabajo con una erección horrible porque sin darse cuenta Clarke le puso viagra en el...

– No quiero saber las putadas que le hizo Clarke a Lexa– Las otras dos mujeres se quedaron mirando a Eli– ¿Qué? no me hace gracia imaginarme a mi madre con la tienda de campaña, la de mujeres que habrán espantado...

– O vuelto gilipollas después de haberlas inseminado

Dijo Octavia señalando a la otra mujer que estaba sentada a su lado. Que al parecer la edad la había vuelto muchísimo más vulgar, bien le enseñó el dedo corazón:

– Vale, Lexa no dice que es lo que habló Clarke contigo, te toca contarlo.

Le pidió la hija de Lexa y Clarke. La Fisher se puso seria e incluso pareció entrar en pánico. Se tapó la boca y le brillaron los ojos:

– No quisiera recordarlo porque, Clarke dio mucho miedo– Eli sintió mucho miedo, a lo mejor sí que se había vuelto loca– entró en mi casa– suspiró y retiró la mirada, como si tuviera que asimilarlo nuevamente. Octavia se levantó y le puso una mano en el hombro totalmente apenada– Clarke– siguió casi entre sollozos– entró en mi casa con una motosierra en las manos y me gritó muy cruelmente "DEVUELVEME A MI PERRO PUTA"

Cerró los ojos y dejó caer una lágrima. Eli la miró ojiplatica:

– ¿Qué?

Preguntó casi pálida y con el corazón oprimido en el pecho... hasta que las muy mala pécoras de las mujeres intercambiaron miradas y comenzaron a reírse a su costa:

– Tienes razón– le dijo Ontari a Octavia– es igual de inocente que Lexa.

Eli las miró con cara de pocos amigos:

– Sois unas mujeres muy, muy crueles

Ontari hizo un movimiento con la mano y comenzó con su versión, complaciendo así con la medio hermana de su hija.

Ontari POV

Llegué a casa después de tener un duro día de trabajo. Mis investigaciones para demostrar que la homosexualidad no tenía nada que ver con ninguna enfermedad fisiológica se había quedado estancado. Los terrores nocturnos y el síndrome de estrés postraumático de Lexa habían desviado mi interés. Me basaba mucho en las notas de Sigmund Freud, vale que lo suyo iba más dirigido a traumas sexuales, pero a mi parecer, era uno de los psicólogos más inteligentes de nuestra historia.

Qué curioso, nada más salir de casa me topé de narices con Lexa Woods, a la vuelta fue con Clarke Griffin. Miedo me daba salir del coche, después de observar como miró la pala la noche anterior, cualquiera podía fiarse de una mujer celosa y enfadada. Por mucho que me hubiera gustado dar marcha atrás y esconderme en los confines de la tierra, apagué el motor, recé unos cuantos ave Marías y salí del vehículo.

Estaba sentada en el escalón de mi porche. Bueno, en el tramo que daba del vehículo hasta ella pensaba formas de contarle la verdad, yo no buscaba a Lexa Woods, ni si quiera me gustaba en un principio. Era llorona, muy pesada, una torpe y maldita sea es que besa como los demonios. Me acerco precavida, solo por si tengo que correr por las hectáreas de campo. Que no se levantara era un punto positivo o eso creía. Me mira muy seriamente, muy buena cara no tenía, estaba un poco ojerosa:

– Ahora me vas a explicar ¿Cómo narices has acabado metiéndote entre las sabanas de mi cama?

Madre mía, no había perdido la virginidad en una semana y ya tenía fama de haberme revolcado con Lexa a la primera de cambio, vale, eso es lo que parecía y cualquiera pensaría, me pongo en su situación, la entiendo:

– ¿Tú cama? Clarke, te pedí que no te fueras, te pedí que te quedaras y aun así decidiste marcharte– No vas por buen camino Ontari, lo sabía que no iba por buen camino– Lo que quiero decir, Clarke yo no dejé de buscarte, ni quise que esto pasara, desde el primer momento en que la vi le hablé de ti...

– Ya veo, que le hablaste muy bien de mi...

Me recriminó:

– No Clarke, quien dio mala imagen de ti fuiste tú solita con tus actos, la imagen que dio el diario de Lexa sobre ti. Recordar el día de tu boda y ver la carita de desdichada que tenías ¿Cómo crees que se sintió Lexa?

– Claro, tú le vendiste la dulzura personificada...

– Yo no le vendí nada, no me culpes de tus errores, ¿crees que no me resistí? Hice todo lo que pude y aun así– agaché la cabeza, no pude mirarla a los ojos cuando dije esto– aun así acabé perdidamente enamorada de ella, es muy insistente no puedes imaginar cuanto...

Arquea una ceja:

– Creo que sí puedo hacerme una idea– Bueno, supongo que Lexa también usaría las mismas estrategias para seducir a Clarke– Pues tenemos un serio problema– se levanta y camina hacia a mí– porque Lexa es mi mujer o legalmente Alexander mi marido, si esperabas que le iba a dar el divorcio tan fácilmente para que corra a tus brazos estás muy equivocada.

– ¿Serías capaz de hacer eso? ¿Aunque hiciera infeliz a tu mujer?

Achica los ojos:

– Llámame egoísta, pero Lexa es el amor de mi vida, puede que ahora mismo ella no lo recuerde, pero yo soy a la mujer que ama, solo tengo que hacerla recordar...

La seguí con la mirada, aunque estaba cerca de mí no podía estarse quieta, caminaba de un lado para el otro:

– Clarke... Lexa

– Lexa se piensa que soy estúpida– eso me dejó un poco descuadrada– me ocultó que mi padre le hizo "algo"– dijo ese algo como queriendo suavizar lo imperdonable– el día que nos pilló, algo así ya me imaginaba, aún no he ahondado en todo el tema y lo haré, pero no sin antes llegar a un acuerdo.

Reí con cinismo no podía creerme lo que estaban oyendo mis oídos. ¿Llegar a un acuerdo? Lexa no era un negocio:

– No puedo creer que hayas dicho eso, esto no se trata de lo que queramos nosotras, si no de lo que quiere Lexa

– Y será Lexa quien decida, pero tú has tenido un año y medio teniendo a Lexa para ti solita, ahora lo justo es que yo tenga un tiempo, uno en el que no estés rondando y confundiéndola.

– Estaré a su lado siempre que lo necesite Clarke y no porque yo quiera, si no, porque ella quiera, que seas su esposa no te da derecho a mandar sobre las decisiones de una persona.

Paró en seco y dio un paso hacia a mí, haciéndome recular, sobre todo cuando empezó a hablar y sus palabras iban acompañadas de fuertes golpecitos en el hombro:

– Podemos llevar este asunto civilizadamente o matarnos en el proceso, tú eliges

La miro y no la conozco, es como si en ese año y medio, la zorra de Niylah Green la hubiera convertido a su imagen y semejanza. Es como una matona de instituto amenazando "quítate del medio zorra, si no quieres que te parta las piernas" Le dije a Lexa que no le dejaría sola, que siempre estaría cuando me necesitara. Yo no me valgo de mentiras ni manipulaciones, por desgracia Clarke Griffin era su mujer y la mujer de la que se enamoró antes:

– Elijo que estaré siempre que Lexa me necesite.

Esa respuesta no le gustó nada:

– Dame treinta días– Vuelvo a sonreír pero por no llorar– si en ese plazo Lexa no ha conseguido recordar las razones por las que me amó yo misma me quito del medio.

– Esto no se trata de quien está o no en el medio, se trata de lo que quiere Lexa...

– ¿Piensas que no pienso en Lexa? Pero se trata de ser justos, tú has pasado año y medio junto a Lexa mientras que yo la lloraba pensando que estaba muerta, quiero recuperar el tiempo con mi mujer sin tener que estar pendiente de ti– preferí dejarla de mirar– Ontari, al menos concédeme eso, por la amistad que tuvimos hace años.

Solté aire cerré los ojos y me llevé las manos a la cabeza. Solo pensaba no cometer una locura. El problema es que esto era casi como el pez que se muerde la cola. Lexa acababa sobreprotegiendo a Clarke y yo sobre protegía a Lexa, digo casi, porque Clarke sobreprotegerme como que no. Temía que Clarke hiciera de las suyas, cualquier cosa hacía saltar a Lexa y no me refiero a que la enfadara, si no que sufriera alguna crisis y reviviera nuevamente sus pesadillas o sus ataques. Si Clarke no conseguía que se abriera, solo conseguiría agravarlo:

– Hay que tener cuidado algunas noches, los terrores nocturnos suelen ser tan fuertes que anda sonámbula, dependiendo de cómo sean debes de andar con pies de plomo– ahí estaba yo como una autentica gilipollas, diciendo a la mujer de Lexa Woods como debía comportarse, ni que Lexa fuera una niña, aunque muchas veces así parecía– si le cuesta despertar creyendo que está en Vietnam, una vez por casi me rompió la cabeza...

– Ontari, yo también viví los terrores nocturnos de Lexa, creo saber cómo manejarlos

No creo que dejar dormir a Lexa en el sillón solo para que la señorita pudiera descansar fuera adecuado:

– Lexa es muy... solo digo que no seas tan dura, ella está en un momento de su vida que necesita más cariño...

Me mira desconcertada:

– Si quieres que te elija a ti, ¿por qué me dices esto?

– No, Clarke, ya te lo he dicho, te escoja a ti o me escoja a mí, quiero su felicidad.

– Puedo tener mis defectos Ontari, puedo ser una mujer llena de inseguridades, de miedos, de lo que estoy segura es que no soy nada sin Lexa Woods...

– Vuestra relación no es sana, es tóxica

– Puede, sana o no quiero a Lexa– se puso con los brazos cruzados– me llevo a mi perro también.

Puse los ojos en blanco. Joder, si es que normal, Lexa tiene sus comportamientos infantiles, pero Clarke, ¡válgame! ¿Qué hice para merecerme esto? Lexa la salva la amnesia y digamos como que regresó unos ocho años atrás en el tiempo mentalmente, pero Clarke, la doctora Griffin es como si se hubiera quedado parada en el tiempo:

– Eso, marcando territorio hasta con el pobre animalito– saqué las llaves– pienso pasarte la factura de sus cuidados durante todo este tiempo.

En cuanto abrí la puerta el perro salió a recibirme, meneando el rabo alegremente y poniéndose a dos patas, posando las dos patas delanteras en mis hombros, me tocaba poner cara de asco mientras me la llenaba de babas. Vamos, que ignoró a Clarke por completo, normal, el animal pagó justo por pecador. Que se marchara y no estuviera tenía explicación, la perdida de una esposa y un hijo, pero el animal que culpa tiene:

– Mi mujer– me dijo con mirada fulminante y brazos cruzados– mi perro... ¿qué más piensas quitarme?

– Quiero quitarte la tontería de un guantazo, pero si con Lexa no funcionó contigo menos– Bajé al perro y me limpie la cara– si no te hubieras largado con la mala perra de Niylah Green esto no hubiera pasado

En ese momento sí que sacó la fiera que llevaba dentro:

– Si no fuera por Niylah Green habría pasado a mejor vida hace mucho y todo porque estaba convencida de que Lexa estaba muerta...

– PERO ESTÁ VIVA– Vociferé– SERÁ MEJOR QUE CAMBIES DE PENSAR, ese "creí que estaba muerta" a actuar mirando al futuro– ya me enfadó– ese es tú puñetero problema Clarke, nunca supiste darle la seguridad a Lexa, mientras ella soñaba con un futuro tu siempre te estancabas en el presente. Suerte en estos treinta días, porque si en años de casada con ella no pudiste cambiar, dudo que en treinta días seas capaz de hacerlo. Que te quedé bien claro, si ella acaba escogiéndome yo si voy a dárselo, siempre voy a pensar en su felicidad.

– Miedo me daría que me escogiera solo por seguridad y no porque me quisiera de verdad, treinta días, Ontari.

Dijo antes de llamar al perro y marcharse. Vale, admito que lo último que me dijo hizo daño. En el tiempo que llevaba con Lexa, siempre había pensado que no la merecía y aunque no era las acciones correctas, también tenía presente a Clarke, después de hoy esos pensamientos habían cambiado, si una de las dos se merecía a Lexa, esa era yo y pasados esos treinta días regresaría. En ese momento entendí la insistencia de Lexa y las preguntas raritas que me hizo por la mañana.

Si me quedaba, sabría que acabaría cayendo en la tentación de verla, me mataba estar lejos, no verla y ahora saber que Clarke había vuelto, que el amor de Lexa Woods estaba bajo el mismo techo con ella, me hacía mierda. Serían los treinta días más largos de mi vida.

El problema es que en el último momento de esos treinta días me encontré con una sorpresa muy gorda, algo con lo que no había contado. Alex.

Fin de Ontari POV

– Vale– dijo por fin Octavia– ya sabemos dos cosas, la explicación lógica por las que Clarke acabó metida en la habitación con Lexa, los terrores nocturnos...

– y ¿la segunda?

Preguntó la hija de las susodichas protagonistas de la historia:

– Ontari de buena pasa a gilipollas ¿No has visto la usurpadora? ¿Terra Nostra? ¿Yo soy Betty la fea? Eras la amante haber sacado tu lado oscuro y haber peleado, no– puso una vocecita angelical– ay voy a ser legal y justa, le daré treinta días a Clarke para que camele al amor de mi vida y la cabalgue cuan vaquera salvaje.

Eli puso una mueca:

– Por el amor de dios que estáis hablando de mis difuntas madres.

– Cariño, es la realidad ¿no pensarás que te trajeron la cigüeña?– dijo Octavia encogiéndose de hombros– para hacer una personita se necesitan dos personas, ¿Cómo hiciste a tu retoñito? Pues igual ¿Te imaginas que fue en ese sillón donde estás sentada ahora mismo?

Eli volvió a poner cara de asco mientras se levantaba:

– Por dios, para ya

– Veo que sigues conservando la alfombra– dijo Ontari señalando la alfombra que estaba debajo de sus pies– ahí Lexa me masturbó y yo se la...

Eli se tapó los oídos, estaba siendo demasiada información, le iba costar andar por la casa y no imaginarse a sus madres en cada rincón en plan conejos o a Lexa y Ontari:

– Sois unas viejas muy verdes e insoportables, os dejo hasta que os calméis

Las dos mujeres volvieron a carcajear hasta llorar:

– En esto– dijo Ontari mirando a Octavia– se parece más a Clarke– suspiró– Alex tiene mucho de Lexa y aunque sé que se acerca el día, no me veo preparada para decirla la verdad– en cuanto vio como la miraba la anciana de ojos verdes– sí, lo sé, llego treintaicinco años tarde. Soy humana y cometo errores.

– ¿Cómo acostarte con Lexa Woods?

– De eso nunca me arrepentiré– frunció el ceño cuando vio que Octavia se levantaba y agarraba el diario– ¿qué haces?

– No voy a esperar a que doña no quiero pensar que mis mamás me procrearon dándole al mambo regrese para seguir con la historia, soy una anciana que se está perdiendo Me llaman Lolita necesito entrenamiento y perdona que te diga esto, pero la vida de Clarke, Lexa y tuya es digna de un culebrón pero de los buenos.

3 de Mayo de 1969

Deshidratada, esa es la dichosa palabra, deshidratada y con una hemorroide muy feo, no, si cuando a Clarke se le metía en la cabeza dar por culo, encontraba las formas, vamos que se había coronado ella y la que se tiró parte de la noche sentada en el trono he sido yo. Ahora sí que estaba convencida, Clarke se habían pasado muchos pueblos, la iba a pedir el divorcio y fui a casa de Ontari para decírselo. Llamé y llamé, nadie abrió, tenía llaves así que me tomé el atrevimiento de entrar sin permiso. Pensaba que se había ido a trabajar y después de pasarme media noche agarrada a las paredes, maldiciendo y cagándome en todo lo cagable, necesitaba beber. Lo que no me esperaba, era encontrar una nota de Ontari Fisher diciendo que se había marchado durante unos días por trabajo. Solo pensé, la muy cobarde me ha dejado sola con la psicópata.    

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